Traducir el genocidio: notas marginales sobre Bisan Owda

Traducir el genocidio: notas marginales sobre Bisan Owda
6 diciembre, 2024 por Redacción La tinta

La primera vez que el mundo vio a Bisan Owda fue a través de un reel compartido por todas partes, donde ella cuenta que lo perdió todo a manos de los bombardeos israelíes, pocos días después de que comenzara la ofensiva sobre el norte de Gaza. Bisan está dentro de un auto y llora su pérdida. No será la última vez. 

Por Sasha Hilas para La tinta

Inventa una esperanza para las palabras.

Mahmud Darwish, Edward Said: A contrapuntal Reading.
*Traducción de Ianina Moretti Basso

  1. Hi everyone…

Cuando logra encontrar internet, sube updates sobre la situación en Gaza. Escuchamos su voz en cada uno de ellos: Hi everyone, this is Bisan, from Gaza, and I’m still alive. En inglés y en árabe, relata el día a día del desplazamiento de lxs gazatíes en busca de comida y agua, medicinas, refugio y un lugar seguro donde no sean atacadxs. La situación de periodistas en Gaza no es distinta a la del resto de profesionales y civiles: son un blanco del ejército israelí.

Al día de hoy, más de 140 periodistas han sido asesinadxs, al punto que se denuncia una persecución particular contra ellxs. Bisan es una de las pocas periodistas que quedan en Gaza, luego de la evacuación de figuras como Motaz Azaiza y Plestia Alaqad. Su trabajo ha sido ampliamente reconocido, desde murales en Edimburgo y Londres hasta premios como el Peabody en mayo de este año. La editorial digital AJ Plus (parte del medio Al Jazeera) en conjunto con Bisan transmitieron el día a día del genocidio en curso y, hace pocas semanas, ganaron uno de los premios Emmy Award por su trabajo.

El inglés de Bisan es el idioma de la urgencia por hacer llegar y volver comprensible el horror cotidiano de un genocidio, contra la naturalización de la violencia. Se filma de noche en su tienda, dentro de un auto, en la entrada de un hospital, en un campamento improvisado, entre los escombros de algún vecindario bombardeado. Son muchos los escenarios de un genocidio y Bisan los muestra a todos. Sus actualizaciones intercalan el inglés con nombres de regiones, barrios, personas, campos y hospitales en árabe, lo que también acerca nombres desconocidos a un mundo que tiene que hacer un esfuerzo por aprenderlos y pronunciarlos. Hoy, nombrar es reconocer. 

  1. Lengua e imágenes

Francisco de Goya supo decir que las imágenes también pueden criticar el mundo. Las imágenes de Gaza exponen la fase más cruel de la deshumanización, en un proceso de limpieza étnica hacia un pueblo nativo que ya estaba en marcha. Esas imágenes disputan el sentido de humanidad, quién cuenta finalmente como humano y respecto a qué criterios, critican el poderío de los Estados nación y del imperialismo, y nos muestran modos de resistencia que consisten en tratar de construir, pese al horror circundante, un cotidiano: compartir la comida, jugar con barriletes, encontrar algo útil para rehacer la vida en la intemperie de la opresión. Esos modos de resistencia son modestos, pero son los únicos que conocen quienes saben que también son su tierra y su origen, parafraseando a Guillermo, un familiar. 

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Los updates de Bisan brindan imágenes narradas del día a día, que no solo informan sobre los acontecimientos más relevantes de Gaza, sino que transmiten emociones, dando lugar a una trama afectiva tejida a través del lenguaje y la traducción. Cuando el despojo y la opresión arrasan, las emociones han sido la reserva discreta de los pueblos desplazados, pegándose a toda clase de objetos y cosas: una seña con la mano, una camiseta de fútbol, un recuerdo, la kufiya palestina. Visible en sus historias y reels de Instagram, Bisan representa una imagen de resistencia en sí misma, en la medida en la que se trata de una joven mujer reportando el genocidio con su celular, contra una avanzada bélica que ya ha dejado más de 40.000 mil muertes palestinas, la mayoría, mujeres y niñxs.   

Al recorrer sus actualizaciones, podemos ver a Bisan interpelando directamente a quienes la vemos. ¿Cómo puede estar pasándonos esto?, la oímos preguntar a menudo. Quizá esa sea la fibra crítica más poderosa, un llamado al mundo a sentir que hay algo profundamente injusto en la historia. La estrategia más hábil para naturalizar la violencia hacia el pueblo palestino de Gaza ha sido teñirla como un mal necesario. En otras palabras, no solo hay una violencia concreta en la destrucción sistemática, sino que parte de lo que permite esa destrucción es la justificación de la violencia, camuflándola de inevitable y, por lo tanto, exenta de culpa. Sin embargo, el gesto de resistencia que se arma al deshacer esa poderosa narrativa que no mira los escombros y la opresión es recordar que los acontecimientos están hechos por manos humanas, no fuerzas divinas, y que no hay injusticia en la historia que sea necesaria.

  1. Gestos de resistencia

A un mes de iniciada la ofensiva israelí sobre el norte de Gaza, Bisan comparte en sus redes una imagen de sus pies con medias de colores. No forman un par, son dos distintas. La foto contrasta con los demás posteos de su cuenta, más informativos. Escribe allí que, antes del asedio, solía usar medias muy coloridas y con estampas, pero que, actualmente, usa las que encuentra. Luego de un año de sobrevivir al genocidio, Bisan comparte un carrete de fotos de su vida cotidiana entre el asedio y los desplazamientos. Una tienda improvisada, la mano de su abuela, su familia, un té compartido y gatitos. Esas fotografías se unen a otro de sus reels donde explica que, en Gaza, intentan elaborar una vida cotidiana, aunque esto sea casi un imposible en las condiciones de destrucción permanentes. 

Como una constelación, todas esas imágenes muestran la gran capacidad de hacer mucho con poco, acaso de los gestos de resistencia más pequeños, pero potentes. Aunque hacer fructificar algo desde las ruinas no llega a cambiar radicalmente el mundo, sí es capaz de ajustar las cosas. Los registros de Bisan dan cuenta de esos cambios silenciosos porque, como los cronistas de antaño, informa sobre los grandes hechos y los pequeños sin distinguirlos, como la tarde donde montaron barriletes con la bandera palestina desde el campo de refugiados al sur de Gaza. Esos gestos de resistencia alojados en eventos cotidianos y mínimos también tienen su cronista. A este punto, ofrezco un fragmento de Abbas Kiarostami, que pertenece a su poemario El viento y la hoja. Intenta correr parejo con la imagen de Bisan y sus medias de colores, el pan compartido, la mano de su abuela: 

En el matadero
un día, una abeja
picó la mano
de un carnicero

*Por Sasha Hilas para La tinta / Imagen de portada: Bisan Owda.

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Palabras claves: Bisan Owda, genocidio, Palestina

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