Las aguas visibles: en Fiambalá, la organización campesina brota del río
El agua no es igual para todxs: para muchxs, es transparente, invisible, está siempre ahí, nace de la canilla con que cada día nos lavamos las manos. Pero hay personas que saben verla, que, a fuerza de necesitarla, conocen su origen y su poder. En las comunidades campesinas del Bolsón de Fiambalá, el agua es omnipresente: la protagonista de su vida, su trabajo y su alimentación. Y, por eso, es también la que hace brotar la organización a la hora de defenderla de viejas y nuevas amenazas, desde la producción de vid a gran escala hasta la minería de litio que acecha en esa región de Catamarca.
Por Lucía Maina Waisman para Agua para los pueblos
El río Abaucán corre ante nosotras y avanza por el surco ancho que atraviesa la tierra en medio del valle conocido como el Bolsón de Fiambalá. Pero es marzo y corre demasiado: en épocas de lluvia, como esta, las crecidas son tantas que terminen tapando las tomas de agua y los canales puestos en diferentes partes del río por lxs campesinxs para poder regar sus cultivos en Medanitos, pueblo ubicado algunos kilómetros más abajo, dentro del Departamento Tinogasta de la provincia de Catamarca.
«Acá, en Medanitos, este verano, fueron unas crecidas muy grandes, taparon mucho los canales. Entonces, la gente estuvo más de 30 días sin regar: a muchos se les secó la chacra, lo que es huerta se les secó…», me explica Johana en esta mañana de sábado con Nabil, su bebé de un año y medio, en brazos.
Sí, en esta región, como si fuera un reino del revés, cuando hay lluvias, falta el agua. Y ante ello, abunda la comunidad, las manos campesinas que se ponen a trabajar por el bien común:
«Por eso, se levantó ese bordo -dice Johana señalando la montaña de arena que se interpone al cauce del Abaucán y que la gente de Medanitos debe construir varias veces al año a pala y espalda-. Pero, en el verano, él crecía cada dos o tres días: entonces, hacían el bordo y venía la creciente y se les llevaba todo», agrega con una serenidad que contrasta con su relato, pero que parece llevar de nacimiento.
Johana nació en el pueblo de Tatón, que queda a unos kilómetros de aquí, después de que los arbustos de jarillas y retamas abren paso a las dunas, montañas de arena levantadas por el viento que delatan los aires desérticos de este lugar. Ahora, ella vive yendo y viniendo desde su casa en la ciudad de Fiambalá a las comunidades campesinas de la zona, para trabajar como parte de la organización Bienaventurados los Pobres. Be.Pe, como la conocen todxs por aquí, es una asociación civil que lleva más de 30 años trabajando en las provincias de Catamarca y Santiago del Estero para promover alternativas de vida económicamente viables y ecológicamente sustentables junto a las comunidades y organizaciones territoriales de esta región.
«Después que crece el río, pasa una máquina, para que el bordo quede más o menos parejo. Pero, a veces, se te hunde el vehículo. Es muy rápido este río porque es todo arena, es medio men-tiroso el río este…», me sigue explicando Johana y su acento catamarqueño se mezcla con los pájaros que cantan de fondo.
Pero ahora es marzo y, en poco tiempo, vendrá el invierno y ya no habrá que hacer más bordos porque se acabarán las crecidas, pero, con ellas, también las lluvias. Llegará, entonces, una nueva escasez y el otro gran desafío de las comunidades de la zona:
«Mira para allá, todo aquello es duna, es arena -dice ahora Johana señalando los pequeños cerros blancos que se elevan en una parte del paisaje-. Y lo que pasa es que la poca agua que pasa se filtra mucho, se consume en el camino, porque es todo médano«.
No siempre fue así: la gente mayor de Medanitos recuerda la rica producción de alimentos que había en su infancia y cómo el agua, bien repartida, alcanzaba para todxs, hasta que la degradación de los bosques en las nacientes y orillas del río hizo que su cauce se fuera agrandando cada vez más, su caudal se fuera perdiendo en el recorrido y su agua evaporándose por los efectos del sol y el viento.
Ahora, lxs habitantes del Bolsón de Fiambalá saben ver el agua que cabe dentro de una uva y de la semilla que la hizo nacer. Y que su principal trabajo es cuidarla. Por eso, su organización, ACAMPA, la Asociación de Campesinos del Abaucán, lleva en su nombre el río que les da la vida. Nombre que, a su vez, proviene de un pueblo originario que habitaba esta zona: los abaucanes.
Mientras Nabil balbucea en sus brazos intentado participar de la conversación, Johana me cuenta que ella también es parte de la asociación que reúne a unos 120 pequeños productores distribuidos entre los pueblos, comunas y puestos de este territorio delimitado por las montañas de la precordillera, esas que ahora, ante nosotras, pueblan todo el horizonte. Detrás de ellas, está el origen del Abaucán: el caudal de su cuenca, que atraviesa las provincias de Catamarca y La Rioja, depende casi exclusivamente del agua que baja por la Cordillera de los Andes. Y ese origen hoy está en peligro a causa de un proyecto de minería de litio, en sintonía con el auge que esa industria extractivista está alcanzando en Argentina.
FM Horizonte
Acá nos ha llegado un mensaje que pide a toda la comunidad acercarse esta tarde a las cinco a levantar el bordo en el río. La voz de Manuel, la pareja de Johana, nos acompaña en el auto a través de la FM Horizonte, la radio comunitaria de Medanitos, a donde ahora nos dirigimos.
Transitamos por un camino de tierra bordeado por médanos salpicados de algunos arbustos, que van poco a poco cediendo paso al monte nativo, a cañas y cortaderas, hasta que los cultivos de vid, olivos y hortalizas entre los que se esconden algunas casas de adobe indican nuestra llegada a este pueblo de unos seis mil habitantes. Allí, una cuadra antes de que empiece la ruta asfaltada, una pequeña casa blanca con una ventana y un gran cartel celeste: FM Horizonte Radio comunitaria. Nuestras voces, otras voces, las voces de la tierra.
Ahora, la voz de Manuel toma cuerpo del otro lado del vidrio, con un cartel encima de él que dice “aire” iluminado con luces rojas. De este lado, Carla, hija de Johana, con sus 13 años y su trenza morocha y prolija, prende y apaga el cartel mientras opera los controles que hacen esparcir la voz que nace de esta casa de un solo ambiente hacia los distintos rincones del Bolsón de Fiambalá. Creada por la asociación Be.Pe diez años atrás, hoy, la radio comunitaria es gestionada en conjunto con ACAMPA y sostenida por distintas personas de la región.
Manuel es uno de sus locutores y también integrante de ambas organizaciones. Cuando me cuenta que, ya en el año 87 se vino a vivir a la zona de Fiambalá como parte de la asociación Be.Pe, le pregunto dónde nació.
«Yo nací en… en España… -me responde y larga una carcajada con sus labios anchos y su nariz redondeada-. Yo soy de un pueblo acá del otro lado del cerro. De Catamarca, pero de otro departamento».
Manuel cuenta que el origen de la radio Horizonte fue, también, el agua. La emisora nació en 2014, después de uno de los mayores conflictos que enfrentaron lxs pequeñxs agricultorxs de Medanitos para defender ese recurso: organizadxs, lograron impedir que la bodega Cabernet de los Andes se quedara con un tercio del riego que lograban traer del río Abaucán.
Corte de ruta por el riego
El conflicto que, más de diez años después, todxs guardan por aquí en la memoria colectiva tuvo como protagonista al Consorcio de Regantes de Medanitos. Esa entidad, que se repite en cada pueblo o ciudad de Catamarca, es la encargada de administrar el sistema de riego y hacer llegar el agua a toda la población que la necesite para sus cultivos. Aunque dependen de la División de Agua del gobierno provincial, los consorcios son conformados por gente de la propia comunidad y, en general, su autonomía y orientación política cambia en cada período según quiénes lo administren. Sea como sea, el trabajo comunitario siempre permanece: los regantes asisten a asambleas y participan cada vez que hay que mantener los canales y acequias.
Manuel, quien fue presidente durante siete años del Consorcio de Regantes de Medanitos, cuenta que, en esta zona, el sistema de riego se organiza por turnos, es decir que el agua le llega a cada campesinx cada una determinada cantidad de días, según la época del año: entre septiembre y enero, deben esperar un mes para poder regar y, en invierno, como se consume menos agua, pueden hacerlo cada 20 días.
Fue en ese contexto que, a partir del año 2005, la empresa Cabernet de los Andes S. A. le empezó a reclamar al Consorcio de Medanitos un turno de riego de 11 días y 11 noches. Ello significaba que, durante esos días, cada mes, toda el agua del río debía ser dirigida a regar 36 hectáreas de la Finca Las Retamas, de la empresa dedicada a la producción de vinos para la exportación, quitándole el 33% del agua a la producción de todo un pueblo, con 800 hectáreas cultivadas para alimentación, sustento de la economía familiar y autoabastecimiento. Para ello, la empresa se valía de ser beneficiaria de una ley sobre Diferimientos Impositivos, a pesar de que la misma norma establecía que debían abastecerse de aguas subterráneas. Es decir: la bodega debía hacer sus propias perforaciones y no utilizar la infraestructura del consorcio.
Ante esto, la comunidad se organizó y resistió. Y, para ello, tuvo que enfrentarse con los más diversos sectores de poder: primero, con el Poder Judicial de Catamarca, que dictó fallos a favor de la empresa. Después, con el gobierno representado en la Dirección de Riego de la provincia, que, en julio de 2007, ordenó intervenir el Consorcio de Medanitos. Así fue que la tensión siguió creciendo hasta que, en agosto de ese mismo año, la comunidad decidió protestar de una nueva forma: con cortes de ruta.
«Ese reclamo fue histórico, acá nunca se había hecho un corte de ruta, por ejemplo. Entonces, muchos lo veían mal, otros lo veían como asombrados –recuerda Manuel-. Para colmo, juntamos el conflicto del agua con que el pueblo de Medanitos tenía una ambulancia vieja, ¿ha visto? Oxidada, no funcionaba. Entonces, la trajimos para el corte de ruta para reclamar también una nueva ambulancia».
A pesar de que, en 2008, la Corte Suprema de Justicia de Catamarca dictaminó una sentencia a favor de la bodega, los habitantes de Medanitos continuaron movilizadxs en defensa de su derecho al agua.
«Se ha intentado por todos los medios. Primero, largando el agua; segundo, queriendo comprar las familias del mismo pueblo para que estén a favor; tercero, interviniendo el consorcio y cuarto, eran las fuerzas de seguridad, policía y gendarmería, y tampoco han podido. Las veces que han venido… Y, al final, hemos conseguido que nos lleven el agua y una ambulancia cero kilómetro», concluye Manuel con una sonrisa de triunfo que se le escapa en la mirada.
Y al instante, aclara lo colectivo del triunfo: el apoyo de Be.Pe y de una gran cantidad de personas que, afectadas o no por el conflicto, acompañaron las medidas. Una red de articulaciones que fue fundamental, especialmente porque, en esa época, como cuentan en Medanitos, el único medio de comunicación que existía era una radio de la intendencia, que respondía al partido en el poder.
«Era todo una manipulación. Había una radio que no nos dejaba participar, difundir lo que estaba pasando. Y cuando ya había una intimación del abogado, tenías que salir casa por casa y así nos uníamos para hacer los cortes de ruta. Y de ahí ha venido la idea de buscar la radio que hay ahora: comunitaria», cuenta Juan, otro de los pobladores que participó del conflicto.
De los damascos a la minería
Hoy, la FM Horizonte es el único medio de comunicación que permite conectar a las distintas comunidades de la zona y hacerles llegar información de su interés. Los carteles pegados con cinta scotch en puertas y paredes del interior de la radio así lo demuestran: un calendario ambiental, un afiche de una feria de semillas nativas y criollas, el dibujo de un árbol hecho por algún niño con frases que piden cuidar el aire y el bosque.
Ahora, la radio también les permite comunicarse y estar alertas ante nuevos conflictos que se avecinan. Uno de ellos es todavía la defensa del agua frente a la Finca Las Retamas, ya que el caso continúa en la Justicia y, en los últimos días, se rumorea que la empresa volvería a reclamar el acceso al riego. Otro es la minería de litio, una amenaza más nueva y desconocida para la zona, pero con una magnitud mucho mayor. Por eso, el programa Sin Filtros, que Manuel trasmite hoy como cada sábado, busca, entre otras cosas, informar sobre estos temas. Y lo hace desde los aprendizajes de ser locutor en una radio comunitaria:
«La gente utiliza la radio para escuchar música, noticias, quiere saludarlo al vecino que está de cumpleaños, mandar un comunicado… En la radio, se juntan un montón de cosas. Por ejemplo, una vez, era la época del damasco y todo el mundo me preguntaba cómo se hacen los damascos en almíbar. Y se me ocurrió contar la experiencia en la radio y, bueno, comenzaron a llover los mensajes. Y, después, vas a la gente y te dice: “Mire, pruebe: estos son los damascos que yo he hecho con la receta que usted dio”. Entonces, yo llegué a una conclusión: para que la gente te escuche, no tenés que hablar dos horas puramente de los temas que no se hablan, sino cosas cortitas que le lleguen. Entonces, yo, en ese programa, trato de decir también las otras cosas que no se dicen«, cuenta Manuel.
La minería de litio es hoy una de las principales cosas que no se dicen, a pesar de que, ya desde el año 2016, comenzó a realizarse en la zona de Fiambalá un proyecto de extracción de litio mediante salmueras, que se encuentra en su fase de exploración. Se trata del proyecto Tres Quebradas (3Q), propiedad de la compañía LIEX, una empresa que, hasta la fecha, sólo opera en la exploración de litio en Argentina. “Este proyecto incluye 11 propiedades mineras, distribuidas en un área de 30,100 hectáreas de un sistema de lagunas y salares interconectados en una cuenca que se localiza a los pies de los puntos más altos de la Cordillera de los Andes”, indican los avances del informe que realiza la asociación Be.Pe sobre la Minería Transnacional de litio en lagunas altoandinas de Catamarca.
Sin embargo, hasta hoy, entre la mayoría de lxs habitantes del Bolsón de Fiambalá este proyecto resuena de boca en boca como un rumor y, en muchos casos, como una pregunta y una preocupación. Y es que las comunidades desconocen las características e implicancias de la extracción de litio para su territorio y sus bienes comunes, lo que muestra el incumplimiento por parte del Estado de garantizar su derecho a la información y la autodeterminación. Manuel y Johana cuentan que, durante estos años, lo único que trasmiten los medios de Fiambalá, sean públicos o privados, son los beneficios que traería la minera. Y que lo mismo ocurre en todas las instituciones estatales, desde escuelas hasta municipios, ya que, desde hace tiempo, reciben subsidios y donaciones de la compañía LIEX.
Las aguas invisibles
En Argentina, los proyectos mineros de litio crecen año a año con el incremento en la producción de baterías para celulares y computadoras a base de este elemento. Y es que, en nuestro país, existen salares con gran potencial para la producción de este mineral, varios de ellos ubicados en la provincia de Catamarca, que ya lleva largo tiempo sufriendo las consecuencias de la megaminería metalífera. Pero las particularidades de la extracción de litio y sus consecuencias recién comenzaron a evidenciarse recientemente y, en muchas regiones, aún es difícil dimensionar su impacto. Tal es el caso de la región de Fiambalá, especialmente, por tratarse de un proyecto ubicado a varios kilómetros de las comunidades y por basarse en el método de evaporación y decantación de salmueras.
De lo que no hay dudas, señalan los avances del informe elaborado por Be.Pe, es de la gran afectación que esta extracción provocará en el agua de la cuenca donde se encuentra el proyecto 3Q, en las arterias de la cordillera que alimentan también al río Abaucán y, con él, a la población del Bolsón de Fiambalá. Y es que este tipo de proyectos necesitan hacer uso de las aguas subterráneas, que constituyen la parte del ciclo hidrológico invisible, pero también crucial para el mantenimiento de los humedales y el caudal de los ríos, tal como explican los investigadores Jaime Hoogesteger y Philippus Wester, citados en el mismo informe.
De lo que tampoco hay dudas es que la cantidad de agua que consumiría esta mina por segundo si avanza en su fase de explotación sería muchísimas veces mayor a lo que la bodega Cabernet de los Andes reclamaba para riego. Según la investigadora Ingrid Garcés, del Departamento de Química y Procesos Mineros de la Universidad de Antofagasta de Chile, por cada tonelada de litio que se extrae, se eliminan -vía evaporación- cerca de dos millones de litros de agua. “Si lo miramos en este contexto, claramente, la minería del Litio es una asociada al agua”, declara en un artículo publicado por dicha universidad.
El uso y defensa comunitaria del agua que puebla los relatos de la gente del Bolsón de Fiambalá demuestra la importancia que este recurso tiene en una zona de tanta aridez. Pero es justamente esa característica la que vuelve atractiva a la región para este tipo de minería: la extrema aridez permite una mayor tasa de evaporación de las aguas en los salares altoandinos, haciendo más económica la obtención de este mineral.
Construir comunidad
El mediodía ya está entre nosotrxs y el programa Sin Filtros llega a su fin. Manuel sale detrás del vidrio y salimos hacia la puerta de la radio. Junto a ella, se alzan los ladrillos grises de una construcción. Allí, trabajan unos cinco hombres, cubiertos con gorras y remeras que les cuelgan de la cabeza, camisas hasta las muñecas y pantalones largos: los casi 40 grados de calor que sufrimos parecen aumentar con solo mirarlos. Alrededor, hay largas cañas apiladas, vegetación de la zona que, según me cuenta Johana, la gente de Medanitos usa mucho para levantar sus casas, construir techos o como secadero de sus producciones.
Pronto, esos ladrillos se transformarán en la sede de ACAMPA, que, desde su nacimiento en 2009 como la primera organización campesina de la zona, ha ido creciendo hasta que, ahora, gracias a los materiales que lograron gestionar en la Nación y la Provincia, están, por fin, construyendo un lugar propio.
«El Estado municipal se había comprometido a colaborar con la mano de obra para la sede, pero nunca lo hizo y ahí quedamos con la construcción sin terminar. Por eso, ahora, se está trabajando aquí –cuenta Manuel-. Pero también pasa eso, ¿te das cuenta? Y si ACAMPA decidiera pedirle ayuda a la minera, mañana tendría todo terminado. Vendrían corriendo a terminarla. ¿Pero después de eso qué?».
Los cinco hombres, campesinxs y vecinxs, siguen cortando ramas para desmalezar una parte del terreno, hasta que pierden la lucha contra el sol de mediodía y buscan un refugio donde sentarse a comer. Poca gente todavía circula por la calle de tierra de Medanitos: la siesta avanza desapareciendo las sombras y dejando el vuelo de las moscas en medio del silencio.
*Por Lucía Maina Waisman para Agua para los pueblos / Imagen de portada: Agua para los pueblos.