“Todo lo que sucede vocalmente, sucede en mi vida”
Eloína Coronel entrevista a Flor Straub, dos cantautoras cordobesas conversan sobre hacer la exploración musical por fuera de los espacios tradicionales de la escena local. Bucear, en medio de la pandemia, hacia adentro, con el sistema de Fedora Aberastury, jugar y cantar, soltar la voz como parte del camino de las clases de canto y de gestar un espectáculo musical, que trae a escena voces de mujeres latinoamericanas.
Por Eloína Coronel para La tinta
“Sobre las piedras voy buscando
mi camino y mi voz.
Brota una fuerza en mi interior,
un hambre voraz.
Aliento febril reclama, respira el ánima.
Aullan las lobas bajo mi piel,
estoy dispuesta a nacer”.
A nacer, Flor Straub.
Flor Straub es cantora de música popular latinoamericana, profesora de canto y directora coral. Cordobesa, graduada de Técnica Vocalista Superior en la escuela de música popular La Colmena y tesista en la Licenciatura en Interpretación Musical de la Universidad Provincial Córdoba (UPC). Dedica sus estudios al abordaje de la técnica vocal, la corporalidad y los distintos estilos musicales de la música popular en el sistema de Fedora Aberastury. La Flor también es la que, sonrisa y abrazo de osa mediante, abre las puertas al juego para cantar y el respeto amoroso para escuchar. «Enraizando» es su último espectáculo, lo presentó el 22 de abril en el Centro Cultural Graciela Carena y, a partir de ahí, salió esta conversa de cantora a cantora, de esas que se sabe cuándo empiezan, pero nunca cuándo terminan…
—¿Cómo es ser cantora y profe en un contexto pandémico, en una ciudad con faro, pero sin mar y en donde aparentemente “no atiende Dios”?
—¡Jajaja, amo esta pregunta! Me parece que acá juega un rol muy grande la vocación, pensada como lo que mueve, lo que enamora, lo que nos llena de curiosidad y de fuerzas. Obviamente, acá hay dos componentes muy grandes como son la música y el compartir, la música como mi lugar expresivo, de encuentro conmigo y con otras personas. Y dar clases, que, para mí, ¡es tan hermoso! Porque justamente es estar entramando con alguien, es una exploración que no sabemos adónde va, pero con total humildad y vulnerabilidad, vamos aprendiendo mutuamente. Creo que si hay algo que nos deja la pandemia es que nadie sabe dónde estamos parades, cada une va haciendo lo mejor que puede. Y me he encontrado con gente muy bonita, con la que nos hemos contenido mucho en momentos de mucha incertidumbre. Las clases han sido también espacio de contención, de acompañar, de crecer, de poder soñar. Y creo que vivir en Córdoba en pandemia es donde se manifiesta lo que dice Fernando Birri: “La utopía sirve para caminar”. Es pensar que todo se puede ir transformando.
—Hablás de tramas, de transformación, de sueños, de incertidumbre y, en tus clases, repetís lo de “tener la voz disponible”. ¿Cómo es esa exploración de tu voz, de otras voces en colectivo, cómo hallar esa disponibilidad en medio de este proceso de transformación?
—Cuando empezó el confinamiento, justo estaba comenzando a leer “Escritos” de Fedora Aberastury, una mujer increíble que hemos tenido en Argentina y que fue la creadora de un sistema para trabajar la conciencia corporal. En uno de sus escritos, hablaba de “descubrir los paisajes internos”. Y me pareció muy interesante, encerrada entre cuatro paredes, en una casa que habito hace años, decir: «Che, ¿qué onda adentro, cuánto conozco de ese adentro?». Y se volvió el momento propicio para ir a ese viaje. Y me di cuenta de que había millones de normas puestas en mí, en mi cuerpo, por ende, también en mi sonido y mi voz. ¿Cuántas veces me había dado la oportunidad de simplemente cantar por cantar, de explorar y de poder salir un poco de los juicios? Mi voz ha sido mi gran maestra: todo lo que sucede vocalmente, sucede en mi vida, me ayuda a dilucidar cosas o entender incomodidades que a veces no las estoy haciendo consciente.
A la hora de dar clases, funcionamos como espejos con mis estudiantes, voy viendo con elles lo que también voy trabajando conmigo. Lo novedoso es poder conectarnos con el cuerpo, sacarle las órdenes, sacarle el control y empezar a hacer un trabajo anterior, que tiene que ver con el conocimiento de ese propio cuerpo, del propio sonido. Por ende, ahí es donde creo que aparecen los deseos, las voluntades, los sueños. Muchas veces los bloqueos, las trabas, vienen desde las mismas normas que aparecen para delinear cómo hay que cantar, ese lugar tan impoluto que tiene la acción de cantar, pareciera que no pudiera ser algo tan cotidiano, algo que nos acompañe en nuestro día a día.
—¿Qué es “Enraizando”?
—“En raíz ando” es reconectar con la pregunta medio espiralada que siempre va y viene: ¿cuáles son mis raíces? Pero que fue un gran detonante para encontrarme a mí como cantante y quizás atreverme a decir, de a poquito, cantautora. Animarme a compartir mis canciones, a creer que puedo componer, es todo un desafío. Enraizar, volver a la raíz, fue también reconocerme como mujer y como latinamericana. Durante mi infancia y adolescencia, estuve muy enfadada con el hecho de ser mujer y el feminismo me ha ayudado a darle una vuelta de tuerca a la cuestión. Entender cómo las formas del patriarcado nos van encerrando y delimitando, nos quiere condicionar y hacer creer que no somos capaces. Después, entendí que mis deseos de cantar, tocar la guitarra y componer podían existir.
Analizando qué tipo de repertorio cantaba, que es latinoamericano, me di cuenta de la gran ausencia de compositoras mujeres, ni hablar de otras identidades. Comencé a investigar sobre compositoras de Latinoamérica, saliendo de las grandes referentes como Violeta Parra, Chabuca, y explorar otras autoras. Desi -Desirée Casabona-, que es una gran artista y poeta que forma parte del equipo de “Enraizando”, me dijo: “Ya que vas a estar poniendo tu voz al servicio de otras mujeres, visibilizando sus obras, yo quiero hacer lo mismo con poetas aborígenes”. Su propuesta fue hermosa y eso se tradujo en un altar que armamos en el escenario para reconocer, en este caso, a las mujeres poetas de las naciones americanas.
—En la búsqueda de esas cantautoras latinoamericanas y de vos misma como tal, también te encontrás con asociaciones y colectivas de cantautoras que están floreciendo en todo el país, como Las Cumparsitas, MujerTrova, Foro Argentino de Compositoras, entre otras. ¿Qué es SONAR y cómo surge un área de géneros ahí?
—SONAR es un grupo humano hermoso, somos una Asociación Civil de Músicxs Independientes. Con quienes estábamos ahí, hace un par de años, surgió la necesidad de visibilizar a las mujeres de la escena musical cordobesa y así surge el Área de Mujeres Músicas (AMM), de donde salieron los 3 tomos del libro ¨Mujeres Músicas”, en los que participan compositoras, instrumentistas, cantoras, directoras de orquesta, directoras de coro, etc., de la escena cordobesa. Se pueden encontrar en la web de SONAR y comprar en formato papel.
Luego, entre el grupo “Anatema” y el AMM, arman “Folcklóricas”, un festival que nace impulsado por lo que estaba sucediendo en el Encuentro de Mujeres Músicas en Santiago del Estero. Con la intención de abrir el juego hacia otras identidades, seguir aprendiendo y fortaleciendo la red y los vínculos, el Área de Mujeres Músicas se transformó en Área de Géneros. Es un lugar de mucho aprendizaje, de mucho amor, de pulsar bien de abajo y estoy muy agradecida, hoy por hoy, de formar parte de esta grupalidad, para seguir luchando por la diversidad y la inclusión.
—Y como buena geminiana que sos, siguen las ramas y los proyectos, además de SONAR y Enraizando, estás en La Lleca dúo, Mato Preto, Canto surgente, contame un poco acerca de esos otros andares.
—¡Ay, en el trabajo en red, cómo aparece la otredad, jajaja! Canto surgente es un poco un desafío, son talleres de canto donde se proponen encuentros que sean inclusivos, exploratorios y que no tengan como condición que alguien tenga un nivel técnico, sino donde la consigna es explorar y cada quien, desde su experiencia, recuperará lo que le resulte valioso. Tiene eso bonito que hoy es muy necesario del canto colectivo: poder cantar en rondas, improvisar y ser canto con otres.
La Lleca Dúo fue el encuentro con el Fede (Federico Menis), mi hermano de la vida y de la música, en un momento donde yo andaba desencontrada y camaleónica musicalmente. Nos animamos a crear juntes, es un proyecto que me llena de amor y de vida, muy importante para mí. Y Mato Preto es la fiesta en persona. El año pasado, me propusieron cantar para un proyecto grande, diez personas habitando la musicalidad. Y es como volver a Brasil en carnaval, un lugar donde viví. Tengo muchas personas queridas allá y, cada vez que canto en portugués, siento que viajo un rato hacia todas esas querencias.
—¿Dónde se te puede escuchar? ¿Cuáles son tus próximos eventos, proyectos, dónde la gente puede hacer querencia con tu música?
—Se me puede escuchar por Spotify desde La Lleca Dúo y, en YouTube, en los canales de Lleca Dúo y Flor Straub. Desde mi cuenta de Instagram @florstraub siempre estoy compartiendo novedades. Con La Lleca, estamos grabando nuestro disco y poniendo mucha energía ahí, en ese trabajo de cocina; próximamente, vamos a estar compartiendo primicias. Con respecto a Mato Preto, estamos reorganizando el show y, con Enraizando, seguramente estaré avisando por las redes, porque hay ganas de que llegue a Punilla y otras ciudades, y a la vez se repita en Córdoba, ya estamos organizando y proyectando, así que pronto seguramente nos encontraremos.
*Por Eloína Coronel para La tinta / Imagen de portada: Trinidad Touceda, Sole Segurado y Marcos Luna.