Sentirme jugadora de fútbol y morir de tanta emoción

Sentirme jugadora de fútbol y morir de tanta emoción
3 julio, 2020 por Redacción La tinta

«Tengo la fortuna de sentirme jugadora de fútbol, nunca nada me hizo morir en vida de tanta emoción», cuenta María Donda en este relato donde la pasión, como motor de vida, tiene forma de pelota. «Hoy, todo tiene fútbol. Ya no es imaginario o como espectadora, sino como cuando pisaba el patio de casa creyendo que era una cancha».

Por María Donda

Andar la vida para mí tiene de ese poder absoluto de convertir cada instante chiquito en momentos que se hacen eternos en nosotros mismos, para así hacerlo con adrenalina, a flor de piel, en esa invitación sumisa de vivir.

De los días, los referentes, el dolor (que tiene mala fama y tan generoso es), de los años. Saber que adentro existen esos “renaceres” que nos regalan un sin fin de motivos para gustar mucho del andar. De los sentidos importantes y lugares que no son físicos, son inmensos e intensos. Para mí, ese renacer y ese lugar tiene, además de muchas sintonías, FÚTBOL. Desde lo gráfico como visible hasta lo más impensado. Y que un domingo lo escribí, así: “Vení, metete adentro del alma para entender cómo se vive”. El privilegio de una pasión le da sentido a todo lo que podemos transformar.

(Ilustración: Gonzalo Sosa / Miralas Gambetear

En diciembre de 1988, me llevaron a la cancha por primera vez y, desde ahí, donde pasaban cosas de esas que, si las recordás, tienen adrenalina, color y olores, música, personas y todo lo lindo, muchos momentos tienen que ver con el FÚTBOL. Siempre desde afuera, pero con esa fantasía y ganas de ser parte de la pasión más inexplicable que la vida me propuso elegir.

Después, otras prioridades no importantes te sacan del foco de lo mágico, pero tuve la fortuna de intentar estar adentro «accidentalmente» de esa locura, que allá lejos en el tiempo la traducía con voz de relator agónico, culpa (y agradecida) de mis hermanos futbolistas.

En abril de 2015, fui «a probar» jugar al fútbol y no tuvo fin. Describir sensaciones con la intensidad que lo vivimos es casi imposible, pero lo más cercano a traducirlo es que, inconscientemente, se transforma en sentimientos y pensamiento de cada día que vivo.

Hoy, todo tiene fútbol. Ya no es imaginario o como espectadora, yo me siento futbolista como cuando pisaba el patio de casa creyendo que era una cancha. Mi EQUIPO, ahí donde sos una parte de ese todo que se necesita perfectamente para materializarlo. Muchas personas que lo forman, para concluir en el privilegio de jugar al fútbol. La cancha, los partidos con los entrenamientos de antesala, los botines, los desafíos, la pelota y los goles. Eternidad de momentos que están llenos de tristeza y felicidad, en la vibración justa para hacer sentir que elegir esta pasión, una y otra vez, es perfecta.


El fútbol hoy es mi familia, es el sentido de los días junto con lo importante. Es desafío, crecer y sobrevivir, compartir esa misma locura con tantas otras, privilegio de tener un lugar que no deja de crecer, afortunada de vivirlo con amor y que no quede solo en la adrenalina de mirarlo de otro lado.


Ojalá todas las personas pasaran por la suerte de jugar pasiones, de intentarlo, del miedo a morir de emoción, de animarse a parecerse locos de un amor que es libertad. Jugar al fútbol.

Es mucho más que el preciso instante de jugarlo, es construcción y crecimiento constante. Deportivo, personal, emocional. Pareciera que todos los demás sentidos se pudieran graficar ahí y se termina convirtiendo en un «modo de vida», porque entendés que no sólo depende de lo que logres en lo personal. Necesitamos del equipo completo, las que entran a la cancha, las del banco y mucho más por las que no pueden estar. Valorar todo lo que hace posible que suceda, aprender de compromiso, valores, respeto. También el encanto de las caídas que tienen ese no sé qué y te empoderan con el desafío de levantarte para cambiar el resultado, el rival se transforma en indispensable para hacernos mejor y nada concluye en el final del partido. Es transitar, superación sin límite. Para mí, donde hay personas todo es positivo y, si es con pasión, permanecer para evolucionar es la mejor elección.

Hoy, entre recuerdos de disfraz, de cómo parecía que se vivía, con botines Borussia robados a mis hermanos, medias de Estudiantes y Boedo, «mareaditas» alentadas desde el arco hecho con dos cajones, los JVC de los gráficos y los papelitos de la cancha. Tengo la fortuna de sentirme jugadora de fútbol, nunca nada me hizo morir en vida de tanta emoción. Agradezco a la no casualidad de intentarlo, de seguir, a la suerte del equipo del que soy parte, a mis compañeras que nunca dejan de hacerme mejor, a quienes son líderes de la vida y al fútbol por ser perfectamente una pasión.

*Por María Donda del libro “Miralas Gambetear”.

** “Miralas Gambetear” es producción de la Cooperativa de Trabajo Al Toque Ltda. y editado por UniRío Editora, de la Universidad Nacional de Río Cuarto.

Palabras claves: Fútbol Femenino, literatura

Compartir: