“Como los árboles que mueren de pie”: sigue el acampe de los vecinos de Choya contra la minera Agua Rica
Por Marianela Gamboa para La tinta
6 de junio de 2022
“¡Hay que subir al Aconquija y paralizar las maquinas!”, decía don Raúl Barrionuevo en la plaza principal de Andalgalá, el sábado 4 de junio en la caminata 644.
Hace dos meses que la Asamblea Aguas Claras del distrito Choya en Andalgalá (Catamarca) sostiene un acampe a más de 3.000 metros de altura, cortándoles el paso a las maquinas y camionetas cargadas de combustible de la empresa MARA (Agua Rica-Alumbrera), para evitar que sigan trabajando en la exploración avanzada del proyecto minero que ya está afectando la salud de todo un pueblo.
Esta lucha, como señalan integrantes de las asambleas El Algarrobo y Aguas Claras, tiene más de dos décadas. Se reactualiza y transforma constantemente, como lo hace el Estado y la empresa a manos de Yamana Gold, en sus intentos de avanzar con la explotación del yacimiento que aún no posee autorización ni presentación del informe de impacto ambiental para la misma.
Caminata por la vida 644
Hace más de 11 años que se realiza una acción histórica inigualable a nivel latinoamericano y global: la caminata por la vida, cada sábado desde la inolvidable represión del 15 de febrero de 2010. Caminata que sigue sosteniendo como consiga que AGUA RICA NO TIENE LICENCIA SOCIAL EN ANDALGALÁ, que los pueblos no queremos megaminería, pero que a cada paso suma nuevas demandas: hoy, exigimos con todas nuestras fuerzas la libertad de Enzo Brizuela y que bajen las maquinas del cerro.
En la previa de la caminata 644, conversé con vecinas y vecinos de Choya pertenecientes, quienes me invitaron a la asamblea del domingo en su espacio de encuentro, para poder registrar sus voces y comunicar algunas de sus denuncias: estamos hablando de violación de derechos humanos y derechos constitucionales a vivir en un ambiente sano. También hablamos de respeto a la autodeterminación de los pueblos y del resonante NO ES NO, que los gobiernos nacional y provincial desoyen.
Al llegar a Aguas Claras, lo primero que reconocí fue la callecita donde, en medio de la noche y la represión del reciente 3 de mayo, más de 7 efectivos varones de la policía de Catamarca se llevaban detenida a Karina Orquera, quien se defendió gritando “tengo un escudo más fuerte que el de ustedes”.
En ese momento, los grupos de choque libraban el camino a las camionetas mineras, hiriendo con palos y balas a más de 20 vecinos (jóvenes, adultos y ancianos), de los cuales unos pocos se animaron a llegar al hospital para recibir la atención médica. Esos vecinos son los mismos que posteriormente recibían citaciones de fiscalía… «Los que han quedado marcados son los que después citaron”.
Mientras compartimos la comida, escucho los relatos de diferentes vecinos y vecinas de distintas generaciones que van narrando cómo están viviendo la avanzada minera, la criminalización y persecución judicial. Algunos integrantes de mayor edad no se cansan de decir que el tiempo es ahora, que van a luchar hasta las últimas consecuencias. «Como los árboles que mueren de pie, nosotros jamás moriremos de rodillas».
Resistir y no rendirse es un cotidiano, es parte de la vida del pueblo choyano que sabe muy bien que Agua Rica es una sentencia de muerte para las comunidades. Orgullosos, comparten que allí arriba, en el campamento del “globo”, la presencia de cuerpos es transgeneracional: “Hay chicos desde los 13 años que están en el cerro defendiendo nuestra agua”.
Una joven relata que todavía hay vecinos heridos por las balas de goma, que tienen infecciones y dolores en las zonas golpeadas. Otras vecinas señalan: “Acá no se puede denunciar nada, si no, somos perseguidos”.
Así suceden las cosas en Andalgalá, cuentan las y los vecinos: la complicidad Estado-empresas opera también desde lugares pequeños y comunes: trabajadores mineros directos o tercerizados que se prestan a realizar falsas denuncias, empleados estatales de un hospital que no atienen a los heridos y detenidos por ser “antimineros”, e incluso brindan sus datos a la policía y fiscalía para luego inculparlos de algún delito mientras ejercen su derecho a la protesta, por un ambiente sano, por aguas claras para sus hijxs, los animales y la tierra, para la vida de todo el pueblo choyano, todos los pueblos que el Aconquija abraza.
En el pueblo de Choya, viven unas 600 personas, de las cuales, unas 5 o 6 familias “no están en contra de la minera”, según relatan los vecinos de Aguas Claras. Choya se encuentra a unos 12 km del centro de Andalgalá, sobre la ruta 47. Andalgalá es uno de los pocos lugares del país donde las rutas y caminos terminan en portones de una empresa minera.
Por el futuro de nuestrxs niñxs: el agua no se toca
Los relatos continúan. La asamblea se reúne bajo históricos árboles y en un mástil flamea la bandera argentina.
Conversamos sobre las niñas y niños enfermos en marzo de este año, muchos de ellos con diarrea, vómitos y desarreglos estomacales por beber el agua que bajaba sucia, afectada por los derrumbes que provoca MARA En el hospital fueron atendidos, pero no quisieron dar certificados ni explicar nada de lo que pasó. Sin embargo, la escuela N° 217 “Fragata Libertad” suspendió las clases “por la falta de agua”, dice el relato oficial, ya que los filtros que “potabilizan” el agua se taparon por la cantidad de sedimento; a su vez, la cantidad de niños afectados impedía el desarrollo normal de las clases. La denuncia llegó al Concejo Deliberante de Andalgalá, quien pidió informes a los ministerios correspondientes que dieran cuenta de las autorizaciones otorgadas a MARA para operar en las márgenes del río Choya. Sin embargo, las respuestas son las de siempre: hablan de monitoreos y controles para nada objetivos, realizados por la empresa o el mismo Ministerio de Minería que, bien sabemos por la historia de Catamarca, tiene sus intereses puestos en que Agua Rica avance.
Esta situación fue uno de los motivos que impulsó a varios compañeros a recorrer las vertientes. Los videos filmados en esas fechas por los vecinos conocedores del cerro, que viven allí llevando y trayendo sus animales, acostumbrados a andar por las quebradas, muestran la presencia de material sedimentario blanquecino y algunas piedras como la pirita (con un alto componente de azufre y hierro) en las vertientes de agua que bajan hacia el pueblo, provenientes de las remociones de las cornisas del cerro con maquinaria pesada.
Esta acción impacta de manera irreversible, implica un enorme desmonte y produce un talud que cae por las quebradas, es decir, las acciones de MARA ya están afectando al destruir zonas del cerro por donde, antes, -relatan los vecinos- se podía andar a caballo para buscar la hacienda y, actualmente, es imposible recorrer. Se están afectando de forma intensiva espacios claves para la retención del elemento por el cual lucha Andalgalá: el agua.
Las aguas no conocen de fronteras estatales ni empresariales; el río Choya y el río Andalgalá son vecinos que comparten una divisoria de aguas común, asociada a la cuenca del río Minas, la misma que la propia empresa en sus informes reconoce que será afectada.
“Cada día más gente de Andalgalá toma agua de bidón… Antes, la gente de choya tomaba agua de la acequia, era agua pura”.
*Por Marianela Gamboa para La tinta / Imagen de portada: Marianela Gamboa.