Día de las Infancias: «Se festeja para recordar y reconocer la importancia de ser niñe»
¿Qué les pasa a las infancias hoy? ¿Qué les preocupa? ¿Qué sueñan? ¿Cómo ven sus comunidades? Conversamos con Pía, Nehuén, Jacinto, Piero y Elías, cinco niñes cordobeses, y con la psicóloga Laura David para conocer sus miradas sobre las problemáticas y deseos de las infancias.
Por Redacción La tinta
“Si conseguimos que una generación, una sola generación, crezca libre en España, ya nadie podrá arrancarle la libertad, nadie podrá robarle ese tesoro. Ahora, ustedes, a volar”.
Don Gregorio en La lengua de las mariposas
Este domingo, se celebra el Día de las Infancias, que resignifica lo que hasta 2020 fue el “día del niño”, una nueva denominación que pretende una mirada más plural e inclusiva de las diversas maneras de vivir la niñez.
«El día de las infancias es el día feliz, los niños deben tener el derecho a festejar su día y es el día que reciben la atención del mundo y se creen importantes, porque hay casos en que los adultos no hacen caso a los niños por simplemente ser muy pequeños», explica a La tinta Piero García del Águila, de 13 años, vecino de barrio Nuevo Progreso. Para Jacinto Sonkoy, de 11 años, habitante de La Calera, es “un día que hacemos algo divertido como ir a caminar por la montaña o ir a ver una película al cine” y Pía Godoy, compañera de barrio Maldonado, agrega: “Se festeja para recordar y reconocer los derechos de los niños, y que es importante ser niño, es un día en el que todos los niños y las niñas deberían estar felices”.
Un dato de color: la palabra “infancia” viene del latín “infans”, que significa “el que no habla”. Durante mucho tiempo, se pensó a les niñes como importantes en tanto proyecto de personas futuras, sujetxs políticxs con capacidad de acción y participación, tomando la palabra y construyendo sus reflexiones, demandas y necesidades junto a otres.
Números que alarman
“¿Alguien quiere pensar en los niños?”, grita Helena Alegría en Los Simpsons, exigiendo mayor protección a las infancias ante una invasión de osos. Si hacemos un breve repaso por sus condiciones materiales, sobran motivos para escandalizarse. El último informe del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) arrojó que, en el segundo semestre de 2021, más de la mitad de les menores de 14 años está bajo la línea de pobreza, realidad que se sostiene por lo menos desde el 2019 en nuestro país, siendo el 2020 el año de mayor impacto. Los informes del Observatorio de Deuda Social Argentino (ODSA) de la Universidad Católica Argentina muestran que, en el 2020, el riesgo alimentario en las infancias trepó al 46% y, de estos, el 28% experimentó episodios de hambre.
La calidad de los alimentos es otro factor que impacta directamente. Desde el regreso de la democracia, en nuestro país, existen copas de leche y comedores impulsados por organizaciones sociales, políticas, eclesiásticas, estatales surgidas a partir de las necesidades de la población. Por distintos motivos, la variedad de los alimentos es escasa: sin frutas, verduras, legumbres e incluso proteínas, se está lejos de los nutrientes fundamentales. Según el Observatorio, en los sectores más empobrecidos, el 60% de les niñes tienen sobrepeso por el déficit nutricional.
Desde el gobierno, se sostiene, a duras penas, el Programa de Asistencia Integral de Córdoba (PAICor) donde niñes y jóvenes tienen una comida diaria. En los últimos años, se recortó progresivamente su alcance, siendo deficitario, excluyente y de baja calidad alimentaria. A esto, se le suman los reclamos de trabajadores por las pésimas condiciones laborales. Mientras tanto, en la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia (SENAF) de Córdoba, encargada de las políticas públicas para promover los derechos de les niñes, sus trabajadores reclaman mejores condiciones laborales: la mayoría son precarizades con monotributos y becas, y los salarios no alcanzan el mínimo, vital y móvil.
Dar lugar a las infancias
“Lo que debería cambiar para que las niñas y niños estemos mejor es la forma de comunicación entre los adultos y los niños”, refiere Pía y Piero agrega: “En una familia, el niño quiere dar una opinión que es buena, pero no es escuchado por simplemente ser muy pequeño y que los adultos se crean mayores. Hay otros casos en que el mismo niño es más inteligente y da mejores opiniones que un adulto”.
En diálogo con La tinta, la psicóloga Laura David abre preguntas para pensarnos y cuestionarnos como adultes: “¿Somos posibilitadores de espacios respetuosos? ¿Generamos condiciones adecuadas que potencien la autonomía de las ‘infancias’? ¿El diálogo es sincero y en igualdad de condiciones? ¿Cómo acompañamos los procesos educativos? ¿Somos conscientes de las implicancias en la toma de decisiones sobre los asuntos que afectan a los niños, niñas, niñes?”.
En los territorios donde viven, las infancias atraviesan diversas problemáticas. “No me gusta la alta contaminación del agua, del basural y del aire -dice Piero-. Tampoco la falta de responsabilidad de la comunidad del barrio, por ejemplo, en el cuidado de los niños, de las mascotas, del agua, etc.”. Elías agrega la importancia de tener “un lugar para pasar el rato sin tener miedo. También un lugar para ir a hacer deportes, jugar al fútbol, básquet, vóley”. Por su parte, Jacinto, que vive en las sierras de Córdoba, comenta que un problema de la zona “es la cantera que sacan toda la tierra y se llena todo de polvo, y termino enfermo, como ahora, y me cuesta mucho más curarme”. Nehuén Nicanor hace foco en el agua “que está faltando. Falta para tomar, para la gente que tiene filtros, también para lavar platos y las manos”. Finalmente, Pía cuenta que, en su barrio, hay gente que no respeta los lugares que están limpios y “eso trae problemas entre vecinos”. En los relatos citadinos, la necesidad de sentirse segures aparece con fuerza.
“El rol del Estado como garante de derechos nos pone a pensar sobre la real y efectiva implementación de las políticas públicas vinculadas a la niñez y la adolescencia en materia de salud, educación, cultura, justicia, seguridad, etc., y el acceso a las mismas -sigue Laura-. Nos urge que la agenda de niñez y adolescencia esté presente en el centro de las prioridades de los municipios, para así poder garantizar esos derechos en sus comunidades”.
La participación protagónica de les pibes en la creación de las políticas que les atañen sigue siendo un reclamo: “La incidencia se materializa a partir de la organización, los pibes y las pibas están organizades, el gran desafío es para los y las adultas, poder escuchar, tomar esas ideas y habilitar estas voces”, señala Laura.
Una mirada feminista
Además de psicóloga, Laura es feminista. Desde ese lugar, se interesa por acompañar procesos de transformación para la no vulneración de derechos de niñeces y adolescencias. «El vínculo de los feminismos y los protagonismos en las infancias tiene varias cuestiones por pensar que se entrecruzan y atraviesan», explica Laura. Luchas históricas han relacionado la función maternal con la opresión y la reproducción del capital, pero otras miradas feministas, “hablan de que las mujeres, infancias y adolescencias deberían aliarse frente a este sistema opresor, el patriarcado, el adultocentrismo. Pero las mujeres deben tener mucho cuidado de no reproducir estas mismas formas de crianza, basadas en la opresión, ya que, al gozar del beneficio del adultocentrismo, se llevarían a cabo conductas y mensajes que seguirían reproduciendo estas estructuras beneficiando al patriarcado”.
Actualmente, atravesamos momentos de una profunda transformación social-cultural, “donde los acompañamientos en la crianza se realizan de maneras más respetuosas, con apego, amorosas, frente a aquellas en las que seguimos reproduciendo el modelo patriarcal-tutelar y adultocéntrico”, refiere y propone pensar el adultocentrismo no como conducta, sino como una estructura de poder y dominación con consecuencias en la biografía y los cuerpos de las infancias, con un sentido determinado. «La organización es la herramienta política que les permite a pibas y pibes que se junten, que puedan pensar lo que les pasa, por qué les pasa, pensar las causas en diálogo con los y las adultas (…) para que vean que son problemáticas, situaciones que nos tocan e involucran a todes. La reflexión colectiva para pensar acciones que transformen», agrega.
A Nicanor, lo que más le gusta son “los árboles para trepar” y, a Jacinto, “el monte y las plantas. ¡El monte es todo, plantas, animales, montañas!”. “El día de las infancias, además de ser algo muy comercial, se celebra para recordarnos nuestros derechos por ser niños. Para mí, ser niño significa sonreír, ser feliz, no tener responsabilidades como un adulto. Tener tiempo libre, más allá del cole, aunque también es divertido, hacer amigos mucho más fácil que cuando sos adulto porque te peleás, te ponés nervioso y esas cosas”, concluye Elías.
*Por Redacción La tinta / Imagen de portada: Ana Medero para La tinta.