«La pandemia a muchos les da la muerte; a él, le da una oportunidad»

«La pandemia a muchos les da la muerte; a él, le da una oportunidad»
6 mayo, 2020 por Redacción La tinta

Por Redacción La tinta

Alejo Hunau tenía 33 años en noviembre de 2004 cuando fue hallado sin vida en su departamento de la ciudad de Mendoza. Murió por un golpe en la cabeza realizado con una botella. Tras una serie de investigaciones, la Justicia determinó que el asesino era Diego Arduino, quien había estado con la víctima esa noche. Fue sentenciado en 2007 a 16 años de prisión por los delitos de homicidio y robo, y finalizaba su condena en febrero de 2022.

Esta semana, Arduino recibió el beneficio de la prisión domiciliaria por padecer de asma y ser parte de los 400 presos mendocinos que son considerados como población de riesgo ante la pandemia de coronavirus.


Pero esta nota no es sobre Diego ni sobre Alejo, es sobre su mamá: Silvia Ontiveros. Entre tanta desinformación, prejuicios, agite mediático, cacerolazos y pedidos de mano dura, Silvia eligió tener una perspectiva humanitaria y acompañar la domiciliaria al asesino de su hijo.


«Hubo un proceso. No es que un día yo me levanté y dije: ‘Que se vaya el asesino de mi hijo’ (…) Antes de tomar la decisión que tomé, tenía la experiencia propia de lo que pasa en las cárceles, que, lejos de ser un lugar para re-socializar y recuperar a los delincuentes, en realidad, la mayoría de las veces, es una escuela del delito», expresó Silvia en diálogo con Reynaldo Sietecase en Radio Con Vos.

Silvia tiene una historia particular. Militó toda su vida en organismos de derechos humanos y fue víctima de la dictadura cívico-militar argentina: estuvo siete años detenida como presa política en la cárcel de Devoto y fue víctima de torturas y abuso sexual por parte de los genocidas.

Pero, además de esto, Ontiveros señaló que la pandemia tuvo principal incidencia en su decisión.

 

«Toda la gente de bien sabe que la pandemia en las cárceles produce un desastre que excede los presos. Le llega a los guardiacárceles, a los médicos, a las enfermeras, a los cocineros, la proveduría, los familiares… Alejo no va a volver. Me quiebro cada vez que lo digo. Pero es una pelea entre la mamá y la ciudadana. Los hospitales van a tener que recibir cientos de presos cuando venga el pico si no se cuida la situación (…) Pero mi posición es clara: ni femicidias, ni genocidas, ni abusadores», señaló en la entrevista radial.

En este último tiempo, Diego Arduino formó una pareja con una mujer que vive fuera de la cárcel y con quien tuvo un hijo. La jueza ordenó que la domiciliaria se lleve a cabo en el domicilio de su pareja, con pulsera electrónica y cumpliendo un protocolo de seguridad. Si rompe las condiciones impuestas, deberá volver a prisión.


«La pandemia a muchos le da la muerte; a él, le da una oportunidad.
Espero que la aproveche para cambiar su vida», expuso con una increíble claridad.


«Es un chico que, a los trece años, empezó con la droga. En la primaria, había sido el mejor alumno de su escuela, me sé toda la historia. Cuando lo encontramos, estaba reventado. Y ahí entra la ciudadana de nuevo y me pregunto qué hicimos para que haya jóvenes que tengan que matar a alguien de un golpe en la cabeza para robarle todo lo que tenía; qué hicimos como ciudadanos con tantos jóvenes que terminan en la cárcel. Esa pelea, entre mamá y ciudadana, me llevó a esa decisión», explicó sobre la decisión personal que tomó.

«Ni él me pidió perdón ni yo siento que pueda perdonarlo. Estoy, como ciudadana, teniendo la esperanza de que él cambie. Tiene 42 años. En las redes, me decían que lo deje que se pudra en la cárcel, pero yo no creo que las cárceles sean para que la gente se pudra, creo que deberían resocializar. Pero yo no puedo perdonar, no me imagino ni volviéndolo a ver a quien asesinó a mi hijo», concluyó Silvia, quien agradeció el espacio periodístico, luego de ser maltratada y puesta en tela de juicio en otros medios de comunicación.

* Por Redacción La tinta. Imagen de tapa: Coco Yañez para El Otro Diario.

Palabras claves: cárceles, coronavirus, Prision domiciliaria

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