Florencia Guimaraes y la ley de cupo travesti-trans: «Lo que queda por delante es cumplirla»
18 octubre, 2021 por Redacción La tinta
El Gobierno nacional oficializó el jueves pasado la promulgación de la Ley 27.636 de Promoción al Empleo para Personas Travestis, Transexuales y Transgénero. Florencia Guimaraes García dialogó con el programa radial Hasta que vuelvan los abrazos, de La Retaguardia y Radio Sur. La activista y referencia de la Casa de Lohana y Diana, centro para la comunidad travesti trans de La Matanza, comentó cómo fue recibida la noticia y cuáles son los problemas estructurales que todavía faltan solucionar.
Por Agustina Sandoval Lerner para La Retaguardia
La Ley 27.636 de Promoción al Empleo para Personas Travestis, Transexuales y Transgénero fue sancionada por el Congreso Nacional el 24 de junio de este año con 55 votos a favor, 1 en contra y 6 abstenciones. La normativa contempla que los tres poderes del Estado nacional, los ministerios públicos y demás organismos deben ocupar una proporción no inferior al 1% de la totalidad de sus puestos laborales con personas travestis, trans y transgénero.
Florencia Guimaraes García, activista travesti y referencia de la Casa de Lohana y Diana, centro para la comunidad travesti trans de La Matanza, dijo en diálogo con La Retaguardia: “La verdad es que es una buena noticia que venimos esperando hace rato. Pero tenemos que visibilizar que más allá de que tengamos la ley nacional, que es la ley de inclusión y cupo laboral Diana Sacayán-Lohana Berkins, venimos de ver una ley de cupo laboral Diana Sacayán en la Provincia de Buenos Aires, con casi cinco años y pico encajonada, no tenida en cuenta. Entonces, desde ahí venimos, desde esa primera sanción de la ley de cupo en la Provincia de Buenos Aires, una lucha que Diana venía llevando hace muchísimos años. Cuando hay decisión política estas cosas suceden, se transforman, ¿no? Entonces, ahora lo que queda por delante es el real cumplimiento de la ley, el real acceso de manera transparente de las personas travestis, transexuales y transgénero en el centro de trabajo. Porque esto también tenemos que decir, que hay personas que han ingresado al mundo laboral, en este último año sobre todo. Pero volvemos una y otra vez sobre lo mismo y que tiene que ver con puestos laborales ocupados por personas que tienen afinidad, llegada o pertenecen a organizaciones hegemónicas de la comunidad LGTBI o de la comunidad travesti trans y esto va contra del propio espíritu de la ley. Por eso hablo de la transparencia. Necesitamos que los registros sean abiertos, públicos. El tema es que después esto no se ejecuta, entonces tenemos cualquier cantidad de compañeras que se anotan con la ilusión de acceder al trabajo, de transformar sus vidas y que nunca reciben una respuesta. Esto sucede históricamente, lo sabemos. No solamente es de ahora, sino que lo venimos arrastrando hace muchos años y también nos toca a la comunidad travesti trans hoy”.
—Se ve una introducción al mundo laboral desde el Estado, pero también hay que decir que el Estado es el principal empleador sin registro en la Argentina. ¿Qué pasa con el ámbito de las empresas respecto a esta ley?
—Sabemos que el Estado es un gran precarizador. Y acá también tenemos una trampa en lo que es la ley de cupo laboral travesti y trans, que lamentablemente quedó plasmada de esa manera también a través de los convenios colectivos de trabajo, los sindicatos y todo lo demás, y es que la ley habla de cualquier forma o modalidad de contratación. Ya sabemos qué pasa con eso. Son contratos precarizados, contratos de monotributo en los que las personas no acceden a sus derechos como trabajadores y trabajadoras. Esto sucede en el Estado y sucede en los privados también. La ley es bien clara, por eso fue muy importante la unión de estas dos leyes, ¿no? Porque eran dos proyectos que iban paralelamente: la ley Lohana Berkins-Diana Sacayán. En la Diana Sacayán, se exigía el puesto al Estado y, en la Lohana Berkins, se incorporaba no solamente a los privados a través de convenios y descuentos y todo lo demás para que contraten personas travestis y trans, sino también algo que es muy interesante, que aborda otras formas de economía. Entonces, en la ley lo dice bien claro: a través del Banco Nación, las personas travestis y trans podrán solicitar préstamos para llevar adelante sus emprendimientos laborales de forma autónoma o como quieran organizarlos. Entonces, tenemos otras tres patas y que tienen que ver con el acceso al trabajo. Con los privados sucede lo mismo. Las pocas personas que he conocido en estos últimos meses han ingresado al mundo del trabajo a través de empresas privadas y contratos monotributistas. Precarización laboral. Este también es un tema que hay que poner sobre la mesa, porque cuando nosotras planteamos el acceso al trabajo, la ley de cupo laboral travesti trans, no ahora, sino cuando lo planteó Lohana, lo planteamos en términos de acceso al trabajo con todas las condiciones que deben tener los trabajadores y trabajadoras. Lo planteamos en términos de que realmente se transformen nuestras vidas y que no tengamos que estar, como gran parte de la sociedad, con la espada sobre la cabeza, sin saber cuándo nos vamos a quedar sin trabajo. Entonces, ahí entramos nuevamente a hablar de estas cuestiones que tienen que ver con la falta de acceso a derechos. Porque serían derechos a medias. Estamos hablando, y ha sucedido con compañeras que han ingresado a trabajar de forma precarizada, que a los tres meses les digan “no servís para la función” o lo que fuese, no se le reanude su contrato y nuevamente la cadena de la compañera que termina en una esquina y volvemos a ese circuito de prostitución, sistema prostituyente, de compañeras subsistiendo de la prostitución para poder comer.
—Existen denuncias sobre la hostilidad de los espacios de trabajo: maltrato por parte de compañeros o compañeras con quienes se comparte el trabajo. Esto es una de las cosas que más sucede, ¿no?
—Sí, eso es un punto central para nosotras a trabajar fuertemente. Para toda la sociedad. Y no nos podemos quedar solamente en las denuncias, hay un montón de compañeras y compañeros travestis y trans que ni siquiera pueden denunciar, que ni siquiera se atreven a hablar, porque lo único que están pensando es en sostener ese sueldo para poder subsistir. Esto le pasa a cualquier persona que es violentada en el ámbito laboral, por supuesto. También a nosotras, travestis y trans. Y me parece que hay que trabajar fuertemente sobre los espacios laborales, que deben ser espacios confortables, donde no haya ningún tipo de violencia y podamos arrancar las violencias simbólicas, el no respeto a la identidad de las personas. Siempre están esas cuestiones de «ay, bueno, me confundí, no sé cómo llamarte». El aislamiento que atraviesan muchas personas travestis y trans porque las contratan, pero después esta persona queda arrumbada a un costado, en una silla, sin tener participación laboral con el grupo de compañeros y compañeras, sin tener participación política. Todas estas cosas deben ser revisadas, deben ser vistas, se necesitan capacitaciones que tengan que ver con concientización, dejar de hablar de sensibilización. Porque no necesitamos un momento de sensibilización donde todos escuchen «ay, pobres las personas travestis y trans», y a los cinco minutos te estén tratando de macho. Necesitamos que se tome conciencia sobre las violencias estructurales que padecemos las personas travestis y trans, y el por qué debimos llegar a tener una ley para poder acceder al trabajo. No debería existir una ley de cupo laboral travesti trans. Deberíamos las personas travestis y trans poder habitar todos los espacios, poder terminar nuestras escuelas, trabajar de lo que queramos y no ser arrojadas de niñas a la calle y a la prostitución. Entonces, necesitamos que la sociedad en su conjunto tome conciencia, porque después nos encontramos todo el tiempo con gente de porquería. «Ah, bueno, pero, ¿por qué trabajo para ustedes?» o «voy a ser travesti». Hemos escuchado cosas terribles en los medios de comunicación, en los lugares de trabajo, en todos los lugares que transitamos. Y esto tiene que ver con el prejuicio, con el desconocimiento, con la ignorancia, con los discursos de odio que siempre están sobre las personas travestis y trans sin hacer una revisión y sin profundizar el por qué hay un sector de la población que no está en ningún lado y que solamente está en las esquinas, ¿no? Y esas cuestiones, que deberíamos ampliar muchísimo más, tienen que ver con la expectativa de vida tan baja que tenemos las personas travestis y trans. Entonces, hay que trabajar fuertemente con todas las áreas de trabajo, porque nos ha sucedido esto de que está todo bien en la oficina o en el lugar que entramos, pero tenemos que ir atravesando un montón de barreras: en la puerta con quienes están de seguridad, que empiezan con los típicos chistes y los codazos, eso es de una violencia total que un montón de compañeras atraviesan a diario y que termina haciendo que no quieran ir más a esos lugares. Nadie quiere ir a un lugar donde sos maltratada, donde sos acosada, violentada, donde no se te respeta, donde no se te tiene en cuenta como persona. Cuando hablamos de acceso al trabajo, no estamos hablando de una cuestión netamente económica, va mucho más allá. El trabajo en este sistema como un ordenador de la vida, que nos da derecho, o debería dar derecho a poder vivir, no sobrevivir ni subsistir, pero también a tener participación y generar vínculos con otras personas, como le pasa a casi todas las personas, menos a nosotras que todavía seguimos estando en los márgenes.
*Por Agustina Sandoval Lerner para La Retaguardia / Imagen de portada: Natalia Bernades/La Retaguardia.