#Dossier Fotoperiodismo situado: prácticas responsables del decir con imágenes
El jueves 29 de octubre, tuvimos el primer encuentro del «Taller de Formación Periodismo(s) en diálogo». La doctora en Ciencias Sociales y fotoperiodista, Cora Gamarnik; Oliver Kornblihtt, integrante del medio de comunicación independiente de Brasil, Mídia Ninja; y la fotógrafa y corresponsal de Télam, Alejandra Bartoliche, se encontraron en un taller organizado por La tinta y con el aval de la Fundación Rosa de Luxemburgo que se tituló “Fotoperiodismo situado”, y estuvo enfocado en la práctica periodística desde las imágenes, como parte vivencial y testimonial de los acontecimientos. Acá, una síntesis de sus exposiciones durante el taller.
Por Redacción La tinta
Mídia Ninja, autoría colectiva y lo festivo de las luchas
El primero en convidar sus experiencias fue Oliver Kornblihtt de Mídia NINJA, un medio de comunicación independiente y autogestionado de Brasil. Fundado en 2013, es una red que involucra a más de 7 millones de seguidorxs en todas las redes y alrededor de 500 personas directamente involucradas con el apoyo de casas colectivas en todo Brasil.
El fotógrafo hizo foco en una de las características más fuertes de Mídia Ninja: la autoría colectiva. “La autoría colectiva tiene que ver con que nuestro proceso es profundamente colectivo. No todes son fotógrafxs: hay gente ayudando a distribuir las imágenes, haciendo redes sociales, recibiendo las imágenes, tratándolas, haciendo la comida, cuidando la sustentabilidad.
Es todo un colectivo que hace que el fotógrafo esté ahí haciendo el click, es la punta de lanza de todo un sistema colectivo que hace que esa persona pueda estar en ese lugar y en ese momento. Deconstruimos un poco esa idea de Henri Cartier-Bresson del momento preciso, del fotógrafo genio artista que hace la foto maravillosa. Nuestra mirada es colectiva y siempre hay muchas personas que están participando de la construcción de esa imagen”, contó.
¿Qué hace que una foto sea «ninja»? El argentino afincado en Brasil dijo: “Las personas reconocían las fotos sin estar tratando de poner la marca por delante de la imagen. Dejábamos que las imágenes circulen y no teníamos miedo de perder el control. Empezamos, entonces, a hacer el ejercicio de traer la mirada de la cultura a las calles, a hacer dialogar lo que sabíamos hacer. No le teníamos miedo al lenguaje comercial, no le teníamos miedo al lenguaje de las redes, a los memes, a la publicidad. Muchas de las personas que conforman el núcleo original de Fuera de Eje vinieron de la publicidad, entonces, no había todo ese prejuicio que muchas veces había desde los movimientos de lucha o desde la lucha tradicional con que le estás queriendo vender la lucha a Coca-Cola, o si hacés una foto que es muy comercial, entonces, te estás vendiendo. Nosotrxs ya estábamos acostumbradxs, porque hacíamos festivales que tenían que tener auspicios -tanto públicos como privados-, trabajábamos con empresas, con marcas, pero teníamos nuestra propia sustentabilidad. Entonces, entendimos que esos lenguajes eran muy fuertes para dialogar hacia afuera de nuestras burbujas, para no dialogar solamente con la gente que ya está metida, o ya es activista, o está accionando en algún lugar”.
Oliver compartió que uno de los intereses fuertes de su colectivo es mostrar la cercanía con el público: “Queríamos contar eso, siempre utilizando gran angular, siempre estando cerca de las personas y quebrando un poco el paradigma del fotoperiodismo tradicional de la objetividad, que dice que tenés que tener con un tele, tomando distancia objetiva, y trayendo imágenes, cuando eso es totalmente mentira. Por ejemplo, todas las narrativas que se construyen de las luchas -y eso sigue pasando hoy- solo muestran gente tirando piedras, bancos siendo atacados y no te muestran la vivencia de quienes están construyendo esas manifestaciones. Queríamos mostrar también ese aspecto festivo de las luchas, de rebeldía, de fiesta, esos sentimientos que estaban presentes en los recitales que hacíamos, estaban presentes también en las calles”.
Por otro lado, contó acerca de la metodología del armado de bancos de imágenes: “En las redes sociales, muchas veces las imágenes se pierden rápidamente. La metodología de banco de imágenes y de archivos es una forma de trabajo, en la que también nos gusta perder un poco el control y es una apuesta a formas de tecnologías sociales colectivas libres, que la gente se las pueda apropiar, las pueda hackear, las pueda reinterpretar y generar sus propios procesos en sus territorios”.
“Desde la cultura, podemos pensar un sistema diferente de vida, de política, de activismo. Desde la cultura, también hacemos disputa institucional. La relación con la política siempre estuvo en un lugar de disputa desde la cultura y, en un momento dado, empezamos a conectar con eso entendiendo la potencia de la disputa institucional. Mídia Ninja tiene como otra de sus características que nunca le tuvo miedo a disputar institucionalmente. Nunca tuvimos miedo de involucrarnos en campaña, de defender a Lula, y eso lo fuimos aprendiendo a partir de trabajar con los movimientos sociales”, finalizó.
La única objetividad que tiene el fotoperiodismo es el objetivo, la lente de la cámara
Alejandra Bartoliche es fotógrafa y reportera gráfica. Comenzó a trabajar en 1993 en Bariloche para el diario local y el diario regional La Mañana del Sur. Fue colaboradora en Página 12, Clarín y Reuters, y es corresponsal desde hace 25 años en la Agencia Nacional de Noticias Télam.
Mientras mostraba sus trabajos con las comunidades mapuche y la lucha por justicia para Santiago Maldonado, Bartoliche señalaba que “estos trabajos fueron y son un laburo afectivo, más allá de lo fotoperiodístico en sí. Fue un trabajo que yo peleé por hacerlo, mucho, corriéndome de lo que nos mandan a tener en el fotoperiodismo, una objetividad que, en realidad, es mentira. Muchas veces lxs que trabajamos en medios, en medios formales, tenemos la foto para el editor y la foto que hacemos nosotrxs. La única objetividad que tiene el fotoperiodismo es el objetivo, la lente de la cámara”.
La fotógrafa que vive en el sur de nuestro país dijo que lxs reporteros gráficxs están siendo humilladxs: “Por las condiciones de laburo, por cómo utilizan nuestras imágenes. Nos están convirtiendo en fósiles, nos están robando las imágenes. Para lxs más jovatxs, lxs que pertenecemos a una generación diferente, el derecho de autor nos costó muchísimo. Nos costó que las editoriales nos dieran la posibilidad de firmar nuestras notas, que son las fotografías».
Y agregó: «No es por una cuestión narcisista, tiene que ver con saber que, cuando yo le hago una foto a un cana que le está pegando a alguien, soy yo la que lo está haciendo. Soy yo y me estoy haciendo cargo de lo que estoy haciendo. Que nos lleva, en algunos casos incluso, a tener muchísimas dificultades en los pueblos donde vivimos; tal vez en Buenos Aires se pierde, pero en los pueblos tienen una connotación en relación a la responsabilidad”, remarcó.
Las fotografías como herramientas de transformación de lo real
Cora Gamarnik es fotógrafa y Doctora en Ciencias Sociales, docente e investigadora del fotoperiodismo en FLACSO, UNSAM y la UBA. Ha publicado numerosos artículos en libros y revistas especializadas de Argentina y del exterior, y ha publicado los libros El fotoperiodismo en Argentina. De Siete Días Ilustrados (1965) a la Agencia SIGLA (1975) y Enseñar Comunicación.
Gamarnik compartió que había elegido tres ejes para el encuentro: pensar las fotografías como ventanas, las fotografías como huellas y las fotografías como herramientas de transformación de lo real.
“Hay algo que estoy pensando mucho y es qué pasa con las imágenes de hoy, las imágenes de cambio, de transformación, de lucha, de protestas sociales. Qué pasa respecto de los cambios generacionales, justamente. Yo creo que hay imágenes que representaban históricamente el cambio, que hoy nos son insatisfactorias. Que no nos reconocemos, que no dan cuenta de los nuevos procesos. Que nos tensionan respecto de las nuevas formas de pensar los acontecimientos sociales”, dijo al comenzar su exposición y visibilizar cómo, durante el Cordobazo, se había invisibilizado desde las imágenes la participación de las mujeres en la calle.
La investigadora afirmó que necesitamos mirar, con nuevos ojos, incluso esas fotos históricas tan importantes, otorgarles nuevas miradas, nuevas formas de pensarlas. Además, retomó la frase de Stuart Hall que dice que la historia cambia de piel: “Es la misma historia, son las mismas fotos, pero la historia cambia de piel porque la miramos distinta y nos hacemos nuevas preguntas, aún de aquello que ya pasó. No sólo nos hacemos preguntas de lo que está pasando, nos hacemos preguntas de lo mismo que miramos siempre”.
Cora enfatizó en que el fotoperiodismo, la fotografía en general, tiene una función histórica muy importante y tiene que ver con la posibilidad de conocer. “No podemos más no ver y esto también nos saca del uso de la fotografía como adorno, ilustrativo. La importancia que tienen las imágenes para el conocimiento es esa lucha por la legitimidad que venimos dando, abrazo partido para señalar que las imágenes son centrales para conocer”, relató.
En relación a la fotografía -y la espectacularidad de la foto- en torno a las protestas sociales, dijo: “Hay que pensarla como un nudo conflictivo muy, muy fuerte, en donde toda protesta social necesita una dimensión visual. Todo movimiento de protesta necesita de la imagen para cosechar apoyos públicos, para expandirse, para ampliar sus demandas. Frente a lo efímero de todo acontecimiento, la fotografía es la gran aliada para hacerlo durar, permanecer, para que lo podamos analizar, para que lo podamos recordar y para que se transforme en memoria histórica”.
Por último, la Doctora en Ciencias Sociales dijo que es imprescindible repensar las estéticas, cómo las identidades se construyen y se reconstruyen a partir de lo que generan las imágenes. “Toda cultura visual legitima una forma de ver, amplía una forma de ver o censura una forma de ver. Entonces, esta producción de imágenes novedosas ayudan a ampliar la forma de creación de identidad y la formación de subjetividad social, aumentan la posibilidad de ver cómo nos queremos ver representados. Las imágenes son performativas: crean opinión. No solo son un registro visual de lo acontecido, sino que performan, crean, a su vez, la forma de pensar los hechos”, concluyó.
* Por Redacción La tinta