Las aguas visibles del Bolsón de Fiambalá
La Asociación Civil Be.Pe, con apoyo de la campaña Agua para los Pueblos, editaron el libro «Las Aguas Visibles». A lo largo de cinco crónicas, Lucía Maina Waisman, su autora, nos invita a viajar por las comunidades del Bolsón de Fiambalá, donde sus habitantes cuentan sobre sus modos de vidas y las consecuencias de la mina de litio que ya se instaló en la región.
Por Redacción La tinta
“El agua no es igual para todxs” –reza la contratapa del libro- “En las comunidades campesinas del Bolsón de Fiambalá, el agua es omnipresente: la protagonista de su vida, su trabajo y su alimentación. Y por eso es también la que hace brotar la organización a la hora de defenderla de viejas y nuevas amenazas, desde la producción de vid a gran escala hasta la minería de litio que acecha en esa región de Catamarca”.
Lucía Maina Waisman es compañera de La tinta, comunicadora social y periodista especializada en temáticas socioambientales. Con gran sensibilidad, narra, en cinco crónicas, las consecuencias del modelo extractivo y su avance sobre cuerpos y territorios, pero también los modos de vida de las comunidades, fundamentales para el equilibrio de la vida.
Se trata de una iniciativa de la Asociación Civil Be.Pe, que lleva muchos años trabajando con las comunidades, y la campaña internacional ¡Agua para los Pueblos!, una iniciativa de información protagonizada por pueblos originarios, tradicionales y campesinos en Argentina, Brasil, Colombia y Perú, cuyos derechos al agua, a la salud y a la protesta vienen siendo afectados por compañías mineras y siderúrgicas transnacionales.
El proyecto minero de litio Tres Quebradas, de la empresa LIEX, si bien está en proceso de instalación desde hace cuatro años, todavía no tiene la aprobación para la explotación. En este sentido, explica Lucía, “es una decisión interesante y diferente trabajar con esa región porque es un intento de actuar a tiempo o al menos prever las consecuencias de este emprendimiento, poder vislumbrar el panorama en relación a otras comunidades y regiones que ya están sufriendo este extractivismo”.
-¿Cómo fue la experiencia de ir al territorio? ¿Qué particularidades te llamaron la atención?
-Lo primero que llama mucho la atención es el protagonismo que tiene el agua en la zona. Salta a la vista de forma muy diferente a lo que estamos acostumbradas en nuestras regiones, tanto en lo geográfico como en lo humano y en lo comunitario. Recorrer Fiambalá es ver la escasez de agua, el paisaje de dunas y es lo primero que aparece en las charlas con las comunidades en cuanto a su forma de vida más individual o familiar, cómo eso determina sus posibilidades de alimentación, cultivo e incluso de consumo en los hogares. Por otro lado, la organización, tanto pasada como presente. El agua ha sido lo primero a defender y lo que ha empujado a muchas personas a unirse ante amenazas, pero también para acordar cómo distribuir el recurso y cómo organizarse autónomamente, disponiendo de ese bien común para la vida, una forma de habitar desde el buen vivir y un modo de vida campesino. Hay una conciencia inmensa del valor que tiene el agua y de saber convivir con ese ecosistema de una manera muy armónica y muy esencial, centrada en las vidas.
La minería de litio aparece en ese contexto. El objetivo es no solo denunciar los problemas que trae este modelo productivo de minería, sino también mostrar, valorar y visibilizar la forma de vida campesina que históricamente habita en esos lugares, que tiene un correlato con los pueblos originarios de ahí, y el contraste que tiene con una actividad de la magnitud y de la distancia con el contexto como esta empresa minera, que si bien tiene una subsidiaria local, es canadiense e incluso últimamente son accionistas chinos. Entonces, se trató de poner en evidencia el contraste de una mirada completamente extranjera, alejada de las necesidades y las características de una geografía y de una comunidad para la que el agua lo es todo.
-¿Por qué hacer este relato desde el género crónica?
-Era una forma de contar desde otras maneras y desde otro lugar. Yo creo en la posibilidad que da el periodismo literario o narrativo de acercarnos realmente a la realidad de otras personas en otras circunstancias, que quizás, desde el periodismo tradicional o los informes académicos, nos quedan siempre muy lejos, no llegamos a empatizar o comprender la vivencia y las personas concretas que habitan ahí, y desde las complejidades que tiene esa realidad, porque nada es tan lineal ni tan blanco o negro. La crónica permite complejizar e ir a todas las variables que se ponen en juego. En relación al periodismo tradicional y el ambiental, esta forma de contar aporta algo interesante para no caer en un simplismo que no nos ayuda a avanzar.
-La mayoría de las voces que habitan el libro son de mujeres, ¿hubo intencionalidad o fue emergiendo?
-Creo que emergió bastante naturalmente. Por supuesto que, por los cambios positivos que hemos hecho desde el feminismo en los últimos años, desde el lugar de periodistas, nos nace priorizar esas voces, pero, en este caso, no fue una decisión tan deliberada ni una búsqueda directa. Expresa el protagonismo que tienen las mujeres en estos temas y luchas. En otros temas o ámbitos, eso se invierte y son los varones quienes ocupan más cargos en otros ámbitos, el consorcio de regantes, por ejemplo, ni hablar de los partidos políticos o el municipio. Pero en relación al campesinado, a la defensa de la vida y a la reacción que genera la minería, cuando empezamos a buscar voces que supieran sobre eso y que estuvieran organizadas en relación a esos temas, tanto a la minería como a la vida campesina y la producción de alimentos, las mujeres son referentes en cada región y tienen una sabiduría que expresan y traen de generación en generación, de sus ancestros, como el cuidado de la semilla o el cultivo de las plantas.
Hay una crónica específica en la que decidimos hablar de las mujeres y sus particularidades, para hacer este cruce de paradigmas avanzando en el camino de pensar desde el ecofeminismo o de cómo la lucha por el ambiente es mucho más que eso, es el cuidado de la vida, es una cosmovisión que pone la vida por sobre todas las cosas y conecta el feminismo con el ambiente y las mujeres campesinas con las resistencias al extractivismo.
-Pensando en cómo nos atraviesan las historias que contamos, ¿cómo se quedó Lucía después de cronicar estas experiencias?
-Me interpelaba mucho, por un lado, esa sabiduría y la capacidad de enfrentar las adversidades de la naturaleza, porque no es fácil el contexto en lugares tan áridos. Pero una de las mayores interpelaciones, y es a lo que me refiero cuando digo que todo esto tiene una gran complejidad, es cómo hacer con esta problemática que en el fondo nos interpela a todes. No se trata de vivir en el Bolsón de Fiambalá, se trata de que el material de la minería de litio es el componente de los celulares por los que estamos hablando vos y yo ahora, las computadoras en las que trabajamos todos los días. Me parece interesante desde esas voces concretas, afectadas por la actividad productiva, interpelarnos a todes en relación a cómo transformamos nuestro modo de producir energía y también el impacto muy concreto que tiene el auge tecnológico hoy.
La minería de litio es una muestra de que este nivel en el que consumimos aparatos y dispositivos tecnológicos, descartando basura electrónica continuamente, tiene un impacto muy concreto en las personas y en las comunidades que más se ocupan de cuidar el ambiente del que somos parte. A eso, se suma el cambio climático, también presente en el libro, porque este tipo de minería ayuda a acrecentar el cambio climático, que tarde o temprano nos llega a todas las comunidades, y esa falta de agua que se vive en Fiambalá tarde o temprano se va a extender si seguimos por este camino productivo. En ese sentido, todes somos parte del problema y nos tenemos que preguntar, a nivel comunidad, sociedad, gobierno, cómo hacer para resolverlo y generar energías alternativas que no tengan estos impactos.
Actualmente, el libro físico es de distribución gratuita en organizaciones sociales, instituciones, escuelas y organizaciones no gubernamentales de Catamarca. También se distribuye en la misma comunidad de Fiambalá, con el objetivo de aportar al ejercicio del derecho a la información de la propia comunidad.
El libro virtual puede descargarse de forma gratuita en el link: https://aguaparalospueblos.org/wp-content/uploads/2021/04/Las-aguas-visibles-web.pdf?fbclid=IwAR0GGW1KwO1EoA7q__NP-sBsT7gar3wyPkd_pE_DzMDXHZWE4lmUZupWlME
* Por Redacción La tinta