¿Quiénes son y qué quieren las bandas armadas en Haití?

¿Quiénes son y qué quieren las bandas armadas en Haití?
28 junio, 2021 por Tercer Mundo

Grupos armados avanzan en poder territorial y capacidad operativa en un país en crisis: la convivencia con el gobierno de facto de Jovenel Moïse y la responsabilidad de las grandes potencias en su apuesta de “caos organizado”.

Por Lautaro Rivara para ARGMedios

Haití vive, desde hace tres años, un espiral ascendente y aparentemente incontrolable de inseguridad, asociado a la existencia de más de 77 bandas armadas, según datos de la Comisión Nacional de Desarme, Desmantelamiento y Reinserción (CNRDDR).

La proliferación de sectores armados escapa a la sola existencia del crimen organizado y a las fuerzas represivas del Estado, que está lejos de toda ambición de monopolizar el ejercicio de la violencia. Nos concentraremos en el creciente poder de los gangs, tal como se los conoce en el país caribeño.

Tráfico de armas

Pese a los loables objetivos estipulados por el propio nombre de la CNRDDR, reactivada en 2016 tras haber sido disuelta en el año 2011, otro dato viene a confirmar el rotundo fracaso del gobierno de facto de Jovenel Moïse y su partido, el PHTK: la circulación, en esta pequeña nación, de más de 500 mil armas -apenas unas 45 mil legalizadas-. El número de armas ilegales se ha duplicado en apenas cinco años, considerando las cifras aportadas por la Policía Nacional en 2016.

Haití, como es obvio, no es productor ni del armamento ni de la munición de guerra que ostentan algunos de estos grupos criminales altamente organizados. Su origen presumible, según diversos organismos de derechos humanos, sería nada menos que el principal exportador mundial, Estados Unidos, cuya participación en el mercado mundial de armas ascendió del 32 al 37 por ciento en el quinquenio 2016-2020, suministrando armas a más de 96 países, según los informes del Instituto de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI, por sus siglas en inglés).

Haiti grupos armados criminales la-tinta

Esta presunción cobró fuerza el 12 de noviembre de 2019, cuando el ex marine Yves Sebastien Duroseau, de 33 años, fue detenido en el Aeropuerto Internacional Toussaint L’Ouverture tras descender del vuelo 949 de American Airlines portando tres maletas llenas de armas y municiones.

¿Qué es el G9?

Estas bandas armadas no sólo han crecido en número y en armamento, sino también en financiamiento, poder territorial y capacidad operativa. Las más poderosas de todas ellas construyeron incluso una federación conocida como el “G9 an fanmi e alye” -el Grupo de los 9 en familia y alianza-, en relación a sus nueve principales cabecillas.

El G9 tiene hasta su propio canal de Youtube y, el 7 de julio de 2020, movilizó a 50 de sus miembros fuertemente armados por las calles de Puerto Príncipe, exigiendo una suerte de reconocimiento legal. Aquella singular caravana del terror fue realizada en el mismo tipo de vehículos blindados utilizados por las unidades especiales de la Policía Nacional.

En un infrecuente gesto de firmeza de parte del poder político, el entonces ministro de Justicia Lucmane Délile clamó por la persecución y arresto de los criminales que desfilaban impertérritos, a plena luz del día, por las calles de la ciudad capital.


En conferencia de prensa, Délile declaró: “Sentimos que era extremadamente grave que bandidos armados tomaran las calles de la capital para aterrorizar a ciudadanos pacíficos. Haití no es una república bananera donde los delincuentes pueden hacer lo que quieran. Ordeno a la PNH (Policía Nacional de Haití) que localice a estos criminales, porque es repugnante e inaceptable lo que vi en la televisión. ¡No estuve allí, pero he vuelto! No aceptaré esta comedia de mal gusto”. Tras las declaraciones, el ahora ex ministro fue inmediatamente apartado de su cargo por el presidente de facto Moïse.


El gran organizador del G9, su principal cabecilla y portavoz, es ni más ni menos que un policía exonerado de la Unidad de Mantenimiento del Orden (UDMO), un cuerpo especializado de la Policía Nacional. Su nombre es Jimmy Cherizier, popularmente conocido como Barbecue. Su separación de la fuerza se produjo tras un operativo realizado el 13 de noviembre de 2017 en Grand Ravine, en el que ocho civiles y dos policías perdieron la vida así como unas 30 personas resultaron heridas.

Connivencia del poder

Hace años que organismos de derechos humanos, como la RNDDH y la Fundación Je Klere, así como un amplio arco de oposición -que va desde la extrema derecha del ex oficialista Youri Latortue hasta los movimientos sociales del campo y la ciudad-, denuncian la connivencia entre Barbecue, Jovenel Moïse y el partido de gobierno.

Así, por ejemplo, una entrega de alimentos a las poblaciones más humildes del distrito de Delmas, sucedida a comienzos de 2020, fue coordinada por la Policía Nacional y el propio Barbecue, quien fue tratado con la deferencia que merecería un líder social y no como un criminal reconocido sobre el que pesa una orden de captura.

Una investigación conjunta entre el medio local AyiboPost y la plataforma Connectas se refiere al caso del médico Jerry Bitar, cuyo secuestro el día 27 de marzo generó enorme revuelo en las redes sociales, un paro de los trabajadores de la salud y hasta una movilización de importancia.

Ante la magnitud nacional e internacional que comenzaba a tomar el caso, el primer ministro de facto Jospeh Joute aseguró que estaba trabajando para garantizar su seguridad, tras lo que Bitar fue liberado con total sincronía. En un tuit que luego borraría, Joute agradeció al propio presidente de facto por su involucramiento personal en el caso.

Haiti pobreza y sociedad la-tinta

Como confesión de parte, Moïse declaró en aquel mismo mes: “Priorizamos el diálogo, incluso en nuestra lucha con bandidos y pandillas (…) Soy el presidente de todos los haitianos, los buenos y los malos”. Incluso antes del apogeo de Barbecue y el G9, el otro bandido más buscado del país hasta su asesinato, Anel Joseph, había frecuentado reiteradas veces a senadores del partido de gobierno, así como escapado dos veces de prisión con la presunta anuencia del poder político.

El G9 controla completamente las áreas de Martissant, Village de Dieu, Grand Ravin, Bas Delmas, Bel Air, Cité Soleil, Fort Dimanche y muchas otras, emplazadas principalmente en la zona central de Puerto Príncipe y en los accesos norte y sur de la zona metropolitana, lo que, en la singular geografía haitiana, le da una excepcional capacidad de aislar a la capital del resto del país.


Estos territorios son centrales por varios motivos: por su abigarrada densidad poblacional -sólo el barrio de Cité Soleil concentra a casi 300 mil personas-; por su específico peso electoral a la hora de definir cualquier elección; pero principalmente por tratarse de algunas de las zonas más radicalmente movilizadas desde los tiempos del gobierno del cura progresista Jean Bertrand Aristide.


En los últimos grandes ciclos de protestas, de aquí han salido las multitudes que se han enfrentado activamente a la carestía de la vida, a la eliminación de los subsidios a los combustibles exigida por el FMI y al mayor escándalo de corrupción de la historia del país, que produjo el desfalco de un monto equivalente a un cuarto del PBI haitiano.

Control territorial y violencia

Entrevistando en Bel Air a algunos de los sobrevivientes de las dos masacres sufridas en el barrio -cuya identidad reservamos por motivos obvios-, los pobladores nos refirieron cómo, durante las grandes jornadas de movilización nacional, las bandas armadas bloquearon los accesos del barrio, impidiendo la libre circulación de las personas y amenazando de muerte a quien pretendiera movilizarse hacia Champ de Mars, centro político del país y epicentro de las protestas.

Además de esta suerte de guetificación intermitente de las periferias y de las reiteradas masacres -Bel Air, La Saline, Cité Soleil, Tokyo, Carrefour-Feuilles, la lista es larga-, el modus operandi incluye los enfrentamientos armados con bandas rivales y la utilización sistemática del secuestro como forma de financiamiento.

El 1 de junio, dos pandillas rivales comenzaron a disputarse el control del barrio de Martissant, en una serie de escaramuzas que continúan hasta la fecha. Al menos 10 muertos han sido reportados y, según Pierre Espérance, director de la RNDDH, unas 10 mil personas fueron desplazadas de sus hogares en las últimas semanas. Las hostilidades sólo cesaron el día 6 de junio, cuando el primer ministro del gobierno de facto visitó el lugar, lo que alimenta las sospechas de entendimiento y colusión de intereses entre las pandillas y el Estado.

Respecto a los secuestros, quizás sea este uno de los fenómenos que más conmocionan a la sociedad haitiana, más aún cuando niños y estudiantes de liceo resultan sus víctimas. Sus patrones parecieran ser completamente azarosos, teniendo por fin último aterrorizar y desmovilizar a la población en su conjunto, la que ha sido forzada a una dinámica de reclusión al caer la luz del sol.

Se ha registrado el secuestro desde profesionales hasta campesinos, desde vendedoras callejeras hasta agentes de policía. Las sumas, exorbitantes, demandadas a las familias -la mayoría de origen humilde- pueden llegar hasta los 100 mil dólares norteamericanos. Ya los reportes de la Oficina Integrada de las Naciones Unidas en Haití (BINUH) señalaban el año pasado un incremento del 200 por ciento en la incidencia de este flagelo. Pero si consideramos que la BINUH se basa en fuentes policiales y que la inmensa mayoría de los casos son resueltos entre las familias y las bandas criminales, sin la mediación de la justicia o las fuerzas de seguridad, debemos estimar una incidencia aún más alta.

La organización Défenseurs Plus, por su parte, ha calculado en unos 1.270 los secuestros ocurridos tan sólo durante el año 2020. Pero las tácticas de financiamiento de estos grupos han dado un salto cualitativo con el saqueo de tres almacenes ubicados en la Ruta Nacional N° 1, en las inmediaciones de los principales puertos y de la terminal de Varreux, en donde se recibe y deposita el stock de combustible del país.

Haiti crisis social la-tinta

Lo que espera en Haití

En un giro tan inverosímil como inesperado, el líder del G9 apareció en público el 23 de junio, en un video que rápidamente se viralizó en las redes sociales. Acompañado de un pelotón de jóvenes encapuchados y armados -varios de ellos con indumentaria de la propia policía-, Barbecue anunció el comienzo de una “revolución armada”, consumando un giro discursivo contra el Estado, el gobierno y la oposición política. Utilizando la simbología nacional y evocando a los héroes de la revolución de independencia, invitó a la población a armarse y a incorporarse a su organización.

En un contexto en que el establishment nacional e internacional busca una salida a la agónica crisis de hegemonía de las clases dominantes, desatada desde las movilizaciones de julio de 2018, la performance de Barbecue permite blindar al poder político de los cada vez más claros indicios de connivencia y alianza con el crimen organizado. Pero además, dota de argumentos a quienes pregonan o bien la instauración de una dictadura de tipo neoduvalierista que “pacifique” el país a la fuerza, o bien la instalación de una nueva misión internacional de ocupación.

Haití, con el concurso de las grandes potencias, parece despeñarse por el barranco de los proyectos paramilitares que ya han asolado antes a otras naciones de Centroamérica y el Caribe, promoviendo el caos organizado, la inseguridad estratégica y la desestructuración de todo el tejido social y comunitario, abriendo la puerta a una política de shock que logre desmovilizar a sus indómitas clases populares.

*Por Lautaro Rivara para ARGMedios / Foto de portada: Dieu Nalio Chery – AP

Palabras claves: crisis, Haití, violencia

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«Es cuestión de tiempo hasta que haya empresas involucradas legalmente por su colaboración con Israel»

«Es cuestión de tiempo hasta que haya empresas involucradas legalmente por su colaboración con Israel»
12 febrero, 2025 por Redacción La tinta

Lydia de Leeuw, investigadora del Centro de Investigación sobre Corporaciones Multinacionales, se ha centrado en los últimos meses en la responsabilidad de las empresas en el genocidio contra el pueblo palestino. En esta entrevista, habla de las características de ese trabajo de documentación.

Por El Salto Diario para La tinta

El 17 de diciembre, Frank Barat mantenía esta conversación con Lydia de Leeuw, quien lidera el litigio estratégico de SOMO, el Centro de Investigación sobre Corporaciones Multinacionales, por el que el objetivo es conectar la investigación con el trabajo de cientos de organizaciones de la sociedad civil y juristas. En esta entrevista, De Leeuw presenta las principales conclusiones del informe “Alimentando la injusticia. Explorando las consecuencias legales para los Estados y empresas que participan en el suministro de energía a Israel”. En el informe, se examina cómo el comercio exterior y la inversión en el sector energético de Israel pueden contribuir a las graves violaciones del derecho internacional perpetradas por Israel en el territorio palestino ocupado, incluida Gaza. Considera las obligaciones de los Estados y las responsabilidades de las empresas involucradas en el suministro de energía a Israel.

Esta entrevista forma parte de una serie de diálogos que Frank Barat lleva manteniendo desde octubre de 2023 y que pueden encontrarse en su canal de YouTube subtituladas al castellano por el colectivo Viva Palestina Libre – Subtítulos contra la ocupación, que se encarga, además, de su edición en formato texto para este medio.

Frank Barat: Hola, Lydia. Me alegro de verte. Quería hablar contigo hoy porque SOMO, el Centro de Investigación sobre Corporaciones Multinacionales, la organización para la que trabajas, ha publicado un nuevo informe titulado «Powering Injustice«, que analiza las consecuencias legales para los Estados y las empresas involucradas en el suministro de energía a Israel. Diriges el litigio estratégico de SOMO y, por lo tanto, eres una de las principales personas detrás de este informe. Mi primera pregunta es: este informe se enmarca en torno a dos resoluciones hechas por la Corte Internacional de Justicia (CIJ) en 2024. ¿Puedes decirme cuáles son exactamente y por qué fueron relevantes para empezar a trabajar en el informe?

Lydia de Leeuw: Sí. Gracias, Frank. De hecho, son dos resoluciones tomadas por la Corte Internacional de Justicia apenas este año. La primera fue en enero de este año, donde la Corte determinó en sus medidas provisionales que era plausible que Israel estuviese cometiendo genocidio en Gaza. Y la relevancia de eso para todo el mundo, para las empresas, para los Estados, para todo el mundo que tenga una conexión, que tenga cualquier forma de influencia, es que ponen sobre aviso que se está desarrollando un genocidio potencial. Eso significa que los terceros Estados tienen una obligación —no es algo que puedan elegir, hacer o dejar de hacer—, es una obligación activa de tomar todas las medidas razonablemente disponibles para prevenir el genocidio en Gaza. De hecho, puede que ya tuvieran el conocimiento o la información necesarios antes de la decisión sobre las medidas preventivas de la CIJ, pero, sin duda, deben tener ese conocimiento e información desde entonces. Y para nosotras, también fue una información relevante ver que ahora tenemos que mirar, todo el mundo tiene que mirar, más allá de los suministros de armamento que van a Israel, más allá de los bienes estrictamente militares. Tenemos que mirar de manera más coherente y holística qué tipos de cadenas de suministro permiten a Israel continuar con este genocidio.

La segunda resolución que creemos que es realmente relevante para el suministro de energía a Israel es la que se hizo en julio de este año, el 19 de julio. Esa fue una opinión consultiva, pero es una opinión muy autorizada del más alto tribunal del sistema de la ONU. Encontró que toda la ocupación, toda la presencia militar de Israel en la Franja de Gaza y Cisjordania, incluyendo Jerusalén Este, es ilegal y debe terminar. Y lo mismo ocurre con la presencia de colonos, es ilegal y hay que acabar con ella. Con respecto a los asentamientos, eso ya se estableció o determinó en la opinión consultiva de 2004 de la Corte Internacional de Justicia, pero lo que la Corte también hizo esta vez fue detallar, muy explícitamente, todas y cada una de las obligaciones que tienen los terceros Estados de garantizar que sus Estados o las entidades dentro de su Estado, como las empresas, como no ofrecer ayuda para mantener esa situación ilegal creada por Israel. Así que, como acabas de decir, es importante para nosotras mirar holísticamente lo que está sucediendo y lo que está permitiendo a Israel, con total impunidad, cometer un genocidio en Gaza.

Frank Barat: Entonces, ¿cómo la energía, o el combustible para producir energía, juega un papel importante en la acción de Israel y en los crímenes de guerra y contra la humanidad en Gaza?

Lydia de Leeuw: Bueno, creo que un hecho clave a tener en cuenta es que Israel es extremadamente dependiente de la importación tanto de petróleo como de combustible. El 98,6% del petróleo de Israel se importa realmente del extranjero. Por tanto, esto nos dice algo acerca de la dependencia que el país tiene de las importaciones para permitir el abastecimiento de combustible de sus aviones, de sus tanques y otros vehículos del ejército que se utilizan en crímenes de guerra y en el genocidio contra el pueblo palestino. Así que uno de los ángulos que hemos analizado es de dónde proviene el petróleo y de dónde provienen los diferentes tipos de combustible, incluyendo el diésel y la gasolina. Y cuáles son las diferentes cadenas de suministro que podemos descubrir, que permiten establecer el vínculo con el ejército.

Luego, el segundo ángulo que examinamos en términos de suministro de energía son los diferentes recursos energéticos que contribuyen a la generación de electricidad en Israel. Y la razón por la que esto es importante es porque la red eléctrica a la que están conectados los asentamientos es la misma que la red eléctrica israelí dentro de las fronteras de 1948. Así que no hay distinción. Si estás exportando carbón a Israel que se utiliza para generar electricidad en una central eléctrica de carbón, ese carbón se va a utilizar para generar electricidad para toda la red. Así que, inevitablemente, va a alimentar una red contaminada por la ilegalidad.

Frank Barat: Y, durante la elaboración del informe, ¿qué países dirías que son los mayores proveedores de Israel, ya sea en armas o en energía?

Lydia de Leeuw: No hemos analizado las armas. Hemos mirado… quiero decir, lo más cercano a las armas sería el combustible para aviones militares porque eso sólo tiene un tipo de uso. Sólo puede ser utilizado por el ejército. La única cadena de suministro que encontramos es la que viene de los EE. UU. Se trata de contratos del Departamento de Defensa de EE. UU., por los cuales las empresas estadounidenses como Valero y Saltchuk Resources están exportando, o transportando, combustible militar a Israel, al ejército israelí. Otras cadenas de suministro desde el extranjero que hemos analizado son, obviamente, las de petróleo, debido a la gran dependencia. Y los principales proveedores de los principales exportadores de petróleo crudo son Azerbaijan, Kazajstán y Gabón. Pero también hay cantidades relativamente menores procedentes de Brasil, Nigeria y la República Democrática del Congo. No sólo nos hemos fijado en cuáles son los países exportadores, sino también cuál es el trayecto. Y ahí vimos que Turquía es un país de tránsito muy importante para el petróleo, por cuyos puertos se exporta el petróleo de Azerbaiyán, y el petróleo kazajo suele pasar por Rusia.

También es importante mencionar el papel de los Estados intermediarios, por así decirlo. Hemos visto diferentes tipos de combustible; diésel, gasolina, etc., que pueden ser utilizados en vehículos militares. Los mayores proveedores son Rusia y EE. UU., y, luego, cantidades mucho más pequeñas vienen también de Brasil, Grecia y Albania. Creo que es importante volver a mencionar el carbón. Esto está ligado a los asentamientos, no tanto al genocidio, y, en este caso, los proveedores son Rusia y Sudáfrica. Es bastante importante. Mucha gente se sorprende cuando escuchan Sudáfrica, debido a los increíbles esfuerzos que están haciendo para tratar de que Israel rinda cuentas por el genocidio. Pero sí, estamos viendo esto en un sentido más amplio. Tenemos que considerar la ocupación ilegal y la campaña genocida de forma holística. Luego, cuando se trata de otras cadenas de suministro de energía que están contribuyendo a la generación de electricidad, las energías renovables con inversiones extranjeras y el gas natural con inversiones extranjeras, también hemos analizado el papel de las empresas extranjeras.

Frank Barat: Entonces, ¿cuáles dirías que son las obligaciones de los Estados, pero también de las empresas, a la hora de suministrar energía a Israel?


Lydia de Leeuw: La obligación de los Estados es una obligación muy seria, especialmente, cuando se trata de la prevención del genocidio, porque el requisito que deben cumplir los Estados es que tomen todas las medidas razonablemente a su alcance para prevenir el genocidio.


Defendemos que, si desde su territorio se exporta petróleo o se exportan combustibles que podrían acabar en manos del ejército, o si empresas bajo su jurisdicción participan en esa cadena de suministro, deben tomar todas las medidas razonablemente disponibles para garantizar que sus cadenas de suministro no están, de hecho, alimentando crímenes de guerra y actos de genocidio. Y si no pueden afirmarlo al 100%, entonces, eso no es hacer tal contribución. Deben tomar medidas para detener esa cadena de suministro. Eso en relación a la prevención del genocidio. Pero, con respecto a la ocupación, de nuevo, de forma holística, la Corte Internacional de Justicia fue muy clara en su opinión consultiva del 19 de julio. Dijo que “los Estados deben abstenerse de hacer tratos económicos o comerciales con Israel, que puedan afianzar su presencia ilegal en el territorio”. Podríamos argumentar que, si van a garantizar el suministro de electricidad a los asentamientos, eso afianzaría la presencia ilegal. Hay otro requisito u obligación establecido por la Corte Internacional de Justicia que dice que “los Estados deben tomar medidas para evitar las relaciones comerciales o de inversión que ayuden al mantenimiento de la situación ilegal creada por Israel en los territorios ocupados”. Entonces, eso significa que los Estados están obligados por el derecho internacional a tomar medidas contra sus empresas para impedir esas relaciones comerciales, esas relaciones económicas, que contribuyen a la presencia ilegal de colonos y militares. Porque debo decir que, en relación con la ocupación ilegal, se trata tanto de los asentamientos como del ejército. Además, el ejército se abastece de combustible por todo Israel y los territorios ocupados. De manera que las estaciones de servicio en las que los jeeps militares y los camiones cisterna pueden repostar están esparcidas por todas partes. También se encuentran en los asentamientos. Están localizadas por todo Israel dentro de las fronteras de 1948. Es una misma reserva, es una red, es un mismo suministro que se está alimentando o, más bien, que las empresas están alimentando.

Las responsabilidades de las empresas… las empresas no se adhieren a los convenios ni a los derechos humanos ni a los instrumentos del derecho internacional, pero las normas y parámetros que se aplican a las empresas, como los Principios Rectores sobre Empresas y Derechos Humanos, y las directrices de la OCDE para empresas multinacionales, obligan a las empresas a actuar con la debida diligencia y, especialmente, en las zonas afectadas por conflictos, tienen que actuar con la debida diligencia, lo que significa que tienen que identificar los riesgos, prevenir y mitigar los riesgos, y poner remedio cuando hayan causado un impacto. Y si no pueden hacer mitigación, si no pueden prevenir impactos perjudiciales y no pueden detenerlo, entonces, deben desvincularse responsablemente de esa relación comercial.

Entonces, yo diría que antes, del 7 de octubre del año pasado, los Estados tendrían que pensárselo muy bien para no contribuir a ninguna violación en el contexto de la ocupación. Pero con el genocidio en curso y la determinación explícita de que tanto los colonos como la presencia militar es ilegal, se vuelve, creo, muy, muy difícil para las empresas tener cualquier participación allí porque está manchada con la ilegalidad vinculada a la ocupación.

Frank Barat: Entonces, ¿cuáles son vuestras conclusiones? ¿Cuáles son las conclusiones de vuestro informe en relación a los Estados y en relación a las empresas? Y mi segunda pregunta sería, ¿pueden las empresas tomar medidas independientemente de los gobiernos? ¿O tienen el deber de actuar independientemente, incluso, si los gobiernos no toman las medidas adecuadas?

Lydia de Leeuw: Bueno, voy a empezar con los Estados. Los Estados tienen la enorme tarea de, como ya he dicho, examinar de forma holística la implicación que las empresas y los empresarios en su jurisdicción tienen en la ayuda al mantenimiento de la ocupación ilegal, los asentamientos, pero también en la contribución a que Israel pueda seguir cometiendo crímenes de guerra y genocidio. Los Estados son los principales titulares de obligaciones. Y creo que lo que debe ocurrir, a nivel nacional, es que estas obligaciones tienen que empezar a cumplirse. La gente protesta, la gente hace lo que puede para presionar a sus Estados, pero también creo que los tribunales tienen que empezar a tomar decisiones sobre si las cadenas de suministro se pueden mantener o si, de hecho, los Estados deben ser obligados a intervenir y tomar ciertas medidas políticas para detener, por ejemplo, las exportaciones de carbón, para detener la exportación de petróleo, para detener las exportaciones de varios combustibles.

Creo que estamos en el nivel que… las palabras sobre el papel son hermosas y estas opiniones consultivas y las medidas provisionales son hermosas, pero ahora se trata de traducir eso en acción y poner a prueba las políticas nacionales. Las empresas no tienen que esperar a que un tribunal les diga: “No pueden hacer esto”. Tienen su propia responsabilidad y se enfrentan a sus propios riesgos legales. Porque, por ejemplo, una empresa como Valero ha sido un proveedor constante de combustible para aviones militares a Israel. Han estado proporcionando ese combustible que se envía casi cada dos meses, creo, con pleno conocimiento de lo que está ocurriendo en Gaza y en Palestina en general. Así que esto plantea cuestiones relativas a la responsabilidad penal individual de los ejecutivos involucrados. Hemos escrito a la empresa y no han respondido a nuestras preguntas. Pero yo diría que es cuestión de tiempo hasta que ciertas empresas se vean involucradas en cuestiones de responsabilidad legal por su participación.

Frank Barat: Traes a colación mi última pregunta: ¿y si no se toman medidas? ¿A qué tipo de repercusiones podrían enfrentarse los gobiernos extranjeros —aunque quizá deberíamos centrarnos más en las empresas— y desde dónde?

Lydia de Leeuw: Voy a hablar muy teóricamente, porque dependerá de la capacidad y la voluntad de los sistemas jurídicos para actuar. Así que va a depender de la legislación que exista en determinados países y de lo que se pueda probar. Pero cuanto más se pueda probar sobre el conocimiento que estas empresas o sus ejecutivos tenían, y cuanto más se pueda probar sobre la naturaleza y la escala de su contribución a la comisión por parte de Israel de crímenes internacionales, crímenes de guerra, genocidio, crímenes contra la humanidad… Cuanto mayor sea la cantidad de pruebas, mayor será la posibilidad de que, en algún momento, los individuos tengan que rendir cuentas. Y realmente estoy pensando en, por ejemplo, empresas como Valero, que están enviando este combustible para aviones militares a Israel como si estuvieran enviando zapatos o calcetines. En ciertas jurisdicciones, las empresas también pueden ser consideradas responsables por su papel en crímenes internacionales. Así, por ejemplo, en los Países Bajos, tenemos una legislación que permitiría procesar a las empresas por su participación en crímenes internacionales. Ese tipo de legislación no existe en todas partes, por lo que debe estudiarse caso por caso.

Y luego creo que, como decirlo… me gustaría llamarlo “futuro idílico”, yo también esperaría y contribuiría con mi granito de arena para poder ver que los ejecutivos también estén en el foco de la Corte Penal Internacional. No hay nada en el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional que impida a la Corte perseguir a los actores corporativos, líderes corporativos individuales. Al igual que lo que sucedió después del Holocausto, donde líderes corporativos individuales fueron procesados y condenados por su papel en el genocidio de la Segunda Guerra Mundial. El Estatuto de Roma lo permite, pero, por desgracia, hasta ahora, el enfoque de la Corte Penal Internacional se ha centrado únicamente en el liderazgo militar y político. Pero creo que crímenes de esta envergadura no pueden producirse sin la complicidad de las empresas. Así que me gustaría que, en algún momento en el futuro, eso también se convierta en realidad.

Frank Barat: En realidad, ahora tengo otra pregunta. Supongo que lo que estás diciendo es que vuestro informe, y supongo que el informe de Amnistía Internacional, también son muy útiles porque si se puede demostrar que lo que la empresa está haciendo, si se puede demostrar que saben que está mal y que saben que podrían enfrentarse a consecuencias, este es uno de los aspectos más importantes, ¿verdad?

Lydia de Leeuw: Sí, exactamente. Como has dicho al principio, es difícil saber y ver que lo que estamos haciendo no está salvando vidas en este momento, ¿verdad? Creo que todo lo que todas estamos haciendo es tratar de asegurar que este genocidio se detenga lo antes posible. Cada día que se consiga que este genocidio se pueda detener antes, se salvan vidas. Pero también, el punto que acabas de mencionar. Para el futuro, para la rendición de cuentas, para el ajuste de cuentas, para la búsqueda de los hechos y la verdad, es crucial que sepamos quién sabía qué y quién hizo qué y quién debería haber hecho qué. Lo que siempre hacemos en SOMO cuando investigamos y antes de publicar información es ponernos en contacto con las empresas mencionadas, con todas las empresas nombradas en el informe, y les escribimos una carta indicando lo que hemos encontrado. Pero también exponiendo nuestro análisis sobre ciertas cuestiones. Por ejemplo, cuando publicamos conclusiones sobre la posible responsabilidad legal, se lo planteamos a la empresa y le damos derecho de réplica. También lo hemos hecho con este informe. Sólo hubo una empresa que respondió con una pequeña elaboración de los hechos. Pero, además de garantizar que la investigación que publicamos es objetivamente correcta y está revisada por las personas que escriben sobre ello, también se trata de más tarde poder decir: «Les informamos en las fechas X e Y de tales y tales implicaciones, que estaban implicados en relación con el genocidio o los crímenes de guerra que Israel está cometiendo”. Así que se trata de reunir documentación, de reunir archivos, si no es para la acción legal ahora, para el futuro. Creo que esa es también una de las razones por la que estamos haciendo esto.

Frank Barat: Gracias, Lydia. Ha sido muy esclarecedor y, obviamente, animo a todo el mundo a leer el informe. Y sí, como dices, creo que todas lo estamos haciendo lo mejor que podemos. Todas nos esforzamos al máximo. Quiero decir, no todas, tal vez, pero muchas de nosotras. Y creo que, a pesar de que la situación sobre el terreno es catastrófica, horrible y paralizante, si miramos con perspectiva, no creo que Israel haya estado nunca en una posición tan mala. Nunca hemos tenido a la CIJ, a la CPI, las principales organizaciones de derechos humanos y de ayuda humanitaria publicando informes sobre el apartheid israelí, el genocidio israelí, las órdenes de arresto, un caso de genocidio en la Corte Internacional de Justicia. Por desgracia, no está trayendo acciones directas concretas para salvar vidas en Gaza, pero en el futuro, esperemos, podría permitir cambiar esto.

Lydia de Leeuw: Sí. Y creo que Francesca Albanese, la relatora especial de la ONU, también advirtió que la situación en Cisjordania está ahora en un continuo, que podría… que corre el riesgo de convertirse en un genocidio también. Esto es relevante para, creo, toda Palestina, el trabajo que se está haciendo ahora, pero también… ¿qué quedará del orden jurídico internacional o del sistema legal internacional cuando esto termine? Porque esto es la destrucción paralela del pueblo palestino en Gaza y del orden jurídico que supuestamente fue diseñado para garantizar que nunca más pudiera ocurrir un genocidio. Así que creo que estamos en un momento sin precedentes, un genocidio en directo, con los tribunales emitiendo conclusiones decisivas, mientras el genocidio sigue ocurriendo. Así que el nivel de aviso y el nivel de posibilidad y las obligaciones de los Estados para actuar e intervenir no creo que haya sido nunca más obvio y fuerte. Así que, sí, tenemos que seguir presionando.

*Por El Salto Diario para La tinta / Imagen de portada: A/D.

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Palabras claves: Franja de Gaza, genocidio, Israel, Palestina

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