La Anti Monumenta, acción artística y narrativa de las mujeres que luchan
Conversamos con integrantes de la Colectiva Anti Monumenta “Vivas Nos Queremos”, quienes, en plena Ciudad de México, erigieron una silueta de mujer color violeta con el puño en alza, donde antes estaba una estatua de Colón. La nombraron La Glorieta de las Mujeres que Luchan como espacio de memoria y símbolo de resistencia de todas las que luchan contra las represiones policíacas, contra los crímenes del Ejército, contra los despojos, las violencias machistas, los feminicidios y las desapariciones.
Por Verónika Ferrucci para La tinta
«Pero en la incertidumbre se guarda siempre el anhelo:
que quien no está pueda regresar de nuevo,
que la búsqueda sea en vida y se dé con el paradero,
que la Justicia llegue, si vuelven solo los cuerpos
y que nunca otra familia tenga que pasar por esto».
Mare Advertencia Lirika
¿Qué muestran los monumentos? ¿Qué solemnidad siguen erigidas en algunas figuras? No es novedad que las feministas hemos sido acusadas de dañar patrimonios históricos y cometer actos de vandalismo en los espacios públicos. No pasa solo en nuestro país, la escandalización por una pared o monumento pintado es transfronteriza. Los objetos patrimoniales son parte de la cultura en cuanto forman parte de un relato y significan algunas o “una” versión de la historia. No es novedad que los monumentos, en general, han sido dispuestos por los Estados Modernos -por hombres blancos heterocis- para consolidar relatos históricos e identidades nacionales. ¿Qué pasa cuando se intervienen estos objetos? Depende qué tipo de intervenciones, la vara siempre es doble. La realidad indica que es más importante un edificio patrimonial o un monumento cuando lo que allí se inscribe es un reclamo de las feministas. ¡Puede alguien pensar en las paredes y monumentos! Lo que se propone desde los feminismos y disidencias es pensar las pintadas, los grafitis, las intervenciones artísticas en las paredes, los stencil, etc., como patrimonio, como testimonio del reclamo inscripto en lo público.
En México, existen los “Antimonumentos”, son memoriales construidos por colectivos organizados, que recuerdan sus luchas. Por ejemplo, en la Ciudad de México, uno recuerda a los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, otro a la masacre estudiantil de Tlatelolco de 1968. El 8 de marzo de 2019, se sumó La Anti Monumenta a la lista, contra la historia colonial y patriarcal, en la gran avenida de Paseo de la Reforma, enfrente al famoso Palacio de Bellas Artes, donde estaba erigida la figura de Cristóbal Colón.
En diálogo con La tinta, una de las integrantes de la Colectiva Antimonumenta “Vivas nos queremos” nos cuenta sobre la intervención llevada adelante por colectivas de madres y familiares de mujeres desaparecidas y víctimas de feminicidio y otras violencias, el pasado sábado en la Ciudad de México. Allí donde en 2019 sacaron a Colón, ahora instalaron una escultura de madera pintada de violeta que representa la silueta de una mujer con el puño en alto y pintaron las vallas metálicas que rodean la glorieta con los nombres de las asesinadas y desaparecidas.
Nombraron al sitio como “Glorieta de las Mujeres que Luchan” y está dedicado “a las Mujeres Buscadoras y Rastreadoras de las cuerpos que la violencia de Estado nos ha arrebatado; a las Madres que Luchan por Justicia para sus hijas víctimas de feminicidio y sus hijxs desaparecidxs; a las Mujeres Defensoras del Agua y del Territorio asesinadas, presas y agredidas por luchar por la vida; a las Mujeres de los Pueblos Originarios que defienden su tierra y construyen realidades alternativas con justicia, paz y dignidad; a las Estudiantes Indígenas que defienden la educación rural y el derecho a una vida de servicio digno a sus comunidades; a las Mujeres históricas y rebeldes que han sido borradas; a las Mujeres Zapatistas, a las defensoras de los derechos humanos, a todas las que con su lucha han construido nuestra historia, las que sostienen este país con dignidad”, expresaron desde la organización.
Ver esta publicación en Instagram
El domingo, las vallas estaban todas pintadas de blanco. “Las autoridades locales decidieron borrar inmediatamente los nombres de las mujeres que estaban escritos en las vallas alrededor de la columna, donde se colocó la pieza y donde habíamos escrito el nuevo nombre de la glorieta. Acción que nos confirmó el posicionamiento desde el gobierno y nos pareció una afrenta. Claudia Sheinbaum, la jefa de gobierno de la Ciudad de México, hizo una serie de declaraciones que, desde nuestro punto de vista, intenta polarizar el mensaje sobre quienes hicimos la acción, diciendo que le estamos quitando el lugar a las mujeres indígenas. Y por supuesto que no es así, las mujeres indígenas son la base de la lucha de nuestro país y muchas de quienes estuvimos allí lo somos”, nos explica la entrevistada.
Las estadísticas nunca alcanzan para nombrar cada ausencia e injusticia, pero nos dan un marco para referenciar la gravedad. En México, se calculan 10 feminicidios diarios y la Comisión Nacional de Búsqueda estimó más de 90 mil personas desaparecidas y no localizadas desde 1964. Como dicen por allá, la situación está bien cabrona.
“El valor de la intervención es que las madres, hermanas, hijas de las mujeres desaparecidas o víctimas de feminicidio, las sobrevivientes de violencias, las mujeres indígenas que luchan y que son emblemáticas, se reunieron en el espacio y comprendimos el significado de la acción política. Es muy importante recordarle al Estado y al gobierno que las decisiones de los espacios públicos tienen que ir acompañadas, más que nunca, con la inclusión de nuestras luchas. Ya no se puede mirar para otro lado. Así quedó presente nuestra intención: a este espacio lo queremos consolidar como un símbolo de resistencia, de memoria y lucha”, nos dice con la contundencia de la fuerza de lucha de las hermanas mexicanas.
Aun cuando borren los nombres o quiten la escultura, la intervención ya tiene un valor patrimonial en sí misma, es testimonio de la organización colectiva, es un hito político de la lucha feminista.
Borrar demandas no borra sus causas: las Restauradoras con glitter
En agosto de 2019, luego de que se diera a conocer un caso de violación en la Ciudad de México a manos de la policía, miles de personas salieron a las calles en señal del hartazgo por las violencias de género permanentes. Como registro de esa rabia, quedaron las pintadas en el Ángel de la Independencia; el emblemático y dorado símbolo de heroísmo, libertad y soberanía, que sobresale en una de las avenidas más imponentes de la Ciudad, puesto ahí al cumplirse los 100 años de la independencia mexicana. Una postal turística a la vez que un punto de las movilizaciones sociales en la capital del país. Aún se lee: “México Feminicida”, #NoMeCuidanMeViolan, “La patria mata”, “Vivas nos queremos”, “Con nosotras no se juega”, entre otras frases y consignas. Un perímetro de seguridad rodea al monumento. Algunos graffitis han sido limpiados, pero los que están en zonas más delicadas todavía se mantienen.
El colectivo Restauradoras con glitter es una colectiva independiente, apartidista y autogestiva conformada por mujeres dedicadas al estudio y conservación de las herencias culturales. Más de 400 profesionales del mundo del arte se organizaron en este espacio, luego de las pintadas en el Ángel. Mediante un comunicado, pidieron al Estado que no se borren las marcas de la indignación: “De ninguna manera deberían retirarse los mensajes hasta que no se atienda y se resuelva el problema de inseguridad que padecen las mujeres. Las pintadas pueden ser borradas cuando las violencias machistas hayan sido erradicadas. No promovemos pintas ni otras alteraciones a los bienes culturales, pero comprendemos su causa, el problema de fondo que representan y su valor testimonial como demanda de una sociedad en equidad”.
En dicho comunicado, también hicieron un pedido expreso a los medios de comunicación que condenan a las mujeres que se manifiestan, para que desmonten “los discursos y narrativas hegemónicas que tradicionalmente han promovido que las mujeres no podemos manifestar enojo, ni ante la violencia ni el asesinato de otras mujeres. El efecto del aerosol es mínimo frente a la división y confrontación que ha generado la cobertura tendenciosa de aquellos que han puesto el énfasis únicamente en los actos violentos de protesta cuando son causados por mujeres, incluidas las alteraciones a los bienes culturales”.
Los monumentos históricamente han sido alterados y no siempre de la mano de demandas de justicia. Llama la atención que el escándalo aparece cuando son las feministas quienes dejan inscripto un mensaje y en el debate social se corre el eje del problema estructural que vivimos las mujeres y las disidencias en la región. “Intervenir a los objetos creados desde una idea que gestó una realidad injusta no modifica la historia, tal como muchos han supuesto, de modo superficial, que se busca. Estas intervenciones son parte de un metalenguaje que busca crear imágenes nuevas: mediadoras más eficaces, más poderosas y representativas, como herramientas útiles para encaminarnos hacia una realidad más justa”, expresaron en su momento las Restauradoras con glitter.
La experiencia organizativa y reflexiva de estas profesionales del arte han sentado las bases para repensar y poner en valor los procesos políticos y sociales que existen en las intervenciones en muros de edificios públicos y monumentos, ante un reclamo específico hacia el Estado. “Solo mostrar la gloria y grandiosidad simbolizadas por el mármol inmaculado, en un país en el que se discrimina, acosa, viola, desaparece y asesina a las niñas y a las mujeres en las calles, los transportes, las escuelas, los trabajos y en sus casas, sería mentir”, sostienen las restauradoras, quienes apoyaron la intervención de La AntiMonumenta.
*Por Verónika Ferrucci para La tinta / Imagen de portada: Sáshenka Gutiérrez Valerio.