Trabajo (re)productivo, descubriendo lo invisibilizado

Trabajo (re)productivo, descubriendo lo invisibilizado
23 julio, 2020 por Verónica Cabido

El trabajo reproductivo cumple un rol fundamental de carácter biológico y en la reproducción social, por lo tanto, es una piedra angular de nuestro sistema económico, sin embargo, es fuertemente invisibilizado y su importancia, menospreciada.

Por Verónica Michelle Cabido para La tinta

Una de las dicotomías sobre las cuales la epistemología dominante, estructura de pensamiento desde la cual comprendemos y construimos el mundo, asienta la economía es la división entre trabajo productivo y trabajo reproductivo. El primero refiere a aquellas actividades que contribuyen a la producción de bienes o servicios con valor de cambio en el mercado, surge de la intervención de hombre en la transformación de los recursos de la naturaleza, sirve para generar ingresos y propende a la acumulación económica. 

El trabajo reproductivo refiere al conjunto de tareas necesarias para garantizar el cuidado, el mantenimiento del bienestar y supervivencia de las personas que componen un hogar, son tareas de supervivencia, que, en apariencia, no agregan valor ni generan riqueza. Este trabajo abarca dos dimensiones, la reproducción biológica y la reproducción social, referida al mantenimiento del hogar, sostén, atención y cuidado de las vidas de sus integrantes, la reproducción de hábitos culturales, crianza, educación y adecuada alimentación del grupo social. Ambas dimensiones se complementan y la división sexual del trabajo las ha hecho recaer sobre la mujer. 

En este sentido, el feminismo procura poner en evidencia lo oculto. Por un lado, ha logrado señalar que esta contraposición entre trabajo productivo y trabajo reproductivo es construida por una epistemología hegemónica, heteropatriarcal, binaria, jerarquizante y con pretensiones de universidad, que se asienta en divisiones dicotómicas de público/privado, razón/emoción, masculino/femenino, ciencia y técnica/naturaleza, producción/reproducción. Por otra parte, el feminismo también ha logrado una paulatina, pero firme visibilización del trabajo reproductivo y de su impacto en la economía. 

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(Imagen: La tinta)

La relevancia del trabajo doméstico no remunerado puede verse desde un punto de vista cualitativo y desde un punto de vista cuantitativo. Desde un punto de vista cualitativo, estos trabajos no remunerados juegan un triple rol en la economía: permiten la ampliación del bienestar, la expansión del bienestar extendiendo su alcance a otros y sosteniendo sus vidas, y opera como reproductor social en la selección del sector de la población que se integra al mercado como fuerza laboral. 

Desde la cuantía, la relevancia del trabajo no remunerado en la economía puede pensarse en función de cuánto tiempo se dedica a trabajar gratis, o bien en términos de dinero. Centrándose en el factor tiempo, los estudios que se han realizado señalan que las mujeres dedican más tiempo al trabajo no remunerado que al trabajo remunerado; que la carga total de trabajo, es decir, la suma del trabajo remunerado y el no remunerado es mayor para las mujeres; y que la mayor parte del tiempo de trabajo de las mujeres se dedica a tareas no remuneradas, mientras que la mayor parte del tiempo de trabajo de los hombres se dedica al trabajo remunerado.


El trabajo reproductivo cumple un rol fundamental de carácter biológico y en la reproducción social, por lo tanto, es una piedra angular de nuestro sistema económico, sin embargo, es fuertemente invisibilizado y su importancia menospreciada.


Históricamente asignado a las mujeres, se corresponde al orden de lo natural y se desarrolla en el ámbito de la esfera privada. La emocionalidad culturalmente atribuida a las mujeres justifica la dedicación a estas tareas en el amor, negándose cualquier tipo de contraprestación económica como contrapartida a tantas horas diarias de trabajo físico, mental y de desgaste emocional. Mientras que la división sexual del trabajo asignó la esfera pública y el trabajo productivo al hombre, sujeto racional, proveedor de la familia y sostén económico (mas no emocional) del hogar. Existe una importante vinculación y dependencia entre el trabajo productivo y reproductivo, sin embargo, la relevancia y el impacto de este último en la economía ha sido sistemáticamente negado.

Con la inserción de las mujeres en el mercado laboral, nos lanzamos masivamente, aunque no en pie de igualdad, al mundo del trabajo remunerado, sin embargo, esto no vino de la mano con incorporación masiva de los hombres en el trabajo doméstico no remunerado. El sistema capitalista que opera en la esfera pública, en el mercado, conlleva la explotación de clase por medio del trabajo asalariado, mientras que el sistema patriarcal, que opera con particular fuerza en lo privado, siguió rigiendo en los hogares, materializado en la opresión de género que se refleja en la imposición del trabajo doméstico, sin remuneración dineraria, sin delimitación de jornada ni protección de derecho laboral alguno. Las mujeres están sometidas a ambos sistemas. Ambos, coexisten e interaccionan. En conclusión, la carga global de trabajo que pesa sobre las mujeres es muy superior a la de los hombres y la masa salarial en proporción a esa carga de trabajo, notablemente inferior.

Políticas públicas como la reducción de la jornada, en este sentido, se vuelven una reivindicación urgente y de importancia crucial para posibilitar una redistribución igualitaria, tanto de los trabajos remunerados como de los no remunerados, ya que permitirían que el tiempo libre sea mayor. Sin embargo, no lograremos un reparto igualitario de las tareas en el hogar si estas medidas no vienen acompañadas con políticas de género lo suficientemente efectivas como para destronar roles de género fuertemente arraigados en nuestra cultura. Compartir tareas, responsabilidades domésticas y de crianza y cuidado de niñxs. Alentar el involucramiento del padre asumiendo un rol activo en las tareas del hogar y de co-responsable en la crianza y cuidado de lxs hijxs es imprescindible para lograr la igualdad de género real.    

El descubrimiento de lo invisibilizado rescata del ocultamiento dimensiones del sistema productivo cuyo impacto en la economía no es reconocido. Necesitamos ampliar la mirada respecto de la contribución de forma tal que se incluyan y reconozcan estos aportes a la economía en forma de cuidados o trabajo reproductivo para visibilizar cuántas tareas cotidianas no pagas son realizadas día a día y contribuyen a la economía. Pero también necesitamos redistribuir esa carga de trabajo que recae casi con exclusividad sobre las mujeres. Las mujeres, empleadas o no empleadas en el mercado laboral, lejos de estar inactivas, están muy presentes en la economía. La falta de reconocimiento de las tareas que realizan como trabajo y la ausencia de contraprestación dineraria con la justificación de que se hacen por amor nos impiden fuertemente ver en el trabajo reproductivo un auténtico trabajo no pago y posibilitan le perpetuación de roles de género opresivos que es necesario desterrar para alcanzar una sociedad igualitaria.

*Por Verónica Michelle Cabido para La tinta.

Palabras claves: economia, Economía Feminista, trabajo de cuidados, trabajo no remunerado

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