El chañar: pura medicina y nutrición
Se acerca el tiempo de recolección y Paula Quinteros, una de las referentes sobre plantas nativas en Capilla del Monte, nos habla sobre el chañar.
Por Agustín Fontaine para CDM
El chañar es un árbol muy medicinal y muy nutritivo. El fruto del chañar es una drupa. Una drupa es un fruto carnoso que adentro tiene un carozo y adentro una semilla.
Columna de producción local en Entre Mate y Mate. Entrevista de Mechi Zuloaga a Paula Quinteros
«La pulpa es muy dulce y un poquito ácida. A mí me gusta ponerlas en las comidas de olla como una leguminosa, aportando calorías, vitaminas y minerales. Lo mismo se puede hacer con la algarroba, el mistol y el piquillín», remarcó Paula en los estudios de Una Radio Muchas Voces.
Si agregamos burrito o cedrón, queda como un jengibre picante. También podemos sumar verduras, yuyos del monte y raíces comestibles como la bardana y la carne gorda. Y continuar con un puñadito mezcladito de chañar, algarroba y mistol.
La hoja del chañar también es ácida, medicinal y nutritiva, puede comerse cruda o agregar al guiso.
Cuando uno come del monte, suele comer menos cantidad porque el alimento es muy concentrado.
Las plantas tienen temperatura, pueden ser calientes, templadas o frías. En el caso del chañar, es una planta muy caliente. De hecho, cuando tomás una infusión de su corteza, te levanta la temperatura del cuerpo.
El arrope de chañar es expectorante, broncodilatador y ayuda a limpiar las vías respiratorias expulsando las mucosas y provocando aumento de la temperatura.
Pasando agosto, se acerca la época de la siembra, de la semilla. Es muy importante sincronizarnos con los ritmos de la tierra para volver a empoderarnos y no estar regidos por un calendario, sino por el gobierno de la Pachamama.
Cuando nos agarra ganas de algo dulce, podemos usarla como una «golosana» en vez de una fruta del desmonte, indicó Paula. «Para potenciar su dulzor, lo hervimos, comemos el fruto y tomamos el jugo. Algunos libros dicen que es laxante».
Recolección y conservación
En general, podemos cosecharlos desde principios de diciembre hasta finales de enero. Aquí en Capilla, se puede recolectar gran cantidad del otro lado de la ruta, ya que se encuentran numerosos y muy buenos ejemplares en general. Varía su fructificación según los años y por el cambio climático.
Para la conservación, hay métodos más ancestrales y métodos más modernos. Ancestralmente, se recolectaban uno a uno los frutos, fijándose en que no tengan manchas o agujeritos porque significa que tienen bichitos. Es bueno llevar bolsas arpilleras o similar para la recolección de los frutos sanos. Luego, se dejan secar al sol 5 días.
Para conservar, se puede realizar un arrope colocando los frutos en una olla hasta la mitad y el resto llenando con agua. Se cocina de 8 a 10 horas y el contenido se va reduciendo. Pasado este tiempo, se cuela, se estruja con un trapo y luego se sigue cocinando hasta que puedas tomarlo con una cuchara y caiga en forma de hilo que no se deshace. De esta manera, la propia fructuosa de la fruta garantiza su conservación. Recomendamos usar envase de vidrio.
Otra forma de conservar es cubriendo todos los frutos con sal molida. De esta forma, podés sumarlos a comidas de olla sin agregado de sal. También pueden conservarse en grasa, pero de animales que no hayan sido alimentados con soja, ya que la grasa es más líquida y, entonces, no sirve para este fin.
También se puede hacer en grapa o hervirlo, y antes de que llegue al punto de arrope, se agrega alcohol. Queda como una chocolatada, pero con alcohol. Otra forma es ponerlos en la heladera, pero podés tener poca cantidad, no va a matar a los bichitos, pero sí los deja latentes.
En caso de contar con un freezer, se colocan durante 7 días y luego se conservan en cajas o frascos durante todo el año. De esta forma, muere cualquier bichito que se hubiese alojado en el fruto.
Por último, podemos conservar intercalando una capa de frutos y una de hojas y ramas de un antiparasitario como el atamisqui, laurel o ruda. En un lugar cerrado, pero con algo de ventilación, y se deja así hasta que se use.
En cuanto al cultivo del chañar, se pueden usar las semillas, habiendo sido frizadas durante 7 días y, en el momento de sembrarlas, se puede romper el carozo o limar algunos de sus lados para que germine más rápido.
Paula Quinteros integra Coral Nativas, un vivero de especies autóctonas del centro de Argentina, nacido en 2016. Se encuentra en Capilla del Monte y fue creado con el objetivo de aumentar la riqueza y abundancia de biodiversidad.
«Ofrecemos plantines de especies vegetales para fines comestibles, medicinales y ornamentales. Enfatizando en generar conciencia del poder que tenemos de reinsertar el monte en nuestras casas, hogares, jardines, veredas».
*Por Agustín Fontaine para CDM / Imagen de portada: CDM.