Antes que histéricas, históricas: “Salud mental y derecho. Lecturas desde el feminismo”
Por Marisa N. Fassi para La tinta
El libro “Salud mental y derecho. Lecturas desde el feminismo” de reciente publicación articula una serie de aportes plurales elaborados en el marco del Seminario Interdisciplinario de Salud Mental y Derechos Humanos del Centro de Investigaciones Jurídicas y Sociales de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Córdoba. Bajo la dirección de Natalia Monasterolo y Andrés Rossetti, y la coordinación de Marina Baldo. Este libro que es la tercera producción escrita, compila una diversidad de voces, que es un reflejo de los intercambios en los espacios del seminario. Sus textos abren líneas que sitúan problemáticas actuales, cotidianas, con una luz reflexiva que nos invita a cuestionarnos; el sexo en la diversidad funcional, el aborto en el marco de la salud como proyecto de vida, la menstruación, la trayectoria de vida en las medidas de seguridad en causas penales, el abandono y el olvido, la poética como forma política, el esbozo de respuestas posibles ante la pregunta que constantemente queda como dejo amargo en estos debates: y entonces, ¿qué hacemos?
(Imagen: A/D)Es una invitación clara, capítulo a capítulo, a sondear las múltiples preguntas que se abren cuando revisitamos el vínculo entre salud mental y derecho desde la matriz de los feminismos. Es caleidoscopio de textos y ahí reside la riqueza de esta propuesta, se expresan perspectivas, trayectorias y modos de escritura tan variados como variado es el mundo de significaciones que se abren cuando la salud ya no es entendida como ausencia de enfermedad sino como proyecto de vida posible; cuando las matrices del feminismo se hablan en plural, y cuando el derecho se piensa tanto en sus formas presentes como en su potencial emancipador.
Este libro, que es de acceso y descarga gratuita, llega en un momento clave, en que estamos habitando la bisagra entre el modelo médico-rehabilitador o normalizador, propio del proyecto modernizador, y el modelo social de derechos actual. El cambio de paradigma excede la mera reforma y nos interpela en las preguntas mismas que nos formulamos cuando abordamos, en este caso, la salud en general y la salud mental en particular. El modelo médico-rehabilitador es propio de las reconfiguraciones científicas, industriales y sociales de la modernidad. “Diagnóstico y receta” era un modo de gobernabilidad que excedía ampliamente el espacio de un consultorio médico. En cuestiones de salubridad este modelo señala y aísla a la persona, invisibiliza los lazos sociales que la construyen como tal, y vuelca todos sus esfuerzos en etiquetar, predecir, curar y adaptar a esa persona a un canon de normalidad diseñado desde una matriz colonial y patriarcal del ser. El diagnóstico permite el respiro ficticio que produce la certeza en el problema. La ciencia se aferra a la idea de una neutralidad aséptica. El ser diagnosticado se somete a las respuestas de la ciencia con el objetivo de acercar las individualidades posibles a la normalidad deseada.
Las luchas feministas ha sintetizado las implicancias de este modo de abordaje de la salud mental en los cuerpos feminizados con la frase: “antes que histéricas, históricas”. En este marco de transformaciones epistémicas, la clave feminista resulta el campo propicio para revelar las implicancias sociales, institucionales y personales ínsitas en la transición paradigmática.
“Antes que histéricas…”
La palabra ‘histeria’ deriva etimológicamente de ‘hysteron’ que significa útero. Tanto desde el campo de la medicina, la psiquiatría y las investigaciones sociales han ahondado sobre el devenir de este diagnóstico que se consideraba propio de las mujeres, y que fue ampliamente usado en la era victoriana. Entre sus síntomas se destacaba la ‘propensión a causar problemas’. Diagnosticada la enfermedad, restaba el remedio para normalizar a estas mujeres enfermas. Así, se receta el orgasmo femenino por medio del tratamiento del vibrador, muchas veces administrado en el mismo consultorio médico.
“…históricas”
En 1929 Virginia Woolf reflexionó sobre el vínculo entre las mujeres y la escritura de ficción. Relató cómo, hasta fines del siglo XVIII, las mujeres que escribían literatura eran tildadas de locas y trastornadas mentales. Ese entorno permeaba las letras de esa literatura femenina, impregnando de miedo y amargura los escritos de las mujeres de la época. Se pregunta qué necesita una mujer para ser escritora; la respuesta es simple y crucial: un cuarto propio. Era el contexto, no la mujer.
Las nuevas miradas sobre la salud mental se dirigen desde la persona individual a su contexto. Ese viraje abre nuevos horizontes de significados. Las preguntas mutan, se profundizan y se expanden. ¿Qué es la femineidad? ¿Qué implicancias políticas tienen las distinciones de género? ¿A quiénes margina? ¿Cómo lastiman, y cómo privilegian? Este es el cambio de mirada que exige el nuevo modelo social de derechos en el abordaje de la salud.
Se subvierte el lugar de la persona pensada como individuo, y la devuelve al contexto ambiental, social, familiar, productivo; del que nunca salió. Desde los feminismos exigimos un conocimiento situado, que deje de ocultar las intersecciones de la clase, el género y la raza. El desafío está en quitar de la persona afectada en su salud mental tanto el dedo acusador como la caridad piadosa. Echar luz sobre cada intersticio del tejido social, jurídico, institucional donde se reproducen y legitiman los condicionamientos que coartan la posibilidad de un proyecto de vida, libre y digno.
La propuesta del libro
En el primer capítulo, “Políticas (jurídicas) feministas”, Romina Lerussi nos sitúa en el devenir del pensamiento feminista, donde refuerza la importancia de tener claridad conceptual en la pluralidad de posturas que engloba la palabra ‘feminismo’ en el ámbito jurídico. En el texto que sigue, “Heteropatriarcado, derechos de las mujeres y malestar subjetivo”, Maite Rodigou Nocetti articula los resabios del modelo normalizador que promete una ‘receta de la felicidad’ heteronormativa, y muestra cómo esas recetas coartan proyectos de vida plurales en conexión con el propio deseo.
Luego, dos capítulos que ponen en primer plano los mecanismos institucionales y jurídicos dispuestos en los últimos tiempos para atender las problemáticas de la violencia de género en la sociedad argentina en general, y en particular en Córdoba. Claudia Elizabeth Cedrón, en “Sobre las violencias de género en su relación con la salud mental y los derechos humanos”, expone el marco jurídico-institucional y propone estrategias pragmáticas de intervención. Aporte complementado con el texto siguiente, “Violencia de género. Una mirada desde la preservación de la salud mental en la intervención institucional”, donde Silvia Graciela Vivas plantea las ventajas del abordaje interdisciplinario en los aspectos de salud mental en las situaciones de violencia de género.
La concepción amplia de salud como posibilidad de desarrollar un proyecto de vida, libre y digno, se aborda en los siguientes textos dedicados al debate sobre el aborto. En “Proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo y objeción de conciencia en Argentina”, Marina Baldo se adentra en los debates sobre objeción de conciencia que se plantearon en las discusiones parlamentarias del proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo debatido en 2018. Nos invita a reflexionar sobre la tensión entre el derecho de soberanía sobre el propio cuerpo y la salud entendida como proyecto de vida libre. El derecho de soberanía sobre el propio cuerpo lleva más de diez años plasmado en leyes, tales como la Ley 26.529 sobre derechos de pacientes en su relación con profesionales e instituciones de la salud. El texto se encarga de mostrar cómo esa soberanía sigue entrando en tensión con el poder médico y la objeción de conciencia. Andrés Rossetti complementa estos debates en su capítulo “El aborto en la Argentina actual: breves reflexiones desde lo jurídico”, donde señala las contradicciones de la respuesta penal a un problema de salud pública.
El texto de Alberto (Beto) Canseco, ““Sí, ¡cogemos!”. Reflexiones en torno a Yes, we fuck!”, ahonda sobre los discursos sociales y políticos en torno a la vivencia de la sexualidad en las personas con diversidad funcional. En “Salud mental trans: ¡divino tesoro!”, Laura Cantore aborda el devenir de la noción de salud mental en torno a las personas trans. Nos muestra las transformaciones jurídico-políticas que van de diagnosticar su identidad de género como patología, a identificar la manera en que impacta la violencia económica, social y afectiva en su salud como proyecto de vida. Luego “Sangrar también es político. Algunas reflexiones en torno a la menstruación”, el texto de Natalia Monasterolo nos invita a develar la dimensión política de la menstruación, el vínculo con el propio cuerpo y sus fluidos, y las múltiples técnicas de ocultamiento.
Cierran el libro, aportes desde la literatura, “Reflexiones en torno al libro La mujercita vestida de gris. Relato de una subjetividad maltratada”, Rosa López toma de la mano a la protagonista de aquel libro para mostrarnos, como en un espejo, las violencias más sutiles y explícitas en una trayectoria de vida. En “Incluime, pero no en ese molde”, María Marta Cardozo Chacón nos habla de frente y en primera persona, tan firme que casi la podemos oír declamando enfáticamente su posición, que no es solo suya, sobre las sensibilidades que exigen las intervenciones sociales e institucionales. Sofía Lombardi escribe “No me dictes la respuesta”, texto que da cierre a este libro. Es la mujer poeta que Virginia Woolf no encontraba en los estantes de las bibliotecas inglesas de comienzos del siglo XIX, donde las obras de mujeres eran casi sin excepción novelas. Se necesitó de mujeres con un cuarto propio para llevar al límite los recursos de la lengua y condensar, con cadencia emotiva y precisión poética, las verdades más íntimas. El libro nos deja la sensación de apertura y urgencia en temáticas que los tiempos actuales nos llaman a revisar con profundidad.
*Por Marisa N. Fassi para La tinta / Imagen de portada: La tinta.