Esos sueños de pibita

Esos sueños de pibita
19 junio, 2020 por Redacción La tinta

«Hija de un padre veterano de Malvinas y de una madre guerrera post Malvinas», Dani Palacios cuenta su experiencia con el fútbol. Desde una niñez libre para jugar al distanciamiento por mandatos machistas. Sexta entrega de relatos e historias de futbolistas cordobesas, publicadas en el libro «Miralas Gabetear».

Por Dani Palacios

Todo comenzó de niña a mis 8 años. La diversión era jugar en la canchita del barrio, ahí en la esquina, mi gran compañero y mi maestro era mi hermano mayor; mi equipo asignado, mis primos y primas. ¿El premio? Seguro jugábamos por la rasqueta, golosinas o simplemente por el honor para ver qué apellido era el más picante en ese lugar. El partido duraba hasta ver quién llegaba primero a los 10 goles o más o hasta el grito de alguna mamá llamándonos adentro, era el silbato final, y esto era así porque los partidos eran interminables.

El tiempo pasó, nos cambiamos de barrio y todo fue distinto. Ya no era lo mismo, ya los varones no me dejaban jugar, entonces me tocaba ver a mi hermano jugar y yo afuera de la cancha pensando que si faltaba uno podía entrar, cosa que nunca pasaba, la mayor parte de mi tiempo me la pasaba pegándole a la pelota contra la pared.

Ya no había partido, no había equipo para mí. Pasaron los meses y nada era lo mismo, era difícil ver a una chica jugando al fútbol y esa pasión se fue apagando. En los cumples familiares se armaba el picadito, me metía a jugar, pero saltaba la frase que creo que marcó a más de una jugadora «salí de acá que vamos a jugar los varones no seas tan machona» y por estas cosas dejé de intentarlo y me dediqué a jugar al sóftball. Muchos años de mi vida le dediqué a este deporte, fui muy feliz, conocí buena gente, ciudades, provincias y salí campeona. Pero yo no me veía ahí, a mí me gustaba el fútbol.

(Ilustración: Gonzalo Sosa / Miralas Gambetear)

Un día acompañando a mi hermano menor a entrenar vi que en ese club había fútbol femenino y algo me pasó, algo se despertó. Hablé con el encargado de esa parte y empecé a entrenar. No fue como esperaba y terminé dejando a los 3 meses. Al año siguiente vi en las redes sociales que un club llamado Fusión hacía una convocatoria y me animé a darle otra oportunidad, aunque tenía miedo, desconfianza. Pero me encontré con un gran equipo que me enseñó que no estaba sola, que todo era posible. Por esas cosas lindas de la vida mi entrenador en ese momento me enseñó que darme por vencida no era una opción y fue un año muy lindo para mí.


Recuerdo mi primer gol en la Liga, que alegría inmensa. Estaba festejando con mi equipo que me sostuvo siempre. Se me pone la piel de gallina al recordarlo. Nunca estuve sola, me sentía bien, muy bien.


Al finalizar el año decidí no jugar más pensando que «ya estoy grande», salí del club llevándome momentos hermosos y tuve la bendición de tener excelentes compañeras. Por esas cosas de la vida, pensando que no iba a jugar más, un 8 de marzo termino en la cancha de Renato Cesarini, un lugar nuevo, desconocido, pero se veía lindo. Entonces me alejé de los demás, suspiré y dije: “¿Por qué no? ¿Por qué no soñar por más?” En mi cabeza tenía esas palabras que me decían siempre, pero pensé en mí y dije sí. En ese lugar me encontré con un cuerpo técnico que me llamó la atención y me quedé.

De pronto esos sueños de pibita en la canchita de la esquina se estaban haciendo realidad, ya la cosa era seria. Teníamos vestuario para nosotras, todos los materiales, las luces prendidas hasta tarde para entrenar y agua calentita para bañarnos. Eso marcó mi vida y me alegré por no abandonar mi sueño de jugar fútbol, de jugar en cancha grande.

Mi familia, mi sostén. Las oraciones de mi mamá eran y son mi fortaleza. Charlas y bromas con mis hermanos en el patio de mi casa recordando de donde veníamos y lo que estábamos viviendo hoy por el fútbol. Mi papá siempre con palabras de aliento, de fuerza para mí. Soy hija de un padre veterano de Malvinas e hija de una madre guerrera post Malvinas. En mi ADN está la fuerza de pelear hasta el final, el no abandonar. Que hubo palabras de desánimo siempre, las hubo… “¿Qué haces corriendo atrás de una pelota?”, “ya estás grande para eso, estás para otras cosas vos”. Estoy muy agradecida por no abandonar mis sueños, por no escuchar a quién no debía. Veo que hoy tenemos un lugar y esos sueños de piba de jugar para un club se hicieron realidad.


Noviembre 2018. Cómo algo imposible para muchos, con mis compañeras y amigas de Renato llegamos a una final. No existen palabras para explicar lo que sentí el día que fui a jugar ese momento, entrando al estadio de Atenas, levantar mi mirada y ver a mi familia alentando. Fue todo. Era yo, no era otra piba. Era yo viviendo una final después de 29 años.


Ya no era por la rasqueta, pero lo que sentí era lo mismo. Sentía que esa niña que quisieron desanimar y desalentar estaba intacta. No salimos campeonas, pero lo que me dejó ese año me dura para el resto de mi vida. Pensando que eso era todo para mí, Dios me regala algo más en este 2019. Formo parte de la Selección Argentina de Fútbol Femenino Cristiano de ACFA y en noviembre me voy a Estados Unidos a jugar la Copa América junto a otras compañeras. Mirá si me hubiese rendido, mirá si hubiese dejado de soñar, mirá si mis limitaciones me hubiesen frenado… no hubiese vivido nada de esto. Mirá si sus comentarios me hubiesen frenado…

Antes del final quiero recordar el momento que fui a buscar mi pase en el primer club que participé y las palabras de quien me lo dio fueron las siguientes: «¿Que te puedo pedir por tu pase? Por lo que vales y por lo que haces adentro de la cancha, no te pido nada. Anda nomás”, y me dio el pase definitivo. Este año voy a representar a mi país, mirá si sus palabras me hubiesen frenado.

El fútbol para mi es la forma más linda que tuvo la vida de demostrarme que, al que cree, todo le es posible. Que si tenemos la capacidad de soñar también tenemos la capacidad de hacer realidad esos sueños, trabajando duro. No estamos solas, hoy es distinto. QUÉ TU REALIDAD NO TE LÍMITE A SEGUIR.

*Por Dani Palacios del libro “Miralas Gambetear”.

** “Miralas Gambetear” es producción de la Cooperativa de Trabajo Al Toque Ltda. y editado por UniRío Editora, de la Universidad Nacional de Río Cuarto.

Palabras claves: Fútbol Femenino, literatura

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