Privados de coherencia
Luego de sembrar confusión informativa, los medios de comunicación voceros del establishment lograron cosechar lo de siempre: un reclamo con un licuado de consignas infundadas donde se mezclaron reclamos válidos con insostenibles excusas, característico de estas expresiones caceroleras que atraviesan todas las clases sociales. Lo inquietante es la adhesión y defensa de intereses que están muy lejos de muchos de sus participantes. Como sintetizó la ex ministra de Seguridad, Patricia Bullrich: “Ésta es la 126”. “A confesión de parte, relevo de pruebas”.
Por Gustavo Rosa para Nuestras voces
Después de penosos derroteros, la oposición por fin pudo poblar la calle. Luego de sembrar confusión informativa, los medios de comunicación voceros del establishment lograron cosechar lo de siempre: un licuado indigesto de consignas infundadas que encauza el rechazo visceral de una parte importante del electorado, no sólo el porteño sino de otros puntos del país. En esa bulla enardecida se mezclaron reclamos válidos con insostenibles excusas, como nos tienen acostumbrados estas expresiones caceroleras que atraviesan casi todas las clases sociales. Lo inquietante es que el éxito bullanguero se obtiene con la adhesión y defensa de intereses que están muy lejos de muchos de sus participantes. Como sintetizó la impresentable ex ministra de Seguridad, Patricia Bullrich: “Ésta es la 126”.
“A confesión de parte, relevo de pruebas”. Aunque los amarillos no se muestran muy lúcidos para comprender la Historia, son muy hábiles a la hora de construir historietas. Para confirmar esto, sólo basta recordar cuando el Infame Ingeniero consideró que “los héroes estaban angustiados” cuando rompieron las cadenas con España –querido Rey- o calificó como emprendedor a Manuel Belgrano. Pero lo que mejor pinta a los PRO es la preferencia del ex secretario de Cultura, Pablo Avelluto por el golpe del ’55. De entrada, que un funcionario en democracia pondere cualquier golpe de Estado ya es demasiado contradictorio. Esto sumado a la evocación de Bullrich sobre la Rebelión de los Estancieros de 2008, evidencia que tienen las intenciones de montar sobre la expropiación de Vicentín un nuevo show destituyente.
Así, con información a medias y consignas amañadas, lograron convocar al Banderazo del sábado pasado, en coincidencia con el día de la Bandera. La atrocidad de disfrazar de gesta patriótica los intereses egoístas de unos estafadores. Otra vez la imagen del CAMPO como emblema de argentinidad que no incluye a los que trabajan la tierra con sus manos, sino a los especuladores seriales que hacen que los precios de los alimentos estén por las nubes, a tono con el dólar que ellos hacen cotizar. Una vez más la defensa de la propiedad privada de empresarios que no escatiman esfuerzos para vaciar sus propias empresas. ¿Acaso sabrán los que agitaron las banderas que Vicentin pasó del puesto 19 al 6 en sólo cuatro años y que en 2019 facturó más de 120 mil millones? ¿No les hace ruido que, a pesar de esto se presentó a concurso de acreedores, por deudas de casi 100 mil millones? ¿Por qué les preocupa más la propiedad privada del deudor y no la de los que aún no cobraron? ¿O será que sólo buscan excusas para estar en contra porque es la única manera en que conciben la oposición?
Encima, el juez Civil y Comercial Fabián Lorenzini echa más barro al asunto. Este magistrado de Reconquista al frente del concurso de acreedores de Vicentin se declaró incompetente para sentenciar como inconstitucional la intervención de la empresa pero, así y todo, dictaminó desatender el decreto presidencial. Una bestialidad legal que sólo pasa cuando los intereses del Poder Real están en juego. Y por si esto fuera poco, restituye al mando de Vicentín a los que fugaron y evadieron. ¿Conocerán los protagonistas del Banderazo las maniobras de triangulación, que consisten en exportar desde Paraguay y Uruguay lo producido en Argentina sólo para pagar menos impuestos? Gente estúpida que se deja llevar de la nariz como si fueran ganado al matadero. Hipócritas de doble moral que denuncian corrupción a los cuatro vientos y ponen el cuerpo para defender a corruptos e inmorales. Y agitan la bandera nacional al ritmo que marcan los cipayos desde los medios de comunicación dominantes.
*Por Gustavo Rosa para Nuestras voces / Imagen de portada: La tinta.