Dolarizar: un shock regresivo para la economía argentina

Dolarizar: un shock regresivo para la economía argentina
13 septiembre, 2023 por Redacción La tinta

Facundo Budassi y Natalia Pérez Barreda, economistas de la Universidad Nacional de Rosario, intentan desentramar qué significa y qué impacto conllevaría una hipotética dolarización de la economía argentina, como propone livianamente La Libertad Avanza. El resultado, coinciden numerosas voces analistas, sería drástico para el ingreso familiar de amplios sectores de la población argentina, además de conllevar una pérdida de soberanía monetaria.

Por María Cruz Ciarniello para enREDando

Javier Milei fue el candidato a presidente que más votos cosechó en las últimas Elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO). El dato es concreto: 29,82%. Casi el treinta por cierto del país eligió al representante del espacio político que encarna la ultraderecha argentina, La Libertad Avanza.

El mapa teñido de violeta fue tan contundente como sorpresivo. Los factores que pudieron influir en su ajustada victoria son de todo tipo y en parte fueron analizados en una anterior nota de enREDando. Uno de ellos -no el único- tal vez pueda explicarse en la actual situación económica que enfrenta la Argentina, con algo más de cien por ciento de inflación interanual. El impacto es directo y visible: salarios de sectores registrados devaluados y una desesperación creciente de aquella ancha franja de trabajadores/as y sectores de la economía informal que ni siquiera cuenta con la chance de una negociación paritaria. Asimismo, la respuesta del gobierno para frenar la especulación de los grandes formadores de precios de alimentos en Argentina, y avanzar en políticas de redistribución del ingreso, ha sido insuficiente. Con este panorama agudizado por la bestial deuda contraída con el FMI durante la anterior gestión de Mauricio Macri, el desamparo se expresó en las urnas. Sergio Massa, candidato de Unión por la Patria, quedó tercero detrás de una Patricia Bullrich que tampoco llegó a colmar las expectativas de su espacio político, Juntos por el Cambio, que a priori disponía de un panorama más fértil para la cosecha de votos.

Javier Milei acaparó el descontento y también la ilusión de un votante, más allá de su núcleo duro ideológico, que, por acción u omisión del propio gobierno, dejó de confiar en un Estado capaz de garantizar derechos. Aunque esa ilusión se aferre, en cierta medida, a “recetas mágicas” que representan sustancialmente un retroceso político, social y económico de enormes dimensiones y consecuencias devastadoras.

Pero la diferencia de puntos es tan escasa que el escenario de cara a las elecciones de octubre todavía es incierto: lo que se avecina es una elección, tal como anticipó la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, de tres tercios. De allí la importancia de discutir políticas y programas de gobierno que sustenten un proyecto a futuro, que reconstruyan un tejido social roto y, sobre todo, que fortalezcan la presencia de un Estado que pueda responder de manera eficaz ante demandas que además son básicas: salud, educación, tierra, techo, trabajo. De allí, también, la urgencia de desentrañar una de las propuestas económicas que más ilusión genera en el electorado que optó por Javier Milei en las PASO: dolarizar la economía argentina.

La medida suena disruptiva frente a una coyuntura económica que impacta negativamente en el bolsillo de amplios sectores de la población -de allí su atracción- aunque nada nuevo se esconda detrás de ella.

De lo que se trata es de hacer memoria:

«Uno de los argumentos de campaña de Milei que más adhesiones cosechó es la dolarización, pero es absolutamente inviable. Lo que hizo Milei fue un truco publicitario porque la dolarización es impracticable con las reservas que hay hoy en el Banco Central. Hoy, la deuda de corto plazo del Banco Central supera a sus reservas por más de 10 mil millones de dólares. Para dolarizar, para cambiar el efectivo en manos de la gente por los dólares que hay real en el activo neto del Banco Central, habría que convalidad que el dólar se fuera a más de 10 mil pesos. Antes que la convertibilidad que ocurrió en la Argentina -que fue la paridad del 1 a 1 con el peso-, antes de eso, en Argentina, hubo una licuación y confiscación de depósitos que se llamó Plan Bonex, que es lo que terminaría pasando en caso de que el Banco Central reestructurara su pasivo como dice el dolarizador en jefe de Milei que es Emilio Ocampo. Emilio Ocampo dijo que el Bonex fue una buena idea y el Bonex fue la pulverización de los ahorros de los argentinos antes de la convertibilidad. Es lo que hizo que desapareciera un montón de moneda nacional que había en Argentina antes de cambiar esa moneda nacional por dólares. Entonces, a lo que nos estamos exponiendo si gana Javier Milei es a un shock recontra regresivo, en contra de los salarios y en contra de los ahorros de la gente», explicaba el economista y periodista Alejandro Bercovich en diálogo con el programa Macondo de Caras y Caretas.

Así como la suya, otras voces del plano político y económico vienen alertando sobre las consecuencias que podría generar una hipotética dolarización en Argentina. El resultado sería drástico. Integrantes de Fundar, Centro de Investigación y Diseño de Políticas Públicas, explican que uno de los espejos para analizar el efecto dolarizador y su impacto económico es Ecuador, uno de los tres países latinoamericanos (junto a Panamá y El Salvador) que, desde principios de siglo, tiene su economía completamente dolarizada. «Entre 2011 y 2020, el Estado ecuatoriano gastó más de lo que recaudó, financiándose con deuda externa. La insostenibilidad de este proceso culminó con la reestructuración de su deuda en 2020 y un programa con el Fondo Monetario Internacional. En resumen, dolarizar no le impidió incurrir en déficit fiscal y endeudamiento insostenibles. Pero Argentina no tiene más acceso al endeudamiento externo. Esa fuente está agotada. Por lo tanto, si se dolariza la economía, el único camino posible es un abrupto ajuste fiscal: reducir el gasto público o aumentar impuestos. En un contexto crítico, esto significa disminuir la inversión en bienes públicos (rutas, escuelas), jubilaciones, salarios públicos (docentes, policías, investigadores) y en programas sociales, o aumentar la ya elevada presión tributaria sobre el sector formal de la economía».

¿Cómo sería el día después de la dolarización?, se preguntan los especialistas en su informe y detallan: “Para imaginarlo, tenemos que tomar el contexto actual, añadirle una devaluación abrupta (de casi 440 a 7.070), agregar un recorte generalizado de la asistencia estatal e incorporar un aumento de impuestos. Es cierto, todos cobraríamos en dólares, pero, ¿cuántos dólares? La pregunta es una trampa y demuestra que la dolarización es irrealizable”.

Al mismo tiempo, exponen la liviandad con la que el equipo técnico que acompaña a Javier Milei plantea la factibilidad de la medida. Otra vez, reaparece la tan mentada “lluvia de inversiones” que pregona el neoliberalismo argentino. “Los técnicos detrás de la dolarización sostienen -con notable liviandad- que, una vez anunciada la dolarización, existirá un impulso de confianza internacional que apoyará la medida y al nuevo gobierno, haciendo que la economía argentina rebose de dólares. En criollo: una lluvia de inversiones reeditada que, de no ocurrir, obligará a esperar el “segundo semestre”. Si la confianza no hace llover dólares, la sequía se expresará en los bolsillos de los argentinos. La región no solo nos provee espejos imperfectos; también nos previene del facilismo y la demagogia. Luego de Argentina, ¿quiénes registran una mayor probabilidad de incumplimiento de sus deudas? Son los países dolarizados (como El Salvador y Ecuador) y aquellos con tipo de cambio fijo (Bolivia). Esto se refleja en valores altos en su riesgo país. Prudencia frente a remedios mágicos: puede que la confianza internacional, aún luego de dolarizar, no llegue nunca”.

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Colonialismo explícito

enREDando recurrió a dos economistas egresados de la Universidad Nacional de Rosario para analizar los impactos de una medida que, de llevarse a cabo en caso de ser Milei presidente de Argentina, redefiniría por completo la matriz económica: Facundo Budassi, docente de la UNR, diplomado en Geopolítica y Defensa por la Universidad Nacional del Sur, e integrante del Centro de Economía Política (CEPA), y Natalia Pérez Barreda, economista del Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía (MATE).

Ambos coinciden en un diagnóstico preocupante por lo que implica: no solo asistir a un shock profundamente regresivo en términos de ingresos y poder adquisitivo, sino, además, por lo que significa para un Estado perder definitivamente su soberanía monetaria. “Nuestras estimaciones dicen que se perdería entre un 60 y un 90% el poder adquisitivo”, dice Facundo Budassi. Por su parte, Natalia Pérez Barreda advierte: “Estamos ante un escenario donde los precios se van a disparar y vamos a generar una distribución del ingreso muy regresiva para los hogares. Hay una idea de que si yo gano 100.000 pesos, voy a ganar 100.000 mil dólares, esto es falso”.

—¿Qué análisis realizan desde una perspectiva económica sobre los resultados de las PASO?

Facundo Budassi: Obviamente, el ministro-candidato empezó su campaña de cara a las generales cediendo en cierto grado al ajuste en el tipo de cambio que el Fondo Monetario Internacional pedía a cambio de los desembolsos de u$s 7.500 millones. De más está decir que la negociación por los desembolsos fue muy tortuosa y se extendió a lo largo de cuatro meses donde nuevos actores –Qatar, China y la CAF- intercedieron vía gestión ministerial para proteger a Argentina ante el destrato del organismo. Ahora bien, el gobierno reaccionó a la devaluación obligada por el FMI con una serie de políticas orientadas a compensar la erosión adquisitiva, que siempre, pero siempre conlleva un ajuste del tipo de cambio. En ese caso, dicha compensación es por demás necesaria y produce un alivio para las familias a las que ya no se les puede exigir que aprieten más sus cinturones presupuestarios. Las cuestiones de fondo quedarán para un nuevo gobierno, recordemos que el ministro asumió con el objetivo de remendar una situación que, de por sí, ya era delicada y que se agravó con la huida de Guzmán del ministerio hace prácticamente un año. Cuestiones que la sequía vino a agravar profundamente en un marco de escasas divisas y una deuda gigante con un supervisor internacional como es el FMI.

Natalia Pérez Barreda: En términos económicos, podemos decir que Milei es el candidato que más centró su campaña en hablar, con un discurso económico muy marcado en sus paradigmas liberales y, en particular, con una receta clara en relación a cómo abordar el principal problema que hoy tienen los ciudadanos, que es justamente la inflación y la consecuencia de pérdida de los ingresos, y cómo esto genera mucha incertidumbre, sobre esta receta mágica de la dolarización y encontrando un enemigo claro que es el Estado. Llegó a convencer a muchxs que terminan optando por esta opción. Venimos de dos gobiernos, el de Macri, que justamente ha agravado el problema inflacionario, y el de Alberto Fernández, que no ha podido -en un contexto muy condicionado por el FMI y la enorme deuda externa- apuntalar los principales problemas de la economía que es el gran desajuste macroeconómico en relación a los precios, al tipo de cambio y en un contexto agravado por la sequía que implica una pérdida de 20 mil millones de dólares para las reservas de este año. Llegó a las elecciones muy debilitado.

¿En qué consiste la dolarización que se plantea desde La Libertad Avanza y qué impactos generaría en la vida cotidiana de los y las argentinas, en la economía familiar y en el salario?

F.B.: Para ser lo más llano posible, una dolarización implicaría absorber todos los pesos de nuestra economía y reemplazarlos por dólares. Obviamente, ese reemplazo se tiene que dar en una paridad; si el país dispusiera de la misma cantidad de dólares que de pesos, ese reemplazo sería muy fácil y la conversión sería de 1 a 1. Ahora bien, el país sufre históricamente de escasez de divisas, hoy, el ejemplo, es claro y a esa conversión es imposible realizarla de 1 a 1. Es decir que si una persona gana 375.000 pesos, un sueldo promedio del sector privado, la conversión no le va a significar que su sueldo sea de 375.000 dólares. Más bien, lo será de acuerdo a la relación peso–dólar existente. Cepa hizo este análisis, el cual arrojó que si el hipotético gobierno de Milei reemplazara los pesos circulantes y el resguardo en oro, el tipo de cambio sería de 1 dólar por 1.000 pesos y si la conversión fuera más allá, absorbiendo pesos en circulación, leliqs y los resguardos en oro del gobierno, 1 dólar costaría 3.700 pesos. Si la devaluación del 20% dejó sin precios a la economía por tres días y amenazó con desatar algunos saqueos, una devaluación tan superior rompería con la paz social. De hecho, con este tipo de cambio, el kilo de pan ronda los $800; con un dólar a mil pesos, se iría a $1.600 y con un precio de la divisa a $3.700, treparía a $5.800.

A su vez, correrían riesgo todos los depósitos del sistema bancario, sobre todo aquellos nominados en dólares. No es meter miedo, es una experiencia que ya vivimos en la previa de la convertibilidad. En síntesis, nuestras estimaciones dicen que se perdería entre un 60 y un 90% el poder adquisitivo.

Obvio, la dolarización frenaría la inflación, pero lo haría paralizando el consumo y estratificando a la sociedad donde aquellos sectores que consigan dólares, el agro, la minería y los hidrocarburos, podrían seguir con su plan de vida, pero la inmensa mayoría que no se encuentra ligada a tal posición de privilegio quedarían relegados. La dolarización de Milei es la mayor promesa de su campaña y, a la vez, el mayor peligro para el desarrollo y crecimiento de la Argentina, o tal vez, dado lo conflictivo de su aplicación, su mayor mentira.

N.P.B.: La dolarización se vuelve una idea atractiva para muchas personas porque, en los últimos tiempos, la moneda nacional ha perdido sus funciones claves, perdió su idea de ser una moneda de referencia para ahorrar, pero también muchas transacciones empezaron a realizarse en dólares o a tomar como referencia el dólar, es decir, estamos en una economía bimonetaria. En ese escenario, la respuesta es dolarizar la economía. Esto es muy problemático, pero para entender por qué, hay que abordar dos cuestiones: en primer lugar, la posibilidad real y, en segundo lugar, las consecuencias. Primero, hay que explicar qué significa la dolarización: significa que nuestra moneda nacional ya no existiría más, vamos a depender de la política monetaria de un país extranjero que es Estados Unidos y todas nuestras transacciones serían a través del dólar. Para llegar a esa situación, se tiene que dar un momento previo que es el proceso por el cual todos los pesos que están en la economía se intercambian por los dólares que hoy existen, pero hay muchos pesos y pocos dólares, por lo tanto, sin un proceso de ingreso de dólares al país, esto implicaría una devaluación inmensa, inédita, de 4.500%. Estaríamos en un contexto hiperinflacionario. Esa situación es inviable, es decir, sin endeudamiento es imposible. Javier Milei dice: vamos a hacer un canje de bonos para que se financie la dolarización. Supongamos que se podría endeudar por 30 mil millones de dólares, esto también impacta en el tipo de cambio, sería una devaluación del 143%. Estamos ante un escenario donde los precios se van a disparar y vamos a generar una distribución del ingreso muy regresiva para los hogares. Hay una idea de que si yo gano 100.000 pesos, voy a ganar 100.000 mil dólares, esto es falso. Esos 100 mil pesos hoy representan aproximadamente 300 dólares. Si vamos a un escenario como el que plantea Javier Milei con la dolarización, esos ingresos serían de 117 dólares, es decir, un recorte del 60%. También es un escenario regresivo.

Quizás quienes tengan dólares en el colchón estén en una mejor situación porque van a tener para enfrentar activos en dólares, pero la gran mayoría de la población va a verse seriamente afectada porque, en el mejor de los casos, implicaría una devaluación del 140%. En ese sentido, además, las consecuencias del largo plazo: un nuevo endeudamiento que nos condicionaría a futuro, finalmente, esto requiere quedarnos sin política cambiaria.

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—¿Qué implica no contar con un Banco Central?

F.B.: En la década del 30, Argentina inaugura su Banco Central y lo hace porque cuando no existía, el país se encontraba completamente condicionado a lo que sucedía en el exterior. Cuando el crecimiento tenía lugar en los países europeos o centrales, Argentina podía acceder a etapas de crecimiento, pero cuando las crisis o los conflictos paraban la actividad europea, quienes pagaban los costos eran los países como Argentina, todo lo acumulado durante el período de bonanza se transfería inmediatamente a Europa dejando al país en situaciones deplorables. La creación del Banco Central tiene exactamente ese objetivo, de hecho, hoy todos los países tienen uno, salvo Estados semicoloniales (que, por ser semicolonias, no los tienen). Un caso muy cercano de la utilidad de los bancos centrales lo tenemos en la pandemia: de no haber existido un Banco Central, el shock de la pandemia hubiera impedido al gobierno emprender todas las políticas tendientes a proteger el trabajo, el consumo y el día a día de los argentinos y argentinas.

Perder el Banco Central y la moneda nacional ubicaría a la Argentina en una situación de semicolonia. Muy vulnerable a cualquier acontecimiento internacional, donde no podemos obviar que estamos en pleno cambio de hegemonía o en un total contexto de inestabilidad mundial sin resolución en el horizonte temprano. Esta vulnerabilidad generada obligaría, en una economía dolarizada, a aceptar constantes recesiones que obviamente siempre van a ser pagadas por los que menos tienen, pero también por las pymes y pequeños industriales. Obligan al Estado nacional a vender sus activos públicos a cambio de dólares, como se hizo en la convertibilidad, o a tomar deuda pública en dólares, como también se hizo en la convertibilidad. Por tanto, la dolarización, con su consecuente pérdida de la moneda nacional y la eliminación del Banco Central, minimizará al Estado a niveles predemocráticos y lo reducirán al colonialismo explícito, como lo era la economía argentina antes de la democracia.

N.P.B.: No contar con un Banco Central significa tener nula autonomía para responder a crisis externas como la del 2009, crisis de pandemia, crisis como la que genera la guerra en Ucrania, estaríamos en una posición muy vulnerable para proteger nuestra economía ante la situación de crisis internacionales, no podríamos afrontar nuestra competitividad, no podríamos tener ningún tipo de iniciativa para proteger nuestra producción, para proteger el empleo.

Además, sin banco central no podemos emitir. Al no poder emitir en una situación como la pandemia, no se podrían haber realizado las políticas de protección a los ingresos y compensaciones a los sectores más vulnerables, es decir, nos quedaríamos sin herramientas claves como el manejo del tipo de cambio para proteger nuestra economía o para hacer política cíclica, nos quedaríamos sin herramientas para poder potenciar el desarrollo de nuestro país.

—En octubre, ¿qué modelo de país está en juego en términos de política económica, teniendo en cuenta, además, la deuda y renegociación con el FMI? ¿Qué nos espera?

F.B: Esta elección nunca fue tan fácil, los dos modelos de país están explicitados todo el tiempo en el debate público. En 2015, fue diferente porque la entonces oposición mentía sobre su modelo de país y lo asemejaba al que estaba vigente. Cuando la sociedad sufrió en carne propia que eso solo fueron promesas de campaña, obligaron a Mauricio Macri a dejar el gobierno al cabo de 4 años. Hoy la oposición, sea cual fuere, no miente, pero tampoco dice la verdad, dice medias verdades y por ello convencen. Es evidente que si esas oposiciones se volvieran gobierno, sus medias verdades van a quedar desnudas y la sociedad volverá a elegir y de seguro impondrá un cambio de rumbo, ellos lo saben y por eso, esta vez, quieren reformar más rápido para que el trabajo de desandar sus políticas sea imposible y la sociedad argentina quede encorsetada en la dolarización, en la deuda y la desigualdad acuciante.

Vale la pena recordar que Macri prometía a los argentinos y argentinas “volver al mundo”, bien, volvamos al mundo, al mundo que ellos quieren, a la sumisión del FMI. Si esa es la integración que ellos plantean, es importante que el gobierno trate de evitarlo, comunicando hasta el cansancio. En los próximos años, Argentina se encuentra en un momento clave para su desarrollo y, en caso de desaprovecharlo, vamos a tener que esperar un siglo para que vuelva a suceder. Hoy, tenemos las reservas de combustibles que permiten una industrialización competitiva, un ejemplo es la producción de fertilizantes, los bajos costos de nuestras reservas nos van a permitir exportar el gas con valor agregado y no solo en crudo, cuyo valor es mucho menor. Hoy, hay una potencia mundial y un bloque como el BRICS que son socios de Argentina, que compran lo que Argentina produce, no como Estados Unidos que compite con nuestras producciones, ellos también son sojeros, productores de carne vacuna y del shaile gas. China no y el crecimiento de ese gigante y el de su vecino indio van a demandar producción argentina. Hoy, aferrarnos solo a Occidente sería un grave error, que -repito- nos costará nuevamente 100 años, como los 100 años que nos costó el abrazo de nuestra élite a la Inglaterra allá por los años 30 con el tristemente célebre pacto Roca Runciman como ejemplo.

N.P.B.: Vamos a llegar a un escenario de tres tercios. Javier Milei y Patricia Bullrich tienen un discurso económico de ajuste explícito con políticas económicas neoliberales que apuntan a desregular, a privatizar con esa idea de que el ajuste y el propio mercado van a redistribuir. Son políticas que ya se han implementado en la dictadura militar, en la década del 90 y en la época de Mauricio Macri, y han demostrado una y otra vez su fracaso con incremento de pobreza, desempleo, salarios que caen, es un efecto derrame que nunca llega. Por el otro lado, está Sergio Massa, que es el candidato oficial, que si bien estuvo muy condicionado por el endeudamiento externo, tampoco ha podido generar una idea de futuro que entusiasme. Creo que el gran desafío para quienes creemos en un Estado presente y más eficiente es generar un proyecto que se pueda plasmar en una opción válida para contrarrestar las políticas pro mercado que amenazan el futuro del país en este momento.

*Por María Cruz Ciarniello para enREDando / Imagen de portada: enREDando.

Palabras claves: crisis economica, dolarización, Javier Milei

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