Metro Veinte: sexualidad y discapacidad en protagónico

Metro Veinte: sexualidad y discapacidad en protagónico
16 junio, 2020 por Redacción La tinta

La serie web -de realidad virtual- visibiliza una temática pocas veces abordada en el mundo del cine: la sexualidad de una joven en silla de ruedas, a través de una experiencia colectiva y novedosa. En esta comedia juvenil, nos invitan a correr los límites de los que estamos acostumbrades a ver en la pantalla.

Por Redacción La tinta

¿Cómo fue tu primera experiencia sexual? ¿Te acordás? Miles de experiencias han sido narradas y ficcionadas en la historia del cine, pero, en este caso, Metro Veinte te interpela. La serie de ficción en realidad virtual te lleva a recorrer el mundo con la mirada a la altura de Juana, la protagonista, desde su silla de ruedas. Ella viene desde Buenos Aires a Córdoba y, en medio de muchos cambios, teje nuevas redes de amigues en una escuela pública donde existen experiencias juveniles de participación política y feminista. Juana desea, cuestiona, teme, piensa y tiene ganas de gozar de su sexualidad activamente, y decide ir a una cita a ciegas. 

Esta ficción se mueve de los binarismos que entienden la discapacidad como tragedia, drama y victimización, o como ejemplo de vida y resiliencia. En el medio, vidas reales de jóvenes que tienen mucho para contar, pero, sobre todo, una apuesta por subvertir el orden de las corporalidades que ofrece el cine. Si las discapacidades no son protagonistas de historias de la vida cotidiana, ¿cómo construiremos otra realidad más justa? Metro Veinte tiene la particularidad de que tanto actriz que protagoniza la historia como su co-guionista y co-directora son personas con discapacidad y usan sillas de ruedas.

Metro-Veinte-Natalia-Roca (2)
(Imagen: Natalia Roca)

La serie es el primer proyecto de Latinoamérica en quedar seleccionado para financiamiento, tutorías y estreno por Selección Oficial del Festival Internacional de Cine de Venecia 2018, y surgió a partir de un corto, que es el piloto de la serie y el disparador. Desde La tinta, conversamos con Rosario Perazolo Masjoan, co-guionista y co-directora; Belén Poncio, co-guionista y directora; Ezequiel Lenardon, productor ejecutivo y creativo, y la actriz protagonista, Marisol Irigoyen. Nos cuentan en profundidad sobre esta creativa y desafiante propuesta audiovisual.

Hablar de sexualidad y discapacidad

¿Qué corporalidades aparecen en la gran pantalla? ¿Qué modelos están disponibles para identificarnos y son deseables? Para los medios, el cine y el teatro, la discapacidad no suele ser un tópico sobre interpretar una historia y, en el caso de serlo, ¿sólo tienen que hablar de discapacidad? En este protagónico, Juana es un cuerpo sexuado y deseante, contra todo un discurso social que históricamente ha mirado y tratado a las personas con discapacidad como corporalidades ajenas al deseo, al sexo, al goce. Sobrevuelan mitos muy vigentes; que no son atractives, que no desean, que no pueden procrear ni criar, que están hipersexualizades o eternamente infantilizades. Miradas paternalistas familiares, pero, sobre todo, instituciones e intervenciones profesionales de tutelaje, que vulneran los derechos sexuales y (no) reproductivos, o que ni siquiera son contemplados como parte de sus biografías vitales. 

—¿Cuál es el eje a partir del cual abordan la discapacidad y, específicamente, la sexualidad? 

Rosario: Siempre lo planteamos como un proyecto que busca naturalizar y desdramatizar la discapacidad. Algo que resulta hasta contradictorio cuando partimos de la base de “¿qué es natural?”. Nos planteamos que la discapacidad no sea el eje de la historia, no queríamos un personaje donde todos sus problemas se reducían a ser lisiada (discapacitada). Tampoco queríamos repetir patrones dramáticos que siempre giran en torno a estas narrativas. “Duras, intensas y emocionales”. Nos enseñaron que si, en una película, hay alguien con discapacidad, vas a llorar. Queríamos salir de ahí. Juana es un personaje adolescente, que no entiende mucho de la vida tampoco y que también cae en búsquedas comunes de su edad. Obviamente que su vida está atravesada por su discapacidad. Haciendo esto presente, como una perspectiva y no un determinante narrativo. Respecto a la sexualidad del personaje, creo que, en una sociedad moderna donde la sexualidad es mainstream, no podíamos sólo discutir si Juana coge o no. No podemos quedarnos sólo con eso, creo que, en cierto punto, sería reducirla. La sexualidad está presente en toda la serie, tanto en la protagonista como en su contexto. Tratamos de salir del amor romántico, exponiendo el deseo como motor de búsqueda.

Belén: Buscamos representar a Juana con los mismos deseos, búsquedas y seguridades que cualquier adolescente, solo que con una corporalidad distinta, no hegemónica. La discapacidad como modo de estar en el mundo, pero viviendo lo mismo que cualquier otre, riéndonos de eso y llorando también. A mí me tocó desde la dirección llevar esta bandera. Esta visión que Rosario quería compartir sobre la discapacidad, tomarla, abrazarla y tenerla como filtro en cada una de las decisiones. Es un hilo muy fino, teníamos una especie de “inspiration alert” siempre presente, para tratar de no caer en eso. Su aporte y presencia fue fundamental para no salirnos de eso que buscábamos. 

Metro-Veinte-Natalia-Roca
(Imagen: Natalia Roca)

En toda la serie, abordamos la sexualidad sin tener certezas o verdades últimas, tratando de corrernos de las etiquetas, los rótulos, mostrando búsquedas diversas. El descubrir sexual más allá del género, partiendo de la diversidad, que cada persona es única y quiere amar y ser amada, o desear y ser deseada. Y en el camino a eso, a pertenecer, a tener un lugar, una identidad, a veces, hacemos cagadas, nos la mandamos y, otras veces, hacemos cosas hermosas. Mostrar con naturalidad que las mujeres tenemos derecho al placer, al goce. Dejar de lado los juicios que durante años hemos cargado. Todo eso que nos pasó, está en Juana y en los demás personajes de la serie. Es una búsqueda desde lo estético y formal, la manera en que decidimos filmarlo, encuadrarlo, los sonidos, el estilo de la música que se va a componer, intentamos mostrar esa diversidad, salir del estereotipo y del prejuicio. 

“En la mayoría de los espejos, me veo solo la frente”

—¿Cómo nació, entonces, la idea de la serie?

Rosario: En noviembre de 2016, di una charla TED en el Pabellón Argentina y, en el público, estaba Ezequiel. No nos conocíamos, pero, al otro día, me llegó un mensaje por Facebook. En medio de la charla, yo dije: “En la mayoría de los espejos, me veo solo la frente”,él me contó que, cuando me escuchó decir eso, lo vio con ojos de cine y quería que hagamos algo juntes. Primero, nos juntamos a pensar ideas, él insistía con hacer algo disruptivo, que rompa esquemas y me propuso hacer un documental sobre mí. Yo le dije que mi vida no era tan interesante y que, si quería hacer algo disruptivo, teníamos que hablar de sexo. La discapacidad y la sexualidad eran dos tabúes en potencia. Y así se fue armando una primera idea. Hasta que llegó Belu y se terminó de formar lo que queríamos contar.

Ezequiel: Escuchar a Rosario en su charla TED fue un viaje a lugares conocidos, pero a otra altura. Su relato fue cautivante y provocador. En ese momento, imaginé una experiencia en realidad virtual que pudiera compartir esa perspectiva y esa vivencia. En el primer encuentro con Rosario, ella me propuso hablar de sexualidad y, basado en varias experiencias que contó, se escribieron las primeras ideas para la serie. 

Discapacidad- sexualidad-German-Biglia-Metro-Veinte
(Imagen: Germán Biglia)

Belén: Siempre me interesa involucrarme en proyectos que me cuestionen y me propongan nuevas formas de pensar el mundo. Me atrajo mucho la posibilidad de aportar mi mirada para pensar nuestra sexualidad como mujeres, algo que, en general, no tiene mucha cabida, y más desde una corporalidad no hegemónica. Pensar en cómo representarla, alejarnos de los estereotipos que nos atraviesan. Reflejar la naturalidad, la torpeza e imperfección tan propia de todas las sexualidades que poco tiene que ver con lo que nos suelen mostrar. Después, decidimos incluir la lucha política estudiantil. Si íbamos a tener un personaje de 17 años, queríamos ser fieles a los jóvenes de hoy, representar su compromiso por cambiar las cosas, sus luchas, sus pasiones, sus enojos, sus contradicciones. Otro punto que me resultó interesante del proyecto fue el desafío de confluir las miradas de les tres en una historia. Las preguntas y experiencias que nos atravesaban a cada une y armonizarlas en un universo común. Corrernos de una mirada única, totalizadora, dueña de todas las respuestas y apostar por una construcción diversa y colectiva. 

—¿Cuál es la novedad de la serie para el mundo cordobés, no sólo en términos de la temática que aborda, sino en la propuesta audiovisual? ¿Qué es y por qué realidad virtual?

Rosario: Córdoba es muy conservadora, la impronta religiosa tiene una gran presión sobre la sociedad. La discapacidad está asociada constantemente con la limosna, lo desahuciado, lo marginal. O, por otro lado, una discapacidad se convierte en una especie de heroísmo y ejemplo de vida. Hablar de que les discapacitades cogen, gozan y militan sigue siendo una primicia. De la discapacidad y la sexualidad, se habla en muchos lados y de muchas formas. Pero siempre parece ser insuficiente, siempre parece un discurso nuevo. Incomodar y exponer constantemente se vuelve necesario para que el derecho a la sexualidad no tenga que ser una conquista diaria.

Belén: La propuesta inicial de Ezequiel era hacer el proyecto en realidad virtual y, después, decidimos juntes encararlo en dos formatos distintos: 360° y flat, y creo que es novedoso. Fue muy lindo adentrarnos en este universo desconocido, primero, en la instancia del guión cuando pensábamos cómo contar la historia en distintos formatos, qué cosas elegíamos contar en uno y qué en el otro. Luego, en la realización de ambos formatos, buscar la potencia de cada uno, ir descubriendo la fuerza propia de cada lenguaje. En el flat, la posibilidad de encuadrar, elegir un recorte, dejar un fuera de campo y encontrar las emociones que se generan en cada elección. Y como no hay recetas para este nuevo medio, es un constante descubrir cómo construir ese “todo” en 360°, cómo es ese universo al que invitamos a presenciar. ¿Adónde estamos invitando a la gente? Es trasladarte a vivir el mundo al metro veinte, a moverte a la altura de alguien que está en silla de ruedas, es una experiencia que no vivimos de otra manera. 

Otro elemento novedoso es la búsqueda por crear un proyecto inclusivo, que no solo hable de inclusión, sino que lo sea. Y como sabemos, incluir es hacer lugar, generar espacios. Hacer lugar para una protagonista con discapacidad aunque no sea actriz, hacer lugar para que Rosario aporte su experiencia de vivir en silla de ruedas participando del guión y también haciendo una co-dirección, hacer lugar para mujeres y disidencias en el equipo de trabajo.

Ezequiel: La realidad virtual es un formato audiovisual que permite al espectador vivir experiencias en espacios virtuales. Te ponés un casco y estás adentro de otra realidad. Transportar al espectador a experimentar el mundo desde el metro veinte nos pareció una herramienta poderosa para contar y vivenciar esta historia. Además de la temática y lo tecnológico, encuentro novedoso de la propuesta audiovisual la diversidad de movilidad y género delante y detrás de las cámaras que potenciaron el devenir creativo. Siempre apostamos por una producción fuertemente cordobesa y diversa. 

“Una colección de saltos al vacío y confianza”

—¿Cómo  fue llegar a ser (y seleccionar) a la protagonista? 

Marisol Irigoyen: Metro veinte fue, para mí, más que una primera experiencia actoral, fue mi primer viaje en avión, la primera vez que viajé y viví sin mi familia, mi primer ejercicio de fe en los demás y en mis propias capacidades. Una colección de saltos al vacío, que puedo asegurar valieron la pena y un proyecto que sienta precedente al hacer espacio para las personas con discapacidad en el arte. 

Vi el anuncio del casting en Instagram y eso ya en sí fue un golpe de suerte, porque, antes de esa época, no entraba mucho. Soy de Buenos Aires, de provincia (zona oeste) y los castings se realizaban en capital, adonde me es bastante difícil viajar. Tengo el tren San Martín muy cerca, por suerte, pero, para asistir a algunos de los últimos castings, en los que me hubiera convenido bajarme en Palermo, tenía que hacer el doble de viaje: seguir hasta Retiro y tomarme el Mitre para volver hacia atrás; todo esto porque la estación de Palermo no es accesible con silla de ruedas (una de las estaciones más céntricas y concurridas). A uno de los castings solo llegué a tiempo porque un amigo, el Emi, me acompañó, ayudó a buscar la ruta más conveniente y desatascó cada vez que mi silla se quedaba en algún bache: en general, es todo un desarrollo de estrategias el moverse por la ciudad con una discapacidad motriz. 

Discapacidad- sexualidad-German-Biglia-Metro-Veinte-1
(Imagen: Germán Biglia)

Siempre me interesó contar historias y, con esta experiencia, se abrió un nuevo mundo de posibilidades, en el que la herramienta para contarlas es el propio cuerpo. Tuve que, por ejemplo, aprender a enojarme como Juana, porque era una emoción que mi cuerpo literalmente no se sentía cómoda. Me daba miedo ser no actriz en un grupo de actores, pero Mati me tranquilizó al respecto, al explicarme que el conocimiento de los demás iba a ayudarme, sostenerme en cada escena. Y es así, tuve muchísima suerte al estar rodeada de compañeros excelentes. Aprendí que el cine es un trabajo en conjunto. Yo no hubiera podido actuar sin las chicas que me cuidaban, la asistencia que cubrió la producción, ya que mi familia no pudo acompañarme.

Rosario: Si queríamos hablar de discapacidad, teníamos que tener un cuerpo discapacitado en la pantalla. Creo que no es lo mismo hablar que mostrar. Y ahí nació también una búsqueda, no sólo de actriz, sino de criterios. Yo empecé a usar silla de ruedas en mi adolescencia. Todo ese proceso de identidad que una trata de pilotear cuando va creciendo, está totalmente influenciada por las imágenes que consumimos y, en base a eso, construimos o destruimos muchos autoestimas. Yo no tenía nadie con quien identificarme en la pantalla cuando crecía. No había cuerpos lisiados en las películas ni novelas que veía, aprendí a verme y representarme en cuerpos que caminan. Cuando empezamos este proyecto, de entrada, sabía que la protagonista tenía que tener discapacidad, era claro para mí. Pero nos topamos con un mundo que parecía no ser tan claro. Un mundo que nos había enseñado que la discapacidad se actuaba y muches actores y actrices ganaban premios por hacerlo. Y no solo es una cuestión de representatividad para mí, es una decisión política, es hacer algo desde mi privilegio de poder hacer cine y utilizarlo como espacio de protesta y oportunidad.

Ficha técnica 

Año: 2020 (Argentina, Francia) 

Productor Creativo: Ezequiel Lenardon – Directora / co-guionista: María Belén Poncio

Co-directora / co-guionista: Rosario Perazolo Masjoan
Co-guionistas: Greta Molas, Javier Correa Cáceres, Elisa Gagliano, Delphine Agut, Ivana Galdeano y Gabriela Vidal.

Marisol Agostina Irigoyen (Juana) – Florencia Licera (Julia) – Marcio Ramsés (Felipe) – Natalia Di Cienzo (Diana) – Francisca Spinotti (Elena) 

Director de Actores: Matias Benedetti – Director de Fotografía y Cámara: Marcos Rostagno – Directora de Arte: Eugenia Foguel – Director de arte de animación: Guillermo Mena – Director VR: Damian Turkieh – Director de sonido: Amaury Le Burthe

Asistente de Dirección: Hugo Curletto – Continuista: Javier Correa Cáceres – 2do asistente de dire: Facundo Gobbi – Coordinadora de Producción: Ana Lucía Frau – Asistente de producción ejecutiva: Lucía Palacio – Asistente de producción ejecutiva: Melina Paulovich – Asistente de producción ejecutiva: German Biglia – Asistente de producción: Yanina Moyano – Asistente de producción: Dalmira Tobal – Asistente de producción: Ángeles Moyano

1ero de cámara: Mariano Campastro – 2do de cámara: Milo Ruiz – Gaffer: Pablo Lovera – Eléctrica/ iluminación: Pini Sclausero – Eléctrico/ iluminación: Rodrigo Saya – Grip: Gianni Foschiatti

Asistentes VR: Nicolás Galaz y Facundo Pipia – Sonido Directo: Juan Manuel Yeri y Kevin Lusteau – Asistente de sonido: Santiago Aguirre – Ambientadora: Florencia Whebe – Asistente de Arte: Sofía Pironio – Utilero: Rodrigo Alabart – Vestuario: Ana Chacon – Asistente de vestuario: Maria Jose Cisneros – Peinado y maquillaje: Agustín Gelfo – Asistente de maquillaje: Guadalupe Velasco

Registro documental: Fernando Restelli y Lucía Palacio – Foto fija: Natalia Roca y German Biglia

Data manager: Adriana Ramirez 

Producción: Detona Cultura – Producción Ejecutiva: Ezequiel Lenardón (Argentina) y Marie Blondiaux (Francia)  – Co-production: Arte France, Red Corner, MalditoMaus, Realidad 360 Argentina

Coproduction: Arte France, Red Corner, MalditoMaus, Realidad 360 Argentina, Mena Studios

Apoyo: The Biennale di Venezia College Cinema VR, Polo Audiovisual de Córdoba, Instituto Nacional del Cine & Artes Audiovisuales (INCAA), The Sundance Institute, Centré National du cinema et de l´image animée (CNC)

Agradecimientos: Escuela Superior de Comercio Manuel Belgrano, Festival GRL PWR, Casa Babylon, Onas Hostel Suites, Córdoba Sex Shop, Hospital Nacional de Clínicas, Museo Provincial de la Mujer (MUMU), Museo deAntropología, Intermed, Coniferal

Año: 2020 (Argentina, Francia)

Artistas Invitadxs:
Sara Hebe, Sacha Satya, Lucia Carusso, Florencia Cossutta, Sofía Torres Kosiba, Agustína Moron, El Pelele, Lucas Aguirre y Marcos Santos.

*Por Redacción La tinta / Imagen de portada: Natalia Roca.

Palabras claves: Cine, discapacidad, sexualidad

Compartir: