Refugio Libertad y las guardianas de la vida

Refugio Libertad y las guardianas de la vida
11 marzo, 2020 por Redacción La tinta

Por Redacción La tinta

Las organizaciones Trabajadorxs Unidxs por la Tierra (TRAUT) y La Creciente del Valle de Paravachasca, agrupadas en la UTEP (Unión de Trabajadores de la Economía Popular), organizaron, este martes, el conversatorio “Guardianes de la memoria, guardianas de la vida”.

En ese marco, dos referentxs en la lucha por los Derechos Humanos, Nora Cortiñas y Pablo Pimentel, se hicieron presentes para acompañar a quienes recuperaron el predio del ex Batallón 141 de José de la Quintana, hoy Refugio Libertad, para inaugurar al espacio como un nuevo sitio de la memoria, para que Nunca Más haya presxs y muertxs por luchar.

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(Imagen: Viaje de Radio)

Oculto en el Valle de Paravachasca, pero rodeado por tres pequeños pueblos, Los Molinos, San Isidro y José de la Quintana, el ex Batallón 141 dormía apenas vigilado por un cuidador durante muchos años. Hace dos años, un grupo de vecinxs organizadxs decidieron recuperar aquel sitio con el objetivo de generar un espacio para la soberanía alimentaria.


Lxs Trabajadorxs Unidxs por la Tierra, movidxs por un contexto económico agobiante y en el marco de una zona en donde las tierras son apropiadas por grandes empresas y personas adineradas que utilizan agrotóxicos y no se preocupan por el cuidado del ambiente, comenzaron a soñar con una tierra para una vida digna. Pero oculta también estaba la historia de lo que había sucedido en ese lugar, despierta sólo en la memoria de algunxs lugareñxs que no se atrevían a verbalizarla. Ese sitio había funcionado como un Centro Clandestino de Detención durante la dictadura cívico militar de 1976. 


Desde el año pasado y con la ayuda del periodista Adrián Camerano, ex secretario de Derechos Humanos de Tierra del Fuego, lxs vecinxs decidieron empezar a recuperar también la memoria de ese lugar que hoy les aloja y les permite la autogestión. Con la metodología de la Educación Popular y en rondas de charlas y mates, fueron apareciendo las historias familiares y los recuerdos atravesados por las propias vivencias de cada unx. Personas que habían estado detenidas en el ex Batallón 141 se animaron a reconstruir el horror que había sucedido allí. Todavía aguardan, sin embargo, que el Poder Judicial investigue esos hechos. Pero la muerte, que permaneció durante tantos años en el silencio y el olvido, dio paso a la vida.

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(Imagen: Viaje de Radio)

Hoy, se proponen recuperar la memoria con el objetivo de guardianar la vida, esa que se sucede cotidianamente en un lugar que florece con alimentos sanos y dignos. El conversatorio se entrecruzó también con la presentación judicial en Tribunales Federales de un Amicus Curiae con la información recolectada por la Delegación argentina en Solidaridad con el Pueblo de Bolivia, que viajó a fines del año pasado al hermano país para intentar recabar los relatos de quienes están, todavía, siendo perseguidxs, desaparecidxs y asesinadxs por un gobierno de facto. De nuevo, la palabra y la memoria son quienes mantienen vivxs a quienes ya no están, y las que cuidan a quienes luchan hoy contra las injusticias del sistema.

Martín Hissa, abogado y miembro de la Delegación, expuso, en primer lugar, algunas de las conclusiones del informe, además de denunciar que el Poder Judicial argentino no cumple con su deber al negarse a investigar delitos de lesa humanidad que se están sucediendo en otro país, mandato que existe desde los crímenes del Holocausto. La consigna Nunca Más está más viva que nunca en las historias de lxs compañerxs bolivianxs.


Pablo Pimentel, presidente de la APDH de La Matanza y quien también viajó a Bolivia como parte de la delegación, planteó que “no podemos naturalizar ningún acto de injusticia a ningún miembro de la especie humana en ningún lugar del mundo” y que lo que escucharon allá en Bolivia mientras se refugiaban en la Iglesia San Francisco le recordó a los relatos de lo que sucedió en la Argentina en los años 70.


Tanto para él como para Norita, estar presentes en un momento tan importante para lxs compañerxs del Refugio Libertad fue conmovedor. Norita contó que dudaba, en un principio, de la posibilidad de recuperar lugares de la muerte para convertirlos en espacios para vivir, pero que se sentía muy movilizada por estar en el lugar y ver hoy niñxs corriendo y jugando felices. Hoy, es un lugar para la vida digna, “aquel ideal que quienes militamos perseguimos incansablemente”.

A sus casi 90 años, Norita cuenta que no puede quedarse en su casa si hay injusticias en el mundo y que ningún militante debería hacerlo. Lo que sucede en Bolivia la preocupa, así como también que haya represores y asesinos sueltos o que sean beneficiados con condenas más bajas o prisión domiciliaria. “No es venganza, es justicia”, nos dice, “yo quiero toda la justicia, toda la verdad y toda la memoria, no sólo un pedacito”. Para eso, es necesario que se sepa toda la verdad.

En ese camino, lxs compañerxs del Refugio Libertad dejaron señalizada, junto con Norita, la ex enfermería del Batallón como un nuevo sitio de la memoria, para no olvidar que allí funcionó un Centro Clandestino de Detención durante la última dictadura cívico militar eclesiástica. Mientras, trabajan día a día guardianando la vida, no sólo produciendo alimentos sanos, sino también cuidando a aquellas mujeres y niñxs que sufren las violencias del patriarcado, también ocultas a veces, transformando así un espacio que estuvo al servicio de la muerte en uno al servicio de la vida.

* Por Redacción La tinta. 

Palabras claves: agroecología, ex Batallón 141, José de la Quintana, Nora Cortiñas, Pablo Pimentel, Refugio Libertad

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