Las Nietas de las Brujas que no pudieron quemar
Desde 2017, un grupo de feministas empezaron a encontrarse en Río Tercero. Descubriéndose en distintos ámbitos, fueron tejiendo la red. Conversamos con Morena y Julieta sobre su militancia, proyecciones y desafíos.
Por Redacción La tinta
Río Tercero me pareció siempre una localidad llamativa. La primera vez que fui, vi una ciudad chica donde suceden cosas de ciudad grande. En un fin de semana, estuve en una moderna peña folclórica, en un fogón de canciones de corte spinetteano, en un evento cultural multiartístico y escuché las narrativas de lo que fueron las explosiones del 95, coletazo de la década criminal menemista. Tantos colores distintos en una población pequeña, ¿habrá entre esa gente alguna organización feminista?
Muchos años después y pensando en esta sección, me hice de nuevo la pregunta. Por amigas de amigas, llegué a Julieta Berardo, que atendió con una sonrisa mi videollamada, invitando también a Morena Piccat, ambas integran, junto a otras, el espacio feminista Las Nietas de Las Brujas.
La historia comienza entreverada con la rebeldía del carnaval. Algunas formaban parte del Colectivo Contagiando Carnaval, que intentaba transmitir la emoción de la festividad pagana, ahora un poco olvidada. Convocando a actividades para recuperar los corsos, entre algunas se preguntaron por qué no armar algo con tinte feminista. Desde ahí, no pararon.
“Muchas no nos conocíamos o teníamos militancia política en espacios antagónicos, y nos encontramos en la transversalidad del feminismo”, cuenta Julieta, y explica que, en la organización, no hay ninguna por encima de la otra, sin importar el lineamiento político, la edad o el sector social. Gracias a esa convocatoria, se agruparon en la necesidad de intervenir en el espacio público.
Pensaron, entonces, qué podían hacer juntas. Sabiendo que debían respetar los tiempos y posibilidades de cada una, se encontraron a debatir. “Así nos fuimos fortaleciendo junto a otras mujeres que se sumaron. Tenemos el grupo de WhatsApp ´Red Feminista´ que es amplio para que nadie quede afuera, ahí compartimos información, discutimos, acompañamos situaciones de violencia o abuso que se presentaron, siendo una red que sostiene, entendiendo que no es responsabilidad nuestra, porque las políticas del Estado son clave, pero nosotras acompañamos y demandamos. Tratamos de hacer con mucho amor lo mejor que podemos”.
Además, realizan actividades de visibilización en el marco de la lucha por el aborto legal, seguro y gratuito, o fechas conmemorativas. Como algunas son docentes, comparten herramientas e informaciones sobre Educación Sexual Integral porque “implementar la ESI en las escuelas es una batalla diaria”, explica Julieta. Morena agrega que cada una, en el ámbito que se desempeñe, lleva consigo esto que traman colectivamente.
Así como se convocaron en carnaval, con nuevos motivos de encuentro y con la necesidad de contagiar y debatir lo que las moviliza, se involucran en actividades y eventos de la ciudad con intervenciones artísticas, ferias o pañuelazos, “tenemos para aportar, queremos tener presencia”, afirma Julieta. También, quieren trabajar la sensibilidad y capacitación en torno a la perspectiva de géneros en todos los ámbitos, pero, fundamentalmente, en los medios de comunicación. Por esto, facilitaron una formación que aborda esta perspectiva en el tratamiento de problemáticas destinada a los medios de comunicación locales y en articulación con la Defensoría del Público.
Las Nietas de Las Brujas encienden los fuegos. Traman con otras, realizan actividades y capacitaciones con mujeres sindicalizadas, trabajadoras y espacios feministas de otras localidades. “Creo que nuestra experiencia también sirvió para demostrar que, aunque es un pueblo, igual se pueden hacer cosas y que tener presencia es valioso”, cuenta Julieta.
Nos cuentan que aprovecharon la cuarentena para presentarse en las convocatorias del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad de Nación junto a otras. “La idea es obtener algún financiamiento para complementar las acciones que se hacen a nivel local, sumar a lo que se viene haciendo. Para esto, convocamos a tres organizaciones que también vienen trabajando y aceptaron. Fue lindo encontrarnos con otros espacios porque, si no sale el financiamiento, esos proyectos pueden guiar nuestras próximas acciones juntas”, explica Julieta.
Uno de los principales desafíos es cómo convocar a la mayor cantidad de compañeras y cómo tramar un diálogo intergeneracional entre quienes se acercan. “En el espacio, hay chicas de 10 años, de secundario, algunas un poco más grandes, estamos las de cuarenta y también hay mayores”, dice Julieta. “Es enriquecedor y es un desafío porque tensiona debates, como cuál es el sentido de la lucha, si es solo ir a un pañuelazo o militar el feminismo de redes sociales, o si también tiene que ver con formarnos, reflexionar entre nosotras, construir estos debates con las mujeres en los barrios, pudiendo identificar las problemáticas desde la mirada de todas las mujeres y diversidades a nivel local”.
El feminismo nos transforma. Una no mira, transita ni se vincula de la misma forma cuando tiene la experiencia de atravesar una organización feminista. “A mí me cambió todo”, explica Morena, “ellas están atentas a cómo está cada una, me ayudaron un montón, yo era una niña nacida en una bola de cristal y, cuando empecé a militar con ellas, me choqué contra la pared un millón de veces, lo sufrí muchísimo porque era comenzar a ver otras realidades. Para mí, estar en Las Nietas es un gran cambio de cabeza, de aprender de ellas, acá todas nos podemos expresar libremente”.
Morena llegó a Las Nietas por una publicación que hizo en una red social: “Era sobre aborto, entonces, me escribió una de las chicas que yo no conocía y me dijo que había un grupo de mujeres feministas y me invitó a sumarme. No conocía a ninguna, pero me sentí siempre muy cómoda, desde el primer pañuelazo o reunión, no paré más”.
Quien haya vivido en una ciudad chica sabe lo maravilloso y hostil que puede ser organizarse en temas que generan tanta controversia. Ellas participan porque quieren modificar la realidad, “creemos que podemos transformarla sabiendo todas las dificultades que eso trae, pero somos incondicionales en esto. Ese amor que se transmite es hermoso e intentamos que se multiplique”, explica Julieta. “Es un pueblo muy cerrado y nos cuesta muchísimo porque nos tienen como las locas, las que hacemos lío, las exageradas, entonces, lo principal es estar acompañadas”, agrega Morena.
La ventaja de trabajar en una localidad chica es que permite tener diálogo con las autoridades y trabajar de manera articulada. “Siempre demandamos mayor recurso humano porque el equipo de violencia estuvo constituido solo por tres profesionales que hacen lo que pueden”. Los equipos de salud de los barrios, dicen, son fundamentales para los acompañamientos, “ahí hay profesionales hace muchos años trabajando, entonces, si nos enteramos que una mujer de un barrio tiene una situación, nosotras podemos acompañar, pero sabemos cuál es el equipo que tiene que intervenir. Estamos en comunicación, las trabajadoras de los equipos están atentas y nosotras empujamos para que las compañeras accedan a los recursos”. En cada una de las instituciones, trazan la red de profesionales y espacios amigables con perspectiva de géneros para poder acompañarse. “Debemos ser estratégicas para encontrarnos en cada ámbito”, explican.
Mientras conversamos, tengo la sensación de que el espíritu de carnaval que las hizo dar el primer paso se mantiene intacto. No me sorprende que, en una ciudad con colores distintos, haya nietas de brujas que celebran construir mundos feministas.
*Por Redacción La tinta.