J. K. Rowling siempre fue una forra y no lo vimos: relectura de Harry Potter
La saga de Harry Potter es una de las historias de fantasía más famosa y exitosa de los últimos tiempos. Convirtió a su autora, J. K. Rowling, en multimillonaria y fue llevada al cine en ocho películas que la volvieron aún más icónica. El autor de esta nota relee los libros del niño mago y se enfrenta a lo que siempre estuvo ahí y no lo notamos: Rowling es derecha para niñes.
Por Sailor Mate para La tinta
Más de 10 años después del estreno de la última película, Harry Potter sigue siendo amado por millones en todo el mundo. Sin embargo, esta historia tiene sus “cositas”. Dadas las declaraciones que ha hecho Rowling en los últimos años, y su constante manía por criticar y militar en contra de la comunidad trans, releer los libros puede resultar desafiante: estas “cositas” resultan más notorias y ponen en evidencia ese lado oscuro de su autora.
Sorprendió y decepcionó a muches cuando Rowling decidió usar su influencia y fama para atacar a un grupo marginado, pero siempre estuvo presente en las aventuras del niño mago.
¿Por qué una relectura?
El título de esta nota, creo, amerita algunas aclaraciones. Primero, voy a pedir a les lectores –sobre todo, a aquelles que vienen de Facebook– que respiren profundo y cuenten hasta 10. Sé que muches tienen un lugar especial en sus corazones para Harry Potter. Créanme cuando les digo, yo solía ser un ultrafanático. No solo leí la saga varias veces, sino que perdí la cuenta de la cantidad de veces. Sí, ese es el nivel de fanatismo con el que amaba estos libros.
Segundo, voy a dar por sentado que quien está frente a esta nota leyó los libros o, por lo menos, vio las películas. Y si no es así, par favar, ya mismo vaya a ver las películas, ¡no sea ignorante! Y también, SPOILER ALERT.
Por último, ¿qué sentido tiene, en 2022, releer una saga que comenzó en 1997? Tal vez tendrá 25 años de antigüedad, pero está lejos de ser irrelevante. Sucede que todo el mundo sabe quién es Harry Potter. Hace menos de un año, estrenó la tercera película de «Animales Fantásticos», el refrito que ocurre en el mundo de la magia durante las primeras décadas del siglo XX, y el videojuego «Howarts Legends» sale el año que viene. Rowling sigue siendo una figura importante en el mundo literario, reconocida y alabada (y defendida ferozmente) por millones.
Ya sabemos que el fascismo moderno tiene a la comunidad trans en la mira como chivo expiatorio. Teniendo en cuenta la postura prejuiciosa e intolerante que tiene Rowling al respecto, suena lógico revaluar su obra más importante. Cuando pude recuperarme del shock a partir de sus declaraciones horribles en Twitter, me di cuenta de que la Rowling TERF de derecha siempre estuvo ahí, dando voz a sus personajes estereotipados.
Para les distraídes, compartimos algunos de sus hermosos tuits que nos obligan a repasar parte de su obra y volver allí para constatar lo que en su momento no hizo ruido.
If sex isn’t real, there’s no same-sex attraction. If sex isn’t real, the lived reality of women globally is erased. I know and love trans people, but erasing the concept of sex removes the ability of many to meaningfully discuss their lives. It isn’t hate to speak the truth.
— J.K. Rowling (@jk_rowling) June 6, 2020
‘People who menstruate.’ I’m sure there used to be a word for those people. Someone help me out. Wumben? Wimpund? Woomud?
Opinion: Creating a more equal post-COVID-19 world for people who menstruate https://t.co/cVpZxG7gaA
— J.K. Rowling (@jk_rowling) June 6, 2020
Apparently, under a Labour government, today will become We Who Must Not Be Named Day.
— J.K. Rowling (@jk_rowling) March 8, 2022
Harry Potter y el gordoodio no tan secreto
Empecemos por lo que, creo, es el defecto más evidente en la escritura de Rowling: su desdén por las características físicas no hegemónicas; en particular, su mirada hacia la gente gorda. La forma en la que un personaje es caracterizado siempre ayuda a quien lee a conocer y entender a dicho personaje. Pero muchas veces, también, puede ser una forma de conocer a les autores.
Algunos de los personajes que podrían considerarse gordos en HP son: Dudley, el primo malvado de Harry; Vernon, el tío malvado de Harry; Crabbe y Goyle, los amigos/patiños grandotes y boludos de Malfoy; Milicent Bulstrode, una brabucona de Slytherin, entre otres. Todes, como notarán, son les villanes de la historia: son crueles, mezquines y, también a veces, no muy brillantes.
“Había una gran cantidad de retratos de lo que parecía una gran pelota rosada con gorros de diferentes colores, pero Dudley Dursley ya no era un niño pequeño”, dice la presentación de Dudley en el primer libro. Es verdad que les bebés tienden a ser más bien rechonches, pero no les describiría como “pelotas”. Pasemos a otra descripción del primo malvado, esta vez, del segundo libro: “Dudley (…) estaba tan gordo que el culo se le derramaba por ambos lados de la silla de la cocina”.
Este personaje es absolutamente detestable: es un niño malcriado y cruel que disfruta haciéndole la vida imposible a Harry; está escrito para ser odiado. Pero llega un punto en que la constante y grotesca descripción de él como “bola de grasa”, con sus “dedos de cerdito”, “ojos de cerdito”, cuerpo que parece el de una ballena asesina (en serio, hace esa comparación en “El Cáliz de Fuego”), nos hace preguntar: ¿tenemos que odiarlo por ser malo o por ser gordo?
Estas descripciones abundan en toda la saga y no se limitan a Dudley. La principal característica del tío Vernon es su bigote y su falta de cuello (porque es gordo, ¿entienden? Lol).
Uno de los pocos personajes con sobrepeso que esquiva la prejuiciosa mirada de Rowling es la señora Wesley, quien es descrita como “una mujer pequeña, rolliza, de rostro bondadoso”. Claro, es que Molly Wesley es la madre de Ron; es “rolliza”, no una gorda.
Lo interesante es que hay varios momentos en los libros en que Draco Malfoy se burla del sobrepeso de la señora Wesley para molestar a Ron. La falta de autopercepción de Rowling no deja de sorprenderme. Ella caracteriza a Malfoy como un niño malo que se burla de la gente gorda, pero no parece percatarse de la crueldad y saña con la que ella misma describe a otros personajes.
Harry Potter y los cuerpos feminizados
Como hemos aprendido en los últimos años a través de sus campañas de terferismo, nuestra querida Joanne tiene mucho para decir sobre los cuerpos feminizados y lo que significa ser mujer. Pero su tóxica y limitada mirada sobre las mujeres ya mostraba la hilacha en HP, donde los estereotipos sobre las mujeres “buenas y malas”, “respetables o detestables”, alimentan la histórica mirada anticuada.
Primero, hablemos sobre las NLOG (paciencia, lectores, juro que tengo un punto). NLOG es jerga de Internet para referirse a las chicas que “no son como otras chicas” (el acrónimo en inglés significa “not like other girls”). El término se popularizó en redes sociales, pero representa un arquetipo muy usado en series y películas. Es la chica “copada”, un poco torpe tal vez, que no teme ser vista sin maquillaje o despeinada, que no teme comer una hamburguesa, que prefiere comprarse un libro en lugar de ropa; básicamente, la protagonista de cualquier comedia de adolescentes.
Este arquetipo no tiene nada de malo en sí; lo que despierta críticas es cuando se utiliza para contrastar (y menospreciar) otras feminidades más tradicionales. Al fin y al cabo, la NLOG es la “antiporrista”.
Y, ¿qué tiene que ver esto con Harry Potter? Bueno, J. K. Rowling, se podría decir, es experta en NLOG. La autora tiende a describir a sus personajes femeninos “buenos” de una forma específica: Hermione, Ginny, McGonagal, Molly Wesley, todas son personas con carácter, gentiles, pero asertivas; críticas, pero justas; femeninas, pero no demasiado y muy inteligentes. Por otro lado, echemos un vistazo a las otras protagonistas que son o malas o, al menos, según el texto, antagónicas para los personajes principales. Lavender Brown es la primera novia de Ron y, por ende, rival de Hermione. Es descrita como una chica un tanto crédula (es fanática de la profesora de adivinación, una clara farsante) y chismosa. Durante su relación con Ron, es necesitada, posesiva, celosa y muy empalagosa. Cho Chang es la única estudiante china (que sepamos) en Hogwarts. Ya de entrada, arrancamos mal con el nombre: Cho es un apellido coreano, mientras que Chang es un apellido chino. Muches fans notaron no solo la pereza de este nombre, sino también su similitud con el término “ching chong”, utilizado como burla hacia la gente china. Además, esta estudiante pertenece a la casa Ravenclaw, la de les inteligentes, porque, ¿adónde más van a ir los personajes asiáticos? Sí, los duendes de Gringots que controlan el dinero de los magos y se parecen a las caricaturas nazis de judíos es solo uno de los muchos estereotipos explotados en Harry Potter; pero volvamos con Cho. Una de las características principales de ella es que llora mucho, todo el tiempo, y estas sensiblerías no parecen del agrado de Rowling ni de su protagonista. Y solo porque a su novio lo mató el señor oscuro, ¡no es para tanto, querida! De hecho, esta es la bella reflexión que tiene Harry sobre Ginny en el último libro: “Esa era una de las cosas que más lo maravillaban de Ginny: que casi nunca lloraba”. Un campeón, Harry, nunca cambies.
Sin embargo, ningún personaje muestra el desdén de Rowling por lo que podríamos considerar “feminidad tradicional” como Dolores Umbridge y Rita Skeeter. Los principales atributos de Umbridge son su sadismo desmedido y su amor por todo lo que sea rosado, tierno y azucarado. Su voz, según la autora, es chillona, cantarina e infantil, o “girlish”, en su inglés original. Su oficina en Hogwarts tiene las paredes llenas de platos con retratos de gatitos, todo es rosado, con vuelos y adornos. Aun así, detrás de esa máscara de aparente delicadeza y amabilidad superficial, se esconde un verdadero monstruo (mmm, qué analogía interesante). Muches la consideran el peor personaje de toda la historia; sí, peor que Voldemort incluso (seguimos hablando de Dolores, gente, no se distraigan). Por supuesto, también tiene cara de sapo, con un cuello corto como el del tío Vernon. No se podía esperar nada menos sutil de Joanne.
Por otro lado, Rita Skeeter es todo artificio: mucho maquillaje, uñas largas perfectamente arregladas y pintadas, rulos impecables y bien peinados, cejas cuidadosamente delineadas con lápiz, muchos anillos y hasta anteojos con joyas incrustadas. Pero hay ciertos detalles que Rowling comparte sobre Skeeter que resultan más insidiosos cuando tenemos en cuenta sus opiniones actuales: sus manos con dedos gruesos como garras, sus brazos sorprendentemente fuertes y su rostro con “fuertes” mandíbulas. Además, Rita es descrita como una periodista sin escrúpulos que se “disfraza” para entrar a escondidas a la escuela y espiar a les alumnes. No es muy diferente a la opinión que tiene la autora sobre las mujeres trans: personas que usan el artificio y el disfraz para engañar e invadir espacios.
Harry Potter y las políticas conservadoras
Hay tres temáticas en HP que, en mi opinión, reflejan la ideología conservadora de J. K. Rowling: los elfos domésticos, Azkaban y el Ministerio de la Magia.
Empecemos con los elfos domésticos: esta raza de pequeños sirvientes viven por y para los magos a los que sirven. El único personaje que parece percatarse del pequeño problema de ESCLAVITUD que existe en el mundo mágico es Hermione. Cuando ella descubre las condiciones en las que viven los elfos domésticos, decide crear una agrupación que luche por sus derechos. Esto podría haber sido una subtrama interesante en la historia, pero, ¿a quién le importa la esclavitud?
Ningún personaje se toma en serio los reclamos de Hermione. Harry y Ron la ignoran o se fastidian cuando ella saca el tema, y muches directamente la critican, ya que “a los elfos domésticos les gusta servir a los magos”. Hermione insiste en que Dobby es el claro ejemplo de cómo podrían mejorar la vida de los elfos. El problema es que Dobby es visto, tanto por otros magos como elfos, como la oveja negra, básicamente, el raro. Hermione será una de sus protagonistas, pero, en lo que respecta a su militancia a favor de los elfos domésticos, parece representar la opinión que tiene Rowling sobre el progresismo moderno.
Lo curioso es que, a lo largo de la historia, vemos que el tema de la supremacía de los magos en Harry Potter es un problema sistémico. Tal vez a los elfos les guste ser esclavos, ponele, pero no vemos muchos elfos felices a lo largo de los 7 libros: Dobby era constantemente maltratado por sus amos hasta que Harry lo libera; Kreacher crece en una familia de magos tenebrosos cuyo fanatismo lo convierten en un ser prejuicioso y solitario, obsesionado con servir al cuadro de su antigua ama; Winky es una elfa que se vuelve alcohólica luego de ser liberada como castigo; y Hokey es una elfa que termina condenada por el asesinato de su ama, un crimen que no cometió. Rowling nos muestra que Dobby quería ser libre y lo logró; pero, ¿liberar a todos los elfos? ¡¿Dónde se ha visto?! Podría haber sido un lindo giro.
Por otro lado, tenemos Azkaban, la cárcel para magos y brujas “malvades”. Esta cárcel es custodiada por dementores, seres que se alimentan de los pensamientos felices y obligan a sus víctimas a revivir sus peores recuerdos. Eventualmente, todes les prisioneres de Azkaban terminan perdiendo la cordura debido a su constante exposición a estas criaturas. Acúseme de zurdo hippie comunista, pero no creo que la cárcel sea un lugar donde se deba torturar a la gente. No sé, digo. Me parece una forma bastante simplista de ver el mundo: la gente buena es buena y merece cosas buenas; la gente mala es mala y merece ser torturada hasta la muerte. Además, la misma historia nos muestra muchos casos en los que gente inocente termina en Azkaban: Sirius, Hagrid y Morfin, entre otres. Sin embargo, la inocencia o culpabilidad de les recluses es irrelevante, no dejan de ser humanes, víctimas de un sistema que el Ministerio de la Magia -y, por ende, Rowling- se niega a cambiar.
Por último, tenemos el Ministerio de la Magia. En los últimos libros de la saga, la autora nos muestra lo que pasa cuando un gobierno es corrupto e incompetente. El ministerio lleva a cabo una campaña de desprestigio en contra de Harry en “La Orden del Fénix” para que nadie le crea y poder mantener el control en el mundo mágico. En el libro siguiente, vemos al nuevo ministro tratando de usar a Harry para convencer a la gente de que no son unos ineptos. En el último libro, Voldemort toma el poder del ministerio y lo usa para perseguir a los “sangre sucia”. La historia nos muestra cómo el gobierno puede mentir y manipular a la gente para ganar y mantener el poder, pero ignora el hecho de que cambiar un gobierno puede ser más que solo “sacar a les males”. A veces, tenemos que cambiar el sistema que permite que estes villanes lleguen al poder. Es por esto que me resulta revelador –pero no muy sorprendente– que, luego de que Voldemort es derrotado, los tres personajes principales terminan trabajando para el ministerio. Vale aclarar que este detalle (al igual que la revelación de que Dumbledore era gay) habría que tomarlo con pinzas, ya que es información compartida por Rowling, pero que no se detalla en los libros.
En estos tres ejemplos se puede ver, en mi opinión, un atisbo de las inclinaciones por las políticas conservadoras de J. K. Rowling. El mundo mágico está plagado de injusticias. Voldemort será el “Hitler mágico”, pero no es la causa de todos los problemas que afectan a esta sociedad. Sin embargo, una vez que el brujo tenebroso es derrotado, todo vuelve a la “normalidad”. La supremacía de los magos sobre otras criaturas no vuelve a cuestionarse y el estatus quo permanece intacto. Es un alivio que Rowling no haya hecho a Dumbledore gay en los libros. ¿Se imaginan? Se hubiera llamado “Jotacio Muerdealmohadas” o algo así.
Hace varios años que me encuentro dividido en lo que respecta a Harry Potter: no puedo negar que fue una fuente de felicidad y entretenimiento durante mucho tiempo. Pero después de haberlo leído tantas veces, y al ver el daño que su autora continúa provocando a la comunidad LGBTQI+, me resulta cada vez más difícil recordar por qué me gustaba.
Harry Potter es, en esencia, la historia de un niño que vive en una casa donde es constantemente abusado por su familia por ser mágico, por ser quien es. Sin embargo, un día, es rescatado y llevado a un castillo lleno de personas como él, donde aprende magia, hace amigos y tiene aventuras. Visto de esta forma, no es extraño que esta historia resuene tanto en la comunidad LGBTQI+. O sea, ¡el pibe literalmente era obligado por su familia a dormir en un puto clóset! No es extraño tampoco que la reacción de muches ante las opiniones de Rowling no haya sido solamente decepción, sino absoluta traición. Y me incluyo. Tengo incluso las versiones en inglés de varios libros de la saga. Siempre atesoré estas hermosas ediciones de tapa dura; ahora, irónicamente, las escondo en el armario con amargura y hasta vergüenza. ¿Ustedes qué piensan?
*Por Sailor Mate para La tinta.