13 semillas zapatistas: Gu Juan Tu Juan, trabajo y vidas invisibilizadas

13 semillas zapatistas: Gu Juan Tu Juan, trabajo y vidas invisibilizadas
2 junio, 2021 por Tercer Mundo

Desinformémonos, medio autónomo con base en México, lanzó Tzam, una plataforma en la que indígenas de diversos pueblos conversan sobre cada una de las demandas dadas a conocer por los zapatistas en 1994 desde sus propias realidades.

Por Selene Galindo* para Tzam – Trece Semillas

“Gu Juan tu juan” es una frase que leí muchas veces en los pocos libros en o’dam que llegaron a mis manos cuando era niña. Gu Juan tu juan es un juego de palabras, una rima. Gu Juan tu Juan es Juan trabaja. Gu Juan tu Juan. Gu Juan trabaja. Gu Juan. Tu Juan. Mi Juan.

Mi papá se llamaba Juan y fue asesinado. El papá de mi papá se llamaba Juan y fue asesinado. Un tío se llamaba Juan y fue desaparecido, luego asesinado. Un Juan trabaja. Un Juan fue asesinado. Mi papá trabajaba. Eso me hace preguntarme si, ¿todos los Juan trabajan? ¿Todos los Juan, invariablemente, serán asesinados? ¿Solo son los Juan de mi familia, que trabajaban, los que han sido asesinados? ¿Todxs somos asesinadxs? ¿Si no trabajamos, no somos asesinadxs? En las preguntas anteriores, ¿el problema es el sujeto o la acción?

El trabajo es inherente a la especie humana. El trabajo forma parte de las vidas y muertes o’dam. Lxs o’dam nacemos, trabajamos y morimos. Trabajar es vivir y convivir con lxs tuyxs. Trabajar es relacionarse con lxs demás, con lxs ancestrxs, consigo mismx. Los que viven trabajan. Bueno, unx que otrx no. Es cierto que a mucha gente en el mundo no le gusta trabajar o les han arrebatado las ganas de vivir, o sea, de trabajar.

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Vivir es trabajar. Como seres humanos, necesitamos trabajar para comer, pero como o’dam, necesitamos trabajar para poder ser, para cumplir con el xidhutu’n¹. Trabajar implica hacer el xidhutu’n, la base de la existencia o’dam. Cuando me enfermaba, mi mamá me decía que tenía que levantarme y ponerme a hacer cosas, eso me ayudaría a sentirme mejor. A los tres años, mi abuela paterna nos llevó a un primo y a mí a una iglesia en la sierra, fue un viaje de casi una semana a caballo. Ella cumplía con su responsabilidad, con sus deudas, y nosotrxs nos iniciamos en una máxima de la vida: dar y recibir. Para recibir hay que dar, para dar hay que trabajar. Y vaya que a lxs ancestrxs hay que darles mucho.


Hace casi 50 años, mi abuelo paterno fue asesinado mientras cuidaba su ganado. En el 2019, mi mamá murió en un accidente, mientras se dirigía a una reunión de trabajo en la sierra. Dicen que mi abuelo paterno murió por “trabajar mucho”. Su principal trabajo fue el biñ, el mezcal. Por eso, desde que tengo memoria, el saab² ya era de mis comidas favoritas, le seguía el atole blanco con pencas de maguey recién cocidas. Cuando comíamos, eso quería decir que mi abuelo estaba trabajando. Sí, mi abuelo, mis tíos y primos ya hacían mezcal desde antes de que se pusiera de moda, antes de que tuviera los apellidos “orgánico” y/o “artesanal” y se convirtiera en el negocio de emprendimiento de los juniors, políticxs, lxs hipsters e influencers. Ojo a quién le compran mezcal, mínimo pregúntese quién lo hace, de qué tipo de magueyes, dónde se hace, cuánto del dinero que pagas llega a los productores y, sobre todo, ¿cómo se llama la persona que hizo ese mezcal?


Así como el trabajo ha formado parte de nuestras vidas, también lo ha sido su invisibilización. Un ejemplo, además del mezcal: están las condiciones laborales de lxs mamtuxi’ñdhan³. Yo, siendo hija de dos mamtuxi’ñdham, sobrina de otrxs, prima de unos cuantos más, puedo decir que NO ALCANZA. Mis papás, como la mayoría de lxs maestrxs que conozco, han tenido que complementar sus gastos y los de sus familias con trabajos extras, con negocios familiares, ventas por catálogo, etc.

Lxs o’dam hemos trabajado desde tiempos inmemoriales. Hablemos de los ochenta, por ejemplo, cuando la industria forestal estaba en auge. Un mamtuxi’ñdham me platicó que él, en ese tiempo, trabajó para uno de los aserraderos que pertenecían al pueblo o’dam y ganaba 3.500 pesos a la quincena; eso le daba una vida bastante cómoda. Posteriormente, cuando inició su labor como maestro, su primer pago fue de 1.200 pesos por las quincenas de agosto a diciembre, incluyendo el aguinaldo. Como haría cualquiera que no tiene la necesidad de aguantar un trabajo mal pagado porque tiene opciones, intentó renunciar y regresar al aserradero. En ese tiempo, la sobre-explotación del bosque se vislumbraba como un problema, así lo convencieron de que el trabajo de maestro sería más estable.

Sin embargo, lo que realmente le dio la posibilidad de seguir siendo maestrx fue la agricultura. Me platicó que, en la segunda escuela en donde le tocó trabajar, los padres de familia le vendían sus cosechas de marihuana, misma que él revendía a los middleman ya establecidos. El trabajo agrícola permitió que él y muchxs otrxs pudieran seguir enseñando. La agricultura nos ha permitido a muchxs seguir estudiando, seguir comiendo, seguir existiendo. Si la vida de mi pueblo, de mi familia y la mía han estado tan ligadas al trabajo desde tiempos inmemoriales, ¿por qué siguen perpetuando estereotipos que nos denigran, que sostienen que a los “indígenas” “no nos gusta trabajar”, que “somos flojxs”, que estamos acostumbradxs a que el “gobierno nos dé”? ¿Por qué no cuestionan lo que el gobierno nos quita?

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¹Costumbres y prácticas sociales de los pueblos o’dam y audam.

 ²Quiote.

³Maestrxs.

*Por Selene Yuridia Galindo Cumplido (Originaria de Mezquital, Durango. Pueblo o’dam. Selene es una O’dam Korian kam que escribe, traduce, toma fotografías y administra una página de memes. Es maestrante en Cine Documental en la UNAM y antropóloga social por la ENAH) / Foto de portada: Sara González y Selene Galindo.

Palabras claves: México, pueblos originarios, Zapatistas

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