La ESI está siendo: la potencia de la marea verde
La Educación Sexual Integral (ESI) ha significado una de las pedagogías más potentes y transformadoras en los últimos años, dentro y fuera de la escuela. Defendida, combatida y con desafíos, la ESI trascendió el papel de la Ley y se volvió un campo para llenar de lucha. En esta nota, compartimos algunas reflexiones que surgen del trabajo de investigación en escuelas de la Ciudad de Córdoba, como ensayo para abrir debates urgentes y ampliar sus horizontes.
Por Ramiro Mondello, Paola Nimo y Keila Omar para La tinta
“En las escuelas, no hay educación sexual, pero es claro que las instituciones igual sí tienen, o sea, no es que son neutras, sino que tienen posiciones respecto a nuestro cuerpo,
a cómo tenemos que manejarnos, a nuestras elecciones”.
(Estudiante de secundario)
Desde la sanción en 2006, de la Ley Nacional 26.150 de Educación Sexual Integral (ESI) y la creación del Programa Nacional de Educación Sexual Integral, se plantearon distintas “puertas de entrada” para trabajar integralmente la educación sexual: desde el currículum, la organización de la vida institucional y los eventos que irrumpen en la vida cotidiana de la escuela.
La ESI cobró mayor protagonismo en los últimos años, luego de no aprobarse el proyecto de Ley por la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) en 2018, se abrieron debates en torno al contenido de algunos artículos y lineamientos curriculares planteados en la misma. Además de los movimientos feministas y LGBTTTIQNB+, se sumaron a los debates sectores antiderechos, quienes pusieron en disputa los sentidos y alcances de la ley, discutiendo el rol de la familia y el Estado, tomando protagonismo el tema acerca de cómo debería implementarse la ESI, si en una materia, de manera transversal o respetando el ideario institucional de cada escuela.
Escribimos las siguientes reflexiones como Equipo de Investigación del área Feminismos, Género y Sexualidades del Centro de Investigaciones de la Facultad de Filosofía y Humanidades (FFyH), de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), a partir del análisis del trabajo de campo realizado en escuelas secundarias de Córdoba desde el año 2012. En este recorrido, observamos que la representación dominante de la ESI se asocia principalmente con contenidos a trabajar en materias, talleres o jornadas específicas. En menor medida, se considera la potencialidad de la vida institucional y los eventos cotidianos como instancias de aprendizaje. Los cuales pueden instaurar un “hecho pedagógico”, al pensar y definir las normas de convivencia, las relaciones y modos de vinculación entre docentes, entre docentes-familias-estudiantes y entre estudiantes.
La irrupción de eventos en la cotidianeidad de la escuela pueden estar asociados con discriminaciones, violencias, conflictos o con demandas estudiantiles para revisar formas de trato, códigos de vestimenta y para tratar temas vinculados con género, sexualidad, cuerpo y derechos. Estos eventos algunas veces se presentan como experiencias vividas con mucha intensidad afectiva –y dan la ocasión para trabajar desde el interés estudiantil-, pero, sin embargo, en su mayoría, no son significadas como experiencias de ESI, es decir que son escindidas de las representaciones de educación sexual.
La marea verde irrumpe
«Profe, ¿usted está a favor o en contra del aborto?».
(Estudiante de secundario)
Durante el año 2018 en nuestro país, se dio el histórico debate en el Congreso sobre la legalización del aborto, por primera vez fue tratado el Proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Esto posibilitó una potente discusión sobre salud sexual reproductiva y no reproductiva; las exposiciones fueron realizadas por, entre otres, especialistas en diversas disciplinas y, especialmente, algunas estudiantes de escuelas secundarias del país. Este debate parlamentario trascendió las comisiones informativas de ambas cámaras, con una fuerte repercusión en los medios de comunicación y las calles que se llenaron de gente -en asambleas, pañuelazos, marchas- tanto a favor como en contra del proyecto de ley, lo cual quedó condensado en el movimiento de los “pañuelos verdes” y los “pañuelos celestes”, respectivamente.
Les jóvenes fueron protagonistas en este contexto, sobre todo, la participación masiva de chicas de escuelas secundarias, “las pibas”, como fueron llamadas y presentadas en la mayoría de las notas periodísticas. “La marea verde” copó las calles, los espacios públicos y las escuelas para visibilizar su posicionamiento. Sobre este protagonismo giraron diferentes discusiones dentro de los recintos del Congreso como también en la opinión pública, principalmente, el cuestionamiento acerca de la capacidad de las chicas, por su edad, para tener una posición, con información y argumentos, a favor de la legalización del aborto.
Si revisamos los lineamientos curriculares de la ESI elaborados por el Programa Nacional de Educación Sexual, encontramos escasas menciones al aborto y sobre cómo trabajar este tema en las aulas. De alguna manera, es una de las deudas y uno de los temas más complejos de abordar en las escuelas. Pero el contexto que se suscitó durante la discusión del proyecto permitió la irrupción en las aulas, en las clases, en los recreos y se volvió un tema ineludible. Puso en la escena escolar una multiplicidad de experiencias, emociones y significaciones que, en algunos casos, dio lugar a procesos de escucha y diálogo, y, en otros, generó situaciones de confrontación y peleas.
“Qué concepción o qué idea tenemos nosotros y nosotras sobre el espacio del aula para construir nuestra sexualidad, nuestra educación sexual yo creo que ahí también está involucrada”.
(Estudiante de secundario)
La complejidad del debate y los posicionamientos sobre la IVE se transmitió desde el Congreso, se escuchó en las calles, en el trabajo, en mesas familiares y se replicó en las aulas. El aborto fue un tema que ingresó en las escuelas, principalmente, porque eran les propies estudiantes quienes lo discutían entre elles y también porque interpelaban a sus docentes para que hicieran explícita su posición y dieran su opinión.
El pañuelo verde, símbolo de la militancia desde los inicios de la Campaña, ingresó a las aulas y se convirtió en un elemento disruptivo que provocó diferentes reacciones institucionales. En algunos casos, (su uso) representó tomar un riesgo, ya que se les advertía de posibles sanciones, como, por ejemplo, no portar la bandera. Algunas estudiantes acataban la prohibición escolar de llevar pañuelos, mientras que otras, ante las advertencias recibidas o las medidas tomadas, organizaron sentadas en las puertas de los colegios para defender su derecho de asistir con el pañuelo.
Además, les jóvenes realizaron intervenciones o performances en los patios para visibilizar su postura a favor del proyecto de ley. A través de estos actos, generaron debates o charlas dentro de las aulas, interpelaban a sus compañeres y profesores, generando diversas tensiones que consideraban necesarias dentro de sus instituciones.
“La idea de la intervención también es dar pie para que el debate se arme. Está bueno cuando el profesor da el inicio en el aula: ‘¿Y a ustedes qué les pareció?’ Eso está buenísimo” .
(Estudiante de Secundario)
Este escenario nos llevó a preguntarnos qué oportunidades y posibilidades introdujo en las escuelas el posicionamiento respecto a la despenalización y legalización del aborto, tanto las posturas a favor como en contra.
Siendo el aborto un tema históricamente silenciado en las escuelas, las intervenciones improvisadas de estudiantes respecto al tema fueron episodios que irrumpieron en el cotidiano escolar y suspendieron momentáneamente las reglas referidas al uso de los cuerpos, espacios, tiempos escolares y las expectativas respecto al lugar esperado para les alumnes en la escuela. El acto en sí de “poner el cuerpo” colectivamente en una perfomance, preguntarle a une profe qué postura tenía respecto al aborto, llevar un pañuelo verde o celeste dando cuenta de un posicionamiento, son episodios que corrieron los límites de lo acostumbrado en la escuela y constituyeron en sí un hecho significante.
A su vez, estas acciones dieron lugar a la organización de debates sobre el aborto con distintos profesionales de la salud, legisladores e históricas militantes de la causa, también en algunas escuelas les estudiantes junto con el acompañamiento de algunes profesores, constituyeron comisiones de género y sexualidad que consideraban espacios para encontrarse e informarse.
El protagonismo juvenil que se dio en las calles dio lugar a cuestionar la cultura adultocéntrica de la escuela en donde les jóvenes muchas veces no son considerades como sujetos políticos y sus cuerpos han estado excluidos de la escena de la protesta social por ser considerados “no aptos aún” para decidir. Estas nuevas formas de activismos y participación guardan relación con el acercamiento al feminismo. Especialmente, las jóvenes se reconocen como sujetos no sólo de derechos, sino con voz propia al mismo tiempo que construyen sus identidades desde los activismos, donde sus afectos y el sentido de pertenencia revisten significados profundos.
“Queríamos generar un espacio en el que se pudiera unir a un grupo donde no haya esto de votación, de presidente, vicepresidente como esa jerarquía, nosotras queríamos hacer un grupo más personal donde la información y el aprendizaje sea de todos”.
(Estudiante de secundario)
La ESI más allá de las aulas
Vemos, en estos actos disruptivos, cómo circulan en los espacios escolares temas relacionados a la sexualidad, el género, en definitiva, la ESI más allá del espacio curricular. Algunas escuelas habilitaron e hicieron lugar a las intervenciones y demandas de les estudiantes, mientras que otras obturaron su despliegue y posibilidades de intervenir con lo que se presentaba.
Tomar y trabajar lo que les jóvenes aportan al cotidiano escolar, sus experiencias, saberes, necesidades, demandas, amplía el espacio y la escucha para que sean protagonistas de sus propios procesos. Las micro prácticas que emprenden les jóvenes, ya sea desde la pregunta, una intervención o el planteo de una inquietud, abren una pluralidad de sentidos que constituye un espacio potente para “instaurar un acto pedagógico” que aloje esa compleja amalgama de conocimiento y emociones.
Estamos en vísperas a una nueva votación del proyecto de ley por la interrupción voluntaria del embarazo y queremos remarcar la potencialidad de la irrupción de estos eventos, la movilización que significó “la marea verde” dentro de las escuelas, que anudó vivencias de fuerza, intensidad, presión al encontrarse –o desencontrarse- con otres diverses en torno a sus acciones. A partir de esto, la organización de la vida institucional y su cotidianeidad se vio interpelada y, hoy, se conjugan nuevas prácticas y protagonismos estudiantiles en muchas escuelas en torno a la ESI.
La ESI desafía las lógicas y prácticas de aprendizaje institucionales, es búsqueda, exploración, conocimiento y pregunta que abre. Se corre de los límites del sistema educativo instituido, desborda, chorrea, desdibuja todo lo que pasa en cada escuela, en cada curso, en cada estudiante, ya sea en la habilitación u obturación, es la ESI siendo.
*Por Ramiro Mondello, Paola Nimo y Keila Omar para La tinta.
*Investigadores del Proyecto Afectividad y Educación Sexual del Centro de Investigaciones de la Facultad de Filosofía y Humanidades María Saleme de Burnichon de la Universidad Nacional de Córdoba.