Permacultura: de la autosuficiencia a la intersuficiencia

Permacultura: de la autosuficiencia a la intersuficiencia
22 marzo, 2021 por Redacción La tinta

Desde hace un par de décadas, la palabra permacultura revolotea dentro de una generación enamorada de la tierra, de los procesos comunitarios y las tecnologías alternativas. En esta serie de artículos, compartimos principios, voces y vivencias de quienes llevan adelante este amplio paradigma que busca rehacer la vida comunitaria sobre el planeta. Este nuevo artículo recorre algunas miradas y experiencias de la provincia de Córdoba sobre la dimensión colectiva dentro de la Permacultura.

Por Marcos Tomasoni y Laura Gallo de Matria Permacultura para La tinta

 La Flor de la Permacultura, como mencionamos en nuestro artículo anterior, es una propuesta de David Holmgren, co-creador de la permacultura, para ordenar los campos de acción en la regeneración de una cultura humana que pueda trascender los dramas del daño socioambiental de la era petroindustrial. Para avanzar en el camino de construcción de un nuevo y dinámico modo de vida, en relación sana con su entorno y entre sus miembros, la permacultura propone siete ejes interrelacionados de acción, representados esquemáticamente en los pétalos de esta Flor.

El séptimo pétalo suele denominarse “tenencia de la Tierra y gobierno comunitario”. La segunda expresión tiene variaciones según la literatura de origen, y podemos encontrarla como “comunidad”, “autogobierno”, “gobernación” o “administración comunitaria”, y hasta en alguna literatura europea como “gobernanza”. El séptimo pétalo es, tal vez, más un aglutinador de sueños y deseos de quienes caminamos este paradigma, que una escuela de técnicas y herramientas, como el resto de los pétalos. 

En este artículo, compartimos algunas visiones, experiencias y posturas sobre la dimensión colectiva dentro de la Permacultura en la provincia de Córdoba a través de nuestra propia experiencia desde Matria Permacultura en la región de Traslasierra; la comunidad de Pueblo Mampa en la zona de Villa María;  la cooperativa de permacultura y arte Reciclando Utopías en Río Ceballos; el Grupo Sacheres de Sierras Chicas; y las reflexiones de Isabel Donatto, iniciadora de varios espacios relacionados a la permacultura y la cultura regenerativa, entre ellos el Eco Barrio de Salsipuedes.

La mirada de Matria sobre lo colectivo

Matria Permacultura es una organización dedicada al diseño, desarrollo, formación y asesoramiento en Permacultura ubicada en el Valle de Traslasierra. Desde nuestra mirada, lo colectivo no representa un camino ideal, sino una dimensión posible del ser a explorar: abarca una esfera del individuo que lo potencia, lo disuelve en un organismo mayor, lo anima y forma. Lo colectivo como un mecanismo de mínima energía para un máximo efecto.

Entre los desafíos cautivantes de los procesos colectivos, el de lograr espacios y dinámicas donde lo individual halle su potencial íntimo sin corroerse ni alienarse en el resto, es una de las tramas más potentes a habitar. Desde algunos enfoques espirituales, todes somos una unidad, y experimentar alguna arista de esa unidad es un camino de trascendencia, de acercamiento a la fuente. En la cosmovisión zulú del sur africano, el término “Ubuntu” se suele traducir como “soy porque somos todos”, o “solo soy en ustedes, o por ustedes”. Ubuntu, para dicha cultura, es una descripción del ser que no se puede entender separado de la comunidad. Pero ¿qué es “la comunidad”?

Desde Matria Permacultura no pretendemos encerrar este concepto en una respuesta técnica, sino compartir algunas experiencias que pasan por los cuerpos, prácticas de lo colectivo, en desafío a una cultura hegemónica que propone la individuación del ser para motorizar el mercado de consumo y corroer las fuerzas de transformación.

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(Imagen: Matria Permacultura)

Les Matria nos buscamos en esa visión africana de ser uno con todes. Nuestra experiencia de hallar en lo colectivo respuestas de construcción de lo social, de lo personal, de la materialización de nuestra casa, nos ha guiado por caminos con tantos errores y dolores en el pasado, como aciertos y sanaciones en el presente. Transitar lo colectivo, lejos de ser ideal y romántico, nos ha devuelto lo más oscuro de nuestros interiores, así como lo más luminoso. Aún en ello, la esfera de ese andar con otres ya no se racionaliza, no se separa de lo cotidiano, sino que se estira desde nuestras pieles tocándose en la piel de la otra, del otro, para habitar un cosmos poderoso de libertades y posibilidades.

Pueblo Mampa, donde la comunidad es monte y río

Para conocer de cerca la experiencia de Pueblo Mampa, compartimos el relato de Leandro Menaldi, co-fundador y habitante de la Aldea Mampera:

“Pueblo Mampa es un proyecto colectivo e independiente, situado en las márgenes del río Talamochita, entre Villa María y Pampayasta, que tiene como propósito experimentar la vida comunitaria y ecológica en un ecosistema natural.

Bajo esta consigna madre y con el hecho fundamental de un arraigo grupal en el monte, con la necesaria construcción de una aldea ecológica que nos sirviera de asentamiento, desde hace más de 7 años, venimos experimentando distintas conformaciones grupales y diversas dinámicas de prácticas comunitarias que pivotean sobre unos ejes principales. Estos son: la regeneración y preservación del ecosistema, la soberanía alimentaria y la búsqueda de la autosuficiencia energética. Estos ejes nos han servido de guía en toda la experiencia, en cuanto al orden de las labores y sus prioridades.

En Pueblo Mampa, la tenencia de la tierra y el gobierno comunitario es una experiencia crucial totalmente atravesada por los principios de la permacultura. Al día de la fecha, llegamos a administrar o tener bajo guardianaje 65 hectáreas de territorio, entre monte nativo y tierras cultivables, en condición de comodato constituido legalmente. Esto ha sido posible por los beneficios de la vida grupal y la organización circular, en cuanto al reparto de las labores y la distribución justa y rotativa de los roles.          

Si bien lo comunitario representa grandes desafíos vinculares, el compartir las prácticas esenciales de la vida (la educación de niñas y niños; la producción de alimentos para la soberanía alimentaria; la construcción de hogares, paisajes y hábitat comunes; y, la gestión solidaria de recursos económicos y naturales) valen el esfuerzo, y nos representan en una gran abundancia de oportunidades y valores muy nutritivos.

Actualmente, la aldea está habitada por tres familias; las labores sobre el territorio y sus recursos se llevan a cabo entre 9 personas. La asociación civil, legalmente constituida, cuenta con un consejo administrativo de 11 integrantes y más de 100 colaboradores locales”.

Reciclando Utopías, una cooperativa de permacultura y arte

Les hermanes de la coope –como les llamamos- conformaron ya hace algunos años la Reciclando Utopías, una cooperativa de trabajo en la conjunción de la permacultura y el arte. La Coty, el Edu, Marquitos y la Sopi son colorides caminantes de las tierras de la música, las animaciones y la poesía (de hecho «Reciclando Utopías» es el nombre de un poema) que se encontraron con una formación en Permacultura que les enamoró. Sintieron que tenían un planeta por poner a girar si mezclaban ambas perspectivas, y así parieron un proyecto cooperativo y de producción de alimentos, formaciones y productos de Permacultura que desde Río Ceballos echó raíces, luego tallo, y hoy flores y semillas.

Cuando les invitamos a hablar de la inter-sustentabilidad, la Coty amasó la harina de la Coope y nos convidó un pan de ferias: “Son las ferias ese universo de lo colectivo que nos enamora  y da sentido”. Y es que la cooperativa forma parte de los más de 60 puestos que amanecen colores y aromas saludables durante los sábados de la Feria Agroecológica de Córdoba en Ciudad Universitaria.

“Podríamos hablar de la Feria de Córdoba, pero queremos que se entienda que estamos hablando de las ferias, como el gran espacio del inter-abastecimiento -dice la Coty-. Las ferias son una red nutritiva, donde resolvemos lo productivo de nuestros proyectos encontrándonos con otres, productores y consumidores. El tiempo nos hace una gran familia donde contás con el otre, donde además de nutrir lo afectivo, nos empoderamos para resolver urgencias o problemas”. Solo en la provincia de Córdoba existen más de 30 ferias agroecológicas (ver www.voydeferia.com) generadas en los últimos 10 años, que merecen como movimiento un capítulo propio y amplio en nuestros relatos permaculturales.

Volviendo a la experiencia de Reciclando Utopías, la Coty cuenta: “Somos una cooperativa de trabajo artístico y permacultural, con producciones muy variadas que primordialmente giran en un eje transversal: la Acción Basura Cero (Proyecto ABC de la reducción), que implica no producir «basura». Además, producimos semillas agroecológicas para huertas, cosmética sólida natural, productos de alimentación como premezclas, multi-recetas, premezclas para torta, servicios de elaborados para eventos. También servicios artísticos, jardinería permacultural, construcción de cocinas de alto rendimiento, hornos, etc. Somos bastante ambiciosos de querer hacer todo, y sí que lo hacemos. Lento pero seguro”.

En la Coope, actualmente, son quince socios, sosteniéndose principalmente a partir de las actividades en la Feria Agroecológica de Córdoba y de proyectos asociados a la construcción de su nueva sede en el barrio Ñu Porá de Río Ceballos.

Grupo Sacheres de Sierras Chicas, porque muchas manos en un plato, hacen… ¡la vida misma!

Cuando elegís a tus vecines, surge una inteligencia colectiva que va creciendo como un niño o una niña, de bebé a adulto. Al principio te pedís la taza de azúcar, te sumás a la minga para sus paredes, llamás para tus revoques. Luego te preguntás qué pasa si compramos la yerba entre todes, y sumas a les amigues que pegaron onda en la guitarreada del cumple de la más chica. Los lazos reverdecen, y los frutos alimentan y dan ganas de más. Entonces es cuando pasa que el grupo se hace hermandad, porque las palabras familia y amistad quedan cortas.

Tal vez algo de este relato se parezca a les Sacheres de Sierras Chicas, una hermandad de familias y amigues, que han ido creciendo juntes en la dimensión colectiva. Cuando les convidamos este espacio para que cuenten, que se cuenten, se alborotó la pajarería de los mensajes, y de esos vuelos surgieron estos relatos que se parecen a poemas.

Cuentan les Sacheres que “de lo individual a lo colectivo, son familias que buscan el buen vivir, hacia miradas desde lo que cada uno trae. Viniendo de lugares y orígenes distintos y a pesar de nuestras diferencias, soñamos y practicamos otro mundo diferente al heredado. Lo que nos une es el hacer ese otro mundo en la cotidianeidad. El hacer como práctica descolonizante”

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(Imagen: Matria Permacultura)

Entre los ejes de lo que hacen juntes están los alimentos, la arcilla, la salud. Algunes se conocían antes de llegar a Sierras Chicas, y otres se conocieron en rondas de gestación. Aunados en la búsqueda de otras formas de parir, se siguieron encontrando en las rondas de crianza. Dicho hasta acá, da toda la sensación que les peques fueron quienes armaron la tribu. Luego generaron un espacio radial de las sacheras, donde compartían y difundían esos saberes, experiencia que ayudó a generar puentes con otras personas, sostén importante de proyectos y difusión de las actividades del colectivo

Les Sacheres se hicieron barro en las mingas de construcción de sus casas, se sembraron en la huerta comunitaria, se nutrieron en los grupos de compras colectivas. Hasta podríamos escribir un cuento a lo Galeano, con sus historias de cómo desplegaron la inteligencia grupal y el amor de hermanes, para que muchos pudieran acceder a sus terrenos propios gracias al impulso y la acción colectiva. Hoy proyectan y sueñan con crear un espacio de formación docente con otra mirada, ya que varies son maestres y profesores.

Pioneras y pioneros. Las primeras hierbas que posibilitan el monte.

En todo proceso colectivo existen los primeros, las primeras, esas semillas que dan inicio al resto. La psicología pionera lleva tesón, obstinación, entrega y locura, como sentenciaría el resto. El pionero puede ver más allá de lo que hay, puede sentir la fuerza del ser colectivo que le pide que lo haga, que se tire, que mueva lo que existe para parir el mañana. La pionera es esa persona que ya soñó el proyecto maduro, y que no puede abandonar las imágenes de ese sueño sin nombrárselo a otres, contagiárselos, e incitarles a la acción.

El camino de Isabel Donatto pasó algunas veces por ese rincón de asumirse paridora de un mundo nuevo. Es conocida por haber iniciado varios espacios relacionados a la permacultura y la cultura regenerativa, entre ellos el Eco Barrio de Salsipuedes, quizás el más renombrado de sus hijos. Por todo esto, en una entrevista realizada por Gerardo Mesquida, le pedimos que nos regalase algunas reflexiones acerca de lo que aprendió en estos procesos.

—Gerardo: Desde el afecto que nos une, siento tu cantar de pionera que vino a descubrir y a invitar senderos para los que buscamos caminar…. Pero más allá de cómo pueda sentir tu abrazo, quisiera saber si vos te podrías reconocer como pionera de los procesos colectivos ya hechos hoy raíces y luceros.

—Isabel: No me gusta que me tomen puntualmente, por este momento de mi vida. Hay una trayectoria que se puede decir muy brevemente, de que una quiere mejorar el mundo en el que vive, porque se da cuenta que no está bien. En mi caso transcurrió de la política al movimiento de mujeres, al ecofeminismo. Eso a mí me gusta puntualizarlo, porque si no una parece caída del cielo. Es cierto que en todo grupo siempre está ese que abre los caminos, y aquel que tiene la fuerza y la coherencia para transitarlos. Eso también hay que tenerlo en cuenta en lo que se llama el trabajo social y grupal: todas las características diversas entre los soñadores, los pragmáticos, los que ven más allá, y los que necesitan ajustar la realidad en el momento determinado. Todo ese conjunto de habilidades de las personas son fundamentales en el proceso de un grupo. Sé que hay personas que han sido pioneros solitarios. Yo no me entiendo a mí misma como una pionera solitaria. Es decir, no podría serlo sin ningún grupo de referencia que vaya recorriendo el camino conmigo, aunque sea parte de ese camino.

—G: ¿Creés que todas las pioneras han pasado por estos procesos psicológicos o espirituales en su niñez, a partir del amor y la genialidad que da la inocencia, o puede haber otros chispazos de genialidad a partir de otros disparadores, tiempos y abordajes?

—I: Uno lo ve… en luces de colores, lo ve posible, lo ve hecho, se lanza a la pileta con un ansia y después se encuentra con las rocas. A todo el mundo le pasa un poco eso. Obviamente que pasaron cosas que nos marcaron y nos llevaron a eso. Otra cuestión fundamental es encontrar los compañeros de ruta: uno en estos procesos sociales no se larga solo, se larga en grupo, con quien coincida o palpite del mismo modo. Que después el grupo persista, abandone, que traicione, que vaya más adelante o se rezague; eso será la secuencia. Y una idea fuerza de fondo es cuando encontrás la armonía entre la protección ecológica, la justicia social, y la inclusión, que permita un mundo mejor para todos. 

—G: ¿Creés que hay una fuerza cósmica que nos guía y las pioneras son quienes saben dejarse llevar intuitivamente a las grietas de la vida donde ser fecundas, o crees que una pionera es artífice de su propio destino, decidiendo racionalmente cuál piedra evitar, o cuál sendero es más fértil para caminar? ¿Es magia o razón lo que inspira a una pionera para echarse a andar?

—I: Yo creo que la magia no es magia, sino un conjunto de energía que nosotros no alcanzamos a racionalizar ni a ver. Justo estaba empezando a escribir un libro que se llama “Los dos caminos”. Hay un camino de la razón, donde una planifica, organiza, determina los pasos que hay que hacer, hace los famosos cuadros de oportunidades y de dificultades, y va racionalizando todo. Y hay otro camino, que es paralelo y simultáneo, donde no entra nuestra razón, donde nos sentimos impulsados a hacer cosas que se salen totalmente del cuadro primero. Y después decimos “cómo no seguí el cuadro”. Pero si hubiese seguido el cuadro no lo hubiera hecho. Lo hice porque estuvo el otro camino siempre presente guiando y guiando. Y aquí sí tengo que hacer un recordatorio de la presencia en esto de Marta (Sosa), que fue la compañera de locuras en todas estas cosas: ella tenía muy en claro el otro camino. Yo al principio iba más por el camino de la razón, y ella iba por el camino que podríamos llamarle de la intuición, o el camino místico, no sé qué nombre darle. Y poco a poco me fue enseñando a aunar los dos caminos. Si los pioneros fueran a seguir únicamente la razón, les aseguro que no podrían avanzar porque se quedarían solo en las dificultades. Además hay un dicho que siempre me gustó que dice “el que no siembra sueños, no cosecha realidades”. Y estamos en tiempo de sembrar el gran sueño, la gran idea fuerza que tiene que juntar y unificar a la humanidad para ir adelante, y saltar por encima de todas estas divisiones, de todas estas tentaciones. Dar el gran salto para ver realmente cuál es la verdadera felicidad para los seres humanos. Que será muy diferente en cada uno, pero seguro que en ningún caso, la felicidad se puede centrar en tener el auto más bonito, la zapatilla más moderna, o la computadora, o lo que fuere. Todo eso se cae, se destroza, todo eso muere, y la humanidad, por sobre todo eso, está saltando hacia otras dimensiones, otros caminos más profundos, más perdurables. Por eso en este momento hay una fuerte tendencia de muchos seres humanos de salirse de la matrix, y abordar una vida integral, sintiéndose uno con la naturaleza, y considerando que la naturaleza te plantea continuamente la abundancia infinita y el eterno retorno, si sabes unirte a sus procesos. Una revolución de la conciencia de la que formamos parte y que retroalimentamos con nuestro accionar personal y colectivo.

Inter-abastecimiento, inter-sustentabilidad, inter-suficiencia

La permacultura tiene sus límites en sus principios éticos, por lo que desplegar la esfera colectiva de todo proyecto debe llevar asociado el cuidado de cada ser, el cuidado de la Tierra, la equidad de lo logrado.

El séptimo pétalo de nuestra ciencia de diseño también desafía al principio del auto-abastecimiento, del auto-sustento. El riesgo es pensarnos resolviendo nuestras demandas en nuestra individualidad, o en el cerco de nuestro grupo más cercano. El camino vidrioso de estos conceptos nos lleva a replantear la idea para no quedar encerrados en una mirada de soberanía egoica, en la autarquía falsa de nuestros patios. Es que no somos nuestros cuerpos, sino nuestras relaciones. No somos nuestros patios, sino el patio común del planeta. No somos capaces de resolver en nuestro cotidiano la totalidad de nuestras demandas sino en red, entre hermandad, en el colectivo que nos da sentido.

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(Imagen: Matria Permacultura)

Ante este riesgo, proponemos y promovemos la idea del inter-sustento, del inter-abastecimiento, como una esfera de materialización que nos da paz, abundancia, salubridad, que solo se alcanza entendiéndonos en la nostredad que nos convida Marlene Wayar, la empatía mutua, total, amorosa, de salvarnos todes con todes.

La intersuficiencia nos devuelve la mirada de que somos porque somos todes. La intersustentabilidad nos describe colectivos, tejides, enredadas, desplegando una inteligencia de enjambre, que no hay futuro catastrófico que pueda ensombrecer. Permacultura, nostredad, Ubuntu, la dimensión colectiva de cada hermane, y la Tierra que reverdece en nosotres, como lo hace desde el fondo de los tiempos. 

*Por Marcos Tomasoni y Laura Gallo de Matria Permacultura para La tinta / Imagen de portada: Matria Permacultura.

Palabras claves: cordoba, Permacultura, Sierras Chicas

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