“Ladrilleros”, el barro, las manos, las injusticias

“Ladrilleros”, el barro, las manos, las injusticias
29 septiembre, 2021 por Soledad Sgarella

El fotolibro del cordobés Hugo Suárez, pensado junto al arquitecto Alfredo Svarzchtein, retrata el cotidiano de los hacedores de ladrillos, emplazados en la zona sur de nuestra ciudad. “Ladrilleros” relata con simpleza y sensibilidad el histórico oficio, y busca visibilizar -con la fotografía como medio- un mundo laboral signado por injusticias históricas.

Por Soledad Sgarella para La tinta

Cuenta Hugo Suárez que cuando, a principios del año pasado, publicó la nota “No tiren cascotes, arrimen ladrillos”, en Al revés (medio donde es colaborador), a los ladrilleros les pagaban 1 (un) peso por unidad. En cualquier corralón mayorista, cada ladrillo era vendido a 7 pesos y, en negocios minoristas, llegaba hasta los 25 o 30. El dato, ese desfasaje, es solo un detalle del panorama macro que, además de injusto, es invisibilizado y que es, de alguna manera, el disparador de este libro.

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(Imagen: Hugo Suarez)

Alfredo Svarzchtein conoció la serie Ladrilleros en un curso que compartían con Suárez, dictado por el reconocido fotógrafo Eduardo Longoni, quien compartió en sus clases el trabajo del cordobés. “Luego de aquella clase, tomé contacto por privado con Hugo y le ofrecí armar el fotolibro de su ensayo de manera de poder tenerlo físicamente, para lo cual me compartió su nota y fue así que armamos el proyecto”, cuenta Alfredo y pone el acento en que, aunque no se conocen personalmente con Hugo, el libro es hoy una realidad (así como una amistad forjada gracias a la virtualidad) y va por la segunda edición.

Ladrilleros es un libro que da permiso. Permiso para conocer con respeto. Para mirar de cerca y, pareciera, siempre en silencio. En 30 páginas, la publicación lleva por un recorrido que pocas veces “vemos” de verdad.

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(Imagen: Hugo Suarez)

“En memoria de mi tío Meco, albañil: quien supo cuidar de mis hermanos y de mí”. Así estampa Suárez, en la primera página del fotolibro, una potente dedicatoria. Y en la charla para esta nota, agrega: “Me gusta estar cerca de esa gente, ver, mirar, reconocerme en ellos en algunas cuestiones, en algunas cercanías simbólicas con ellos. Mi tío fue albañil y conozco la dureza y lo simple que puede ser ese trabajo a veces, cuando logramos sacar las injusticias de por medio: los malos sueldos, las malas pagas, todo lo que se discute al respecto”.

Hugo dice que la serie nunca tuvo la pretensión de ser un libro, pero que con Alfredo se pusieron de acuerdo rápida y pragmáticamente. Trabajando en equipo, en poco más de dos semanas, lo tenían casi en imprenta. Cuando le pregunto por qué pensó en esta serie, explica que siempre le interesó mucho el mundo del trabajo. “Sobre todo, el mundo del trabajo manual, del trabajo arquetípico de algunos procesos preindustriales que se desarrollan todavía en la ciudades, en lo que se enmarca el laburo de construir ladrillos. Me jode mucho la injusticia a la que son sometidos sus trabajadores. Son gente que no hace aportes, que no tiene sueldos en blanco, no tienen vacaciones, trabajan de sol a sol, no tienen cobertura médica… Trabajan básicamente para subsistir, trabajan de la tierra y viven en la tierra donde han nacido y permanecido durante generaciones”, aclara.

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(Imagen: Hugo Suarez)

El año pasado, en el “Taller de Formación Periodismo(s) en diálogo» que organizamos desde La tinta, en el primer encuentro «Fotoperiodismo situado: prácticas responsables del decir con imágenes«, la doctora en Ciencias Sociales y fotoperiodista, Cora Gamarnik, reflexionó en torno a las fotografías como ventanas, las fotografías como huellas y las fotografías como herramientas de transformación de lo real. Las fotos de Suárez en Ladrilleros son esas ventanas y esas huellas, y buscan ser artilugios necesarios para mostrar lo que no siempre vemos, aún estando a 15 minutos del centro de la ciudad.

“Lejos de querer romantizar la pobreza ni mucho menos, me parece importante mostrar ciertas cuestiones que -a mi humilde criterio- se intentan invisibilizar todo el tiempo en los medios. La gente que vive debajo de los puentes, el trabajo precario, los ladrilleros, los cartoneros. En los principales canales, no se habla de ellos y son parte importante de nuestra realidad cotidiana. Se intenta ocultarlos, hacer de cuenta que está todo bien y, en realidad, cada uno de estos universos encierra un marco de injusticia social muy grande que debe ser mostrada. En mi caso, yo creo que la fotografía (que muchas veces tiende a ser un medio hedonista, por sobre todas las cosas en estos tiempos, un medio usado más para la gestión representativa en redes sociales, para el gusto de lo inmediato, en cuestiones ligadas más a lo superficial que a lo profundo), más allá de que es un medio visual, tiene mucho para ofrecer en ese sentido, mucho para comunicar”, dice Hugo.

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(Imagen: Hugo Suarez)

Suárez refuerza la idea y acentúa: “Como fotógrafos, no es posible renunciar a esa mirada, a denunciar, a decir ‘acá están pasando estas cosas’. Recuerdo un ensayo sobre las galerías cerradas en el año 2018, que era antes de la pandemia y casi el 80% de las galerías céntricas estaban cerradas porque no había trabajo ni fluidez de dinero. Ahora, esa situación creo que ha mejorado, incluso pandemia mediante, pero bueno, en ese momento, lo mostramos y estuvo bueno mostrarlo. Esas cosas se olvidan demasiado rápido. Creo que los fotógrafos deberíamos mostrar estas cuestiones e inquietudes siempre”, asegura el cordobés.

Respecto a la opción de imprimir un fotolibro papel hoy, Svarzchtein expresa que, sin desconocer las opciones de la virtualidad, el formato físico ofrece la posibilidad de “tenerlo, tocarlo, apreciar sus dimensiones, carácter y calidad, guardarlo y compartirlo sin mediar obstáculos tecnológicos. Obsequiar un libro es mucho más que compartir un link. Soy arquitecto, tengo 67 años y, desde que recuerdo, siempre me atrajo hacer fotografía. A los 10 años, me compré mi primera Kodak Instamatic y nunca dejé de fotografiar hasta que, en 2014, comencé a diseñar y editar fotolibros de mis viajes, de las muestras de fotografía que visitaba, encargos familiares y ensayos temáticos como el de Hugo. Es un hobby, pero, más que eso, una pasión”, explica con esa evidente predilección de la que habla.

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(Imagen: Hugo Suarez)

Como dice Gamarnik, el fotoperiodismo, la fotografía en general, tiene una función histórica muy importante y eso tiene que ver con la posibilidad de conocer: “No podemos más no ver y esto también nos saca del uso de la fotografía como adorno, ilustrativo. La importancia que tienen las imágenes para el conocimiento es esa lucha por la legitimidad que venimos dando, a brazo partido, para señalar que las imágenes son centrales para conocer”.

Frente a lo efímero de todo acontecimiento, afirma Cora, la fotografía es la gran aliada para hacerlo durar, permanecer, para que lo podamos analizar, para que lo podamos recordar y para que se transforme en memoria histórica. Ladrilleros logra tal cosa: imprime en un libro sencillo, pero con impacto, años de greda, guano, agua, viruta, carbón y sol para subsistir y sobrevivir.

*Por Soledad Sgarella para La tinta / Imagen de portada: Hugo Suárez.

Palabras claves: cordoba, Fotografía

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