El fútbol me hizo quien soy y soy quien quiero ser
Jugó en Racing, Talleres y San Lorenzo. Llegó a Estados Unidos y se recibió de profesora de educación física y entrenadora en la universidad en la que jugó. Laila Espamer, es futbolista y cordobesa nacida en Río Cuarto. En el libro «Miralas Gambetear» cuenta cómo aprendió a gambetear las «etiquetas» que la juzgaban de niña, cuando pateaba una pelota. «Si el fútbol es para varones, ¿por qué no me pueden quitar la pelota en el recreo?»
Por Laila Espamer
Mi nombre es Laila Espamer. Nací el 17 de septiembre de 1995, en la hermosa ciudad de Río Cuarto, en la provincia de Córdoba. Todo empezó cuando tenía 4 años. Tengo este recuerdo de todas las nenas jugando con la cocina o vistiéndose de princesas y yo estaba afuera en el patio, corriendo atrás de la pelota. Y ahí es cuando comencé a crear memorias, buenas, malas, a aprender sobre el mundo, la sociedad. Sobre cómo algunas personas creen tener el poder de decirte que es lo que está bien y que está mal, como creen que nacieron para poner etiquetas, rótulos, señalar, criticar, lastimar, desanimar.
Me largaba a llorar cuando decían “qué machona, qué marimacho”, “el fútbol es para varones”, “córtate el pelo y listo”. Era chica, mi corazón no entendía nada sobre perdonar, sobre “tengo que ser mejor que ellos”, “no les des bola”, me dolía. Me dolía mucho… y fue así como agarré todos esos comentarios y los puse en mi corazón, y un día me dije a mi misma: si el fútbol es para varones, ¿por qué no me pueden quitar la pelota los varones en el recreo?
Ahí aprendí que este mundo está repleto de personas que creen tener el “poder de la etiqueta”. Pero que adentro de nuestros corazones se encuentran nuestros sueños… esos por los que nos levantamos temprano, por los que trabajamos muy muy duro. Esos sueños que tienen un poder más poderoso que cualquiera otra cosa en este mundo. Son tus sueños los que sacan lo mejor de vos, los que te incentivan y motivan a hacer cosas que pensaste o pensaron que no eran posibles.
Como niña, mujer, dejé que mis sueños usen sus poderes. Y ahí comencé a renunciar a cosas: fiestas, viajes de egresados, cervezas con amigos, cumpleaños con las familias, navidades. Pero me llené de satisfacción, de emociones. ¿Se imaginan lo que es llorar de felicidad cuando tu compañera hizo un gol? ¿Se imaginan lo que es correr acalambrada?
Y están las cosas malas también, tuviste un partido malo y tus viejos no están atrás del alambrado, tu mamá no está para secarte las lágrimas, alguien se enferma y no estás…
Estoy feliz de ser una de las primeras en el fútbol. Ahora hay ligas, ahora las familias pueden ir a ver a las chicas, mi viejo ni días del trabajo se podía tomar para manejar hasta Córdoba Capital o Buenos Aires y verme jugar.
Más feliz me pone que la sociedad está cambiando, que a las chicas ya no se las señala como “marimacho”, “machonas” o las manden a cortar el pelo.
Siempre pienso en esta frase “si no puedes con tu enemigo, únetele”. Mis enemigos no eran los que me querían hacer abandonar mis sueños, mi enemiga era yo misma que creía en ellos. Y cuando dejé de ser mi enemiga, cuando entendí que tenía y tengo que mejorar día a día, las cosas buenas empezaron a llegar. Agarré cada oportunidad que tuve, toqué puertas, pedí ayuda y ayudé.
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Hasta el día de hoy jugué para Racing de Córdoba (campeona), Talleres de Córdoba, me probé para River Plate y la UAI Urquiza, jugué para San Lorenzo de Almagro, cancha de 11 (campeona) y futsal (campeona).
Tuve la maravillosa oportunidad de probarme para uno de los mejores equipos profesionales de Estados Unidos, Washington Spirit, jugué para dos equipos en la liga semiprofesional de Estados Unidos, Lancaster Inferno y Blue Heat FC.
Aprendí inglés, y estoy a punto de graduarme como profesora de educación física y entrenadora, gracias a la universidad para la que juego: Martín Methodist College. Consagrándome campeona de la conferencia los dos años consecutivos que jugué hasta ahora.
Y atrás de ese curriculum está el de los valores, donde te formaste:
* Copita de leche Volver a vivir.
* Universidad Nacional de Río Cuarto.
* Las Nose, un equipo que me acobijó, y que me enseñó que familia no son los de sangre si no los que te aman y te protegen como si fuéramos de sangre.
Si volvemos unos años atrás, no sé si podría haber alcanzado todo esto. Es una cuestión de entender que no sos mejor que nadie, pero lo más importante es entender que nadie es mejor que vos. Que las oportunidades están para todos, pero las van a agarrar los que estén preparados.
El fútbol me hizo quien soy, y soy quien quiero ser. Sin sacar de mi cabeza que tengo miles de cosas que mejorar y puedo ser mejor persona, hija, amiga, novia, compañera, jugadora, cada día. No me arrepiento de las malas y buenas decisiones que tomé, tenía que ser así. Los sabores amargos que el fútbol me dejo más de una vez, aprendí a verlos de forma positiva, para no cometer el mismo error, para correr más, para no reclamar, para esforzarme más, para dejarme de fijarme que estaba haciendo mi compañera mal si ni siquiera estoy concentrada en mi propio trabajo. Y, lo más importante, que un jugador nunca pero nunca va a ser tan bueno como todos juntos.
Y no se asusten con las decisiones, son parte, son protagonistas, son claves. Ahora, ¿quién tiene la decisión correcta siempre? Nadie. Ningún libro. Ningún entrenador. Ninguna persona que camine y respire en esta tierra.
Anímense a tomar decisiones, a cambiar de aires, a dejar la casa, a ir en contra de esos que creen que tiene el poder de la etiqueta, siempre con respeto y humildad.
Anímense a compartir su historia, a ser escuchados y escuchar. Anímense a ponerse en los zapatos del otro: ¿qué le estará pasando que está de mal humor? ¿qué pasará en la mente de los otros? No todos somos iguales. Anímate a ser vos. A ser nueva, a expresarte sin preocuparte por las etiquetas, porque la única etiqueta que te sienta bien es: original, linda, buena, creativa, valiente, decidida, respetuosa, trabajadora, esforzada, soñadora.
Yo hice del fútbol mi vida, mi profesión, mi carrera, mi familia, mi cable a tierra y espero poder seguir consiguiendo más triunfos y más derrotas también, porque si no somos nunca derrotados significa que jamás fuimos realmente puestos a prueba.
Y lo más importante siempre. ¡Sean felices!
*Por Laila Espamer del libro “Miralas Gambetear”.
** “Miralas Gambetear” es producción de la Cooperativa de Trabajo Al Toque Ltda. y editado por UniRío Editora, de la Universidad Nacional de Río Cuarto.