Mucho más que un barrio: una experiencia colectiva en el paso por la universidad pública
Las redes sociales se llenaron de posteos que detallaban con orgullo títulos y logros universitarios. Sin embargo, el paso por la universidad pública entrama una experiencia colectiva, además de individual. Especialmente en la ciudad de Córdoba, que ha construido su identidad en relación con su universidad nacional.
Por María Victoria Díaz Marengo para La tinta*
“Como es el barrio de estudiantes, todo el mundo está acá y está todo cerquita, y además vas a estar cerca de tus amigos y además está cerca de la facu y está cerca de esto y de lo otro, como que no cabe otra opción”. Me contó Guadalupe sobre por qué se mudó a Nueva Córdoba. Tenía 26 años cuando la entrevisté. Nació en Santa Rosa, La Pampa, y se mudó a la ciudad en el año 2016 para estudiar Diseño Gráfico en la Universidad Provincial. En ese momento, vivía en un monoambiente en el mismo edificio que su hermana. Desde que llegó, residió en tres diferentes lugares en Nueva Córdoba: primero, en una residencia estudiantil; luego, en un departamento de una habitación con su hermana y, finalmente, sola en un monoambiente.
Según el Anuario estadístico 2022, realizado por el Área de Estadística e Indicadores Institucionales (AEsII) de la UNC, la suma de estudiantes provenientes del interior de la provincia de Córdoba, otras regiones de Argentina y otros países es de 96.794 personas. Si bien la totalidad no vive en Nueva Córdoba, entre lxs habitantes de este barrio se concentra un gran número de estudiantes universitarios. En su mayoría, jóvenes que se mudan desde sus pueblos, ciudades u otras provincias para estudiar. Conocido como un “barrio de jóvenes y estudiantes”, concentra gran parte de la oferta de la diversión nocturna juvenil. En sus cuadras, abundan bares, pubs, boliches y otros locales comerciales orientados a satisfacer las demandas y necesidades de dicha población estudiantil, como panaderías, kioscos, librerías, cerrajerías, gimnasios y negocios de ropas.
La dinámica urbana y económica en Nueva Córdoba está en estrecha relación con la vida universitaria de la ciudad. A partir de febrero, cuando comienzan los cursos de ingreso o de nivelación en las facultades, se pueden observar carteles de inauguraciones de boliches y promociones para ingresantes o estudiantes en diversos negocios. Durante la temporada de cursado, las veredas de la Chacabuco, próximas al Parque de Las Tejas, se llenan de jóvenes transeúntes que van o vuelven de la universidad. Quienes llevan maquetas podemos adivinar que son de arquitectura y anticipamos que otrxs son de odontología por llevar puesto un ambo y acarrear una valija.
“La Docta” es la sede de la universidad más antigua del país, fue fundada por los jesuitas en el año 1613 y cuna de la Reforma de 1918. Antes de la existencia de la Ciudad Universitaria, las facultades funcionaban en diferentes edificios en el centro de la ciudad y en barrio Alberdi. Este último se caracterizaba por albergar estudiantes de medicina que asistían al hospital-escuela de la facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Córdoba, conocido como “Hospital de Clínicas”. Entre 1949 a 1962, la Fundación Eva Perón y el Concurso Nacional de Planificación de Ciudad materializaron el proyecto de Ciudad Universitaria en terrenos que habían pertenecido a la Escuela Práctica de Agricultura y Ganadería de la Nación. Estos limitaban al sur el barrio de Nueva Córdoba y eran una extensión del Parque Sarmiento.
Hasta mediados del siglo XX, Nueva Córdoba era conocida por ser un barrio residencial de familias pertenecientes a la clase alta cordobesa. Los chalets y palacios, algunos de ellos con tipología arquitectónica francesa del Petit Hôtel, resaltaban entre las casas de hasta dos pisos. Desde 1980, el paisaje urbano comenzó a cambiar. Empresas constructoras refuncionalizaron o demolieron antiguas casonas, y construyeron edificios de hasta 21 o 36 metros, en su mayoría, con departamentos de un dormitorio, destinados para un tipo de usuario: estudiantes universitarios. Nueva Córdoba se consolidó como el área más densa de la capital. Para el año 2008, el aumento de la población de la ciudad se localizó principalmente en dicho barrio.
Roberto tenía 87 años y estaba jubilado cuando lo entrevisté en su departamento en Nueva Córdoba. Hijo de un padre ferroviario y una madre costurera, estudió Medicina en la década del 50. En esa época, vivía en la casa de sus padres en barrio Pueyrredón y asistía a clases al Hospital Nacional de Clínicas. Si bien, en sus momentos de ocio, compartía con sus amigos del barrio o sus compañeros de estudio, para él, su experiencia como estudiante en la ciudad de Córdoba fue diferente a la dinámica que observa actualmente en Nueva Córdoba: “Fui estudiante sin ser estudiante en grupo, sino en mi casa. Al hospital y a la casa. Y venía a casa, pero no en grupo así, nunca”.
En las entrevistas, lxs jóvenes estudiantes, provenientes de otras ciudades u otras provincias, destacan la cercanía y la comodidad que les brinda vivir en el barrio. La cercanía a la Universidad Nacional o Provincial de Córdoba, a sus amigxs, otrxs estudiantes o personas que están en la misma situación que ellxs, y la comodidad de poder desplazarse hacia estos lugares a pie.
¿Cuál es la relevancia de las redes de relaciones en la experiencia de migrar a la ciudad de Córdoba para estudiar? ¿Qué dinámicas urbanas configuran el paso por las universidades públicas en la actualidad?
Lara tenía 26 años cuando la entrevisté. Nació en Bariloche y vino a Córdoba en el 2016 para estudiar Arquitectura en la Universidad Nacional. Desde que vive en Córdoba, se mudó cuatro veces a diferentes departamentos en Nueva Córdoba. Siempre vivió en un radio de tres cuadras, entre la Estrada y Ciudad Universitaria. El último departamento se encontraba en el mismo edificio donde ya vivía una amiga de su ciudad. Para ella, la ubicación y que sea “más comercial” era un beneficio porque, al no tener auto, podía caminar; y al estar sola, podía pedirle a alguna amiga que la acompañe. Eligió estudiar en Córdoba porque su grupo de la secundaria también se mudaba a esta ciudad y resaltaba la contención que le brindaba la presencia de ellxs en Nueva Córdoba: “El hecho de que estén cerca es un acompañamiento aparte de todo”. A Lara, le llamó la atención vivir en este barrio porque, además de sus amigxs de Bariloche, también residían estudiantes en su misma situación, descrita por ella como: “Me vengo de afuera a estudiar a Córdoba siendo chiquitito… de 18 años”.
En las entrevistas, lxs jóvenes remarcaron la presencia de su grupo de amigxs en el mismo barrio. Algunos oriundos de la misma ciudad y las nuevas relaciones de amistad que construían durante el cursado de una materia. El compartir continuo, tanto tiempo de estudio como de ocio, marcan la experiencia de mudarse a la ciudad para estudiar en la universidad pública. Juntarse a estudiar, salir a tomar cervezas o tragos de manera espontánea, almorzar los domingos, acompañarse durante un tramo del camino o hasta los departamentos, hacer las compras o dejar su mascota al cuidado de otrx integrante del grupo cuando viajan son algunas de las prácticas más comunes. Describen estas experiencias como una “convivencia muy familiar”, atravesadas por sentimientos de “seguridad” y “contención”, que son posibles por vivir cerca de sus amigxs.
Se construyen otras definiciones de vecindad sustentada en relaciones que se (re)crean en otro espacio, ya sea en su pueblo o ciudad de origen, o en el cursado de la carrera universitaria, y que se intensifican al vivir cerca.
Al residir en el mismo barrio, puede suceder mayor interacción social entre quienes están en la misma situación. Esto configura una experiencia colectiva en el paso por la universidad pública: acompañarse en el proceso de cursar una carrera, vivir solx en la ciudad y aprender a ser independiente. Esta experiencia compartida por jóvenes tiñe de una identidad particular a este barrio de la ciudad. La posibilidad de estudiar en la universidad transformó la vida de quienes alcanzaron un título y experimentaron el ejercicio de una profesión como una manera de ascenso social. Pero también la universidad pública transformó la dinámica de la vida urbana en Córdoba y la obtención de logros académicos no es meramente un esfuerzo individual, sino que entrama relaciones de intercambio, compañía y ayuda.
Por María Victoria Díaz Marengo para La tinta* / Imagen de portada: Ezequiel Luque.
(*) Este artículo fue realizado en el marco de la Jornada «Ciencia en todos lados. Volumen II», brindado por el medio La tinta, en articulación con el Centro de Investigaciones María Saleme de Burnichon (CIFFyH), la Secretaría de Extensión de FFyH (UNC), el Instituto de Humanidades (IDH) y Asociación Gremial de los y las Docentes e Investigadores Universitarios de Córdoba (ADIUC).