Autodefensa: “Las cosas cambiaron, macho, no te tenemos miedo”
Por Redacción La tinta
“Dale guerrera. Dale.
A pura garra y estrategia.
Gritá un penetrante agudo.
Atestale un caderazo.
Escupile la hombría.
Pisoteale los privilegios.
¡Corre!
¡Dale guerrera!
Corré desaforada.
Así: cuerda y desmesurada.
Coherentemente desesperada.
Conscientemente violenta.
Sabés que es hasta la muerte, que vas a pelear por tu vida.
Que al final es él o vos.
Que no te va a salvar un vecino.
Que no te va a defender la policía.
Que no te va a apoyar tu jefa.
Que no es una pelea reglada ni equitativa.
Y que al final, no va a sonar ninguna campana!”
Catalina Arismendi. Redactora y alumna del taller
La tinta habló con Josefina, instructora del Taller de Autodefensa para Mujeres y Personas trans, tortas, travas y no binaries. En la nota, se aborda el posicionamiento feminista del taller. Resaltando el abordaje que la instructora hace desde el fortalecimiento del autoestima y el manejo corporal por el que mujeres y personas trans van transitando y aprendiendo durante las clases. Además, charlamos con Catalina Arismendi, Comunicadora social y alumna, que maneja las redes sociales del Taller y pone en palabras tantos relatos y experiencias que van surgiendo en las clases sobre el valor representativo de entrenar.
La autogestión es una de las cosas que caracteriza al taller, porque las participantes colaboran diseñando, sacando fotos y armando eventos como fue la Fiesta Escorpio donde presentaron el fanzine llamado “En la calle soy valiente”, de producción colectiva y a la venta.
Por qué entrenar para la autodefensa
Las razones de las personas para empezar a entrenar son colectivas, pero también son personales. Tienen relación con diferentes situaciones que han vivido a lo largo de sus vidas.
“Empecé a entrenar a principios de este año. Me decidí porque me daba miedo y ansiedad moverme en lugares nuevos”, dice una participante del taller.
“Empecé a entrenar hace casi dos años, por un episodio puntual que me pasó en la calle. Una noche, volvía tarde de ensayar y un hombre desde un auto reduce la velocidad y me empieza a decir las cosas que haría con mi cuerpo. Me aterró por completo. Cuando apuro el paso, me doy cuenta que, en realidad, eran 4 hombres adentro del auto, todos siguiéndole el ‘juego’. Corrí con todas mis fuerzas hasta casa con ellos siguiéndome en el auto hasta que entré. Nunca voy a saber qué hubiese sucedido si yo no empezaba a correr”.
Las mujeres y personas trans quieren aprender a defenderse, a usar su cuerpo de manera defensiva para poder resolver las situaciones de desigualdad que la violencia genera en todos los ámbitos donde habitan.
“Empecé a entrenar para mi nacimiento. Empecé a entrenar la fuerza para parirme de nuevo. A parirme humanizado, al resguardo. A moldear los márgenes del heteronormado y andar un poco más suelto sin ser ingenuo. Empecé a descubrirme fuerte, siendo el ‘sexo débil’. Empecé a callar las voces que hablaban en mi nombre. Empecé a ser libre, a dejar de ser preso de lo que no quiero (…) Entreno para TRANSformar el odio en mi herramienta de combate, para ganarle por knockout a tu mirada normalizadora, incriminadora”.
Rompiendo estereotipos
Tener un manejo del cuerpo requiere entrenar con constancia y mantenerlo en el tiempo. Más allá de la técnica, Josefina dice que, para hacer actividad física, no hay que cumplir con ninguna condición física. Es algo asociado siempre con lo estético de los cuerpos y es una mentira del patriarcado que nos impone estereotipos sobre el físico.
Una participante del taller dice que “en mi entorno laboral, tengo que fumarme comentarios, chistes y actos machirulos todo el tiempo. Necesitaba una herramienta que me ayudara a lidiar con eso. Una amiga me recomendó el taller de autodefensa y me aseguró que en ese lugar no iba a sufrir discriminación por mi sobrepeso, algo que tenía que vivir cada vez que comenzaba una actividad física en un gimnasio”.
Josefina reconoce que en sus clases difunde lo que aprendió dentro de las artes marciales. Ella es faja negra de Kung Fu, en un estilo tradicional llamado Shaolin norteño. Por ello, en el taller, no deja de lado la parte espiritual, las emociones y el manejo de la mente para poder ejercer las técnicas de combate.
“Entrenar me dio confianza para volver a salir a la calle sin miedo. Empecé a reaccionar distinto. A confiar en mi cuerpo y mi capacidad de defenderme. También a otras cosas, como ver un auto sospechoso y agudizar los sentidos o memorizar la patente. Entendí que autodefensa no es sólo saber golpear”, cuenta una de las participantes del taller.
“Entrenar cambió mi confianza y la forma en la que me siento al caminar por la calle. Ojalá nunca tenga que implementar físicamente lo aprendido, pero tengo conciencia que lo primero está en llegar a casa sana y salva. En mi mente, están también las que no pudieron defenderse. Por ellas también entreno. Para que podamos decir de una vez por todas: las cosas cambiaron, macho, no te tenemos miedo”.
Hemos sido criadas con modelos de feminidad que construyen imágenes y estereotipos desde la fragilidad y la debilidad. Nos hacen creer que no somos capaces de hacer ciertas cosas y que la valentía y la fuerza son sólo atributos para los varones. En las clases, aumenta la fuerza poderosa que todes tienen. Nadie está por encima de otre, todes hacen las mismas actividades físicas.
“En el entrenamiento, esas barreras son destruidas, se rompen todos los estereotipos porque ser valiente es ser libre. En la calle, quiero ser libre y valiente”, nos dice Josefina.
Otra participante cuenta que entrenar le trajo muchos placeres, además de conocer gente admirable. Le ayudó a cambiar la autopercepción de su cuerpo: “Reemplacé hábitos que eran nocivos para mi salud -sobre todo, mentales-. De todas, la sorpresa más grande fue darme cuenta que, a veces, yo forzaba un personaje débil y vulnerable. Para caer bien, me ponía en el lugar de tutelada y me perdía aprendizajes”, y recuerda una de las frases que les dijo Josefina: “La pelea siempre es contra ustedes mismas y sus miedos”.
La defensa no es violencia
Para Josefina, la defensa es una respuesta política ante la violencia que ejercen sobre nosotras y nosotres. No siempre es necesario llegar a una agresión física, salvo que las circunstancias lo requieran. Ella nos cuenta que, dentro de las artes marciales, “las personas con mayor entrenamiento tienen ‘el puño prohibido’, es decir, después de muchos años de entrenamiento, el cuerpo se transforma en un arma y pueden con sus propias manos reducir a otra persona para huir. Antes se usaba para matar. De allí, mi responsabilidad de enseñar a les chiques del taller que no es algo a mostrar a todo el mundo porque defenderse también es usar más seguido la palabra no, es decir que no estás cómoda y aprender a imponer nuestra palabra. Creer en nosotres para hacernos presentes desde un lugar que no sea el de víctima”. Y reflexiona: “Todo el tiempo, nos estamos defendiendo, es liberador; no es algo malo. Confrontar las situaciones de la vida que nos denigran nunca va a estar mal. Eso también es defenderse ocupando los espacios donde estamos. Siempre habrá tensiones y hay que aprender a enfrentarse a los conflictos. La agresión física es la última escala. Todas las otras agresiones podemos enfrentarlas y darles batalla, es algo que se aprende entrenando”.
La libertad se entrena, como decía Mayte Amaya. El patriarcado no descansa nunca, nosotras le vamos a responder defendiéndonos. Nosotras decimos: “Ninguna agresión sin respuesta, la defensa no es violencia”. Nosotras entrenamos para defendernos y no para violentar a otras personas.
*Por Redacción La tinta / Imagen de portada: Colectivo Manifiesto.
⇒El taller de Autodefensa para Mujeres y Personas Trans entrena en la Nave Escénica los lunes y miércoles. Para mayor información, escribir por Instagram o Facebook a la cuenta «Autodefensa para mujeres».