Terror: más allá de la male gaze

Terror: más allá de la male gaze
2 noviembre, 2022 por Redacción La tinta

El cine y su construcción de la mujer como objeto no son novedad y el género terror no escapa al canon. Sin embargo, una nueva generación de directoras quiere cambiar las reglas del juego.

Por Florencia Tundis para Cordón

El final del mes de octubre es la época del año donde se toma al festejo de Halloween como excusa para hacer fiestas de disfraces y decoraciones que “den miedo”. Esta tradición es un emblema de Estados Unidos, pero ya invade el marketing y las redes sociales globales. Para los amantes del cine, significa una sola cosa: películas de terror. Las plataformas, canales y cineclubs aprovechan para hacer especiales de “noche de brujas” y se estrenan películas y series del género aprovechando el fervor.

El cine de terror es tan viejo como la historia del cine en sí y la figura femenina que habita el ideario de las películas de miedo es la “damisela en apuros” o, directamente, el grito de terror de una voz femenina.

¿Cuál es la película madre de este ideario? Psicosis (1960), de Alfred Hitchcock. Las películas de terror clásicas de vampiros, frankensteins, momias y diferentes monstruos protagonizaron la escena de las primeras cinco décadas del siglo XX. Psicosis significó un antes y un después, y plantó la semilla de lo que sería denominado el cine slasher, que acaparó el género las décadas siguientes y aún hoy se sigue reinventando. Psicosis fue pionera no solo en este género, sino en “matar” a la que aparentemente es la protagonista, Marion (Janet Leigh), en la primera parte de la película. Así, la que podría haber sido la figura principal de la trama se convierte en víctima y su muerte es objetivizada, con planos de las cuchilladas sobre su cuerpo desnudo y planos detalles una vez muerta. A partir de ahí, el sujeto de acción de la película es otro, un varón, Sam (Jonh Gavin), novio de Marion, y la coprotagonista mujer, Lila (Vera Miles), hermana de ella, pasa a ser otra damisela en apuros, salvada en el final por Sam. Son sujeto y objeto de acción, respectivamente, en una película dominada por la male gaze, término popularizado en el último tiempo, pero no usado usualmente de la forma correcta.

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(Imagen: fotograma película Scream)

Quien habló primero de estos conceptos fue Laura Mulvey en su ensayo disruptivo de cine feminista, “Placer visual y cine narrativo”, de 1975. Allí analiza cómo los varones son sujeto de acción, personajes con deseo y motivación propia, por medio de quienes la película avanza, mientras que las mujeres son objeto de deseo, encarnando las fantasías de espectadores y directores a través de un retrato glamoroso, con actrices que representan la hegemonía de la época, planos cerrados de sus cuerpos y siendo personajes sin un deseo propio más allá del que tienen por el protagonista masculino. Personajes femeninos hechos a la medida del deseo e imaginario del director varón, y retratados de esa manera: la famosa male gaze. Mulvey, además, toma como ejemplo en su análisis a otra película de Hitchock, La Ventana Indiscreta (1954), que cae en los mismos estereotipos que Psicosis.

Retomando el análisis del cine slasher per se, las películas más conocidas de este género son las sagas de Halloween (1978), The Texas Chainsaw Massacre (1978), Friday The 13th (1980) y Scream (1996). Todas contribuyeron a la construcción de estereotipos de género femeninos cinematográficos, tales como la víctima indefensa, la chica final o la víctima sexualizada. Ejemplo del primer caso son las chicas que mueren en la primera escena de la saga Scream, como le pasa a Drew Barrymore en su rol de Casey Becker, y a tantas otras que mueren en las primeras escenas de las películas de terror. El término chica final (final girl) fue acuñado por primera vez por Carol Clover en 1987, en su ensayo “Her Body, Himself: Gender in the Slasher Film”. Por un lado, está el personaje de la víctima sexualizada, ese personaje femenino hegemónico y sexualmente activo; y, por el otro, la chica final, un personaje femenino masculinizado y asexualizado. Esto se ve claramente, y así lo analiza la autora, en Halloween. Cada víctima mujer es asesinada justo después de tener sexo o cuando está a punto de, mostrando planos de ellas desnudas, retomando la idea de male gaze y objetivización de la mujer, y, en este caso, de su dolor. Por el otro lado, aunque no está explicitado, Laurie parece sobrevivir porque es la única que no es sexualmente activa. Para peor, ni siquiera es quien vence a Michael Myers, sino que tiene que recurrir a una figura masculina. En The Texas Chainsaw Massacre, luego de haber pasado mil sufrimientos y torturas, la chica final escapa y es rescatada por alguien en la ruta.

Nuevas miradas para un nuevo cine de terror   

Estos estereotipos de género y male gaze reinante en las películas de terror se vinculan directamente con la baja participación de directoras mujeres y LGBTIQNB+ en la historia del cine en general, siendo todavía más escasa su presencia en películas de género. Si bien esto se viene revirtiendo en las últimas décadas, las mujeres directoras siguen siendo solo el 30% de quienes dirigen las películas que se estrenan comercialmente. Y no es porque falten: en las escuelas de cine, egresan igual o más cantidad de mujeres de que de varones.

En el género de terror en particular, la tendencia a la sexualización y asesinato de mujeres hegemónicas por el solo placer fetichizante viene en disminución, no solo por un cambio de paradigma y el advenimiento de la perspectiva de género en el arte, sino por el surgimiento de una nueva manera de hacer cine de varias directoras destacadas, que ponen a las mujeres como protagonistas y exploran diferentes temáticas sociales. Por supuesto, también hay directores varones que satirizan el cine de terror clásico y les dan a los personajes femeninos otro tipo de protagonismo, pero, habiendo sido el cine de mujeres invisibilizado históricamente, es importante poner en valor a las directoras.

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(Imagen: fotograma película The Badbook)

A continuación, recomendamos películas de terror dirigidas por mujeres donde el miedo se construye con otra perspectiva. Y son igual o más aterradoras que las que siguen la construcción clásica del género.

The Babadook (2014), de Jennifer Kent: si bien el terror está personificado en un libro misterioso y su protagonista, el babadook, esta película australiana se destaca por quebrar los límites entre realidad y fantasía encarnados en Amelia, una madre sola traumada por la muerte de marido y sobrepasada en la crianza de su hijo Samuel.

Una chica regresa sola a casa de noche (2014), de Ana Lily Amirpour: los y las residentes de una decadente ciudad iraní descubren a una vampiresa que se dedica al skateboard y ataca a los hombres que no respetan a las mujeres.

Raw (2016), de Julia Ducournau: esta película francesa empieza con el ritual de inicio en la facultad de veterinaria de Justine, una joven vegetariana, donde la obligan a comer carne cruda, lo que despierta en la protagonista un hambre voraz por la carne humana. Ducournau también realizó el thriller Titane (2021).

Relic (2020), de Natalie Erika James: el relato se centra en una hija, una madre y una abuela, donde la demencia de esta última se convierte en un terror real y los cuidados de los ancianos y las personas en general son la temática latente.

Hellbender (2021), de John y Zelda Adams y Toby Poser: película realizada de forma familiar e independiente. Sus directores son madre, padre e hija, quienes también la protagonizan, y realizaron anteriormente The Deeper You Dig (2019). La trama se centra en una madre y una hija que son brujas, llamadas hellbender, y pertenecen a una larga dinastía de las mismas. La relación entre ellas es el centro de la historia.

*Por Florencia Tundis para Cordón / Imagen de portada: fotograma película Psycho (1960).

Palabras claves: Cine, feminismo, Terror

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