Cárcel de Devoto. Covid 19

Cárcel de Devoto. Covid 19
27 abril, 2020 por Redacción La tinta

El viernes pasado, los internos del Complejo Penitenciario de la Ciudad de Buenos Aires (Devoto) tomaron los pabellones reclamando garantías sanitarias, que se le realicen hisopados y que se revea la situación de aquellos que pueden acceder a la prisión domiciliaria. La represión no tardó en llegar por parte de los agentes del servicio penitenciario federal dentro de la cárcel, mientras que, afuera, la policía de la ciudad de Buenos Aires reprimía a lxs familiares de los presos. Luego de horas de tensión, se realizó una negociación el sábado, con la representación de las diferentes partes, que seguirá esta semana. Sin embargo, esta situación no hace más que poner en evidencia las condiciones de las cárceles en nuestro país, las trampas mortales que son si el virus ingresara en ellas. A continuación, les compartimos la cobertura realizada por La Obrera Colectivo Fotográfico sobre lo sucedido el viernes último.

Por La Obrera Colectivo Fotográfico

Mientras la nueva «normalidad» continúa dando pasos lentos que instalan avaros y sesgados contextos, costumbres recicladas y viejas modalidades de control, las formas de inhumanidad de antaño siguen siendo las que amarran la soga al cuello de lxs olvidadxs de siempre. Lxs excluidxs, lxs postergadxs, lxs pisoteadxs, lxs que son ajenxs a casi todo tipo de derecho, toda libertad y toda justicia. Esta vez la lupa se posa en plena Ciudad de Buenos Aires, en el barrio de devoto.

Suenan alarmas, sirenas, se huele humo, se escuchan gritos desdé adentro y desde afuera; los familiares empiezan a juntarse en los alrededores de la penitenciaria y de a poco también lo hacen policías, vecinos y periodistas. «Queremos ser tratados como personas” explota un grito desdé uno de los edificios y el clima se enciende como la bencina. El aire se llena ahora de todas esas preguntas que nadie nunca quiere hacerse: ¿Quiénes son estxs pibxs? ¿Porque están ahí? ¿Qué función cumple ese lugar de encierro? ¿Cuantas causas armadas existen como la de Fernando Carrera? ¿Porque todos lxs presxs son pobres? ¿Y lxs políticxs, jueces, lxs genocidas, la policía, están ahí?

A su vez, en la puerta de la cárcel, sólo con mirar alrededor comienzan a aparecer algunas respuestas y posturas. Los vecinos enojados por el motín que ya detestaban a esa «gente peligrosa» porque nunca quisieron tenerlos instalados allí, arruinando el paisaje tan lindo y coqueto con un juntadero de pobres inadaptados. Parte del periodismo se dedica sola a enardecer ese sentimiento de odio, incitarlo, empaquetarlo y ponerlo a rodar en primeras planas de medios y redes sociales para incrementar el rechazo de la gente hacia los internos. Varixs lo hacen sólo por mercenarixs, por operadorxs del poder dedicados a instalar la opinión pública y el sentido común, otros, porque aún empatizan más con los que tienen la heladera llena. Lxs familiares son lxs únicxs que cortan el clima con un llanto, intentando acercarse para que les informen el estado de sus seres queridos, pero sólo consiguen palos y gases: «Tomatelas, negra de mierda” le dice un policía a una señora.

Para algunos sectores de esta hipócrita sociedad, la moneda gira en el aire todos los días, toda la vida. Sin embargo, los generadores de todas las miserias y todas las violencias que conocemos duermen tranquilos, la ley y la justicia son de ellos. Un asesino, un delincuente, será sólo condenado como tal dependiendo de la clase social a la que pertenezca, para eso está creado todo. Tienen que inventarle monstruo al pueblo, para que la gente tema, o como dicen ahora, para que la gente crea. ¿Y qué tiene que creer la gente? que a este cuasi «enemigo interno» que es el pobre hay que adiestrarlo sea como sea, y que por ser un monstruo no caben consideraciones en esta «lucha».

 

Sin embargo, le gente privada de su libertad, lejos de ser enemigos del pueblo, en parte, representan al mismo. Desnudan una vez más la paupérrima situación en la que viven, la desidia estatal, los negociados y el plan de exterminio que siempre fueron las cárceles. Sitios del horror, sin insumos, sin cuidados básicos, donde son cada vez más excluidos y violentados, donde hay muertes y todo tipo de prácticas de tortura que lejos de hacerlo un lugar que rehabilite o inserte a las personas a la sociedad luego de cumplir una condena, es un antro perverso del que es muy difícil volver.

Estas cosas suceden a diario en la mayoría de las cárceles del mundo. Hoy, en la Argentina de pandemia, lxs marginadxs explotaron y se alzaron en un reclamo para denunciar que el virus que tiene en vilo al planeta ya estaba entre ellos. Piden las condiciones necesarias para que no se expanda por todo el lugar y ya no puedan revertirlo. Saben que, si eso pasa, el mundo los dejará morir allí; sin pena ni gloria, sin importar nada de ellos ni de sus vidas, ni de su familia. Saben que existen para ser el ejemplo de lo que nadie debería ser, y sienten que es morir o pelear. A menudo, viven una muerte lenta y la han soportado, pero ahora la amenaza es otra, y una vez más, a ellos nadie va a querer salvarlos.

Se levantan, se agrupan, se organizan, piensan. Cuelgan mensajes, graban vídeos y toman fotografías, nadie más que ellxs logran una cobertura tan real y clara. El material se esparce en los grupos de wasap, en las redes sociales, mientras muchxs solo piensan como es posible que lxs presxs tengan celular, pero nunca piensan en el sonido de la bala policial/estatal.

¿Y nosotrxs?  Nosotrxs estamos acá, invitando a pensar, de qué lado nos vamos a parar.

«Seré encarcelada, seré echada en una prisión, pero no les daré paz nunca. No tendré tolerancia con autoridades».  E. Goldman.

«Mientras exista una clase inferior, perteneceré a ella, mientras haya un elemento criminal, estaré hecho de él, mientras permanezca un alma en prisión, no seré libre».   M. Bakunin

* Por La Obrera Colectivo Fotográfico

Palabras claves: Carcel de Devoto, covid-19, Presos, Servicio penitenciario

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