#SomosPlurinacionales: Colombia – Parte 2

#SomosPlurinacionales: Colombia – Parte 2
31 julio, 2020 por Redacción La tinta

Por Redacción La tinta

Somos plurinacionales y nos reconocemos hermanes en el Abya Yala. Creemos que todas las voces nos construyen en los feminismos que somos. En medio de una pandemia que nos quiere individuales, dispersas y aislades, nos tejemos evadiendo las fronteras patriarcales y ponemos a circular relatos de organización y resistencia. En esta entrega, seguimos avanzando con algunos trazos de lo que está pasando en Colombia.

La realidad colombiana era ya muy compleja incluso antes de la pandemia. Un país quebrado por la violencia interna a la que el Acuerdo de paz, firmado en 2016, no logró mitigar. Colombia cuenta con más de 8 millones de desplazados internos, el mayor número del mundo. Los asesinatos de activistas y defensores de la paz, el medioambiente, de aquelles que se oponen al neoliberalismo y sus megaproyectos están a la orden de día.

Seguimos conversando con Martina, integrante del colectivo gráfico Acción Contra Mi Estado (ACME), de Mujeres de Mi Barrio, organización de comunicación alternativa, y de Futbola, colectivo conformado por hinchas populares de un equipo de fútbol de Bogotá, quien, en esta segunda parte, aborda la situación más profunda e histórica de Colombia y cómo el feminismo y los movimientos sociales trabajan cotidianamente para darle batalla.

—¿Cómo se combina este contexto de pandemia con la situación represiva histórica que viven en Colombia?

—En cuanto a la situación represiva histórica que hemos vivido como país desde 2016, cuando se firman los acuerdos de paz, hay un ambiente todavía más tenso que el anterior. Unas apuestas de paz muy importantes para este país cuyo gobierno actual también, y digamos el partido político y todos estos sectores, han financiado y han perpetuado la guerra, pues han hecho una oposición bien grande a lo que han significado los acuerdos de paz, han puesto todas las trabas posibles habidas y por haber.

Desde la firma del acuerdo de paz en 2016 hasta julio del 2020, contamos 971 personas, líderes, lideresas y personas defensoras de Derechos Humanos, signadas por la guerra. Entonces, en este contexto de represión, encontramos que las fuerzas policiales y militares tienen el control de los territorios y que eso genera más miedo, más violencia, más discriminación con todo lo que estos regímenes implican también en la cotidianidad y en las ideas de, entre comillas, normalidad. Entonces, encontramos un escenario profundamente violento, así, hace dos semanas, efectivamente, se siguen destapando crímenes perpetrados por los militares, hechos históricos que venían siendo mal llamados falsos positivos, lo que quiere decir sistemáticas muertes de jóvenes, principalmente hombres, en las periferias de Bogotá, por ejemplo, y en territorios muy golpeados por la violencia. Pues, digamos, se hicieron pasar de combate, también se hicieron pasar por guerrilleros. Eso genera unas prebendas, unas bonificaciones, unos días de descanso para ciertos militares; lo que quiere decir que es una política en estos escenarios y, con lo que ha sido la justicia especial para la paz, han llamado a declarar militares para que reconozcan e identifiquen quién dio la orden; desde dónde vienen esas órdenes también; quiénes las operativizan y quiénes son los que están como la cabeza de todo esto.

Entonces, empiezan a destaparse otras situaciones durante la cuarentena y es la violación en grupo de niñas de comunidades indígenas. Sale el caso de una chica de 7 años y empiezan a destapar ollas podridas en todo el territorio nacional. Entendiendo que eso también es sistemático y que, efectivamente, viene como el contexto de pandemia a poner el ojo y que los movimientos estamos muy pendientes de identificación que no son ningunos héroes de la patria como nos quieren vender. No hay ninguna patria y no hay ningunos héroes, porque los héroes no violan. En este contexto, hemos tenido mucho más legitimidad en la experiencia de compartir estos hechos con más personas de otras regiones y otros de otros lugares, encontramos también que la fuerza pública y los grupos al margen de la ley que se siguen peleando los territorios por el narcotráfico y el poder también tienen una fuerte carga contra las mujeres y las disidencias, y que los temas de violencia física, psicológica, económica, la pedofilia son muy altos y que quedan en la completa impunidad porque la justicia también está involucrada en estos temas. El presidente todo el tiempo está diciendo que el asesinato a líderes y lideresas ha disminuido, pero no entendemos de dónde saca sus cifras si lo que vemos oficialmente es un recrudecimiento también de estos temas, porque quién tiene el control de los territorios para la gente y no, y cuál es el discurso de terrorismo que sigue existiendo. Y es el mismo gobierno quien ha incumplido los acuerdos de paz dejando otro montón de consecuencias. El contexto colombiano es muy profundo y complejo, con una de las guerras más antiguas que ha existido en el planeta, con unas consecuencias muy importantes para la comunidad y con estas apuestas de paz que siguen siendo una luz al final del túnel. Una pequeña esperanza en medio de tantas tantas situaciones, de tanta desesperanza también.

Colombia protesta por ambientalistas asesinados la-tinta

—¿Existe articulación entre las redes feministas en este contexto?

Es importante reconocer que no hay como tal una tradición de articulación de movimientos sociales feministas de Colombia, tal vez como lo pudieran tener otras compañeras del Cono Sur. Sin embargo, sí es importante destacar que, desde la cotidianeidad, han habido algunas alianzas, movimientos que se unen desde los territorios, desde los lugares, desde una lucha en común. Son articulaciones incipientes, si bien no hay un movimiento nacional de mujeres, sí hay diferentes organizaciones que le apuestan a la paz, que le apuestan en los territorios y en las ciudades en los temas organizativos. También en las universidades, y esto ha venido siendo importante en esta época de pandemia, las universidades han servido para comunicar sobre rutas de acción en violencia, sobre escucha, han existido iniciativas muy bonitas para el acompañamiento psicosocial de personas que en este momento están atravesando situaciones de violencia, con un énfasis muy importante en disidencias y mujeres. Entonces, yo creo que, aunque sea incipiente, es importante seguir sacando de las oscuridades ciertas luchas que no han sido a veces tan articuladas, por lo que significa estar viviendo en un país cuyo movimiento social se ve resquebrajado por la violencia, todos estos movimientos de mujeres ecoambientalistas, ecologistas, han sido acallados por grupos militares y paramilitares, por grupos al margen de la ley y también grupos con doctrinas militares, que tienen un impacto muy importante en el miedo, en la articulación, en la posibilidad de salir adelante, en la estigmatización de la lucha social de los movimientos, que ha sido también uno de los obstáculos más importantes. Seguimos trabajando en esta idea de construir un mundo diferente o, por lo menos, un país y un territorio distinto con las apuestas de paz.

—Ante un futuro incierto, supongo que hacer predicciones no es fácil. Sin embargo, tal vez puedas contarnos cómo creés que seguirá esta situación. ¿Dónde se deposita la esperanza a futuro para ustedes?

Ante estos futuros, es incierto predecir ciertas situaciones, no sabemos dónde vamos a parar. Siento que es importante encontrar en el presente, en las herramientas que tenemos, algunos faros, lo territorial, lo que se está haciendo en los espacios no hegemónicos de los feminismos, no solamente los centros conurbanos, sino en otros espacios. Hay movimientos que trabajan desde muchos lugares, desde la base, desde el territorio, desde lo personal, desde lo psicosocial, desde lo comunitario, incluso en este escenario político, sin tanta politiquería. Hay en Medellín una organización muy importante también, voladísimas en estos temas, que se llama “Estamos Listas”. Pusieron una concejala, es decir, el movimiento social de mujeres de Medellín puso una representante política que eso no se ve en este país. Lo que hablamos anteriormente de la satanización, la estigmatización de los movimientos sociales, por los discursos de los «socialismos y comunismos extremos» y “todo el mundo se va a volver Venezuela”. Como desde otros espacios siempre han existido, siempre ha ganado la derecha y así se pongan otro nombre, porque este partido de derecha extrema se llama Centro Democrático, pues cada vez más desde reconocimiento de organizaciones de antaño, desde la juventud, nos venimos levantando también en este sentido. Entonces, considero que es un amplio reconocimiento, una llamada también a ocupar diferentes lugares, diferentes escenarios y a no perder la esperanza. Porque es un panorama muy difícil, muy desesperanzador a nivel internacional y nacional. A veces esta pérdida de vínculos, de poder encontrarnos con otres, de poder saber qué pasan otras regiones, estamos pues nosotres aquí, mediades por los monopolios de la comunicación, es que no nos explican ni nos muestran absolutamente ninguna otra realidad que no sea la mentira que quieren mostrarnos de sus países. Entonces, desde esa pérdida de vínculos y la virtualidad que también ha generado esa imposibilidad del “apapacho” que le decimos acá. Que es el cariño, es el abrazo, demostrarle a la otra persona que ahí estamos y que podemos seguir construyendo. Es un reto muy grande el cómo seguir construyendo el apapacho que es profundamente político, también desde otros lugares, pero alzando una voz.

Estamos en una realidad demasiado compleja, demasiado diversa y que luchar no es terrorismo y que este gobierno le ha fallado a las mujeres, a las disidencias, a las personas más vulnerables, a los barrios, le ha fallado a quien les dice proteger. Entonces, siento que, al lado de esa indignación, siguen existiendo los fueguitos de esperanza y creo que de eso es que nos estamos agarrando actualmente para poder dimensionar lo que se viene, lo que sigue y seguir estando y estar más unides en este proceso de base porque no sabemos qué va a pasar. Aún no hay respuestas físicas de lo está ocurriendo con COVID y, aún así, hay que seguir haciendo la exigencia al Estado de visibilizar y de responder como debe ser ante todas estas discriminaciones en las que hay unos cuerpos que están más vulnerabilizados y más empobrecidos. Es como la apuesta por estas luchas, por seguir dándolas y, como dice una una mujer en Cali, de las históricas, que estos feminismos hay que negrecerlos, hay que popularizarlos, hay que barrializarlos y hay que lesbianizarlos, que salgan de estos lugares tan colonizadores y que podamos hablar en serio de una diversidad para construir país y apostar a la paz, que es lo que hemos buscado por tantos años.

Colombia ambientalistas la-tinta
Imagen: Revista Semana

*Por Redacción La tinta / Collage de portada: Angela Camacho – @thebonitachola.

Palabras claves: Colombia, SomosPlurinacional

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