«El periodismo está en crisis»
El trabajo periodístico cambió para siempre, no hay dudas. Caducó un modelo de negocios de las empresas de medios, persiste cierta desorientación acentuada por el abrupto ingreso a las plataformas web. Las coordenadas sobre el buen periodismo, estables durante décadas, no dejan de mutar. Las audiencias/consumidores recalculan los hábitos de acceso a la información y al entretenimiento. Todo se vuelve difuso. Se acentúa el poder de las empresas que concentran los medios, mientras les trabajadores de prensa pagan los platos que aún no se rompieron.
Por Redacción La tinta
Los últimos años fueron particularmente complejos para el mundo del trabajo y el periodismo no escapa a esto. En los cuatro años de macrismo, empeoró la situación laboral del sector: hubo cierre masivo de medios, más de 4.500 despidos, un ajuste salarial que terminó en 2019 sin alcanzar la canasta básica y la anulación de la normativa que buscaba reducir la concentración mediática y limitar los conflictos de intereses. La pandemia por COVID-19 solo agravó la situación. Se calcula que, a nivel global, hubo 300 mil despidos, recortes de salarios y negativa a pagar seguridad social, utilizando el contexto sanitario como excusa.
Los números que no mienten
Como cada año, desde el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA), realizaron, en mayo de 2022, un relevamiento de la situación socioeconómica de les trabajadores de Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Los resultados revelan la dramática situación del sector. «Estos datos se reflejan a nivel nacional, es más, en algunas provincias se agudizan», explica, en conversación con La tinta, Mariana Mandakovic, Secretaria General del Círculo de la Comunicación y la Prensa de Córdoba (CISPREN).
Según el informe, con la paulatina salida de la pandemia, hubo una recuperación del empleo, pero se profundizó la flexibilización. En el caso de les periodistas, se multiplicaron los contratos precarios por fuera de los convenios colectivos de trabajo y del Estatuto del Periodista, como “colaboradores” sin relación de dependencia, freelance o proveedores de servicios, con salarios cada vez más depreciados. «Entre les trabajadores de prensa más precarizades, a quienes se les llama erradamente ‘freelance’, el 68,3% ‘colabora’ (trabaja) con 2 o más medios”, reza el informe. No obstante, cerca del 90% factura por debajo de la canasta básica y, para el 93,1%, el volumen de trabajo se mantuvo igual o aumentó, pero, para el 60%, sus ingresos no subieron.
Casi la mitad de las personas encuestadas cobran salarios por debajo de la canasta básica, lo que genera pluriempleo en más del 50% de los casos: el 28,3% tiene dos empleos, el 14,5% tres y el 7,5% restante tiene más de tres. En la gran mayoría de los casos, la razón es porque el sueldo no alcanza: durante el mes de abril de 2022, el 26% de les trabajadores de prensa cobró por debajo de la línea de pobreza, aún sumando la facturación de todos sus trabajos.
«En Córdoba, la mayoría de los trabajadores y trabajadoras de prensa necesitan, por lo menos, dos o tres trabajos para poder generar un salario digno. Las discusiones en paritarias están por detrás desde hace mucho tiempo y venimos perdiendo poder adquisitivo de nuestros salarios de manera sistemática -explica Mandakovic-. A esto, hay que ponerlo en el contexto de la batalla cultural que damos permanentemente; como periodistas, producimos y disputamos sentido, entonces tenernos precarizados y flexibilizados es una forma de que esa disputa del sentido vaya para otro lado».
En la pandemia, las relaciones laborales se enrarecieron y se extendió el teletrabajo como una modalidad que persiste. Según el informe, el 68,7% de les encuestades realiza sus tareas en forma remota de manera permanente o mixta. «A dos años de la sanción de la ley que regula dicha práctica, solo un 15,1% de los casos relevados recibe algún tipo de pago extra por esta modalidad de trabajo», explica el informe.
Capítulo aparte merece la situación de las mujeres cis, lesbianas, trans, travestis, bisexuales e intersex. Según lo relevado, si bien el porcentaje de mujeres es levemente mayor que años anteriores, se repite la tendencia de escasa presencia en las ramas con mejores condiciones laborales, aumentando en las más precarias. Del total del universo consultado, el 24% afirmó tener salarios inferiores a los de sus compañeros varones que realizan la misma tarea.
En cuanto a las situaciones de violencia manifestadas, si bien, en 2021, el porcentaje era de 9,4%, este año, subió a 13,7%. El 77,7% de los casos se dieron en el espacio de trabajo, algo que no resulta extraño, teniendo en cuenta los relatos cotidianos de las periodistas. Un botón sirve de muestra: en Córdoba, el pasado 3 de junio, desde el CISPREN denunciaron a Cadena 3–Radiodifusora del Centro S.A. ante el Ministerio de Trabajo de la Provincia por la violencia de género ejercida por el director de contenidos contra sus trabajadoras, que todavía esperan resolución.
El informe hace hincapié, además, en la situación de les trabajadores jóvenes, que tienen menores salarios y peores condiciones de trabajo: «El 74,44% cobra por debajo de la línea de la pobreza. Esta cifra es muy preocupante teniendo en cuenta que es altamente superior al porcentaje de la media del gremio que se encuentra en esa situación (un 47%)», refiere. Si bien cuentan con menor antigüedad, la calidad del empleo tiende a disminuir, perjudicando a quienes se suman luego al mercado laboral. Prueba de esto es que el 50% trabaja bajo convenio, mientras que, entre los mayores de 30 años, la proporción asciende al 70%.
Repartir la torta
Estas condiciones no afectan solo el bolsillo y la salud mental de les trabajadores, sino que también avanzan sobre la libertad de expresión y el derecho de la ciudadanía a la información. «La comunicación es un derecho humano y debe garantizarse. Necesitamos un Estado que lo garantice; una sociedad que no tiene información precisa y de calidad es una sociedad que va para cualquier lado y que toma decisiones que la perjudican», afirma Mandakovic.
«Los medios de comunicación comunitarios, alternativos y populares son fundamentales porque visibilizan las problemáticas de los sectores populares y de sus organizaciones, sus luchas y sus resistencias, generalmente invisibilizadas en la agenda mediática hegemónica y su lógica comercial”, explica el informe. Según lo relevado, las principales fuentes de financiamiento de este tipo de medios son la pauta publicitaria pública, las suscripciones, los aportes voluntarios y los fondos gubernamentales. Solo en el 43,4% de estos medios se actualizaron los ingresos según la inflación.
La discusión sobre la pauta oficial resulta central: «Que el Estado solo priorice como destinatario de la pauta oficial a los grandes medios comerciales y hegemónicos, sin hacer una distribución más equitativa y más justa en relación a la experiencia autogestiva que se va consolidando y que produce información con otros criterios, trae consecuencias al derecho a la información», agrega Mandakovic.
«El periodismo está en crisis»
Este tiempo del periodismo parece ser un momento de transición entre modelos de negocios. Según Mandakovic, la crisis se genera por distintos factores. El desarrollo tecnológico afectó fuertemente el proceso de trabajo, sumado a las nuevas formas de circulación de la publicidad, al capitalismo de plataformas. Esas «autopistas por la que circula la información -explica- han significado un cambio en el escenario de para qué se informa, cómo se informa y, sobre todo, cómo este negocio se ha ido modificando a costa de la precarización, la flexibilización y los bajos salarios de los trabajadores y trabajadoras de prensa”.
«Estamos en una crisis también porque hay una necesidad de revalorar el oficio que hacemos, de pensar y poner en debate cuál es su función social, de volver a construir qué significa la rigurosidad del oficio a la hora de producir algo tan sensible como una noticia, un insumo tan necesario para el desarrollo de la democracia y la consolidación de una sociedad más justa y equitativa”, reflexiona Mandakovic.
*Por Redacción La tinta / Imagen de portada: Atilio Borón.