#FreeBritney Bitch: por qué nos importa qué le pasa a la princesa del pop

#FreeBritney Bitch: por qué nos importa qué le pasa a la princesa del pop
28 junio, 2021 por Redacción La tinta

La semana pasada, la icónica Britney Spears fue trending topic y no por el lanzamiento de un disco precisamente. Por primera vez en 13 años, pudo hablar ante un tribunal y ponerle voz propia a lo que vive hace años: una tutela jurídica y médica, y el parentesco como prisión. La maquinaria de la industria de la música pop la llevó a la cima para verla caer. Ahora, un zarpazo de realidad en primera persona: «Solo quiero que me devuelvan la vida». 

Por Redacción La tinta

Somos la generación que creció con Britney, les millennials que la amamos en su versión más angelical de “Baby One More Time” y la bancamos cuando salió al mundo a decir que ya no era una niña con “I’m a Slave 4 U”. Escucharla es volver a nuestros primeros años de juventud. Todo lo que ella hacía o dejaba de hacer llegaba, con detalles, hasta este lado del continente. La ropa que usaba, si era virgen, sus parejas, si subía de peso, si los paparazzi la cruzaban desarreglada, hinchada o mal de pelo. 

En perspectiva, como lo vemos hoy, el asedio que sufrió era realmente enfermante, pero no lo advertimos y seguíamos con atención y con una mirada morbosa cada nuevo episodio. Era verdaderamente un show montado por el aparato de misoginia de la industria musical, que se la tragó mientras todes aplaudimos, compramos sus posters, admiramos sus jeans tiro bajo que nadie como ella sabía llevar y aprendimos sus coreografías de memoria.

Britney está en la taza del café mañanero, es memes y stickers que usamos en diversas ocasiones border. Un poco en joda y un poco en serio, todas hemos sido Britney en algún momento. Bueno, al menos, todes hemos sido un poco cómplices de esta maquinaria perversa. 

En 1998, Britney -con 17 años- lanzó su single “Baby One More Time” y, desde ese momento, su carrera estuvo en ascenso. Casi 10 años después, en 2007, su desborde emocional fue público, como todo lo que había sucedido en la vida de la princesa del pop. Una separación tortuosa de su marido, idas y vueltas con la tenencia de sus hijes en medio del consumo problemático y episodios de ira en público. Es la época donde el mundo se hizo un festín con ella rapada y atacando con un paraguas a la prensa. Ese mismo año, lanzó su disco al que bautizó con un nombre impactante, «Blackout», como una premonición quizás. En 2008, un juez concedió a Jaime Spears, su padre, la tutela legal y financiera por no estar ella apta para decidir sobre su vida. ¿Qué tan incapacitada para tomar decisiones puede estar una persona que trabaja tanto?

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(Imagen: Semana)

“Blackout” fue su quinto álbum de estudio y su regreso después de 4 años sin editar nada. Según la revista Rolling Stone, es posiblemente el álbum más influyente en la industria de la música pop. Allí nos regalaría su «It’s Britney Bitch» y temazos como «Gimme More», «Piece Of Me» y “Get Naked (I Got a Plan)”. Sí, lo leyeron y empezaron a cantar, ¿no? En medio de su guerra personal, construye, quizás, uno de sus mejores discos y lo bautiza con un término que, en inglés, puede traducirse como un apagón generalizado o usado para referirse a lo que sucede si tomás mucho y se te apaga el cerebro. 

No podemos dejar de pensar en cómo la maquinaria de la industria mainstream del arte y del entretenimiento ya se llevó a unes cuantes pibis. Si bien tendríamos muchos elementos para pensar en cada caso, nos resuenan las historias del llamado club de los 27: Jimi Hendrix, Janis Joplin, Amy Winehouse, Jim Morrison, Kurt Cobain, entre otres. ¿Por qué traemos esto? Porque son una muestra cruel del uso de cuerpos de niñes y jóvenes talentoses en el engranaje del capital de la música, el show televisivo, el cine, etc. Y si hay algo que no sorprende es que, en casi todos los casos, algunas características se repiten: padres y madres que ven en su hije un talento y carisma por el cual llegar a la fama. Así sucede y, cuando te das cuenta, son jóvenes que pueden tener todo lo que se les antoje en el mundo entero… ¿Cómo no esperar una catarata de white people problems de ansiedad y derivados? Y, si la familia no les cuida, ¿quién o cuáles son las redes seguras?

De pronto, tu ídola no es perfecta (¿acaso tendría que serlo?). El imperativo del éxito no tiene piedad nunca. La humanidad de Britney aparece en la imagen de esa piba asediada asquerosamente por la prensa, que, como aves de rapiña, hurgan en toda su existencia, un escarnio público permanente. Convertida en un ícono del horror y el descontrol, lleva inscripta en su historia de sometimiento los errores que protagonizó y que el mundo condenó. En una entrevista, le preguntaron si era virgen, ¿a qué músico varón se le pregunta eso? Ella se vio obligada a responder y llevar como bandera su «virginidad hasta el matrimonio». Hasta que su ya ex novio, el galancito del pop Justin Timberlake, dijo que, en realidad, sí tuvieron sexo. No es necesario ahondar en este ex que nadie quiere, pero de nuevo los medios: «¿Qué hiciste (Britney) para romperle el corazón así?», «¿Por qué dijo que era virgen si no lo era?».

La Britney madre y separada es retratada en las revistas como la villana de fiesta con sus amigas que abandona a sus hijes. Nadie nunca preguntó tanto por les hijes de otros músicos, de todos los géneros, que tuvieron problemas con la ley en una de esas noches de fiestas interminables. Engordó y eso también fue motivo de condena, y además se rapó. Gorda y pelada, se convirtió en la princesa que nunca llegaría a reina. Su fragilidad, su fracaso y su herida eran, en algún punto, una interpelación y un espejo de la nuestra. La mala madre que pronto sería loca. Una víctima fácil, incapacitada, enferma que tiene que ser asistida y tutelada.

La completa falta de intimidad durante casi toda su vida, los insultos, las mentiras creadas para humillarla, las violencias patriarcales, el estrés generado por su exigido laburo. ¿Cuáles derechos laborales corren para las personas tan famosas? ¿O ganar millones y millones les deja exentos de ser tratades como personas y pasan a ser máquinas? Cuando ya estaba en la cima, solo quedaba verla desplomarse y hacer de eso un show. Tenemos una interminable fotogalería de Britney siendo básicamente una persona “normal” en su cotidiano. Vestida como quería, yendo a comprar o tomando helado. Pero en ella, esas imágenes justifican su condena.

Una tutela que es una cárcel

Desde el año 2008, Britney Spears se encuentra bajo tutela (“conservatorship” en inglés) de Jamie Spears, su padre. Dictada por un tribunal de California ante el pedido de un padre  “preocupado” por el estado de salud mental de su hija. Este tutelaje comenzó siendo temporal y, luego, se volvió permanente. Una persona adulta controlando a otra, aunque suene paradojal en esta actualidad de conquistas feministas. Una tutela que la considera “menor de edad” e incapacitada eternamente, como en el siglo pasado. Pero con la particularidad de que Britney sigue siendo la gallina de los huevos de oro.

«Trabajé siete días a la semana sin días libres, en California, lo único similar a esto se llama tráfico sexual. Hacer que cualquiera trabaje en contra de su voluntad y quitarle todas sus pertenencias (tarjeta de crédito, efectivo, teléfono, pasaporte)», dijo en su audiencia. 

¿Cómo es que, recién después de 13 años, la Justicia la escucha? ¿Puede, en la actualidad, un sistema jurídico y médico ser tan poderoso para tener callada a una de las figuras más famosas? Sí, puede el sistema de Justicia y puede un padre biológico, varón cis, blanco, heterosexual. Así funcionan las leyes de custodia, pero, ¿cuáles son los mecanismos para garantizar la dignidad y la autonomía de las personas? 


¿A cuántos varones, músicos, deportistas o actores recuerdan en un día de ira y atacando a la prensa en un lugar público? ¿Cuántos de esos están bajo tutela legal y no pueden disponer de los bienes ganados o de su salud sexual y (no) reproductiva? ¿Cómo es posible que ella pueda trabajar, sacar discos, hacer shows, dar entrevistas, ganar dinero, pero no puede definir por sí misma qué hacer con eso?


Durante sus años de tutela, publicó numerosos discos. “Circus” en 2008, con su respectiva gira de presentación; en 2009, un álbum de grandes éxitos: “The Singles Collection”; “Femme Fatale” en 2011. Realizó colaboraciones en discos de otros colegas, participó como jueza en el programa The X Factor USA y editó, en 2013, “Britney Jean” y, en 2016, “Glory”.

Este miércoles, escuchamos durante 23 minutos a Britney Spears ante un tribunal en California, apelando la tutela legal de su padre. «He estado en fase de negación. He estado en shock. Estoy traumatizada. Lo único que quiero es que me devuelvan mi vida”, expresó. Es la primera vez en más de una década que habla por ella misma, sin ser supervisada ni obligada a responder como sucedía en todas las entrevistas que daba. «Me gustaría poder compartir mi historia con el mundo, en lugar de que sea un secreto para beneficiar a todos. Quiero poder ser escuchada sobre lo que me hicieron, al obligarme a mantener esto por tanto tiempo, que no es bueno para mi corazón». 

Todes conocemos historias de mujeres que pasaron de ser hijas de sus padres a hijas de sus maridos, o que nunca dejaron de ser hijas de sus padres. Mujeres tildadas de locas, internadas, sometidas en el ámbito de lo privado, que no pudieron heredar o manejar su propio dinero o decidir sobre sus maternidades. Y no estamos hablando de años atrás cuando no existían esos derechos para las mujeres. Estamos hablando de formas legales y/o médicas que están vigentes, que reproducen y sostienen, en el siglo 21, nuevas formas de esclavitud, abusos de todo tipo con la excusa de “protegerlas”, como manifestación de las diversas formas de la violencia patriarcal.  «Me gustaría avanzar progresivamente y quiero tener un trato real, quiero poder casarme y tener un bebé. Me dijeron que no puedo casarme ni tener un bebé, tengo un DIU dentro mío en este momento, así que no me quedo embarazada. Quería sacarlo para poder empezar a intentar tener otro bebé. Pero no me dejan ir al médico porque no quieren que tenga más hijos. Básicamente, esta tutela me está haciendo mucho más daño que bien”. Bien sabemos que no es ni la primera ni la última que vive esta situación. 

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(Imagen: El Espectador)

«Les estoy señalando esto a la gente porque no quiero que piensen que mi vida es perfecta, porque definitivamente no lo es, y si han leído algo sobre mí en las noticias esta semana, obviamente sabrán que no es verdad. Lo hice por orgullo propio y estaba avergonzada de compartir lo que me había pasado, pero sinceramente ¡quién no quiere proyectar su Instagram en una luz alegre!», se justificó la cantante.

Movimiento Free Britney 

Gracias a las redes sociales, Britney Spears es, quizás, el caso más visible que se conoce que está bajo este tipo de tutelaje «conservatorship». El movimiento #FreeBritney hace años denuncia lo que está sufriendo la princesa del pop. Pero, este miércoles, constatamos con más detalles lo que venían alertando sus fans. 

Tildadas peyorativamente como un grupo de fans, han sido la red que hizo que se conociera lo que estaba viviendo. Se espera que, en las próximas semanas, el abogado de Britney presente formalmente, el revocamiento de la tutela. El próximo paso es presentar una solicitud para terminar la orden y, después, el tribunal convocará una audiencia.

En fin. Ahora que todes estamos hablando del tema, hay que poner claridad: todes encerramos un poco a Britney. Ella fue clara, como en muchas de sus canciones, y en la audiencia lo resumió: «Soy genial en lo que hago y permito que estas personas controlen lo que hago, señora. Es suficiente, no tiene ningún sentido». 

*Por Redacción La tinta / Imagen de portada: RTVE.

Palabras claves: #FreeBritney, Britney Spears, Estados Unidos

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