“Pensar a la televisión y a Internet como un servicio esencial reconfigura al Estado”
Miriam Lewin cuenta de los objetivos y los desafíos al frente de la Defensoría del Público, un organismo al que describe como “devastado” tras la gestión del macrismo. Habla del enfoque en las perspectivas de género, el tratamiento de las denuncias contra Etchecopar y Canosa, y del decreto presidencial que congeló tarifas de servicios de comunicación esenciales, al que vislumbra como “el comienzo de una nueva etapa”.
Por Leila Torres para ANCCOM
“Yo quise ser periodista desde siempre. Y con desde siempre quiero decir desde mis siete años y desde ahí, nunca cambié”, recuerda Miriam Lewin, ahora Defensora del Público. Según ella, su recorrido profesional fue “un poco errático”. Durante su adolescencia, sus padres apostaban porque fuera contadora o abogada y sostenían que iba a ser muy difícil conseguir trabajo como periodista. En ese momento no existía una carrera de Comunicación, sólo institutos terciarios, o había que ir a cursar a La Plata o a Córdoba. Para satisfacer a sus padres estudió Economía pero también Periodismo.
“Después vino el año 76, me pidieron que dejara el periodismo para dedicarme más a la militancia en mi facultad. En ese momento, todos teníamos en la cabeza un proyecto colectivo y no importaba tu vocación o necesidades individuales, así que dejé periodismo de buena gana”, relata. Cuando le propusieron el cargo de Defensora del Público fue una gran sorpresa y significa, para ella, un gran compromiso. “Esto tiene que ver con aquello con lo que yo soñé cuando decidí ser periodista, que era darle voz a los sin voz, o amplificar su voz. Uno de los objetivos de la gestión es lograr esto: lograr una comunicación democrática que incluya a las voces que históricamente estuvieron silenciadas o que no tuvieron espacio en los medios”, expresa.
—¿Con qué organismo te encontraste?
—Nosotros llegamos a un organismo que estaba completamente devastado: hubo una sangría durante el macrismo. Los trabajadores y trabajadoras son quienes sostuvieron del organismo en épocas en que en lugar de ampliar derechos, se buscaba retacearlos. Aunque no hubo despidos masivos, sí hubo una política de desmotivación que hizo que muchos de los y las integrantes del cuerpo profesional, sumamente capacitado de la Defensoría, pidieran licencias, se fueran a otras reparticiones del Estado o al ámbito privado. Ahora, que asumimos en un contexto de pandemia y de aislamiento social, hay muchos integrantes que tienen problemas de salud, de manera que no nos queremos arriesgar. Aprendimos a funcionar de una manera bastante dinámica en forma virtual.
—¿Cuál es el objetivo central de tu gestión?
—Tenemos como objetivo un cambio cultural. Nosotros pensamos que muchas veces las personas que se encargan de la comunicación, que emiten un mensaje equivocado, no lo hacen por una cuestión ideológica o de aversión a determinado grupo minoritario, que tuvo sus derechos vulnerados históricamente, o hacia las mujeres o personas trans; simplemente que no saben. No tienen los recursos para expresarse en este sentido. Siempre digo que los comunicadores tenemos un mar de conocimientos con un centímetro de profundidad, y a veces no conocemos a fondo una problemática, y al no tener las herramientas, cometemos errores que pueden resultar ofensivos o discriminatorios. Entonces, si existe la voluntad de reparar, estamos a favor de sentarnos alrededor de una mesa y encontrar una solución.
—¿Cómo imaginas este cambio cultural? ¿Qué tan efectivo podría ser?
—Actualmente, la cuestión de género está muy presente. Ahora hemos hecho una capacitación con la revista Pronto, que publicaba contenidos que eran señalados por algunos como cosificación de la mujer. Desde la misma redacción de la revista, se nos ha pedido la capacitación en género. Una demostración patente de que el cambio cultural es posible. Hace diez años los chistes sobre diversidad sexual, homosexuales, estaban a la orden del día en todos los medios de comunicación. Todos nos reíamos. Hoy, eso no le hace gracia a nadie, ni siquiera vale la pena resaltarlo porque ya hay un consenso social de que reírse de lo distinto es inaceptable. También ahora estamos viendo cómo en las publicidades aparecen modelos que no se ajustan a esa tradición de la mujer longilínea, sin un gramo de más y cerca de la anorexia. Esto quiere decir que hay un cambio cultural en marcha y a eso apuntamos.
—¿Cuál es la postura del organismo frente a discursos como el de Baby Etchecopar?
—Etchecopar tuvo muchísimas denuncias en la Defensoría, incluso antes de que yo llegara. Fue durante el macrismo que una fiscal le encargó al organismo, porque las afectadas fueron por vía judicial, la confección de spots radiales que se emitieron en su espacio, en Radio 10. Se hizo con el acuerdo de él, fue una probation. Creo que la intervención de la Defensoría en el caso de “Cristina y el cáncer” fue muy ajustada, se señaló que eso era violencia política por razones de género mediática. Y a partir de eso, surgió la iniciativa de organizar encuentros para analizar este fenómeno que está en crecimiento en Argentina y el mundo. Por supuesto, no hubo ninguna respuesta por parte de Etchecopar.
—Con respecto a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, ¿que implicó la intervención del macrismo en la legislación?
—La LSCA, que fue promulgada después de un debate intenso y democrático a lo largo y ancho del país, fue un gran logro que posibilitó la apertura de las puertas de la Defensoría. Con el macrismo, hubo un intento de parálisis del organismo y una intervención quirúrgica mediante un decreto contra la ley, que habilitó nuevamente cuestiones que tienen que ver con la concentración. Ahora estamos asistiendo al decreto de necesidad de urgencia que declaró, y creo que esto es muy justo, el servicio de internet, telefonía y televisión paga como servicio público esencial. Este hecho recupera un poco el espíritu de la LSCA y de la Ley Digital 27.078. Además, en contexto de pandemia, esto tiene que ver con el acceso a la educación, a la salud y al trabajo. Nos habilita una puerta como para comenzar a debatir, por ejemplo, si la Defensoría no debería tener algún tipo de competencia sobre esto. Creo que hay una especie de nueva etapa que abre este decreto. Estamos expectantes acerca de los nuevos debates que inaugura. El hecho de pensar a la televisión y a internet como un servicio esencial reconfigura al Estado desde otro lugar.
—¿Qué impacto tiene que todo quede a merced del algoritmo de las redes sociales?
—Creo que la pandemia revalorizó el rol de los medios. Por un lado, apareció el peligro concreto de las noticias falsas. Por otro lado, la gente recurrió a los medios tradicionales. A su vez, los medios comerciales debieron firmar la no utilización o réplica de las noticias falsas. En este sentido, me parece que hay una gran tarea para las audiencias, en general, porque en contexto de pandemia, el compartir o un me gusta un fake new, tiene una potencialidad que puede ser dañina para la salud y la vida de las personas.
—¿En qué sentido?
—Todos estamos esperando la noticia deseada, todos queremos que se nos diga que ingiriendo una sustancia en particular nos inmunizamos con respecto al COVID-19 sin tener que esperar la vacuna. Todos estamos esperando la cura milagrosa, que hayamos pasado el pico de la pandemia. Pero antes de compartir o darle un me gusta, todas las audiencias deberíamos meditar si la noticia apela a la afectividad, parar la pelota y preguntarnos: “¿Esta noticia fue publicada por este sitio web?”. O si me llegó por WhatsaApp, decir: “¿Fue publicada en un medio de contenido responsable? ¿Se ha chequeado la información? ¿Me redirige a un portal científico?”. Porque, si no, la letalidad, el daño que puede generar la noticia falsa se potencia, se multiplica. La noticia se viraliza y salta de las redes a los medios comerciales y de ahí al público con mucha velocidad.
—¿Qué impactos tuvieron los comentarios de Viviana Canosa? ¿Es algo sobre lo cual la Defensoría puede accionar o realizar un seguimiento del tema?
—En la pandemia, es muy riesgoso promover el uso o sugerir que el uso de determinadas sustancias pueden inmunizar contra el virus. De manera que hubo una veintena de reclamos al organismo por esta situación y yo estoy muy conforme con la buena predisposición que tuvieron tanto la empresa productora del programa como el canal de televisión, la licenciataria, de manera de llegar a un acuerdo reparador que incluye un spot de la Red de Periodismo Científico en colaboración con la Defensoría del Público, para concientizar a la población de que no es saludable, de ningún modo, consumir sustancias que no están aprobadas por la ANMAT.
—¿Cuáles son los desafíos de la Defensoría y cuál es la prioridad en este contexto?
—Uno de los ejes de la gestión ya comenzó a ser la perspectiva de género, atravesando todas las áreas de la Defensoría. Ya empezamos con un encuentro que fue muy nutritivo y exitoso llamado “Violencia política por razones de género en los medios de comunicación”. Hicimos dos encuentros de los que participaron cincuenta académicas, comunicadoras y políticas de todos los partidos, donde analizamos los derechos políticos de mujeres y diversidades. Cada vez que levantamos la voz y queremos hacer sentir nuestra opinión autorizada, se nos ataca pero no con ideas, porque un debate democrático ardoroso es deseable, sino que se nos dice “trola”, “gorda”, “sucia”, “ignorante”, “mosquita muerta” y se pone en duda nuestro saber. Nosotros nos preguntamos, por ejemplo, cuando Cristina Kirchner es atacada, como si fuera el “cáncer de la Argentina”, ella tiene sus recursos para defenderse, pero, ¿cuál es el mensaje que se le dirige a la infinidad de mujeres que ansía participar en política desde su comedor infantil, desde su cooperadora escolar, desde su barrio o la universidad? Estas mujeres son atemorizadas por estas intervenciones. Entonces, estamos articulando con Redes de Mujeres y debatiendo cuáles serían las acciones que, sin ser lesivas a la libertad de expresión, contribuirían a contrarrestar esta oleada de violencia contra mujeres y diversidades que no se da sólo en nuestro país, sino a nivel mundial. Nosotros también impulsamos fuertemente, desde el equipo de abogades de la Defensoría, la Ley de Equidad, la de Cupo Trans, porque faltamos en los medios: faltamos en la radio, en la televisión y cuando estamos presentes, se nos estereotipa por nuestra vestimenta, por nuestro rol subalterno. Desde el organismo, estamos absolutamente convencidos de que no puede haber una comunicación democrática, que es el objetivo de la Defensoría, si las mujeres y diversidades no estamos presentes en los medios y puestos de editoras, de gerencia y de conducción.
*Por Leila Torres para ANCCOM / Imagen de portada: Magalí Druscovich.