Las crisis recurrentes y la impotencia de los modelos

Las crisis recurrentes y la impotencia de los modelos
29 julio, 2022 por Redacción La tinta

Hugo Presman afirma en esta nota que tanto el kirchnerismo como la oposición exhiben el anhelo de volver a sus paraísos perdidos: los 12 años de gobierno y el Centenario. El futuro espera impaciente que lo seduzcan con propuestas superadoras, descartando el retorno a esos supuestos paraísos, concretados bajo otras realidades. Mientras tanto, las crisis superpuestas agotan y agobian a los argentinos.

Por Hugo Presman para La Tecl@ Eñe

El país vive una de sus crisis recurrentes, con una corrida contra el peso con el retiro de parte de los tenedores de los bonos argentinos emitidos para neutralizar la emisión monetaria y una corrida cambiaria. Las reservas de divisas escasas se ven reflejadas en las restricciones a las importaciones esenciales, después de dos años a los que Cristina Fernández calificó de un festival de importaciones, donde se evaporaron dos años de superávit comercial por 27.000 millones de dólares.

Inflación descontrolada y recesión por falta de insumos, con caída del poder adquisitivo de salarios y jubilaciones, con pobreza e indigencia subiendo, acercan sombríos presagios. Una tormenta perfecta.

La crisis política de una coalición astillada y enfrentada, con un armisticio transitorio, se superpone, atraviesa y potencia a la crisis económica. Todo está dado vuelta. Al borde del abismo, el presidente y la vicepresidenta vuelven a hablar y cenan junto con el tercer referente, Sergio Massa, al que la discordia del binomio lo coloca en un lugar expectante, desproporcionado a los votos que supuestamente lo respaldan. Acuerdan, de apuro, una reemplazante del ex ministro de Economía, Martín Guzmán, con reticencias y ausencias de apoyos simbólicos por parte de la vicepresidente. Y en menos de una semana, Silvina Batakis suscribe en más de un noventa por ciento el rumbo de su antecesor, que es el impuesto por el FMI. Muchos de los que militaban decididamente por el alejamiento del discípulo de Stiglitz ahora ven como positivas las mismas medidas que anuncia la ex ministra de Economía de Daniel Scioli. En la exposición que realizó desde Calafate, en la inauguración de un cine-teatro, Cristina Fernández llamó a “discutir políticas, no nombres”, lo que incrementa la incertidumbre sobre la permanencia de su apoyo a Batakis.

Con relación a las exigencias del Fondo que el presidente ha manifestado que es su plan, merece considerarse esta reflexión del sociólogo Ezequiel Adamovsky: “El FMI no pide ajuste para recuperar el dinero que presta: presta dinero para forzar ajustes. Es un organismo de control político, no de servicios financieros”.

La Argentina es un país donde las contradicciones permanentes y sin solución de continuidad no provocan pudor. Alberto Fernández es un presidente que en la mayoría de las decisiones desilusiona a los propios y enoja a los adversarios. Intenta no irritar al establishment que le replica a través de sus medios en forma de descalificaciones superlativas, a las que se suman las adjetivaciones críticas de su propio frente. La vicepresidente llega a la conclusión de que el huevo de la serpiente es el bimonetarismo y que solo podrá ser superado con un gran acuerdo. No se sabe cómo lo podrá articular si a lo largo de los casi tres años del gobierno que integra no logró el acuerdo con los propios y descalificó duramente al presidente que propuso con su dedo.

A su vez, en la oposición, las palomas han sido erradicadas y el presumiblemente conciliador Horacio Rodríguez Larreta habla también de un respaldo necesario para gobernar del 70%, con todos, menos con los kirchneristas. La derecha, que se moviliza con banderas argentinas, desde los autoconvocados agrarios a los que lo hacen para que el kirchnerismo se vaya, lo concretan bajo las banderas republicanas y defensa de la Constitución; piden el encarcelamiento de Cristina Fernández de cualquier manera, al tiempo que levantan una guillotina en la Plaza de Mayo.

Todo esto sucede mientras se acaba de conmemorar un nuevo aniversario de la Independencia perdida. Desde afuera, la CEO del Fondo, Kristalina Giorgieva, anunció “acciones dolorosas”, con el gobierno convalidando las mismas a disgusto y la oposición celebrando, porque es su continuación interna. En el mismo sentido, aquí, el presidente de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas, Fernando Oris de Roa, embajador de Macri en los EE. UU., anunció para después de las elecciones del 2023, según escribió Horacio Verbitsky: “Cambios profundos en nuestra sociedad… dolorosos y onerosos. Los que implementen estos cambios lo van a hacer sin contemplaciones ni emociones”. Y si alguien tenía alguna duda, agregó: “Los empresarios lo van a apoyar y sostener”.

Los republicanos Luis Juez y Patricia Bullrich afirman impúdicamente que no hay que aprobar ninguna ley que proponga el gobierno.

Cada uno tiene los paraísos perdidos. El kirchnerismo propone volver a sus gobiernos. La oposición al Centenario. El futuro espera impaciente que lo seduzcan con propuestas superadoras, descartando el retorno a esos supuestos paraísos, concretados bajo otras realidades. Mientras tanto, las crisis superpuestas agotan y agobian a los argentinos.

Hay sobrados ejemplos de que la desesperación y el escepticismo suelen abrir las puertas equivocadas.

Como escribió el periodista y ensayista Martín Rodríguez: “La política podrá girar alrededor de Cristina, pero la sociedad gira alrededor del dólar, de la inflación y la pobreza”. A lo que se podría agregar una larga lista de problemas a solucionar como la desigualdad, la inseguridad, el narcotráfico y la desesperanza de no avizorar un horizonte diferente.

La impotencia de los modelos

Dos modelos. Dos países. Una Argentina actual con una minoría que llena los restaurantes y una mayoría que no llega fin de mes. La París de Latinoamérica que detenta un PBI de nivel europeo, con cantidad creciente de los sin techo, con zonas enteras en los que los negocios cerrados que exhiben carteles de “Se vende” y “Se alquila” irritan los ojos. Transcurridos treinta y nueve años de democracia, el período afortunadamente más largo, arroja el empeoramiento de todos los índices sociales previos a la dictadura establishment-militar, lo que obliga a ahondar el debate, replantear problemas, encontrar soluciones para nuevos y antiguos problemas, evitar recurrir sistemáticamente a los lugares comunes. No entender que ahí se acumula una presión cercana al estallido, es una expresión de ceguera ideológica injustificable, donde se pueden engendrar fenómenos imprevisibles.

El modelo de economía primaria exportadora, de colonia pretendidamente próspera, anti-industrial, de subordinación a EE. UU., espera impacientemente a noviembre del 2023, para completar la tarea inconclusa de los “Rivadavias” y los “Mitres” del siglo XIX, y contemporáneamente lo perpetrado con la década infame, la Revolución Fusiladora y la Revolución Argentina, con la dictadura establishment-militar; y en democracia, con las políticas de demolición de Carlos Menem y Mauricio Macri. Esperan aprovechar la desesperanza reinante, el escepticismo generalizado para reconstruir los cimientos de la Argentina del Primer Centenario, distribuyendo de abajo hacia arriba. Están dadas las condiciones para que ello sea factible, aunque la resistencia popular ha sido siempre un impedimento que, si bien no tuvo la capacidad de evitar los efectos perniciosos, impidió la derrota definitiva. Por eso es que, cuando los gobiernos populistas, que, en general, tienen “el defecto” de distribuir de arriba hacia abajo, retornan al gobierno, a sus limitaciones se le agrega tener que partir de escalones cada vez más bajos.

Es interesante puntualizar que “en el casi medio siglo que va desde la elección de Mitre como presidente en 1862 a la de Roque Sáenz Peña en 1910, período en el que se inspiran los republicanos actuales, la participación popular a través del voto había oscilado entre el 1,2 % y el 2,8% del total de la población” (Ernesto Semán: “Breve historia del antipopulismo”).


Hoy, el escenario exhibe un peronismo incapacitado de superar sus límites y encontrar una salida a una crisis que lo sacude como un terremoto, y una oposición que enarbola como solución hacer todo aquello que en el pasado acentuaron los cataclismos económicos y sociales, pero con la táctica de hacerlo con mayor rapidez para tratar de sortear, con el terreno abonado por las impotencias del gobierno actual, la resistencia popular que le ha impedido en otros casos terminar su obra con vocación de colonia.


Ante esta situación, es bueno recordar: “No nos atrevemos a muchas cosas porque son difíciles, pero son difíciles porque no nos atrevemos a hacerlas”. Un proverbio popular: “Las ovejas pasan su vida temiendo al lobo, pero acaban siendo devoradas por el pastor”.

Es importante tener siempre presente el consejo del general y estratega chino Sun Tzu, que escribió hace aproximadamente 2.500 años en “El arte de la guerra”: “Cada batalla se gana antes de pelear”. La oposición neoliberal, que viene ganando ampliamente la batalla cultural, lo sabe y tiene abonado en ese aspecto el camino. El gobierno no tuvo en cuenta el consejo de Sun Tzu cuando intentó estatizar Vicentin y su fracaso resultó estrepitoso.

La Argentina vive una doble crisis y la angustia, el desconcierto y la incertidumbre sacuden a las inmensas mayorías. Lograr sortear la devaluación intempestiva que requiere el establishment será una hazaña con los pocos instrumentos que posee. Sin embargo, se estima que hay 14.000 millones de dólares en los silos bolsa que son los que faltan en el Banco Central que se liquidarían si el dólar oficial se precipitara, vía devaluación a $200,00. En ese caso, los dólares que ingresen son los pesos que faltarán en los hogares de la mayoría de los argentinos, por el deterioro del poder adquisitivo de sueldos y jubilaciones.

El tiempo se precipita. Encontrar la salida no admite las patéticas miserabilidades que hablaba Hipólito Yrigoyen. Una niebla espesa lo cubre todo. Las limitaciones y fracturas del oficialismo, las miserias y objetivos de la oposición, y la voracidad del poder económico no dejan ver un futuro venturoso.

*Por Hugo Presman para La Tecl@ Eñe / Imagen de portada: «Sin pan y sin trabajo» de Ernesto de la Cárcova.

Palabras claves: crisis economica, Inflación, kirchnerismo

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