Qué animal no es en sí mismo parte de una falla mayor

Qué animal no es en sí mismo parte de una falla mayor
27 junio, 2022 por Redacción La tinta

El jueves, Gastón Malgieri presenta su nuevo libro “Monocromø” en el Museo de Antropologías. Junto a Eduardo Mattio, Flor López y Maura Sajeva, el escritor y fotógrafo compartirá el poemario que es un refugio hospitalario -en blanco y negro- para lxs heridxs, para lxs arrancadxs de la manada. 

Por Camila Vázquez para La tinta

«Montar una escena» es un término muy difundido para referirse a los celos, a un desplante, a un escándalo propiciado por alguien hacia alguien. Pero yo quiero tomarlo para pensar el último poemario de Gastón Malgieri. 

En Monocromø, publicado por el sello independiente Kintsugi Editora en 2022, una voz abre el texto y amenaza con irse. Antes, unx chicx con maravilloso vestido nos abrió las puertas del poemario en blanco y negro. En rojo. Pero decía que una voz ¿amenaza? con irse: Me parece justo/ debería retirarme de la poesía. Después, sigue, como si dialogara con alguien que alguna vez la hubo echado a patadas, como a los perros. Y le da la razón: Corresponde que me aparte/ de estudios lingüísticos/ donde se versa sobre los cuerpos semánticos. Hay alguien que quiere huir o al menos lo piensa, de los lugares solemnes y eruditos, de las formas escuetas del amor, de la vida de les amantes. 

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En Monocromø, la yo lírica monta a menudo la escena, no una en particular. Sino que está montada como modo de vida, como una forma de enunciación. Montada en un burro, para seguir con las acepciones coloquiales, dispuesta a dar el portazo. 

La voz de esta forastera, como le gusta llamarla a Gastón cuando se refiere a su libro, hace del montar todo un abanico: monta los cuerpos de hombres hermosos y dañinos: Hay noches/ en las que siento al deseo/ como una armadura que jamás podrá oxidarse/ ni siquiera/ ante la persistencia de la fétida melancolía de Dios. Monta escándalos para las señoras del barrio, sus íntimas interlocutoras: Las señoras no saben/ de esta voracidad mía/ por las cosas/ que pueblan el mundo. Y monta la escena. 

Monocromø es un poemario teatral, monologal: fui lo restringido/ en el océano de las posibilidades/ fui la carnada/ mil veces la carnada. La voz que nos habla lo hace a lo largo de 16 poemas y un díptico. Y se toma en serio el montaje. Por eso la pregunta: ¿amenaza? La voz de la forastera ya se ha ido. Ha fugado de quién sabe cuántos pactos, cuántas condenas, cuántos parajes, de quién sabe qué predadores: Dejo la ciudad ingrata/ Me voy/ empujada por el eco de las vecinas. Enuncia en femenino como decisión política, como decisión estética. Deja atrás a sus inútiles amantes, que desconocen el secreto que esta forastera nos viene a contar: su profunda capacidad deseante.

Esta voz se engalana. Usa las palabras más brillantes del repertorio. Dice: Hay un catódico rayo/ que nos hila/ y al que tememos/ como algunos peces/ temen a los espejos. Dice: ese vestido asfáltico de la culpa. También: Dije anomalía/ para decir algo de mi cuero. 

Esta forastera, cansada de la miseria que le hizo el mundo, le ha perdido el respeto al agravio. Toma todo lo opaco que le queda, sus tristezas, sus rechazos, lo poco tiene en su valija, y lo hace irradiar en el poema. Esta voz es espesa, es de nicotina pura, es febril y nerviosa. No esconde sus puntadas: la exhibe. Y de allí viene su fuerza. 

Entro en el inmenso tórax del bosque/ a enterrar mi único gesto valioso: / dar/ a otros/ mi ausencia. Tiene una fe de perra callejera: voy/ detrás del exceso/ como de un dios que me arrastra/ sin advertir que mi fe/ podría despellejarme entera. Se percibe una falla descomunal y de tan errada es que brilla: vuelvo donde siempre/ este sitio en el que soy un error de sintaxis. El último resabio: Fui animal/ siempre animal/ bestia rústica/ residuo de lo omnipotente/ cartografía ilegible.

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Con el saber propio de las perras y de las parias, esta forastera conoce que afuera de los pactos de los que huye, afuera de las ciudades, en los suburbios, en los márgenes, en las esquinas, hay una belleza profana e indomesticable. Así, esta voz que nos monta la escena, con toda su osadía y todo su rouge,  rescata de las garras de las noches, de las trampas del lenguaje, su talismán más opaco: el deseo que la empuja. Se permite reflexiones preciosas en torno a la palabra: ¿Cómo se escribe un poema/ sobre la tempestad de una mirada? Y no seduce, como digna perra que es: la señora estupenda de tu fiesta/ la música/ ese néctar extraño/ que traza por vos/ tu parte canibal.


En el reino de los animales de Gastón, hay un refugio para lxs heridxs, lxs arrancadxs de la manada. Es por eso que Monocromø es un libro hospitalario. 


Es un libro sensible. No teme a las fallas porque su voz ha crecido entre todas ellas. Las ranuras la constituyen y es así que ingresa la luz, diría Leonard Cohen. 

Sabe que de ese barro nacen las joyas como ella y está segura: por no hablar/ finalmente/ de lo que frotándose genera brillo.

Jueves 30 de Junio 18 hs. Museo de Antropologías, Av. Hipólito Yrigoyen 174, Córdoba.

*Por Camila Vazquez para La tinta / Imagen de portada: Ale Carmona.

Palabras claves: Gastón Malgieri, Museo de Antropología

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