Alberto Haylli y su mirada sensible

Alberto Haylli y su mirada sensible
21 julio, 2022 por Redacción La tinta

La obra de este fotógrafo de Junín, de la Provincia de Buenos Aires, fue un secreto a voces hasta 2018. En ese año, Christian Remoli y el equipo de Proyecto Haylli comenzaron con la puesta en valor de su archivo. Un corpus de más de cinco décadas de registro fílmico y de fotografía que cuenta, con una belleza y sensibilidad única, la historia de su ciudad y de nuestro país. 

Por Fernando Bordón para La tinta

Las centralidades generan algunos estereotipos para poder mantener la monopolización de lenguajes, símbolos y valores, que marcan y arbitran qué puede pertenecer y qué no. En el campo del arte, esto se emana desde las centrales estéticas que legitiman el ingreso a ese circuito según los símbolos, valores, lógicas, formas, de una época. Este sistema hizo que se invisibilizara a aquellxs que, desde el oficio, se expresan con algún lenguaje. Cuántxs artistas de pueblos, ciudades alejadas de estos centros, nos hemos perdido de disfrutar solo porque no respondían a los requisitos de un mercado. 

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Tal vez Alberto Haylli sea uno de ellxs, por haber desarrollado su obra en Junín, alejado de la Capital Federal donde ese dios del mercado atiende. Pero la magnificencia y belleza de las fotografías y las películas pudieron atravesar hasta el tiempo y, ante eso, no hay canones que puedan eclipsar. 

Este corpus de obra comenzó a ver la luz en 2005 cuando Christian Remoli, realizando un documental sobre la historia de Junín, dio con unos VHS que tenían cobertura de Haylli de la inauguración del Estadio Eva Perón, del club Sarmiento de Junín. Luego, Remoli se contactó con Herminia, hija del fotógrafo, quien le dio acceso a todo el archivo que consistía en 95.000 negativos y 50 horas de fílmico en 16 mm. A partir de ahí, se comenzó a gestar el Proyecto Haylli. 

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El proyecto es la visibilización de la figura y la obra de Alberto Haylli. Quien fue fotógrafo y cineasta nacido en Buchardo, Córdoba, y criado en Junín (Provincia de Buenos Aires) a partir de 1920 aproximadamente. Su trabajo va más o menos desde 1932 hasta 1989 y permaneció guardada después de su muerte en 1994. Nosotros accedimos recién en 2005 y estaba sin clasificación. Tardamos en generar fondos mucho tiempo, por lo que, con el proceso de recuperación, recién pudimos arrancar en 2018”, cuenta Remoli en charla con La tinta.

También afirma que, cuando empezaron a ver lo que había, se dieron cuenta de que era un tesoro y pensaron que no podía salir de ese lugar y terminar en un disco rígido. Hubiese sido solo un rescate para ellxs y para la familia. Ahí fue cuando comenzaron a planificar la visibilización de la obra, que comenzó con la realización de un mural arriba del altillo donde se guardaban los archivos, un fotolibro que se llama “Alberto Haylli, una memoria revelada”, la serie documental en Canal Encuentro, el acompañamiento de una muestra del Museo Evita y la organización de la muestra en el espacio Arte x Arte de la Ciudad de Buenos Aires, que se inauguró el pasado 2 de julio. 

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Sobre la manera en que decidieron desarrollar el proyecto, Remoli aclara que “Haylli tenía un concepto público de la cultura. Fue el tipo que potenció las galerías que eran las vidrieras de fotografías a la calle, cortaba el tránsito de una calle céntrica de la ciudad y proyectaba cine de manera gratuita en la puerta de su negocio. Ahí mostraba producción propia, noticiero, publicidades, eventos de Junín, por ahí algún dibujo animado (no de producción propia). Era algo novedoso para la época. Por eso, nos propusimos que todas las acciones culturales vinculadas a la visibilización de la figura del Gordo y a su trabajo estuvieran pegadas a estas ideas”.

Los instantes decisivos 

Haylli o el Gordo, como lo conocían en su ciudad, desarrolló su oficio durante cinco décadas, trabajando como fotoperiodista en el diario La Verdad de Junín; como fotógrafo de la policía; realizó fotografía social, callejera, retratos y desnudos. Por ello, el corpus de su obra está atravesado por varios ejes; en la puesta en valor, la clasificación que se hizo generó más de 30 carpetas.

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«Dentro del fotoperiodismo, tiene un abanico muy abarcativo de diferentes géneros: desde política, sociedad, cultura, deporte, la vida diaria de la ciudad, etc. Era un sacador compulsivo de fotos, tenía la máquina todo el tiempo colgando e iba retratando. Una dato fundamentales es que, en el año 36/37, se compró una cámara, la Contax 3A, que es la primera 35 mm que se puede colgar. Eso le da libertad de poder salir a las calles a fotear. Con esta nueva adquisición, logra darle identidad a la gente, porque antes estaba retratada muy chiquita y no eran identificables. Por las fotografías del Gordo, te enterabas a qué se dedicaban, qué eran o qué hacían, si estaban paseando por el centro, si eran ferroviarios, futbolistas, médicos, enfermeros, enfermeras”, describe Remoli sobre las imágenes del fotógrafo. 

Sin duda que su registro de más de 50 años del siglo 20 se da en un momento de la historia de nuestro país cargado de hechos trascendentes. Con alguien que tiene la capacidad innata y la sensibilidad para mirar y captar con belleza y destreza técnica, genera una obra con ese tenor.

«Su mirada como fotógrafo tiene que ver con el instinto, lo que cuenta mucho cómo era él. Por ejemplo, en la mayoría de las fotografías de calle, la gente está sonriendo; en los desnudos (que los primeros son de fines de los años 30), se percibe una situación de complicidad, no es forzada y hay mucha sonrisa. Creo que el Gordo tenía un carisma importante. Desde el punto de vista técnico, yo no soy un especialista en fotografías, pero los fotógrafos que consultamos para la serie hablan maravillas y lo comparan a Cartier-Bresson, Coppola, Vivian Maier. Yo, para serte honesto, no veo grandes diferencias entre las fotos de Coppola y las del Gordo, es más, para mí, son mejores las de él. Pero bueno, por ahí puedo estar un poco sobrestimándolo. Lo que sí no tengo dudas es que es un gran artista, a la altura de cualquiera, no solamente en lo técnico, sino también desde lo periodístico”, cuenta Remoli cuando se le pregunta cuál es su percepción sobre el trabajo del fotógrafo. 

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Pero, además, es un registro con valor histórico, agrega Remoli, porque es el único que tiene contada en fotos y en parte en fílmico la historia argentina con esa variedad. No se ha encontrado otra persona que lo haya hecho con esa magnitud.

Cuando unx se detiene a ver las fotografías de Haylli, no solo ve el valor histórico, periodístico, estético, sino que también ve el pulso, la sensibilidad y la mirada de un artista. En la galería de fotos con que se ilustra esta nota, podemos ver una imagen de Eva Duarte en la despedida en su última visita a Junín. Más atrás, se ve cómo un trabajador ferroviario con su mirada contempla a Evita. En esta imagen, más allá de su belleza y su técnica, se puede percibir la emoción, la atmósfera del momento, es la figura de una líder política y lo que genera en un trabajador. Esa imagen cuenta nuestra historia, tiene la capacidad de atravesar los tiempos y emocionarnos, es una parte de nuestra memoria colectiva que escapa a los cánones impuestos por la centralidad de los mercados. Es la mirada sensible e instintiva de Haylli.

*Por Fernando Bordón para La tinta / Imagen de portada: Alberto Haylli.

Palabras claves: Alberto Haylli, Buenos Aires, Eva Perón, Fotografía

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