Guillermo Folguera: “Dicen ‘qué barbaridad’ por los incendios, pero fomentan el extractivismo”
Diálogo con el biólogo, filósofo, investigador del CONICET y profesor de la UBA, sobre los incendios forestales que azotan a la Comarca Andina. El fenómeno ambiental que se intensifica desde 2020.
Por Juana Galarraga para Contrahegemonía Web
Según un reporte de incendios del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, la superficie estimada afectada por incendios reportados entre el 1° de enero y el 15 de octubre de 2020 alcanzaba casi las 900 mil hectáreas (898.755,372) en todo el territorio nacional. En ese momento, se registraban diez provincias con focos activos. El área afectada por los incendios terminó superando el millón de hectáreas en el año, según denuncia la Fundación Vida Silvestre.
El documento oficial señala que el fenómeno presenta causas naturales, entre las que destaca “la caída de rayos producidos por tormentas eléctricas”. Por otro lado, las causas antrópicas son aquellas que tienen que ver con la acción humana, mencionadas como “negligencia: fogón mal apagado o fuegos intencionales para deforestar”. “El 95 % de los incendios son por causas antrópicas” y “entre las primeras causas, se encuentra el uso del fuego para la preparación de áreas de pastoreo”, detalla además. Es decir, para el negocio ganadero.
Dicen que los incendios fueron intencionales.
Pero nada dijeron de las plantaciones de pinos, de la falta de prevención, del desfinanciamiento, de la estrategias para responsabilizar a los mapuches, ni de la falta de equipamiento y personal.
¿En serio buscan que no se repita?
— Guillermo Folguera (@GuilleFolguera) March 11, 2021
Para Guillermo Folguera, biólogo y filósofo, investigador del CONICET y profesor de la UBA, ante el problema de los incendios forestales en nuestro país, “la separación entre cuestiones antrópicas y naturales no sirve”. “A veces se plantea: ¿esto es acción humana o natural? En general, los fenómenos naturales y antrópicos se vinculan. En todas estas discusiones, hay incidencias directas de las prácticas humanas y, en particular, de una lógica vinculada con el capitalismo”.
En su opinión, eventos como el que azota a la Comarca Andina por estas horas presentan un componente de “dinámica ecosistémica” y un componente de la “actividad humana”. “En mi análisis, hago mucho énfasis en no pensar en esto como un meteorito que nos golpea. Del mismo modo que la pandemia tampoco es un meteorito que nos golpea. Un virus que un día aparece, un territorio que de golpe se incendia, aún cuando no hubiera sido intencional el origen de los focos”, como se presume en el caso de los actuales incendios en Chubut y Río Negro. “Acá hay un sistema de causas muy claras y, desde mi mirada, todas las causas han tenido un nivel de complicidad altísimo desde los sectores empresariales y gubernamentales”, sentenció Folguera en diálogo con La Izquierda Diario.
—¿Cómo analizás lo que está pasando actualmente en la Comarca Andina?
—Se repite un patrón de incendios de otros lugares del país en diferentes escalas, tanto locales, regionales, como globales. Por un lado, tenemos una política activa por parte del Estado argentino en conjunción con empresas. Entre otras cosas, esto ha implicado favorecer las condiciones de quema desde el origen de los incendios. La mayoría de los focos son intencionales, en gran medida, motorizados por negocios inmobiliarios, agronegocios o negocios ganaderos. Esos eran los factores principales del año pasado. Entiendo que, en la Patagonia, ahora, seguramente el actor principal sean los negocios inmobiliarios y habrá que ver cuáles otros.
Por un lado, está el tema del origen y, por otro, están las condiciones de expansión de ese fuego que no se puede parar. Ahí entiendo que, en la Comarca Andina, fue muy importante la industria maderera con sus plantaciones de pino, que, una vez que arden, andá a pararlo. Esas plantaciones no tienen nada que ver con un bosque y, en el caso de Australia, también fueron clave, pinos y eucaliptus.
Por parte del Estado, me animaría a decir que es una desidia activa, casi militante, no hay ninguna política de prevención de incendios ni de mitigación de los fuegos una vez generados, hay desfinanciamiento, no hay recursos humanos. Me han llegado denuncias de personas que trabajan en el área que no les están pagando el salario. Una vergüenza la cantidad de recursos que pone a disposición el Estado nacional, hablan de un avión como una especie de milagro que va a venir.
Además, alientan una política de no responsabilidad. Cabandié habla y habla como si no tuviera nada que ver con el Estado. Que no haya imputados o responsables en los juicios, no tiene nada que ver con el Estado. Se sabe que los incendios provocados no generan responsables.
Es una complicidad o una desidia activa, no es simplemente dejar hacer, sino proponerse no hacer. No tengo otra explicación.
—Una de las medidas que anunció Cabandié, por lo que está en estos días, es que va a accionar judicialmente.
—Lo escuché. También hay sectores valiosos que hablan de la necesidad de un cambio en la legislación. Varias veces escuché un intento por trasladar los problemas políticos a los problemas legales. El aspecto político es una de las claves en esto y va en contra. Inclusive con la legislación que se introdujo en nuestro país, por ejemplo, con el tema de la megaminería en San Juan, sigue la destrucción de nuestro territorio. Seguramente, las leyes sean mejorables. Pero creo que acá el problema es de orden político. Está claro que hay una actitud muy activa por no responsabilizar a nadie.
Hemos tenido una impresionante cantidad de superficie que se perdió por incendios en nuestro país el año pasado y yo no vi mayores responsables por lo sucedido. Me parece importante la pregunta en torno a qué se hace con esos territorios. Del mismo modo que en Santa Fe se iban a usar para la expansión ganadera, en Córdoba, se señalaron los negocios inmobiliarios, me parece que acá hay que olfatear muy claro qué va a pasar con estos territorios, qué viene después.
—Algunos sectores denuncian que la motivación de los incendios provocados en la Comarca Andina tendría que ver con intentar ahogar a la comunidad de Chubut, para que cese su resistencia a la aprobación de la ley de rezonificación minera.
—Mucha gente que respeto ve esto como tirado de los pelos. No quiero negar la hipótesis ni aceptarla. Sí veo que hay unas condiciones provinciales tan sistemáticamente hechas para aplastar a la comunidad chubutense, que esto termina siendo un paso más en esa destrucción del tejido social. Hay un contexto provincial y han hecho todo lo posible, el año pasado y en lo que va de este, para aprobar una legislación a costa de mentiras, persecuciones, represiones, no pago de sueldos, etc. Después, si efectivamente está la mano de los megamineros atrás de los incendios, no lo sé. No tengo dudas de que estos incendios son el tipo de acciones que esperan que a mediano plazo les terminen beneficiando, por más que ellos no los hayan causado. Creo que están dispuestos a cualquier cosa. Estamos ante una situación muy grave. No tengo duda de que el problema está vinculado con un extractivismo en general, una lógica de uso de los territorios, agronegocios, mineras y una manera de creer que son incompatibles las formas de vida dignas con la producción.
Quién tiene la solución en sus manos
Según un informe del Fondo Mundial para la Naturaleza (organización de conservación conocida como WWF por sus siglas en inglés), publicado en enero de 2021, la deforestación global avanza en 24 frentes y 9 de ellos están en América Latina. Entre las zonas con más altas tasas de deforestación, se encuentra la Amazonía brasileña y boliviana, el Gran Chaco (principalmente Argentina y Paraguay) y el Cerrado (Brasil).
El reporte titulado “Frentes de deforestación; impulsores y respuestas en un mundo cambiante” identifica 12 factores impulsores de deforestación. La agricultura comercial es la principal en el mundo. “En América Latina, la ganadería, la agricultura a gran escala, la agricultura de subsistencia, la minería, la infraestructura de transporte y los incendios se resaltan como los mayores impulsores de pérdida de bosque”, informó en su sitio la Fundación Vida Silvestre Argentina, asociada a la WWF.
“El informe explica que los bosques degradados y fragmentados son más propensos a los incendios, que a su vez afectan de manera directa al clima. Se estima que los incendios en la Amazonía durante el 2019 causaron 1,1 % de las emisiones globales de carbono y 80 % de las emisiones de Brasil. Nuestro país no escapa de esta realidad, en el 2020, se quemaron más de 1 millón de hectáreas (incluyendo bosques) en todo el territorio argentino”, asegura Vida Silvestre. Por esto, la WWF enfatiza enfatiza la conexión entre la deforestación y el cambio climático.
En el Informe Nacional de Peligro de Incendios de Vegetación elaborado por el Ministerio de Ambiente, en septiembre de 2020, se plantea claramente el problema de la sequía que golpeó en distintas partes del país y la corriente del Niño, como factores ambientales que predisponen la propagación de incendios. Particularmente, señalan un récord registrado en agosto de 2020, “con más de 300 informes, superando ampliamente el promedio del mes, que ronda los 35 informes”
Justamente, hay un escenario regional y global que favorece este tipo de situación. Pero este escenario no es algo que no tenga que ver con políticas activas por parte de los Estados. Cuando fueron los incendios del Amazonas, me acuerdo que las lecturas en ese momento y las interpretaciones de muchas personas decían que iba a generar mayor sequedad en la región. Dicho y hecho. Un año después, el Chaco que está ahí nomás, estaba sufriendo las condiciones de sequedad con incendios que no se podían apagar.
Lo otro que me parece importante, que también he compartido en instancias con diferentes personas que trabajan en temas climáticos, es marcar los escenarios que se vuelven espiralados y que cada vez están más graves: menor cobertura vegetal, implica menor capacidad de los suelos por retener agua y mayor propensión a incendiarse. Estos terrenos que se incendian más, a la vez generan menor cobertura vegetal, entonces, entrás en una espiral que se retroalimenta. No podés salir salvo que aprietes un botón rojo, que digas “hasta acá, vamos a fomentar otro tipo de política”. Que no es evidentemente de lo que estamos hablando. Prácticamente todos los factores que provienen de los sectores gubernamentales, estatales y empresarios, tienden a favorecer los incendios. No veo factores en un signo contrario. Se premian los agronegocios en lugar de castigarlos, el negocio inmobiliario no tiene ningún tipo de regulación.
Yo trabajo mucho con lógicas generales. Me cuesta mucho creerles también a partidos que hacen de la deforestación una política activa. El principal cuadro hoy del PRO, que es Larreta, está aplicando en la ciudad de Buenos Aires (aunque acá estoy hablando de ecología urbana) una política absolutamente sistemática de destrucción de los espacios abiertos. El nivel de destrucción que denuncian organizaciones como Basta de mutilar los árboles, es tremendo. Entonces, por qué creerles, si no lo evaluás simplemente como oportunismo político, a partidos u organizaciones que hacen de la deforestación una política activa.
—Ante los incendios que arrancaron desde comienzo de año, continuando con la dinámica del año pasado, ¿qué perspectiva ves en el futuro inmediato?
—Vuelvo a las políticas activas y me doy cuenta que todos los factores están generando que los incendios se sigan multiplicando. La pregunta es ¿por qué no se multiplicarían? ¿Por qué el año que viene no vamos a tener todavía más si están todos los factores en la misma dirección? Eso es lo que más me preocupa, que hay una especie de puesta en escena, de escándalo de aparente sensibilidad, pero en el fondo no se ha hecho nada. Estuve en Rosario la semana pasada, donde no se ha hecho nada para que no vuelva a haber incendios en las islas. Con lo cual, me cuesta pensar que es mera negligencia.
—Si estuviera en tus manos, ¿qué creés que es lo que hay que hacer?
—En el caso de los incendios, tal como está presentado, estos múltiples factores que podrían estar afectando están todos dirigidos a multiplicar incendios: uso de territorios, de financiamientos, destrucción de los lazos comunitarios, falta de recursos humanos, priorización de negocios por encima de la salud de comunidades y del ambiente. Hay que invertir estos signos. Hay que empezar a actuar en otras direcciones. Hay que impulsar otra utilización de los territorios, que retrocedan los agronegocios, las pineras, etc. Hay que darle prioridad, un financiamiento acorde para aplicar políticas de prevención. Hay que financiar la situación de los trabajadores del sector, hay que buscar los responsables, reconocer las causas e impulsar políticas en otra dirección. Mientras se dice “qué barbaridad”, se está fomentando el negocio inmobiliario en estos lugares y el agronegocio. Esos signos hay que cambiarlos. Estamos entre los 10 países que más deforestan en el mundo en los últimos 30 años y una de las provincias más castigadas es el Chaco.
El Estado argentino ha estado fuertemente vinculado con los negociados. Yo le daría un protagonismo mayor a las comunidades para resguardar sus territorios. Me parece que poner al Estado a controlar, mientras hace negociados con las semillas transgénicas, deja que las megamineras actúen, es cómplice del extractivo pesquero, eso no funciona. Yo le daría mayor capacidad a las comunidades para que puedan prevenirse y que tengan un lugar más importante.
Sé que lo que estoy diciendo tiene larga data, es la discusión histórica sobre el Estado y sus alcances, pero realmente creo que acá las comunidades tienen gran parte de la solución en sus manos.
*Por Juana Galarraga para Contrahegemonía Web / Imagen de portada: Contrahegemonía Web.