Marco Aurelio no hacía mewing. Ultraderechas y su construcción de la masculinidad
Aunque el fenómeno de la extrema derecha es global, hay un actor en concreto al cual las redes de la derecha le hablan en nuestra región: el hombre joven heterosexual. En su núcleo, proponen la creación de una personalidad y un cuerpo muy específico que, de forma curiosa, utiliza como ejemplo figuras históricas como la del antiguo emperador romano, Marco Aurelio. Abro hilo para contarte cómo usan a un filósofo del siglo II d. C. para darle aires de novedad a una masculinidad nada novedosa.
Por Federico Uanini para La tinta
Marco Aurelio, el estoico
Pese a mostrarse reacios y violentos con todo lo que suponga Humanidades, las redes de derecha hacen uso y abuso de un personaje ligado al mundo de la filosofía: el estoico. Para ponernos a tono, el estoicismo fue una tradición filosófica creada por Zenón de Citio cerca del III a. C. Entre sus aportes, figuran consideraciones sobre la lógica y, sobre todo, la moral. Eran partidarios, entre muchas cosas, de focalizarnos en lo que verdaderamente podemos controlar nosotros mismos, siendo indiferentes e imperturbables frente a todo aquello que escapa a nuestro control: fama, fortuna, salud, etc. Este gesto fue lo que terminó generando que, por “estoica”, entendamos a una persona que no se inmuta frente a lo que sucede.
Esta filosofía fue practicada por famosos personajes como Epicteto, Séneca y, por supuesto, por el emperador romano Marco Aurelio, quien gobernó durante el siglo II d. C. y escribió el famoso libro Meditaciones, que hoy es moneda común entre las redes de derecha que “te enseñan cómo enfrentarte a la vida”. Si bien la obra contiene múltiples reflexiones sobre la finitud, la educación, la importancia de la comunidad y el imperio mismo, hoy, las redes ponderan con pompa solo una parte del pensamiento de Marco Aurelio: hacerse fuerte a uno mismo para no dejarse inmutar por los golpes de la vida y lo que le sucede a los demás. Esta estrategia usa la figura imperial para proponer la creación de una subjetividad que se vincule con las dificultades de la existencia no desde la empatía o la solidaridad, sino desde el aguante, desde el soportar y desde una distancia apolítica que estimula esa indiferencia como un sinónimo de fortaleza.
Esta idea es un pastiche y deformación del pensamiento estoico, y busca, en realidad, justificar una forma de masculinidad que hace unos años fue puesta en tela de juicio por el feminismo y la salud mental. No es noticia que los hombres de generaciones pasadas se vinculaban de forma muy violenta, no solo con su contexto, sino con ellos mismos. Se criaban bajo el mandato de que todo lo sentimental debía ser escondido y repudiado porque “era propio de las mujeres”. Un péndulo oscilante entre violencia y silencio era lo que caracterizaba al modo de vincularse que tenían los hombres con sus propios sentimientos. Esa vieja idea aparece ahora bajo la forma de imitar la supuesta vida de un estoico que entiende como virtud soportar los padecimientos en lugar de quejarse. Hay una cierta idealización de aguantar en silencio y no protestar que va moldeando no solo la idea sobre cómo ser hombre, sino también cómo ser un ciudadano.
Marco Aurelio, el trader
El nombre del emperador también es usado en las redes conservadoras como sinónimo de éxito. No faltan youtubers que orienten a sus escuchas a pensar que, para tener un éxito similar al de Marco Aurelio, no solo hay que comportarse resistiendo los sufrimientos en silencio, sino que el hacerlo está estrechamente ligado a un ideal de éxito que hoy está vinculado con el sector financiero: “ser estoico” es también analizar el mercado.
Ser trader financiero hoy es visto como el mandato por excelencia de una generación de varones jóvenes que son educados desde temprano por las redes sociales para saber a cuánto está el dólar blue o calumniar toda teoría económica que no sea el monetarismo. “Ser estoico” no es solo saber soportar sin quejarse, es también poner tu cabeza bajo una idea de éxito centrada en la inversión y en el mercado. Seguro te has cruzado con reels donde supuestos empresarios exitosos te venden cursos para aprender a invertir y hacer cientos de miles de dólares al mes. Un preludio incita a dejar de lado amor, amistad y todo lo que te “estorbe” en la búsqueda de obtener ganancias en tus inversiones, porque solo siendo rico vas a poder ser “verdaderamente vos”.
Marco Aurelio, para estos influencers, tenía mentalidad de tiburón. La idea que subyace a estos cursos es una falacia muy vieja, pero actual: todos pueden ser ricos, pero lo que falta es esfuerzo (muy a lo «No vivís en Dubai porque no querés, bro»: la nueva promesa de ser millonarios). Los chicos jóvenes son educados desde que aprenden a tocar un celular con la terrible y falsa idea de que, si son pobres, es solo su culpa… Nada tiene que ver con las condiciones sociohistóricas de la sociedad en donde viven. Si la masculinidad que sufría en silencio era desastrosa para la psiquis de los hombres, súmenle una interiorización del fracaso por “falta de ganas”.
Lo curioso es que los estoicos despreciaban una forma de vida orientada exclusivamente a la búsqueda de riqueza, pero, en este caso, importa poco Séneca o el emperador romano: la idea es volver a traer la figura de un hombre que soporta sin chistar y pone toda su vida al servicio del pensamiento que solo busca hacer dinero. Un ciudadano que soporta, sin quejarse, sus propios sufrimientos y entiende que “pensar” es “hacer lo que un millonario haría”.
Marco Aurelio, el gymbro
En esa educación sentimental que enseña a soportar en silencio y a ser obligadamente inversor, el uso de Marco Aurelio también se traspasa al cuerpo. La preocupación por el cuerpo hipertrofiado y masculino en las nuevas derechas se vuelve patente cuando observamos las ediciones de las fotos presidenciales para hacer su rostro “más masculino y varonil”. Las imágenes que incitan a “ser estoico” en los videos de YouTube muestran a un emperador o a un Séneca llenos de proteínas en sus miniaturas, e, incluso, ciertas páginas fitness usan el término “estoico” para referirse al varón heterosexual que, conflictuado en el amor y las relaciones, hace catarsis levantando pesas.
El mewing es ahora la nueva moda entre los varones jóvenes y consiste en una ejercitación que se hace con la boca cerrada y la lengua apoyada en el paladar para, de forma sostenida, modificar supuestamente la quijada y hacerla más cuadrada, y, por tanto, más masculina. Actividad que no solo carece de sustento científico, sino que ha sido señalada por profesionales de la salud bucal como un problema que puede llevar a tensiones musculares, deformaciones en la estructura dental o facial, y problemas en la articulación temporomandibular. Pese a esto, no disminuyen la cantidad de jóvenes que se suman a esta moda de “volver a ser un hombre” como los de antes: musculosos, que sufren en silencio y que carecen completamente de una educación sentimental que les permita expresar cómo se sienten sin hacer uso de los puños.
De forma simbólica, así como “ser estoico” es para esta gente sufrir en silencio y soportar las calumnias que nos afectan, no es menos curioso que se proponga en las juventudes una práctica que los lleve a mantener la boca cerrada por mucho tiempo.
Viejas masculinidades con nuevos decorados
Esta centralidad de los chicos jóvenes como el sujeto a interpelar por el sentido común que pretenden crear las ultraderechas no es nuevo. Hay estudios que señalan que los hombres se están volviendo cada vez más conservadores, mientras que las mujeres mantienen pensamientos cada vez más progresistas.
Este intento de revitalizar lo viejo como novedoso no es nuevo y es precisamente lo que los caracteriza como reaccionarios. La filósofa estadounidense Wendy Brown, en su libro En las ruinas del neoliberalismo, escribió que las ultraderechas intentan generar un juego con los viejos valores y la falta de justicia. Los conservadores presentan las crisis actuales como causadas por el abandono de ciertos antiguos y sagrados valores, por ejemplo, la vieja masculinidad, el uso “correcto del lenguaje” y la religión. Mientras omiten que las crisis actuales (económicas o psicológicas) son la consecuencia directa de esos mismos valores que ahora pretenden volver a traer a escena, venden a las juventudes una historia de salvación que necesita aquellas viejas y sagradas formas de entender el cuerpo, el sexo y la vida política.
La excusa de poner a Marco Aurelio o “al estoico” como el ideal de hombre que soporta en silencio y se aleja de la solidaridad para “pensar como tiburón” no es solo un problema juvenil: es la propuesta política de la ultraderecha. No es extraño que se estimule una forma de vida que vea con malos ojos la protesta ante la quita de derechos a trabajadores y la defensa de sus derechos. El tiempo dirá si esa batalla cultural en nuestro país tiene éxito o si, en cambio, quedará en el historial de los fracasos de la historia política argentina.
*Por Federico Uanini para La tinta / Imagen de portada: A/D.