La luz que reflejamos
Durante los meses de febrero, marzo y abril, por distintas ciudades y localidades de nuestra provincia, se dictará el taller itinerante Lxs Visibles. Los encuentros estarán coordinados por integrantes de «La última película», quienes ayudarán e instruirán a lxs asistentes a digitalizar y revalorizar sus archivos personales. Las actividades invitan a resguardar la memoria personal, pero también colectiva de cada lugar.
Por Fernando Bordón para La tinta
El ejercicio de revisar el archivo personal, además de lo anecdótico, tiene una gran carga emocional, pero también hay una instancia de reflexión y de reconstrucción. Vernos en el pasado o ver a algún familiar en su juventud es lo más parecido a poder viajar en el tiempo. Mirar más allá de esa imagen fija y encontrar símbolos, gestos que también puedan ayudar a entendernos.
«La última película» es un proyecto encabezado por Florencia Forchino y Martín González Righetto, que desde hace mucho tiempo vienen trabajando en la ciudad y toda la provincia, rescatando y conservando archivos de imágenes familiares y de todo tipo. Con un trabajo arduo y constante, lograron que muchas personas se reencontraran con aquellos momentos que tenían atesorados solo en la memoria, rescatar la imagen de un ser querido que se ha ido o poder acceder a ver dinámicas y costumbres del pasado.
Sobre la experiencia en el trabajo y la relación con la gente, Martín describe: “La reacción que tiene la gente ante esos archivos y esos registros que se rescatan es de emoción, de despertar recuerdos, a veces de sorpresa cuando no se sabe qué contienen esos registros; motiva la creación del archivo y el resguardo de la memoria. Y ante nosotros, siempre de agradecimiento, por el hecho de ser un medio a la hora de rescatar esos registros”.
Justamente, ese resguardo de memorias individuales es también una manera de aportar y alimentar las memorias colectivas, tanto locales como a nivel más general. Porque con esta conservación, también se puede disputar simbólicamente el discurso oficial que intenta monopolizar el relato de nuestros pasados.
En este sentido, Florencia señala que la experiencia de indagar en nuestro propio pasado a través de la fotografía y los videos «es un ejercicio para la identidad que nos trasciende como personas individuales y nos conecta con los demás en una experiencia colectiva».
«De repente, el fondo documental del fotógrafo del pueblo tiene registro de vecinos, de actos escolares o de eventos públicos en la ciudad; también como el fondo familiar de alguna vecina puede mostrar la evolución de la plaza central a través del registro de generaciones. Por eso, es trascendental difundir la importancia del acceso doméstico a herramientas que detengan el deterioro de archivos personales y garanticen el acceso a imágenes en soportes ya en desuso para este tipo de registros”.
Justamente, la intención de Lxs Visibles es el rescate y la reconstrucción de la memoria, poniendo a disposición de cada asistente las herramientas tecnológicas, conceptuales y humanas que «La última película» ha podido desarrollar durante todos estos años.
“Es importante a nivel colectivo recuperar archivos personales y domésticos porque estos no solamente hablan de la intimidad de individuxs y grupos, narrando hechos familiares y su manera de vivir, sino que también describe una configuración mayor acerca de cómo se armaron las ciudades, las costumbres, los lugares habitados por todxs”, reflexiona Florencia.
El taller recorrerá, durante los meses de febrero, marzo y abril, las localidades de Villa Giardino, Jesús María, Río Cuarto, Unquillo, San Francisco y Córdoba, ofreciendo el espacio para que el público general pueda digitalizar su material. Esta actividad se da dentro del proyecto que Florencia y Martín están desarrollando, que es ARCHIVO LUP (La última película), en donde, a través de donaciones y de juntar imágenes en diferentes formatos para reunirlas, se busca conservarlas, catalogarlas y también la idea de exponer y mostrar de diferentes formas y plataformas todo ese archivo.
En cuanto a las expectativas sobre el taller, Florencia y Martín coinciden en que esperan que se acerquen vecinos y todos los que tengan ganas de saber algunas nociones de procesamientos domésticos y cosas a tener en cuenta para digitalizar. «Hay mucha juventud aficionada a la fotografía analógica y al archivo, interesada en recuperar documentación de sus antepasados, y también hay quienes vivieron el proceso de registro en algún tipo de soporte analógico y su posterior desuso, personas nacidas de los años 90 hacia atrás, que encuentran en el taller la posibilidad de digitalizar sus propias obras fotográficas y audiovisuales”.
*Por Fernando Bordón para La tinta / Imagen de portada: La última película.