Posá, caminá, resistí: cultura Ballroom al estilo cordobés

Posá, caminá, resistí: cultura Ballroom al estilo cordobés
27 octubre, 2022 por Julieta Pollo

La cultura Ballroom se expande y se federaliza. Una celebración identitaria y política que sigue transformándose y construyendo comunidad. Desde House of Kenwa, comparten su trayectoria y dos eventos para un finde a puro vogueo. 

Por Julieta Pollo para La tinta

El vogue es mucho más que un kit de movimientos y poses alucinantes: es un lenguaje que devino cultura política a través de las Ballroom. Las competencias que crearon las travas y maricas negras y latinas en Nueva York hace más de cinco décadas, hoy se resignifican al calor de las nuevas generaciones LGBTIQNB+, afianzando una cultura con matices locales y actuales. 

Como entonces y cada vez más, posibilita redes de acompañamiento, familias elegidas y, hoy, hasta comunidad Kiki. Una celebración de la identidad y un espacio de disputa a la hegemonía cis blanca, más necesario que nunca frente a los discursos de odio que insisten en el adoctrinamiento de los cuerpos y del deseo.

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Biru es madre de House of Kenwa, una casa cordobesa integrada por once personas. Es parte de la escena Kiki local, que viene creciendo exponencialmente a través de la autogestión, generando eventos y espacios de aprendizaje en el espacio público que visibilizan y promueven esta cultura. Este finde, hay vogueo doble: el viernes 28 de octubre en el Festival por la Inclusión Travesti Trans (en el Centro Cultural España Córdoba) y el sábado 29 en la Kiki Ballroom “Seres que caminan” (en Pez Volcán).

La identidad va marcando el pulso de transformación de la cultura Ballroom y la impronta de las personas no binarias es uno de los distintivos de la escena local. Biru explica: “Brasil fue uno de los primeros países latinoamericanos en incluir categorías para que las identidades no binarias habiten y caminen la runway, y creo que marcó una diferencia con lo que nació en los 60 en la América anglosajona de la mano de las identidades negras trans. Incluso los inicios de las escenas locales son diversos y marcan estilos: a la escena en Buenos Aires, la impulsaron las maricas; en Rosario, las mujeres trans y, en Córdoba, las personas no binarias y transmasculinidades. Hoy es más grande el abanico de identidad y de expresión de género, y esto va deconstruyendo una runway donde ya no hay solo trans femme y trans male”.

Biru nació en Rosario y, después de la pandemia, decidió mudarse a Córdoba para activar la escena acá, “desde mi perspectiva, desde la información que yo tengo, desde mis vivencias y desde lo que experimenté”, comenta. Si bien hubo experiencias locales anteriores, como Furia, en 2022 la movida se visibilizó y atrajo a muchas personas a través de las Kiki Sessions, espacios de aprendizaje gratuitos que se realizan semanalmente en la explanada de la Municipalidad. 

Una casa grande como un abrazo

En Ballroom, una casa es una familia elegida, sintetiza Biru. Pueden vivir en el mismo espacio o no, y ser horizontales -como House of Bravía de Buenos Aires y House of Concha de Rosario- o verticales, que es cuando hay xadres, madres o padres que adoptan a hijes para agrandar la familia. Principalmente, «una casa es estar ahí para acompañarnos, apoyarnos, luchar. Un espacio de escucha, de desahogo, de enojo, de debate. Y hay un vínculo muy fuerte entre nosotres», dice Biru, madre de House of Kenwa. Cuenta también que, cuando dejó la casa que integraba en Rosario para crear una y maternar en Córdoba, lo hizo por la necesidad de acompañar, porque es algo que le hubiese gustado que con su familia biológica sucediera cuando, a los 16 años, le expulsaron del hogar por su identidad. 

El nombre de la casa tiene mucho que ver con mi identidad marrona, que reivindico y celebro. En el vudú haitiano, que es de donde es mi madre, Kenwa es una bruja asociada a la lujuria, a lo sexual, al deseo… Se la encuentra en lugares muy turbios y pantanosos. En su momento, sentí que necesitaba interpretar una performance para salir un poco de mi estructura, mi adoctrinamiento de colegio católico. Empecé a explorar mi lado drag y apareció Filomena Kenwa. Después, ese nombre evolucionó, dejó de ser un personaje y pasó a ser una identidad”.

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House of Kenwa nació bajo el signo de escorpio, el 15 de noviembre de 2021, y está a punto de cumplir su primer año. Hoy, la integran once personas: “La última adopción fue hace un mes nada más. House of Kenwa te abraza y es nuestra house”, enfatiza. 

En Argentina, hay muchas casas. Desde hace poco más de cinco años, la movida se expandió y se federalizó: Biru recuerda que las primeras surgieron en Buenos Aires –House of Tropikalia y House of Glorieta– y que hay experiencias en Mendoza, La Plata, Tucumán, Santiago del Estero, Chaco, San Juan, entre otros puntos del país. “Solo en Rosario, ya hay como siete casas. Yo integré Casa Mostricia hasta que me mudé a Córdoba. De hecho, este sábado 29, habrá tres Ball simultáneas en Córdoba, Rosario y Buenos Aires. Es un montón. La escena ya se activó y se expandió en el país, y estamos tejiendo muchas redes entre nosotres. Siempre que hay posibilidad de conseguir pasajes, viajamos a acompañarnos”.

Un mundo de sensaciones

Las Ballroom se viven como una verdadera celebración… es de esas cosas que, valga el cliché, tenés que tener la experiencia para saber cómo es. Al comienzo, todes se acomodan alrededor de un pasillo, un mar de cuerpas contornean la runway, aplauden, alientan, chasquean los dedos. Les espectadores abrazan la ceremonia, están cerca y conectades con todo lo que está ocurriendo. En la cabecera de la Runway están les jurades -atentes, picantes, desafiantes- que eligen a les ganadores, en la cabina le DJ aplicando tempos específicos según la categoría, y en la pista están les performers junto a dos figuras clave: quienes tienen el micrófono y son el hilo conductor de cada segundo de la Ball. Estos roles son le MC maestre de ceremonias y le Chanter que -me saco el sombrero- conjuga rimas, fraseos y cantos durante cada presentación, a gran velocidad y con destellos de sentido muy lúcidos, enfatizando con su destreza vocal los momentos clave de las performance en la pista: “Kitty, kitty, kitty, walk! Dame tu furia no binaria. Diva trava en la pasarela. Mantén tu pose ahíííí”, recitaba Lauren Tropikalia en la Ball de videojuegos, mientras les performers calculaban su clásica caída de espaldas para golpear el piso justo cuando rugía la palabra “ahííí”.  


Sobre los roles, Biru destaca que son muy importantes y que son roles de poder. “La santísima trinidad de la Ball es Chanter-Performer-DJ. Están en permanente conexión y, si se logra una armonía… uau. Por otra parte, es muy importante que les jurades conozcan los procesos personales de les performers para no votar amiguismo. Hay que valorar el proceso y todo lo que recorrió cada persona para llegar a esa categoría. El Chanter también tiene que conocer muy bien toda la escena: por ejemplo, si te empieza a chantear con pronombres erróneos, te genderea, o te falta el respeto, no está bueno y te descoloca en medio de tu perfo”.


Las Ballroom siempre tienen una fantasía, una temática que prende la mecha creativa. El fin de semana de las infancias, en agosto, el tema elegido fue videojuegos. Entrar a Zen a la siesta era sumergirte en una consola con todos los cartuchos. No solo llamaba la atención la variedad de personajes, sino las vueltas de tuerca creativas en peinados, maquillajes, apliques, vestuario y accesorios de cada participante. Sobre la temática, la madre de House of Kenwa cuenta: “Me parecía re interesante pensar de niñe qué videojuego jugabas, qué personaje fantaseabas ser, es una perfor también. Jugar con una realidad que no podemos vivir todos los días, vivir y celebrar esa fantasía, es una parte clave de las Ball. Es pensar qué truque hago para impactar, cómo me monto porque me quiero ver carísima… por más que la tela esté toda agujereada, le voy a poner unos brillos y la voy a vender carísima. Todo muy handmade, muy craft y alucinante. Y van a estar mis amichas ahí, esperando a que yo salga con ese truque con el que les vengo quemando la cabeza hace semanas, y nos vamos a celebramos a nosotres mismes”.

A su vez, en cada Ball se proponen distintas categorías, cada una de las cuales presupone un criterio, una técnica, un guiño creativo. Algunas de las categorías más usuales son Oldway, New way, Runway, Vogue femme, Face, Bazar Bizaree, Realness, Sex Siren, Hands Performance, Best dressed, Legendary, entre otras. Les participantes caminan, voguean e interpretan en representación de las casas que integran y también hay otres que participan como 007, sin pertenencia a una casa. Las intervenciones pueden ser individuales, en parejas o en grupos. 

Más allá de los elementos mencionados, casi que lo más importante es que la actitud y la performance estén a la altura de lo que el personaje está comunicando, la historia que está contando. “Por ejemplo, cuando bailás Vogue femme, tenés que entrar en una performance porque estás interpretando a una trava… no cualquiera entiende qué es una furia travesti. Eso es Vogue femme. Cuando empezó, el vogue era más lineal, más de pose, elegante… eso hoy se llama Old way. Después, entraron bailarines a la escena y empezaron a hacerlo más rápido, con otras habilidades de elasticidad… que hoy se llama New Way. Y después, las travas evolucionaron eso hacia el Vogue femme: la música va más rápido otra vez y la perfo es un elemento de comunicación entre las travestis en la calle, ya sea la forma en que caminan, la forma en que se mueven o la forma en que se pelean. Me tenés que contar algo con tu performance, ¿quién sos vos? ¿qué energía travesti me das? ¿me das furia travesti?”, puntualiza Biru. 

El Ballroom no se agota en desmayos al piso o duckwalk de rodillas increíbles… -aunque, sí: cómo nos encanta verles hacerlo-. Hay categorías focalizadas en lucir la ropa o partes del cuerpo, en comunicar a través de las manos, en desfilar al estilo pasarela, en demostrar técnica y precisión, en desplegar performance, o incluso en desenvolver algo tan subjetivo como la sensualidad, como la categoría Sex Siren, para la cual se pide a les presentes que no registren en foto ni video, como medida de cuidado a les performers: “El sireneo tiene que ver con cómo una trava en la calle envuelve al cliente, vende el producto, muestra la carne. El sex siren viene del trabajo sexual de las putas en la calle: cómo te comunicáis con el cuerpo, esa perfo de seducción para que el cliente quiera comprar el producto. A lo mejor no tiene que ver con mostrar total desnudez, sino con miradas, una rebajadita, caricias… es muy subjetivo porque todo el mundo entiende algo distinto por sensualidad”, explica.

Vamo a kikiarla

Kiki es sustantivo, adjetivo y verbo. Kiki es comunidad local de creación, apañe y activismo. Biru comenta que, por un lado, existe la escena major o mainstream, que “está en Estados Unidos con gente súper conocida, casas hasta de marcas de ropa -como House of Gucci- y competencias enormes como la Legendary”. Por otro lado, existe la escena kiki: “Kiki es nuestra, es local, es nueva e, incluso, es una movida que están activando las identidades más jóvenes. Es juntarte a kikiar, a charlar y acompañarse, a voguear, a buscar dónde se puede quedar una amicha que no tiene donde dormir”. La escena Kiki surgió en el año 2003, una de las preciosas mutaciones de la cultura Ballroom y uno de los 20 hitos que historiza Agencia Presentes.

La primera Kiki Ball que organizaron desde House of Kenwa fue el 20 de marzo: “La montamos en ocho días con mucho trabajo y vinieron 120 personas cuando esperábamos a 30”. Desde entonces, cada vez se fue sumando más gente a las Kiki Sessions que se realizan semanalmente en la explanada de la Muni, abriendo la cultura queer al espacio público. “Es como una intervención, mostrarnos, decir ‘somos una comunidad y estamos ocupando el espacio que merecemos’. La cultura ballroom viene de la calle y es una respuesta a la hegemonía blanca”.

ballroom-Kiki-House-AM-10Sobre los procesos de autocuidado que trazan al habitar espacios públicos, Biru comenta que la persona que está con el micrófono siempre está atente a lo que pasa alrededor y a quiénes se van acercando: “Si viene X, no se puede meter así porque sí. Se sienta en silencio o, si quiere celebrar, que aplauda, pero este espacio no es para varones cis y, mientras estamos acá, cuidamos que no nos falten el respeto, que no se asuman pronombres, que no se acerquen a irrumpir o violentar”.

Las Kiki Sessions son espacios de encuentro y también de aprendizaje, pero no al estilo unidireccional, sino desde un enfoque colectivo y de acompañamiento. “Hay una persona que lidera la práctica más que nada por la gestión del espacio, pero está abierto al diálogo, a la escucha, a compartir los conocimientos que cada une trae… Todes estamos manija en casa viendo mil videos, leyendo, investigando y compartir eso entre todes es construir nuestra propia escena”.

La escena Kiki abre la posibilidad de construir la propia identidad contenida en una red de acompañamiento, como un proceso que se transita permanentemente dentro y fuera de la runway: “Es un proceso y los procesos hay que abrazarlos. De repente, todo el mundo quiere hacerlo espectacular e impecable, pero hay que abrazar el proceso de aprendizaje y de toda la educación previa a la danza. Lo que pasa corporalmente, lo que pasa afectivamente cuando nos exponemos a bailar o caminar de esa forma. Las Kiki Sessions son espacios más pequeños que una Ball, donde a veces es más cómodo animarse a mostrar lo que venís haciendo y aprendiendo. Esta es una danza de comunicación entre travas, entonces es todo un proceso ir incorporando en tu performance todo lo que querés transmitir cuando bailás”.

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Además, Biru agrega que la escena Kiki nutre la salud mental frente a situaciones de violencia que viven y que ayuda a fortalecer lazos de acción y resistencia. “Todos los días me gritan cosas en la calle. Cuando estás sola, sole, solo, no es fácil responder por una cuestión de temor, inseguridad y miedo. Pero la comunidad es también compartir estas experiencias, empoderarnos, responder y oponer una resistencia. Ya que pasó un año desde que creamos la casa, nos gustaría convocar a una asamblea o un conversatorio sobre la importancia de crear estos espacios”. 

Autogestión y acceso laboral trans

Todo lo que genera el movimiento Kiki en Córdoba, ¿es reconocido como trabajo? Biru me mira unos segundos, como sabiendo que anticipo la respuesta, y responde: “No, pero la verdad que es un trabajazo. Cuesta que la remuneración esté presente porque es todo muy autogestivo. Vender entradas, conseguir plata para pasajes y hospedaje para quienes vienen, para pagar los distintos roles, para premios o cash prize para les performers… Involucra a muchas personas llevar adelante una Ball. Por otro lado, esto de ser familia también es ayudarnos en lo que podamos… De repente, une jurado participa sin cobrar por su trabajo o nos hospedamos entre todes y tenés 20 travestis durmiendo en tu casa en un tetris de colchones. Hacemos mucho por amor a la escena”. 

En cuanto a las Kiki Sessions, Biru expresa que intentan abrir las clases a la calle para que cualquier persona pueda acercarse de manera gratuita o generar cupos trans y no binaries sin costo, en vez de limitar el espacio a una clase paga. “Habilitamos espacios y hacemos uso de nuestros derechos: estamos kikiando y vogueando en la calle. Estamos haciendo ballroom desde otro artivismo, fuera de la academia. En las academias, deberían proponer que las travestis sean quienes accedan a ese trabajo y den las clases”.

*Por Julieta Pollo para La tinta / Fotografías: Ana Medero y Ezequiel Luque para La tinta.

Palabras claves: Ballroom, House of Kenwa, LGBTIQ

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