Edith Vera, una poeta necesaria

Edith Vera, una poeta necesaria
23 julio, 2020 por Gilda

Hace unos días, en el ejercicio diario de scrollear el tiempo, se nos apareció la voz de Edith Vera, como un susurro que vino a recordarnos -más que nunca- que, como dijo Laura Wittner, la poesía “es un filtro y re ordenamiento del mundo; con ese filtro, la vida se hace más tolerable». Aquí, unos trazos en papel y voz de la querida poeta cordobesa. 

Por Redacción La tinta 

“Que tenga el oído atento a la injusticia
Que no tenga los ojos cerrados ante el horror

Que mis hombros sean fuertes para ayudar al débil
Y que tenga el corazón de abejas para que mi lenguaje sea sustancioso panal
Eso nomás, vida, eso nomás”.

Edith Vera, «Con trébol en los ojos».

Hace pocas semanas, en la tierra natal de Edith, la Escuela de Artes Escénicas y Audiovisual, que es parte del Programa Ser Arte y Parte de la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de Villa María, presentó Editharte, una serie de ocho podcast y cuatro audiovisuales basados en los poemas de Edith Vera. Lo vimos en redes y recordamos cuánto nos gusta la obra poética de Edith.

“La serie de podcast es un proyecto de la escuela de artes escénicas y audiovisuales que aloja una diversidad de propuestas que que se van tejiendo a partir de la obra de nuestra querida poeta local. Nos convoca y nos invita su obra, y Editharte es también una palabra que inventamos para nombrar eso que nos pasa cuando leemos a Edith: es el encuentro de la danza, el teatro, es narración, es juego, es cine, es dibujo y, sobre todo, memoria. Todo eso está en la serie de podcasts, que, además, tienen música original creada para esta ocasión por Martin Odinos, que es parte de la escuela; y en una serie de cuatro audiovisuales que saldrán la próxima semana. En ellos, vamos a jugar con las palabras a través de caracolas, imágenes, flores, sonidos y lupas con personajes como Isidro, Francisco, Fausto, Elena, entre otrxs. Siempre desde propuestas virtuales e inventando nuevos modos ante la realidad que estamos viviendo”, cuenta a La tinta Virginia Reyneri, coordinadora del Programa Ser Arte y Parte.

“Al leerla, la recordamos en nuestra memoria colectiva (y sentimos que algo pasa volando). Inventamos la palabra Editharte para nombrar eso que apreciamos cuando leemos a Edith: algo en nosotres se mueve, se transforma, es editado, se Editha”, dicen. Los juegos de palabras son el camino para releer a la poeta y conocer sobre ella un poco más.

“A pesar de que no publicó mucho y que, durante más de 20 años, no se editó nada formalmente, de alguna manera, ese duende, esa magia que envuelve su obra logró que muchos jóvenes la conocieran, la lean en páginas y blogs de internet, que circule su obra por las redes, que la elijan como referencia para otras obras.

Significa, entonces, que Edith sigue naciendo en su escritura y en la poesía, la música, los films de otros artistas que la referencian permanentemente”, dice Silvia Giambroni, poeta local, estudiosa y admiradora de la obra de Edith, para la Revista Ardea de la Secretaría de Comunicación Institucional de la Universidad Nacional de Villa María (UNVM).

Edith era villamariense, tierra que la multiplica en una memoria activa. Allí nació un 27 de agosto de 1925 y allí murió el mismo día en 2003. Fue maestra y directora del Jardín de Infantes “Víctor Mercante”, y abrazó la profesión como la abrazamos quienes creemos que las docentes no somos las segundas madres, portadoras de una vocación de cuidado en las aulas, sino trabajadoras. Su pluma era mágica para las infancias, gestó su hacer poesía desde y para las aulas. Bichitos, barquitos, flores, relojes, la sencillez poética en el asombro del día, de cada rinconcito cotidiano.

“Estamos aquí acurrucados,
para dejar espacio
al vuelo de los pájaros”. 

Edith Vera, «Pajarito de agua»

Dijo María Teresa Andruetto de ella que “brillaba como una extraña gema en el vapuleado mar de los libros para chicos. Y no han cambiado, en ese sentido, demasiado las cosas; porque si la poesía, la verdadera poesía, es difícil de encontrar en este mundo, la poesía para los chicos es infinitamente más inhallable. En un campo tan resbaladizo, tan trajinado por el deseo de agradar, por las obligaciones pedagógicas, por el empeño en lo que debe ser, por lo políticamente correcto, por los manuales de buenas costumbres, por las necesidades curriculares, encontrar expresiones de auténtica poesía ha sido siempre un milagro. Un verdadero milagro…”.

Su obra “Las dos naranjas” fue editada en 1969 con ilustraciones que ella realizó, fue con esta producción que ganó el primer premio del Fondo Nacional de las Artes en 1960, reeditado por la editorial EDUVIM de la Universidad Nacional de Villa María, que comenzó con un trabajo de recuperación de la obra de la autora. 

¿Vamos a recoger hierbas por el mundo?
Haremos un herbario
con hojas y flores,
aún con aquellas que parecen
un murmullo apagado en la arena.
¡Qué bello será tener praderas,
pueblos, montañas, islas,
el silencio de una almendra caída
y el silbido de vientos lejanos
descansando en el cálido abrigo de la falda!

Edith Vera, «Las dos Naranjas» 

Edith compartió parte de su vida con su compañero, que era comunista, y fue hija de un padre considerado socialista. Apoyaba abiertamente las huelgas y, bajo el tiempo de la dictadura cívico militar, en 1979, fue exonerada de su cargo de directora de nivel inicial e inhabilitada para trabajar en todo el país. La violencia no paró y, en esos oscuros años nacionales, Edith sufrió allanamientos de su casa y destrucción de escritos y dibujos.

Quienes la conocieron cuentan que la casa de Edith era poesía. Era su refugio, y tras el paso de la dictadura, se abrió una herida entre esas paredes que fueron allanadas, pisoteadas, invadieron su mundo, le revolvieron todo, tiraron sus palabras al suelo, sus cuadros y dejaron el rastro de las botas en sus dibujos. 

Con la vuelta de la democracia, con excusas absurdas, nunca pudo volver a ejercer su profesión: cuentan que fue un tiempo de mucha soledad, entre esas paredes surcadas de dolor. Quizá un gesto de cuidado consigo a la vez que de entrega en todo lo que escribió. En la década de los 90, escribió varios libros y fue abriendo camino con talleres literarios e inmensos espacios de creación poética. Fue y sigue siendo una poeta necesaria. 

La poesía nos transforma, ¿cuánto se Edithó en vos esta vez?

Serie Web “Hechiceras”, de Sofía Scalzo

*Por Redacción La tinta.

Palabras claves: docencia, Edith Vera, infancias, literatura, poesía, Villa María

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