#SomosPlurinacionales: Bolivia – Parte 1

#SomosPlurinacionales: Bolivia – Parte 1
18 mayo, 2020 por Redacción La tinta

Por Redacción La tinta

Somos plurinacionales y nos reconocemos hermanes en el Abya Yala. Creemos que todas las voces nos construyen en los feminismos que somos. En medio de una pandemia que nos quiere individuales, dispersas y aislades, nos tejemos evadiendo las fronteras patriarcales. Por todo eso y más, aquí comenzamos una serie de entrevistas para acercarnos a lo que está pasando en algunos de los países de Nuestra América.

En esta oportunidad, Adriana Guzmán, integrante del feminismo comunitario ancestral en Bolivia. Conversamos con ella sobre la situación actual del país hermano, que sufre una pandemia durante este gobierno de facto, las resistencias y los desafíos feministas en el Abya Yala.

“El golpe ha sido eso, un golpe en el cuerpo, en los sueños, en las esperanzas de ir construyendo un territorio, un país distinto. Además, ahora la pandemia y la incapacidad de poder manifestarte en la calle y estar más articuladas con otras compañeras dificulta las cosas, y con una cultura del miedo que ha impuesto el gobierno de facto de permanente persecución y encarcelamiento. Se siente el ambiente con mucho miedo”.

Nos llegan imágenes recortadas de la situación boliviana, escasamente difundidas en los medios masivos de comunicación: decretos que atacan la libertad de expresión, hambruna brutal, avance de políticas que favorecen el negocio de los transgénicos, desmantelamiento de la salud, alza de la represión, situaciones preocupantes en las cárceles y las fronteras bien complejas, y la lista sigue. Adriana Guzmán vive en La Paz y es parte del Feminismo Comunitario Ancestral. Es una de las voces feministas que nos llegan desde la hermana Bolivia, y nos ayuda a comprender la situación actual.

Adriana Guzman Bolivia ENM La Plata (5)
(Imagen: Colectivo Manifiesto)

—¿Cómo es la situación de los derechos humanos hoy en una Bolivia que padece una pandemia y un gobierno de facto al mismo tiempo?

—Ahora entendemos lo que significa que no haya Estado de Derecho, no hay ningún derecho respetado, ni la libertad de expresión, ni la libertad de tránsito, ni el derecho a la vida, ni el derecho a la comida, a la educación. Hay una vulneración estructural de todos los derechos, así se sostiene el gobierno de facto, el rostro de este gobierno es de represión, no puede enfrentar la pandemia con políticas de salud porque lo que saben es reprimir. Quienes han hecho y sostenido el golpe han sido los terratenientes, las oligarquías y los capitales económicos en Bolivia, y son los operadores políticos los que están administrando el Estado, y lo único que saben hacer es reprimir. Hay un permanente encarcelamiento, ciberpatrullaje, detenciones arbitrarias ilegales, castigo al hambre porque se detiene a la gente que sale a trabajar o que intenta protestar porque no tiene qué comer.

Una de las primeras detenciones en la cuarentena tuvo que ver con el escarmiento simbólico. Han detenido a mujeres en el oriente que organizaron una marcha para poder vender porque no tenían qué comer, y les están haciendo un juicio para darles 10 años de cárcel. Se han planteado algunas formas de protesta como el cacerolazo, el petardazo, el pututazo. Los pueblos originarios tienen el pututo, que es el cuerno de la vaca que tocan, entonces los ayllus han estado tocando el pututo el viernes para protestar, exigiendo que se vaya el gobierno de facto, que se flexibilice la cuarentena, no podemos seguir así con hambre.

—¿Qué medidas ha tomado el gobierno en relación a la pandemia?

—Hay tres tipos de medidas. Unas son las represivas, que son permanentes. La segunda clase de medidas son las económicas, mientras nos reprimen y nosotros tenemos miedo a la represión, al virus y tenemos crisis de hambre, ellos están tomando medidas económicas ajustando los contratos para la venta de litio, abriendo las puertas a los transgénicos, privatizando las empresas nacionales, haciendo contratos de venta de gas y petróleo. Lo han dicho públicamente: lo que quiere este gobierno es hacerle competencia a Vaca Muerta en Argentina, eso ya es un parámetro de lo que se imaginan. Estas medidas no han entrado en cuarentena. Se sigue beneficiando a los empresarios, a los grandes capitales haciendo contratos lesivos al país y a espaldas del pueblo, contratos y decisiones por decreto, porque están funcionando mucho por decreto. Y las terceras medidas son las de salud que son escasas, ineficientes, mal pensadas. Se han comprado los test en un número muy reducido, entonces se los hace priorizando a los enfermos graves y a los muertos, cuando la idea es detectar a quienes tienen el virus para aislarlos y poder evitar más contagios. Han comprado respiradores que los médicos denuncian que no funcionan, que no son los que se necesitan para la asistencia en la crisis respiratoria, no han equipado los hospitales.

En Bolivia tenemos un gobierno nacional y tenemos gobiernos departamentales, territoriales, municipales que han optado por dejarle todas las responsabilidad al gobierno nacional, entonces hay una ausencia de los municipios y de respuestas locales en salud, en circulación de productos, en medidas de cuarentena sin hambre. Los gobiernos subnacionales están ausentes por complicidad con el gobierno o por miedo.

Bolivia-Carlos-Sanchez-Spiral-Photography-04
Carlos Sánchez / Spiral Photography)

—Fue llamativo que después de 12 años de gobierno, desde el Movimiento Al Socialismo (MAS) y desde los movimientos sociales no pudieran desbaratar el golpe de Estado, ¿por qué creés que sucedió eso?

—Hay diferentes momentos del golpe. En un principio creo que hubo una resistencia importante al golpe, por eso la masacre de Huayllani y la masacre de Senkata, porque eran miles de hermanos y hermanas viniendo a La Paz a hacer la resistencia.

El territorio que menos pudo resistir es La Paz, ciudad donde ha sido más fuerte toda la protesta en contra de las elecciones, del supuesto fraude, donde hay finalmente más racismo, donde se ha gestado todo este movimiento del 21F. En La Paz están los burócratas de clase media ricos que siempre han administrado el Estado, y que en estos años no han sido parte y que no pueden aceptar que otras personas, tal vez sin profesión o de pueblos originarios, estaban en el Estado. Entonces su racismo se ha profundizado y han operado en algún sentido aunque no vinculados a los fascistas, pero han generado las condiciones para el golpe. La Paz yo creo que ha sido un núcleo en el que no hemos podido resistir. El Alto y Cochabamba han sido lugares de resistencia y por eso se los ha masacrado. Pero en un primer momento no hemos logrado resistir al golpe en La Paz, que era el centro real de poder, no hemos podido defenderlo.

Por otro lado ya había debilitamiento y fragmentación de las organizaciones sociales. En los trece años tener que ponerte a discutir con el gobierno, o desde el gobierno, ha debilitado mucho a las organizaciones, entonces la resistencia no ha podido ser la que fue en la masacre del gas de 2003. Además ha habido una fragmentación de la central obrera. En la resistencia estuvieron los pueblos originarios, los sectores empobrecidos, los barrios, pero no la clase obrera, los mineros, que siempre ha sido un sector de resistencia, no han estado porque sus condiciones son otras, ya no son los hermanos obreros con los que peleamos en la calle, ahora son cooperativistas, pequeños empresarios de la minería.

También hubo una desmovilización intencionada con la supuesta convocatoria a elecciones, se ha planteado que quienes queríamos seguir resistiendo en las calles éramos incivilizados que queríamos seguir causando conflicto o matarnos entre nosotros. La respuesta era que sólo era un gobierno transitorio que convocaría a elecciones, y que no había ningún golpe. Eso ha desmovilizado, no porque nosotros nos hayamos creído eso, sino porque han generado una estigmatización muy fuerte a quienes estábamos resistiendo en la calle, que éramos las terroristas, las que poníamos bombas. Además ha sido aceptado por el Congreso y en el Congreso está la mayoría del Movimiento Al Socialismo, es un Congreso que lastimosamente ha aceptado esas condiciones planteadas por el gobierno de facto, todo una mentira porque hasta ahora no se han convocado elecciones y dudo que lo hagan ellos.

—Desde el golpe de Estado vimos al gobierno de facto de Bolivia vincularse abiertamente con Estados Unidos e Israel, ¿qué crees que significa este giro de timón en la política exterior?

—El golpe tenía que ver con Bolivia, con las transformaciones hechas, con la lucha de los pueblos originarios, más allá del Estado, porque no todas las luchas han pasado por el Estado. Hay luchas que eran ancestrales como la autonomía territorial por ejemplo, que son un riesgo para un estado cualquiera, porque si los pueblos originarios son autónomos en sus territorios se acabó el negocio de las transnacionales, del extractivismo. Entonces era un golpe para las transformaciones hechas en Bolivia. Pero también era un golpe simbólico para el mundo por lo que significaba Bolivia, con todas las críticas que haya podido tener el gobierno del Evo, Bolivia era un país distinto, con mucha dignidad, con una Constitución maravillosa, con una equivalencia constitucional de la justicia comunitaria y la justicia ordinaria, con una educación despatriarcalizadora, con la gente discutiendo en las calles sobre el racismo, sobre el colonialismo, contra el capitalismo. Una politización impresionante una esperanza para el mundo de lo que podemos hacer desde los pueblos originarios y nuestra memoria, una posibilidad de que se pueda vivir de una forma distinta a la lógica individualista del mundo capitalista. Es necesario también el golpe simbólico, acabar con esos símbolos, se ha quitado la palabra plurinacional de todas partes, se han borrado el Viceministerio de Descolonización, el Viceministerio de Medicina Tradicional, la idea es borrar para el mundo la posibilidad de que otra forma de vida es distinta. Tienen que mostrar que no hay posibilidad de vivir o de sobrevivir sino es alineadas al imperialismo, al sionismo y a la invasión de los pueblos. Y eso está muy encubierto con la lógica de las iglesias, el conservadurismo, el fundamentalismo, por eso es evidente y permanente su diálogo con Trump, con Bolsonaro, su apoyo a Israel.

Bolivia-Carlos-Sanchez-Spiral-photography-02
(Imagen: Carlos Sánchez / Spiral Photography)

—¿Qué quiere decir que es importante que el virus no afecte la memoria y que se luche desde la memoria comunitaria?

—El efecto de la pandemia, que es patriarcal y capitalista, es romper todos los lazos comunitarios e imponerte la pandemia como el centro de discusión, como principio y fin de la historia. Eso es lo que el sistema hace para desmovilizar, no es casual el momento en el que llega este virus, justo cuando en el Abya Yala han habido procesos hechos desde los pueblos, insurreccionales, hay un intento de vuelta conservadora, y ahora viene el virus. Hay un ataque al Abya Yala, porque desde aquí está saliendo una propuesta de mundo, una esperanza de otros Estados y otros gobiernos posibles, otras formas de vida distintas. La pandemia intenta quitarte esa memoria y ponerte a discutir sólo sobre el virus y profundizar el individualismo, porque aquí es “sálvese quien pueda” y lo importante es que no te contagies y no importa qué pasa con el vecino o con la gente que vive con vos en el mismo territorio.

Creo que ahí hay que hacer una resistencia desde la memoria comunitaria. Nosotros como pueblos originarios tenemos más de 500 años de resistencia, hemos soportado una cantidad de epidemias, pandemias de salud y de políticas. Hemos resistido a un neoliberalismo terrible, hemos resistido a las epidemias de enfermedades desconocidas para nuestro territorio, y en esas epidemias hemos reaccionado desde la comunidad, desde la organización comunitaria, desde la preocupación por la salud, la respuesta desde todos.

Nunca ha sido una lógica individualista, yo he visto muchas epidemias aquí en Bolivia y siempre la opción ha sido buscar salidas desde la medicina tradicional, desde la memoria ancestral, desde las abuelas pero nunca una lógica de “encerrate” “ponte tu barbijo” y “no importa que el mundo se muera”. Frente a una pandemia que intenta poner el individualismo hay que resistir desde lo comunitario, desde lo colectivo. Además hay una realidad, los que se mueren son los empobrecidos, los que tienen tuberculosis, que tienen enfermedades que llaman “de base” que son enfermedades del hambre, del empobrecimiento de este sistema. Los cuerpos tenemos memoria genética, no es sólo una cuestión teórica o de cosmovisión. Está en nuestro cuerpo nuestras abuelas han resistido a muchas epidemias, tenemos formas de resistir, tenemos para empezar una alimentación que resiste a todo eso. Nosotras en Bolivia comemos de una forma distinta a muchos otros países, comemos de la tierra, sano, y eso te hace una resistencia frente a los virus. No lograr que el virus se coma nuestra memoria, nuestra capacidad de preocuparnos por la otra por el otro.

Adriana Guzman Bolivia ENM La Plata (4)
(Imagen: Colectivo Manifiesto)

*Por Redacción La tinta / Collage de portada: Angela Camacho – @thebonitachola.

Palabras claves: Adriana Guzmán, Bolivia, SomosPlurinacional

Compartir: