«El macrismo persiguió a los gremios con vía libre para los despidos»
El periodista, abogado laboralista y delegado gremial de Télam, Mariano Suárez, trazó un balance de los años del macrismo en el campo de la comunicación. A la par de una crisis económica generalizada y una precarización a nivel mundial del oficio, el gobierno de Mauricio Macri incrementó la persecución a la justicia y el abandono de la protección estatal. «En estos cuatro años, proliferaron los despidos masivos en el Estado, los despidos discriminatorios o por razones ideológicas y la penalización del conflicto laboral y sindical», dice.
Por Perycia
Periodista, abogado laboralista y delegado gremial de Télam, Mariano Suárez dice que vivió los años más difíciles de su profesión durante el macrismo.
En esta entrevista exclusiva con Perycia, hizo un análisis de la relación entre justicia y periodismo y a la vez trazó una perspectiva diferente a partir de diciembre, con la futura presidencia de Alberto Fernández. «La justicia laboral se debe una tarea de reformulación profunda», anticipa, a la vez que augura un giro político con un rol más activo del Estado.
— ¿Cuál es el balance que hacés de estos cuatro años de macrismo?
— El balance es muy adverso y deficitario. Fuero cuatros años donde creció de forma exponencial los niveles de concentración de la industria, que ya eran altos antes, pero se siguió escalando durante el macrismo. Se han cooptado organismos como el ENACOM, es decir, se privilegiaron los intereses de los privados por encima de los del Estado, con una desprotección alarmante a las cooperativas y a las formas de comunicación que están fuera de la lógica del mercado. Y en el campo laboral ha existido una libertad de despidos como modo de respuesta a la crisis.
En este punto, se ha consolidado una mirada sesgada del periodismo desde la óptica de los grandes empresarios de la comunicación y no desde el derecho de las audiencias ni del derecho de la comunicación ni del derecho de los trabajadores de prensa.
El Estado ha tomado partido por el rol empresarial, por lo tanto el debate social en el que está inserto el periodismo se ha debilitado, se ha corrido de eje hacia el predominio del rol de las grandes empresas de la comunicación y sus intereses.
— Y a nivel judicial, ¿qué grado de conflictividad existió?
— Los conflictos llegan cuando fracasa la intervención política. Cuando llega a los tribunales, ya es una instancia tardía y además la justicia laboral estuvo castigada y perseguida. En los primeros meses de Macri ya se marcó una línea que mantuvo una continuidad: se atacó a jueces por defender paritarias y por proteger a gremios contrarios al oficialismo. Eso creó un clima de discipliamiento y de domesticación del poder judicial, con designación de jueces afines, muchos de ellos sin antecedentes probados en la profesión. Télam fue un paradigma, el gobierno intentó desplazar a jueces y alterar el resultado de un proceso, pero finalmente ganó la resistencia de los trabajadores y las trabajadores. La justicia laboral se debe una tarea de recomposición profunda después de estos cuatro años, ha quedado muy golpeada.
— ¿Hubo antecedentes recientes de una realidad política semejante?
— No hay antecedentes. Se dio una conjunción entre una crisis económica general con una crisis del oficio. A nivel mundial se está dando una crisis de la empresa periodística, los ingresos por venta y publicidad se han deteriorado. Y en la situación local se da un protagonismo excesivo al uso de las nuevas tecnologías para suplantar la fuerza de trabajo. El macrismo generó una zona liberada para los despidos, ordenando a la justicia que no dicte conciliaciones obligatorias ni homologando convenios colectivos. Y a la vez se persiguió a los gremios combativos.
Se perdieron cerca del 30 por ciento de empleos formales en el campo de la comunicación, y en tan poco tiempo es una reducción sin antecedentes. Y sumado a eso, se completó un ajuste con una reducción feroz de la estructura del Estado, por ejemplo Paka-Paka, Encuentro, y DeporTV tuvieron una reducción drástica de contenidos.
No es el primer proceso de ajuste que me toca afrontar desde mi lugar como abogado, pero cada etapa tiene sus características. Y en estos cuatro años proliferaron los despidos masivos en el Estado, los despidos discriminatorios o por razones ideológicas y la penalización del conflicto laboral y del conflicto sindical. Son todos fenómenos conocidos previamente pero que en estos cuatro años aparecieron en primer plano.
— En este contexto tan hostil, ¿qué le espera al próximo gobierno de Alberto Fernández?
— Asistimos a una precarización laboral y profesional sin precedentes, es algo que se retroalimenta. Y eso genera un temor a la pérdida el empleo. En Télam hubo más de 350 despidos, y eso fue un mensaje aleccionador para el personal que quedó en la agencia, cerca de 500 personas a los cuales se les baja línea de cuáles pueden ser los costos de discutir los contenidos o rebelarse ante las autoridades.
Hoy, tener un empleo registrado y en situación de dependencia es un lujo en el periodismo, pero además el ejercicio profesional dentro de las redacciones en un contexto de tanta presión en el mercado de trabajo es absolutamente difícil. La precarización también se refleja en la calidad de los contenidos.
Creemos que el tiempo político que viene habrá una reformulación, esperamos que haya una política de trabajo más activa. El gobierno va a tener otras urgencias que no están en el campo de la comunicación, pero pensamos que habrá un giro en relación a lo que vivimos, la sola idea de tener un Estado activo que no sea indiferente al conflicto social, que ocupe su rol mediador y no persiga a las representaciones gremiales, eso ya implicará un cambio significativo.
— Sobre la desigualdad laboral en torno a las mujeres y a su lugar en el área de la comunicación, ¿cuál es la realidad actual?
— Las mujeres -y claramente también otras identidades no binarias- ocupan un lugar más vulnerable dentro del proceso económico y social y, por lo tanto, se corresponde que en el gremio de prensa tengan menos acceso al empleo, salarios en promedio más bajos y que accedan menos a los lugares de dirección. Entiendo que se ha avanzado en estos años en la visibilización de esa desigualdad y en algunos medios se han designado editoras con perspectiva de género y en algunos lugares se han sancionado protocolos contra la violencia de género. En el caso que más conozco, el de la agencia Télam, los despidos en términos de números respetaron proporcionalmente el número de trabajadores de los diversos géneros, pero claramente se afectó y se excluyó de la redacción a aquellas periodistas especializadas y aquellas militantes de un periodismo con perspectiva de género. Por suerte fue revertido por el proceso de lucha y en la etapa de reconstrucción de la redacción debería haber políticas par revertir ese estado se desigualdad.
*Por Perycia. Imagen de portada: Carlos Brigo