Ideas contra la especulación inmobiliaria: Can Sanpere y los Sindicatos de Vivienda
Por Santiago Torrado para La tinta
A principios del siglo XX, existió en Buenos Aires la Liga de Lucha Contra los Altos Alquileres. Aquel agrupamiento encabezado por mujeres migrantes venidas de todos los rincones de occidente protagonizó la primera huelga de inquilinos de la historia. La “Huelga de las Escobas” quiso barrer a escobazos la usura, el abuso y la arbitrariedad de los que lucraban -y lucran- con el derecho a la vivienda.
A principios del siglo XXI, en Barcelona, nacieron el Sindicato de Viviendas y el Sindicato de Inquilinas. Espacios que confluyen desde distintos orígenes políticos y sociales en torno a un problema nodal para las clases medias urbanas: el alquiler y el derecho negado a la vivienda. Retomando la Huelga de las Escobas, impulsaron en 2020 una Vaga de Llogateres o Huelga de Inquilinos. Al fin y al cabo, cien años no son nada.
Todo comienza con una crisis. Otra. En 2008, estalló por los aires la burbuja inmobiliaria, sostenida con puro humo financiero por créditos hipotecarios basura: subprime en lenguaje banquero. Las SICAV (algo similar a nuestros créditos UVA) dejaron a decenas de miles de familias en la calle de un día para el otro y con deudas astronómicas.
El número de desalojos por impago hipotecario se incrementó tanto que, según la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, “en 2010 salía de los juzgados españoles una orden cada diez minutos”. Siempre escoltada por policías antidisturbios y abogados inescrupulosos, como hace cien años. Fueron esas plataformas el germen de lo que hoy son los Sindicatos de Vivienda y de Inquilinas, aunque tras la asunción de Ada Colau como alcaldesa de Barcelona, parte de la estructura de las PAH entró a las instituciones y el espacio se fracturó.
“Los desahucios violentos continúan y los grandes tenedores de vivienda siguen especulando y gentrificando el centro de la ciudad”, relata una militante del Sindicato de Vivienda del Raval. “La diferencia entre la plataforma y los sindicatos no es semántica: el sindicato es un espacio de clase, las plataformas, otra cosa”, sentencia.
Can Sanpere: una respuesta colectiva contra la gentrificación y desalojos
La gentrificación es una práctica de mercado implementada por bancos y fondos buitre como Blackstone o LoneStar: invierten en “activos urbanos” para sacarlos del mercado durante un tiempo, mientras van incrementando el valor de referencia del alquiler “encareciendo la zona”. Esto genera que el valor de los inmuebles de un barrio o una parte de una ciudad van subiendo exponencialmente, echando de a poco a sus habitantes históricos y reemplazándolos por otros de mayor poder adquisitivo. En muchas ocasiones, directamente dejan de ser inmuebles para alquiler y se convierten en pasto de plataformas como AirBNB o Coachsurfing. Es decir, sin utilidad de vivienda real: pura especulación.
En el corazón de Premià de Mar, una ciudad con alma de pueblo ubicada en la costa catalana, uno de los más importantes fondos buitre de España sostiene un pulso desde hace casi una década con los vecinos: el predio de la antigua fábrica de paracaídas del ejército “Can Sanpere”. Nil tiene treinta y pocos años, y conoce al detalle la historia de la fábrica y todos los rincones del lugar.
“Núñez y Navarro es el fondo buitre que desde hace años pretende quedarse con Can Sanpere. Son 9.000 metros cuadrados de fábrica que el ayuntamiento se comprometió a expropiar y todavía esperamos. Además de la capacidad de lobby de estos grupos, uno de los socios, José Luis Núñez, fue el presidente del FC Barcelona entre 1978 y 2000. Imagínate qué peso tiene”.
La vieja fábrica fue ocupada por los vecinos hace 9 años, aunque la desalojaron violentamente al poco tiempo. Hace algunos meses, fue vuelta a ocupar y, aunque rige una orden de desalojo, este no tiene fecha.
Nil combina su trabajo como educador social asesorando jóvenes sobre buenas prácticas de consumo de sustancias en las noches de Premiá, con actividades sociales en “el samper”. Cocina para las tres familias de migrantes que viven en el espacio, asiste a talleres y con frecuencia se queda a dormir en la vieja fábrica, turnándose con otros compañeros para vigilar que no venga la policía.
“Este mes hizo mucho frío, pero vengo dos o tres veces por semana. Hoy igual voy a dormir en casa -sonríe-. Aquí no hay solamente viviendas para familias migrantes totalmente excluidas. Cumplimos una función social: hay una escuelita popular donde vienen decenas de niñes de todo el pueblo. Hay un gimnasio, que ahora no funciona por el COVID. Hay charlas, proyecciones, música y hasta una cancha de fútbol 5… No nos vamos a ir hasta que sepamos que el Samper va a quedar bajo gestión popular”.
El ayuntamiento de Premiá debe resolver la expropiación del predio antes de 2023 o pagar una cuantiosa multa por incumplir su propia resolución. Desde el equipo del intendente aducen que “no hemos recibido propuestas o proyectos para Can Sanpere. La gestión del espacio debe correr a cargo del ayuntamiento para garantizar una planificación concreta y medidas de seguridad”.
Hoy, en el Sanpere, hay paella con carne halal -casi todos los habitantes son musulmanes- para comer. Ayoub toma té negro y nos habla de su Siria natal. Nil enumera las actividades que planean para la semana próxima. Salvo la policía, nadie del ayuntamiento vino a visitarlos nunca.
*Por Santiago Torrado para La tinta / Imagen de portada: Santiago Torrado.