Runasur: un proyecto de cohesión en un mundo fragmentado

Runasur: un proyecto de cohesión en un mundo fragmentado
20 agosto, 2021 por Redacción La tinta

Javier Tolcachier para La tinta

«Vivamos como hermanos y congregados en un solo cuerpo. Cuidemos de la protección y conservación de los españoles, criollos, mestizos, zambos e indios por ser todos compatriotas,
como nacidos en estas tierras y de un mismo origen».
Túpac Amaru

“No existe en el mundo nada más poderoso que una idea a la que le ha llegado su tiempo».
Víctor Hugo

La idea de la unidad latinoamericana se enarboló reiteradamente en el transcurso de las primeras independencias americanas.

Denominaciones como la Nación Sudamericana de Artigas,  la sanmartiniana Unión de los tres Estados independientes, la Gran Confederación de la América Meridional de O´Higgins, el nuestroamericanismo de Martí, la Confederación desde Tierra del Fuego hasta el Missisipi soñada por Miranda, la Dieta soberana de Sud América del chileno Juan Egaña, la Federación general entre Estados Hispanoaméricanos de Monteagudo, la Confederación colombiana del portorriqueño Eugenio María de Hostos o el proyecto anfictiónico bolivariano de una liga confederada de naciones soberanas, nutrieron el ideario de los patriotas desde los albores de la lucha emancipadora y posterior construcción poscolonial.

Sin embargo, los sectores sometidos, esclavos, indios o mulatos nunca fueron considerados en paridad de condiciones como parte de esos proyectos, con la excepción de la revolución haitiana, precursora de la liberación de la colonia y su esclavismo connatural.

“La oligarquía americana satisfecha de sí misma, libresca y orgullosa, ociosa y voluble, deseaba una revolución a la girondina, como Miranda, y mientras leía a los hombres de la Enciclopedia y declamaba los Derechos del Hombre, sus esclavos trabajaban en las ricas plantaciones pues ‘el sudor del esclavo daba para todo'», describe Joaquín Posada Gutiérrez en sus “Memorias histórico-políticas con precisión aquella contradicción fundacional de NuestrAmérica”. [1]

Jorge Abelardo Ramos relata en su Historia de la Nación Latinoamericana que el mismo Bolívar, durante la Segunda República de Venezuela, sufriría la derrota a manos de las fuerzas llaneras favorables al régimen realista, que estaban mayoritariamente constituidas por los desposeídos, mientras las tropas de la Independencia eran conformadas por criollos y mantuanos blancos.

Recién en 1816, el Libertador engrosaría el Ejército Patriota con negros, pardos e indios mediante un Decreto de Abolición de la Esclavitud, promesa hecha al general haitiano Alexander Petion en virtud del apoyo dado por aquel a la causa independentista. Aún así, la esclavitud y las distintas formas de servidumbre todavía trazarían los destinos de miles de hombres y mujeres en las nacientes naciones americanas durante varias décadas más, cementando la condición de inequidad y la inexistencia de fraternidad en las nacientes repúblicas.

Muy poco cambio hubo para las mayorías durante las plutocracias que luego asentaron su dominio continental, situación que mejoraría recién con el triunfo de gobiernos revolucionarios o nacionalistas. Sin embargo, las contrarrevoluciones capitalistas manejadas por la nueva potencia imperial, los Estados Unidos, se esforzarían una y otra vez en derrumbar los incipientes brotes de ascenso social y lazos de soberanía tejidos al sur del río Bravo.

Para disciplinar la política exterior de la región y dirigir todo intento de integración al alero de sus intereses, surgió en 1948 la Organización de Estados Americanos como brazo diplomático tutelado y financiado por el Águila norteamericana, la que además, desde 1963, patrulla y vigila militarmente con su Comando Sur la región, en una política por completo reñida con la retórica de libertad y autodeterminación.

Este imperialismo, por algunas décadas en la cima de su poder, lograría frenar el impulso de liberación de los sectores populares y su influencia efectiva en los acontecimientos mediante múltiples operaciones de intrusión social, política, económica, mediática y judicial.

Ni siquiera en el nuevo milenio, en las más recientes construcciones de integración soberana como la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) o la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), animadas sin duda por un carácter progresista, emancipador, cooperativo y solidario, encontraría la base social un espacio de protagonismo decisivo.

Imbuidas del esquema estatocéntrico de relaciones internacionales aun vigente, las orgánicas integradoras continuaron atribuyendo el espacio central a los poderes establecidos del Estado, poniendo el acento en cumbres presidenciales, consejos de ministros o parlamentos interestatales. El impulso militante de la Patria Grande –algo menos “patricia” y un poco más plebeya– permaneció vivo en las organizaciones sociales, haciéndose sentir en cumbres paralelas o en algunos foros de participación ciudadana, aunque desconectado en la práctica del sentir y la vivencia cotidiana de amplias capas de la población.

Aunque creció la calidad popular de los representantes, emergiendo liderazgos hasta entonces excluidos de origen indígena, obrero y de género femenino, el tema de la real inclusión social y política de los sectores subalternos se fue abriendo paso con mucha lentitud y la unidad latinoamericana como horizonte de una nueva y definitiva independencia no llegó sino a permear al conjunto social de manera superficial.

Ahora, como expresión del signo de los tiempos, parece haber llegado el momento de un proyecto refundacional y revolucionario: el de la América Plurinacional, de la unidad incluyente y convergente de las múltiples identidades, con justicia social, sin discriminación y, sobre todo, con la participación protagónica de los sectores sociales, único fundamento posible de una integración trascendente. Su nombre es Runasur.

Runasur

Runasur, conjugación del vocablo quechua runa, ser humano / pueblo con UNASUR o UNASUR de los Pueblos, ha sido definida como un mecanismo de integración plurinacional entre los pueblos indígenas, afrodescendientes, movimientos sociales, territoriales y sindicales, para resolver la deuda histórica con los pueblos de la región.

El naciente conglomerado constituye una construcción eminentemente política de emancipación para reparar la ignominia de la explotación, discriminación y exclusión de siglos con el objetivo de construir una América Plurinacional con igualdad en la diversidad.

Si bien RUNASUR es en esencia un proyecto autoconvocado, este toma impulso a partir de la decidida iniciativa de Evo Morales Ayma y las organizaciones de pueblos indígena-campesino-originarios de Bolivia, centrales sindicales como la CTA Autónoma y otras organizaciones populares de Argentina, la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) y movimientos territoriales de Venezuela.

El primer hito fue el “Encuentro de los Pueblos y Organizaciones del Abya Yala hacia la construcción de una América Plurinacional”, que tuvo lugar el 18 y 19 de Diciembre de 2020 en San Benito, Cochabamba, en la sede entonces proyectada para albergar el parlamento de la UNASUR.

A partir de entonces, se mandató a una Comisión Técnica cuya misión fue elaborar una primera propuesta de lineamientos orgánicos a través de sucesivas reuniones virtuales y una primera reunión presencial en abril de este año.

Posteriormente, el lunes 2 de agosto, el mismo Evo dio a conocer el Decálogo de RUNASUR, documento que contiene los principios orientadores de la articulación.

El Decálogo de Runasur

Entre los principales puntos del flamante decálogo, se encuentra la lucha contra toda forma de dominación, contra la injerencia y el racismo para defender la autodeterminación de los pueblos, con la proa puesta hacia la descolonización y despatriarcalización.

El fortalecimiento de la democracia en sus diversas formas, el respeto a los Derechos Humanos individuales, pero también los colectivos y la refundación constituyente de los Estados republicanos colocando como primario al Ser Humano y la Naturaleza son definiciones de un profundo calado contenidas en el documento.

La integración para la liberación y una libertad de expresión que exprese la voluntad emancipadora de los pueblos constituyen otros principios del texto difundido, que reafirma con fuerza la plurinacionalidad, la pluriculturalidad y el plurilinguismo como bases de la unidad en la diversidad y del reencuentro de originarios milenarios y contemporáneos. “Somos pueblos diversos; los conocimientos, la sabiduría ancestral y la identidad de nuestros pueblos son nuestra riqueza”, expresa.

Garantizar la Paz, rechazar el intervencionismo y el capitalismo como modelo consumista y depredador de la Madre Tierra, desarrollar un nuevo modelo Económico Social y Plural desde el paradigma del Buen Vivir, constituyen referencias claras del profundo carácter transformador y revolucionario de la propuesta.

Ante la desunión y fragmentación, unidad y cohesión en la diversidad

En un entorno de acelerados cambios, han crecido la inestabilidad y la incertidumbre. Los lazos sociales que encontraban asidero en un modo de producción y organización se han tornado volátiles, tendencia acentuada por el creciente desplazamiento de la ruralidad a las urbes con el correlato de fragmentación familiar sumado al azote despiadado de la ideología individualista, que terminó de desgarrar el tejido social.

En este contexto de fragmentación y creciente faccionalismo, la evidente necesidad de unidad de las fuerzas progresistas para dejar atrás la barbarie capitalista se predicó, pero tuvo enormes dificultades para ser practicada.

Ante el fracaso del futuro, resurgieron con fuerza antiguas identidades como signo de comunidad, una suerte de madero de vinculación al cual aferrarse en el naufragio de la soledad y la atomización. Afloraron entonces con toda su potencia hábitos y visiones del mundo que fueron objeto de la opresión de colonizadores violentos e inquisidores del espíritu, que saquearon y pretendieron prolongar el Medioevo y la tiranía absolutista en estas tierras, ante su evidente decadencia en la Europa natal.

Sin embargo, la reafirmación identitaria trajo en muchos lugares también la diferenciación acérrima, la distancia, la ruptura, el secesionimo, la discriminación y el odio al diferente.

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(Imagen: Red Informativa)

De este modo, en un planeta totalmente conectado, en el que todas las culturas de la tierra están ya en contacto, pero en el que priman las corrientes de disgregación, en donde las fuerzas centrífugas y el separatismo dividen, RUNASUR aparece como un claro esfuerzo de articulación y ligazón de la diversidad, como proyecto de nueva comunidad pluricultural e intercultural.

Frente a las absurdas pretensiones neocolonialistas de instalar una cultura imperial única pregonando, una vez más, su supuesta supremacía, se levantan con RUNASUR las culturas oprimidas reclamando su justo lugar en la historia.

En camino hacia una América y un mundo Plurinacional, de iguales derechos y oportunidades para todas y todos, con rumbo hacia una Nación Humana Universal, Runasur representa una clara y novedosa propuesta de cohesión de lo diverso, de participación real, un salto al futuro, una oportunidad de dejar atrás la desigualdad, la destrucción del hogar común y de construir un horizonte humanista.

*Por Javier Tolcachier para La tinta / Imagen de portada: RUNASUR. 


(*) Javier Tolcachier es investigador del Centro Mundial de Estudios Humanistas y comunicador en la agencia internacional de noticias Pressenza.

[1] Joaquín Posada Gutiérrez, Memorias histórico-políticas, T. I, Imprenta Nacional, Bogotá, 1929, p. 196. Citado por Jorge Abelardo Ramos en Historia de la Nación Latinoamericana, pág. 151.

Palabras claves: América Latina, Bolivia, Evo Morales, RUNASUR

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El «milagro» de Davos: zarandeos, glitter y cruces

El «milagro» de Davos: zarandeos, glitter y cruces
7 febrero, 2025 por Redacción La tinta

¿Pueden la fe y el folclore transformarse en espacios de resistencia, visibilización y lucha para las diversidades y disidencias sexuales frente a los discursos de odio que circulan y son legitimados por el presidente y sus políticas de Estado?

Por Lucas Leal para La tinta

A Lucía Riba, la primera teóloga feminista que conocí y que, sin saberlo, me hizo pensarme como creyente desde mi propia sexualidad. (2008)

A Susy Shock, la primera trava que conocí cantando zambas y coplas, y a la que escuché decir, por primera vez, que debíamos reapropiarnos de nuestro folclore y resignificarlo. (2010)

Para quienes crecimos en el interior, guitarra y rosario en mano desde pequeños, el folclore y la religión, con sus respectivos guiones, configuraron nuestras subjetividades, cuerpos y deseos, puesto que ―a diferencia de las grandes ciudades― la parroquia o el taller de folclore son los “únicos” espacios de socialización. Nací en un barrio de San Miguel de Tucumán, en una cultura en la que la religiosidad popular con sus misas, procesiones y devociones lo impregnaban todo. Durante toda mi adolescencia, participé activamente de un grupo juvenil en la capilla del barrio. Lo mismo podría decir del folclore, dado que, a los 8 años, aprendí a tocar la guitarra y, tiempo después, a bailar zambas y chacareras. Tardé mucho tiempo en comprender que estas dimensiones no se oponían a mi sexualidad porque ambas sostienen el binarismo y la heterosexualidad obligatoria como única forma válida y legítima de existencia. La Iglesia, por un lado, con sus discursos, doctrinas, rituales, y el folclore, por otro, con sus letras y figuras para la danza, actúan de modo performativo en una repetición que nos hizo/hace creer y pensar que nuestras vidas no valen por no “ajustarse” a esa “norma”. Mensajes tales como que la seducción y el deseo sólo son legítimos entre el varón y la mujer; que el único modelo de familia es heterosexual; que hay roles y modos de comportarse socialmente, y debemos cumplir con ellos por ser varones o mujeres se instalan en nuestras subjetividades desde estos dos dispositivos.

Para sorpresa de muches, sin embargo, algo “milagroso” suscitó el discurso en contra del colectivo LGBTIQ+, los feminismos y la perspectiva de género, entre otras cosas, que Javier Milei pronunció en Davos. ¿Pueden la fe y el folclore transformarse en espacios de resistencia, visibilización y lucha para las diversidades y disidencias sexuales frente a los discursos de odio que circulan y son legitimados por el presidente y sus políticas de Estado? ¿Es posible que estos dispositivos “tradicionales”, que en algún momento invisibilizan nuestras identidades, ahora, resignificados, acompañen la defensa de los derechos que hemos conseguido y que hoy pretenden quitarnos en esta llamada “batalla cultural”?

¡Y se va la primera!

El tradicional Festival de Cosquín 2025, que consuma el ideal del imaginario del folclore consagrando cantores y cantoras, se transformó, en su edición número 65, en un espacio de resistencia, lucha y visibilización de las diversidades y disidencias sexogenéricas.

Cabe mencionar, en primer lugar, la Luna disidente que, por tercer año consecutivo, se llevó a cabo en el conocido “Patio de la Pirincha”. Este espacio autogestivo y colectivo es el patio de una casa (¡el patio de quien conocemos como la Piri!) que fue transformándose, desde el año 2001 a esta parte, en un espacio de referencia para artistes y promotores de la cultura en el que se impulsan proyectos, talleres y espectáculos varios durante todo el año. La Luna disidente nace en 2023 por iniciativa de la Piri, Maxi Ibañez, escritor y poeta, y La Ferni, cantora trans no binaria. Esta noche arcoíris convoca artistes locales y de distintos puntos del país donde, desde el folclore, se celebra y se resiste. 

Algo totalmente “disruptivo” fue lo que aconteció, en esta edición, en el escenario mayor Atahualpa Yupanqui en la plaza Próspero Molina. En la segunda noche, la cantora cordobesa, Paola Bernal, abrió su presentación con una emotiva interpretación de la Canción de cuna para niñxs diversxs, de la artista travesti, Susy Shock. Esta canción aparece en una de sus frases, una plegaria por un mundo más digno y más justo para las infancias.

Días después, en la cuarta luna, la quenista iruyense, Micaela Chauque, dedicó una chacarera a las mujeres y las diversidades. En el escenario, irrumpió el conocido gauche disidente, Legon Queen, quien, junto a la bailarina trans, Valeria Ortega, entre redondas, zapateos y zarandeos, dieron un claro mensaje de resistencia con su mera presencia. El cierre de Micaela fue una verdadera fiesta multicolor con un enganchado de carnavalitos y las banderas del colectivo LGBTIQ+ flameando como signo de reconocimiento y visibilidad frente al odio y la invisibilización. 

La sexta luna contó con dos momentos significativos. Por un lado, la cantante Luciana Jury cerró su presentación con la canción “Las ramas”, de su propia autoría, mientras bailaba una pareja de mujeres y citó a Susy Shock al concluir la misma, con la conocida frase: “Buena vida y poca vergüenza”.  Minutos después, Micaela Vita, cantante del grupo Duratierra, hizo un llamado a reivindicar la memoria en nuestra patria y, entre los nombres de artistes y personas significativas, ante la ovación del público, dijo: “Esta es la patria de Diana Sacayán… de Susy Shock”. Acto seguido, junto al músico trans, Valen Bonetto, interpretaron la chacarera “La del Pueblo” que, entre otras cosas, dice: “Marica, ¿qué hay de la espina que te han clavao en el pecho? Tus alas de mariposa surcando un mundo deshecho; Marica, para cantar, que no se te olvide amar».

Sin lugar a dudas, uno de los momentos más relevantes del festival llegó en la séptima luna, cuando la reconocida cantora, Yamila Cafrune, invitó a compartir el escenario a La Ferni, quien, recordemos, en el año 2021, logró que el festival cambiara su estatuto que reconocía las categorías “voz masculina” y “voz femenina” por una categoría sin distinción de género, denominada “voz solista”. La canción elegida por La Ferni fue “Cantor(a) de oficio”, una bella poesía de Miguel Ángel Morelli que vio la luz en 1976, un contexto complejo y oscuro de nuestra historia si los hubo, en la voz de Mercedes Sosa. La letra pone de relieve la responsabilidad de les artistes en la construcción de un mundo más bello, con la música y la voz como herramientas. El momento culmen de la canción fue cuando La Ferni, con voz vibrante y emocionada, declaró: 

“Nadie debe creer que los, las y les artistas pertenecemos a un mundo extraño donde todo es escenario y fantasía. Les artistas somos hombres y mujeres, y también somos travestis, trans, no binaries, maricas, tortas, bisexuales, identidades sexogenéricas disidentes, legítimas, empoderadas, orgullosas y visibles que, ya sin ocultarnos nunca más, transitamos las calles y los días, sufrimos el sufrimiento de nuestro pueblo y latimos también con su alegría”.

Miro el video y se me pone la piel de gallina. ¿Quién diría que, en pleno 2025, en contexto de fascismos y en tierras cordobesas donde sabemos que existe una clara adhesión a las ideas de La Libertad Avanza, ella, en nombre de todes, nos hizo visibles? ¿Podemos imaginar la potencia que tiene decir y sostener en ese escenario, en el que aparentemente sólo tienen lugar el binarismo, el amor romántico con sus mitos y las performances normativas del género, que las identidades disidentes somos legítimas, empoderadas, orgullosas y visibles?

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Imagen: La Voz.

¡Y se va la segunda!

La jerarquía de la Iglesia, cuyos discursos y prácticas habitualmente se vinculan como contrarias a las diversidades y disidencias sexuales, tomó por sorpresa a la sociedad toda cuando, el 30 de enero, pudo leerse en redes sociales el comunicado de la Arquidiócesis de Mendoza por medio de la Pastoral de la Diversidad Sexual, que expresa su profunda preocupación “ante discursos que consideran al antirracismo, al feminismo y a la lucha por los derechos de la comunidad LGBTIQ+ como un cáncer que hay que extirpar«, señalando que dichas expresiones «promueven la discriminación y la violencia contra minorías» y resultan “alarmantes y contrarias a los valores evangélicos”. El comunicado expresa, sin titubeos: “No podemos ni debemos permanecer indiferentes ante estas manifestaciones de odio. Podemos tener diferencias de opinión o posicionamientos, pero nunca debemos dejar de abrazar y acompañar, desde los principios evangélicos, a las personas que integran estos colectivos, especialmente, a quienes son más vulnerables y marginados. Con estas palabras, la Arquidiócesis de Mendoza manifiesta su adhesión a la marcha antifascista y antirracista del 1° de febrero, e invita a la comunidad a sumarse al esfuerzo de construir “una sociedad donde nadie sea excluido y donde prevalezcan el amor, el respeto y la solidaridad”. Cabe mencionar que Marcelo Colombo, arzobispo de Mendoza y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, permite la posibilidad de cambio con el nombre autopercibido para personas trans en las actas de bautismo oficiales y afirmó, recientemente, su preocupación ante «la desmesura de algunas afirmaciones que están apareciendo en discursos locales», alertando sobre el riesgo de retrocesos en derechos conquistados por consenso social.

A la contundencia de este comunicado, se sumó la Pastoral Social de la diócesis de Merlo-Moreno, afirmando que “rechaza enfáticamente las declaraciones discriminatorias y violentas del presidente Javier Milei en Davos”, dado que “estas expresiones que legitiman el odio, la persecución y estigmatización hacia las mujeres y personas del colectivo LGBTIQ+ vulneran los derechos humanos elementales y desconocen los marcos legales internacionales con rango constitucional en Argentina”. Continúa el comunicado: «En repudio a sus dichos; adherimos, convocamos y acompañamos la marcha que se realizará el día 1° de febrero de 2025». La libertad, se afirma, es con dignidad y justicia social, con y para todos. 

Otro gesto institucional provino del arzobispado de Buenos Aires, liderado por el arzobispo Jorge García Cuerva, quien expresó su malestar por la colocación de vallas en torno a la Catedral Metropolitana en la jornada de la movilización, ya que, desde agosto de 2023, se había decidido quitar las mismas sin que se hayan recibido ataques o agresiones por parte de manifestantes de ese tiempo a esta parte. Sin embargo, y tal como lo expresa el comunicado, el 1° de febrero, la catedral apareció vallada aún cuando, la tarde anterior, se expresó la negativa ante la consulta. El comunicado sostiene: “El Arzobispado de Buenos Aires quiere expresar que la imagen que hoy brinda la iglesia mayor no fue por decisión eclesiástica y a todos vuelve a reiterar su convicción de que nada se construye con el odio y la división ni dando expresiones subrepticias de ello por medio de signos externos (…) reiteramos el compromiso de la Iglesia católica en esta Ciudad de Buenos Aires de acompañar a todos sin hacer distinción alguna y de abrir siempre sus puertas para los que quieran seguir a Jesús”.  

¿Podría considerarse hoy a la Iglesia católica y el papa Francisco como nuestras alianzas en este momento? Le pregunté a Eduardo Mattio, docente universitario, con el que compartimos sorprendidos estas noticias. “Así parece”, me respondió. Ciertamente, desde hace un tiempo, el papa Francisco se ha pronunciado como líder de Estado, por ejemplo, en contra de la criminalización de la homosexualidad y ha promovido, en el seno de la Iglesia, la presencia de comunidades creyentes LGBTIQ+. Si bien no podemos negar la historia de oposición y los discursos eclesiásticos que durante siglos nos invisibilizaron, violentaron y marginaron. Pero, en este contexto, ¿no es acaso un bálsamo que, en medio de tanto discurso de odio, una institución como la Iglesia valide y legitime nuestras identidades con estos pronunciamientos? En medio de la violencia estatal, ¿no resulta relevante que Francisco y parte de la Iglesia apoyen, desde su lugar, nuestras luchas y derechos conseguidos? ¿No radica aquí el sentido profundo de la fe y de la práctica de Jesús en la que el amor al prójimo se expresa en gestos concretos de respeto, reconocimiento y valoración de la dignidad de toda persona? Al menos, esta es la Iglesia a la que adhiero y la que deseo. Y, sin lugar a dudas, esta perspectiva tiene que ver con la presencia y la militancia de muchas personas creyentes LGBTIQ+ que, desde dentro de las comunidades cristianas, resignifican las prácticas, los rituales y la doctrina.

 ¡Se acaba!  

Es 1° de febrero. Son las 18 horas. Y en la plaza Próspero Molina se inicia la marcha antifascista y antirracista convocada por el colectivo LGBTIQ+ que se unió, en esta localidad, a la marcha por el agua. Allí, están presentes locales, turistas y muches de les artistas nombrades a lo largo de este artículo. Cuando arrancó la movilización, sonaron las campanas de la parroquia en un claro gesto y señal de apoyo y acompañamiento a lo que estaba por acontecer.

Parece que esta “batalla” recién comienza, porque “resucitaron” en redes sociales y otros espacios esos discursos que vuelven a estigmatizar, patologizar y marginar nuestras identidades, pero, esta vez, legitimados por las palabras y las políticas de quienes nos gobiernan. Lo que nos queda es hacer lo que bien sabemos hacer como colectivo: organizarnos, visibilizarnos, resistir, luchar y crear belleza. Hacer memoria de quienes nos precedieron, hicieron historia y pusieron el cuerpo; habitar todos los espacios (sobre todo, ¡los que creímos que no eran para nosotres, como el folclore y la religión!) y resignificarlos para construir otras narrativas acerca de nosotres. Subamos a los escenarios y altares para contar lo hermoso que es ser quienes somos porque lo que está en juego es la comprensión de eso que llamamos “lo humano” y el reconocimiento, por parte de todas/es/os, de que nuestras vidas son deseables, son vivibles, ¡VALEN! Quizá, hasta que algunes entiendan esta cuestión tan simple, pero, a la vez, profunda, debamos seguir lo que decía la querida Lohana Berkins: «Que digan y piensen lo que quieran de nosotras… pero que no nos nieguen (ni nos quiten, agrego) los derechos que nos corresponden». 

*Por Lucas Leal para La tinta / Imagen de portada: La Voz.

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Palabras claves: Cosquín, Disidencias, Folklore, LGBTTIQ+

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