La muerte de Ernesto Peirone: un hospital sureño sin respuestas y sin insumos
El 29 de marzo, Ernesto Peirone ingresó en el Hospital Miguel Lombardich de Puerto San Julián en la provincia de Santa Cruz, para una operación programada de varices. Era una cirugía sencilla, sin embargo, le ocasionó su muerte. Su hija junto al resto de su familia realizaron una denuncia para pedir que se esclarezcan los hechos en medio de una serie de contradicciones y falencias en la atención médica.
Por Redacción La tinta
Ernesto Peirone vivía hace 26 años en Puerto San Julián, una localidad de 12 mil habitantes. Llegó a esas tierras sureñas para desempeñarse como docente. Tenía 56 años, jubilado recientemente, ya tenía todo preparado para volver a vivir a Córdoba donde estaba proyectando realizar una casa. “Tenía todo arriba de su vehículo para emprender viaje en poco tiempo. Era un hombre que caminaba todos los días, hacía yoga, nadaba, pescaba y comía sano. Nos sorprendían sus ganas y energía para hacer cosas”, detalló su hija Ailin Peirone.
Ernesto ingresó al Hospital Miguel Lombardich, en la localidad Puerto San Julián, la mañana del 29 de marzo para realizarse una operación de varices programada hacía tiempo lo que desencadenó su muerte. Su familia comenzó un proceso legal contra el nosocomio: “Hubo muchas irregularidades que nos siembran dudas, no nos cierran las cosas que nos fueron diciendo. Mi padre ingresó a quirófano luego de realizarse los prequirúrgicos correspondientes a una cirugía que prácticamente era ambulatoria y, como le habían dicho, ‘muy simple’”.
Este triste hecho abrió una puerta, ya que ahora comenzaron a aparecer otros relatos de vecinxs de la localidad sobre negligencias médicas en el mismo hospital. Muchas son situaciones que han quedado en el olvido o silenciadas en un contexto donde reina la impunidad, nos dice Ailin, quien junto a su hermano Lihuen piden saber qué pasó con su padre y que se transforme la situación sanitaria del lugar.
En las intervenciones con Ernesto observaron: la falta de especialistas de terapia intensiva, de un banco de sangre, de un avión sanitario, historias clínicas relatadas en forma imprecisa, confusa y hasta contradictoria, o directamente la inexistencia de informes médicos. También detallaron que existió falta de insumos necesarios para hacer frente a ese tipo urgencia que resultó de una intervención quirúrgica programada.
“Todo esto expone a la muerte a quienes tengan que recurrir por alguna necesidad a la atención médica y arroja a los familiares a la violencia hospitalaria. Que la muerte de nuestro papá tenga algún sentido para que no exista ninguna muerte injusta más. La vida no puede depender de tener o no los recursos para tratarte. La salud es un derecho y también la información sobre el curso de la atención en el sistema sanitario. No buscamos culpables para odiarlos, queremos saber qué pasó y que algo de todo esto sirva para poder cambiar las cosas y habitar un San Julián que nos haga bien, que les haga bien a todas las personas, con un Estado presente y haciendo su trabajo”, expresó Ailin.
En el caso de Ernesto, su hija detalló que las explicaciones fueron contradictorias e incluso, desde el nosocomio, le manifestaron que no se explicaban lo que había pasado: “Cuando voy al hospital, me dan respuestas confusas de por qué no podía verlo, me dicen que tenía que ser paciente, que me tenía que retirar del lugar por medidas de bioseguridad y que ya me iban a notificar. Dos horas más tarde, me enteré por el propio hospital que lo habían operado nuevamente y de urgencia, producto de una hemorragia muy importante, y que sería derivado en ambulancia a Caleta Olivia”.
El cirujano le informó que hubo problemas en una de las suturas, pero que ya se encontraba estable y que la derivación era porque necesitaba más transfusión de sangre. En el Hospital de Puerto San Julián, no tienen banco de sangre y luego trascendió que no sabían el factor sanguíneo de Ernesto al momento de tener que hacer la transfusión. “Para poder concretar esta acción, en ese momento le hicieron el análisis para conocer el factor sanguíneo y que por suerte -dijo el cirujano- tenían disponible sangre compatible -no la de su tipo- para salvarle la vida en el momento”, detallaron desde la familia.
El traslado en ambulancia hacia Caleta Olivia demoró 4 horas y la familia manifiesta que no tuvo noticias de por qué la ambulancia paró en la ruta ni cómo había sido la situación durante el viaje. Cuando arribaron, el médico que recibió al paciente en la Clínica Cruz del Sur de Caleta Olivia informó que el parte médico elaborado en el hospital Miguel Lombardich de Puerto San Julián distaba mucho del cuadro de gravedad con el que recibieron a Ernesto y alertaron de la gravedad y el posible desenlace. Habían pasado menos de 12 horas en la Clínica cuando Ernesto falleció.
Un pedido de respuestas
En medio del arrebato que implica la muerte, su hija tiene muchísimas preguntas que nadie responde, la necesidad de saber qué pasó e indagar sobre el modo de proceder del Estado local en materia sanitaria. Luego del detalle sobre las falencias de especialidades médicas, procedimientos e incluso insumos, cabe preguntarse por el tipo de políticas en salud en esas tierras sureñas, así como las condiciones laborales de quienes están poniendo el cuerpo más aún, en estos tiempos en que atravesamos una crisis sanitaria y el derecho al acceso a la salud debe ser una prioridad.
“¿Por qué el cirujano no se comunicó después para decirme algo sobre lo que pasó? ¿Cómo puede ser que no hayan sido precisos cuando informaron en qué estado se encontraba mi papá cuando fui a verlo a las 16 h y tampoco a las 18 h? ¿Cómo puede ser que hayan sido tan dispares y hasta contradictorias las informaciones sobre el estado de salud de mi padre, en San Julián y en Caleta Olivia? ¿Cuánta sangre tuvo que perder para que pase lo que pasó y cuánto tiempo tuvo que pasar en la post-cirugía para perder la cantidad de sangre que perdió y que desencadenó en su muerte? ¿Cómo puede ser que te hagan viajar 4 horas por las rutas del sur ante semejante urgencia? ¿Cómo puede ser que además, después del fallecimiento de mi papá, tuve que viajar 8 horas para buscar su cuerpo a Puerto Deseado -lugar donde se realizó la autopsia-? ¿Cómo es posible que conociendo las grandes distancias geográficas con los centros urbanos provinciales que cuentan con nosocomios de mayor complejidad y conociendo las características climáticas duras del sur que también complican los viajes -y mucho- en épocas invernales, no estén previstas mejores condiciones sanitarias para salvar la vida de las personas que viven en localidades pequeñas como San Julián?”, se pregunta Ailin desde el dolor.
La familia ya realizó una denuncia penal contra el nosocomio, “ahora hay que esperar, porque todo es muy lento. Y quiero que quede claro que la denuncia que hicimos no va contra todo el hospital, pero así es la formalidad. Sé que hay profesionales de la salud que hacen bien su trabajo, pero que muchas veces no se garantizan las condiciones para que se puedan llevar a cabo los procedimientos de manera correcta. Y en estos casos, también ellxs lo sufren”, expresó su hija.
También mandaron una nota a la Directora del Hospital de San Julián para pedir una reunión con todas las personas que habían participado de la cirugía, en el post-operatorio y en el traslado, solo obtuvieron un pedido de disculpas telefónico y la imposibilidad de concretar la reunión. “Hay un montón de situaciones que implicaron violencia que no voy a tolerar ni silenciar. Hacia mi papá y hacia nosotros, sus hijxs. No podemos vivir en sociedad cuando, desde una de las instituciones dedicadas al cuidado, se manejan con ese tipo de desprolijidades e impunidad”, detalló.
Ailin se encontraba en Puerto San Julián porque estaba comenzando a rodar un documental que pide justicia por Zulma Malvar, víctima de femicidio en esa localidad, otro caso de impunidad luego de 21 meses que no saben qué pasó y con un femicida libre. Días pasados, se unificaron dos reclamos en un mural, como hecho artístico y activista en la localidad de Puerto San Julián para visibilizar las violencias que atraviesan la vida de la ciudad: los feminicidios y la desidia del hospital distrital.
*Por Redacción La tinta / Imagen de portada: Ailin Peirone.