Salir de la deuda externa decreciendo
Entre la dependencia, empresas recuperadas y movimientos campesinos. Un modelo de desarrollo orientado al bienestar interno. Entender la actual crisis a partir de la dependencia, el aporte de Claudio Katz.
Por Juan Gerez para ANRed
En los años 60 Abya Yala se encontraba convulsionada, como siempre. Los debates en torno a la dependencia emergían para entender por qué no alcanzábamos los grados de desarrollo de los países centrales industrializados, a decir, porque siempre perdíamos en el mercado internacional. Los aportes teóricos de la dependencia se orientaban a cuestionar el rol de los países periféricos en la división internacional del trabajo y las supuestas ventajas comparativas que ofrecía el mercado internacional dividido entre productores de mercancías con valor agregado y proveedores de materias primas. Este enfoque, mostraba que dichas relaciones lejos de ser armónicas resultaban de la competencia entre las potencias imperiales por el control que buscan ejercer sobre los mercados periféricos. Es decir, no solo lo económico sino también lo político jugaba un rol fundamental para el desarrollo en un contexto de guerra fría. Sin embargo, para ellos, la situación de dependencia no obedecía únicamente a factores externos. En el plano interno existían condicionamientos estructurales expresados en las relaciones asimétricas entre las clases sociales. Estas mismas se encontraban caracterizadas por conflictos inherentes expresados en la relación capital-trabajo, los cuales adoptaban en cada formación nacional característica diferentes que variaban con el tiempo en su forma como consecuencia de la estructuración local de las relaciones de fuerzas entre las clases y de la alianza hegemónica que de ellas surgían, pero también como mencionamos en base a condicionamientos externos.
Sin embargo, uno de los puntos centrales de las propuestas dependentistas giraban en torno al rol que juegan los capitales externos en el plano interno. Esta crítica plantea que la presencia de capital externo genera desajustes en las economías internas, ya que los mismos en vez de reinvertir capital productivamente deciden girar gran parte de éste hacia el exterior agudizando así los desequilibrios estructurales de las economías de Abya Yala, interrumpiendo de este modo el ciclo de acumulación capitalista. Peor aún para saldar las deficiencias tecnológicas productivas locales y la desfavorable inserción de la región en el mercado mundial, las burguesías locales y los capitales externos ejercían una mayor explotación de la mano de obra local, mencionada por algunos autores como sobre explotación, estableciendo niveles salariales por debajo de su valor.
Sin embargo, como menciona Claudio Katz actualmente esta situación también se da en el centro, por eso, para él, lo que implica que un país esté sujeto a relaciones de dependencia se da específicamente cuando la renta generada localmente, en vez de ser apropiada internamente es drenada al exterior por las burguesías locales y los capitales externos en lo que es denominado como transferencia de valor hacia el centro. Así, el economista argentino manifiesta que en el último tiempo se ha producido una profundización de la periferización de los países de Abya Yala a causa de la adopción de un modelo extractivo, especialmente traccionado por el crecimiento de China ocasionando un alza de la demanda en el mercado mundial de materias primas.
Este proceso se tradujo en el plano comercial en un nuevo interés por actividades económicas vinculadas a la explotación primaria. El autor menciona que este proceso de reprimarización de la matriz productiva se da acompañado paralelamente de una desindustrialización e importación de productos manufacturados provenientes especialmente de China. Manifiesta por último que en la experiencia del socialismo de mercado impulsada por China y la experiencia capitalista autoritaria del caso sur coreano, se realizó en ambos casos un proceso de control y acumulación desde el Estado de una parte de los excedentes que antes drenaban al exterior en forma de transferencia de valor. Esto permitió generar un proceso de acumulación local y reinversión direccionado en alianza con ciertos sectores dominantes locales bajo formas de gobiernos autoritarias que modificó en gran medida la subordinación de estos países en el mercado mundial y su rol en la división internacional del trabajo, claro está, bajo un contexto geopolítico especifico que habilitó tales proyectos.
Sin embargo, el actual contexto global es otro. El resurgimiento del interés estadounidense por recuperar el espacio perdido a nivel global,especialmente comercial, a manos de China presenta un nuevo escenario geopolítico para la región de Abya Yala distinto al de los últimos tiempos.
¿Decrecer como modelo de desarrollo?
Como se sabe el modelo extractivista intenta lograr un desarrollo imitando los modelos occidentales de crecimiento asentados sobre una sociedad consumista. Así, la crítica proveniente de la corriente del decrecimiento busca pensar la problemática del bienestar y crecimiento desde otro enfoque. De este modo, focaliza sus críticas y propuestas en plantear la salida del ciclo productivista occidental formulando un crecimiento orientado a la disminución contralada de la producción.
Para ello, la intelectual activista Azam aclara, «cuando hablamos de decrecimiento, no hablamos de un crecimiento negativo o de un crecimiento cero o estacionario: el decrecimiento no es una adaptación a las fluctuaciones económicas en disminución, no es una recesión. Es una elección política que conduce a una reducción voluntaria y anticipada de la utilización de la energía y de los materiales. El “decrecimiento sostenible” es una anticipación de la recesión forzada que, en una sociedad fundada sobre el crecimiento, conduce a desastres sociales, ecológicos y políticos».
La autora también explica cómo a través las políticas neoliberales implementadas en la región con la globalización económica y financiera arrastraron a los países periféricos a un proceso de endeudamiento compulsivo. Así, las soluciones han sido, por un lado, forzar un crecimiento asentado en una matriz extractivista destructora del medio ambiente con el objetivo, entre otros, de pagar las deudas internacionalmente contraídas, y por el otro, fomentar un cierto tipo inclusión ciudadana a través del consumo. Por eso, decrecer no implica redistribuir la riqueza bajo la cual la justicia social se encuentra vinculada a una cuestión administrativa y en cierto modo de acceso al consumo. Por el contrario, lo que se busca con el decrecimiento es «la relocalización de las actividades, la desglobalización, la redistribución de las riquezas, la recuperación del sentido del trabajo, las tecnologías amigables, el des-aceleramiento y el poder de las comunidades de base”.
Ejemplos de estos serían los movimientos campesinos que rechazan la producción agrotóxica e impulsan la agroecología y la recuperación de la tierra; trabajadores autogestionados; asambleas ciudadanas por el medio ambiente, movimientos de los comunes, por el acceso al agua; descentralización energética, entre muchos otros. En pocas palabras, congeniar lo cuantitativo con lo cualitativo, un “buen” crecimiento que ponga como ordenamientos principales la cuestión del cuidado del planeta, el respeto por los ciclos de reproducción y regeneración de la vida, la autonomía de los cuerpos, y la armonía con todos los seres vivientes sobre la Pachamama en una perspectiva alternativa anticapitalista de integración local, nacional, regional y global.
El contexto
Retomando tanto las criticas propuestas por el decrecimiento como las de la dependencia, es importante recordar que, en Argentina, luego de la rebelión popular del 19 y 20 de diciembre del 2001 reside un pequeño potencial y/o germen para la construcción de una sociedad alternativa no orientada bajo la lógica tradicional del capitalismo occidental. Aquí se combinan distintas experiencias contestatarias, de resistencia, rebeliones, propuestas alternativas de consumo y comercio, redes de producción solidaria, producción agroecológica campesino indígena pero también de colonos de gran y pequeña escala, socialización de la producción y del capital bajo formas cooperativas como es el caso de las fábricas recuperadas; apropiación y organización autónoma por parte de los movimientos sociales de distintos ámbitos y funciones para la organización de las funciones básicas de socialización y reproducción de la vida, ya sea bachilleratos populares, salas de salud, cooperativas de servicios, asambleas barriales para controlar el territorio como formas democráticas de base para organizar el espacio político; movimientos feministas que luchan para la autonomía del cuerpo individual y colectivo; asambleas ambientales contra los megaproyectos extractivos; movimientos indígenas que aportan sus saberes y prácticas comunales en equilibrio con la Pachamama y muchas otras experiencias más.
Todas estas prácticas entre muchas otras permiten pensar la posibilidad de plantear la existencia de sujetos sociales varios con capacidad de gestionar la sociedad en un proyecto alternativo.
Retornando al debate sobre la dependencia, uno de los problemas básicos aquí planteados gira en torno a los condicionamientos estructurales que presentan los países de Abya Yala en las dificultades de reproducir el proceso de acumulación capitalista dada la presencia de capitales externos y la continua transferencia de valor hacia el centro, agravado en el último tiempo por el modelo extractivista.
Este proceso se ve profundizado por el consumo ostentoso de los sectores dominantes locales (transnacionalizados) que utilizan parte de sus ganancias con ese fin en lugar de la reinversión productiva del capital. Estas dos situaciones generan una sangría aún mayor en las economías domésticas siendo hasta el momento tensiones estructurales aún no resultas sino solo apaciguada en el último tiempo a través del endeudamiento externo, condicionamientos que incluso los gobiernos progresistas no pudieron transformar.
En el caso argentino, es notable como el último gobierno conservador se ha volcado a un fuerte proceso de endeudamiento externo como forma de resolver los desequilibrios de la balanza comercial, el cual ha incrementado la financiarización de la económica local (también entre los sectores populares), la especulación financiera y la fuga decapitales. Es decir, los dólares provenientes a través de este endeudamiento son girados directamente para cubrir estos procesos financieros arriba mencionados que en última instancia van a ser pagados a costa del trabajo interno generado por el pueblo trabajador.
Salir de la crisis hacia adelante
Entonces ¿por qué no pensar otro camino, es decir, otro modelo de desarrollo? ¿por qué no buscarotro/s sujeto/s que puedan reinvertir productivamente el capital acumulado en el proceso de producción dada su condición estructural de trabajador cooperativo y esta vez sí orientarlo a satisfacer las demandas populares?
Dicho de otro modo, que lecciones pueden sacar estos gobiernos progresistas del traspiés del último tiempo, de la imposibilidad de avanzar y profundizar las reformas estructurales anheladas. Hasta el momento, toda estrategia estatal que buscó conformar una burguesía local que lidere los ciclos de acumulación capitalistas no ha sido exitoso y una y otra vez estos sectores se han volcado a la especulación financiera (entre otras actividades improductivas) en lugar de reinvertir productivamente el capital acumulado para continuar el ciclo de reproducción del capital. Por qué no entonces plantear que aquella variedad de sujetos subalternos cobre un rol protagónico en el proceso de apropiación y reproducción del capital como forma de de construir paulatinamente las estructuras capitalistas de producción ya no más orientado principalmente a la exportación sino al bienestar interno, es decir, a cubrir las necesidades y demandas populares para la reproducción de la vida en sociedad.
En este sentido, las experiencias de las empresas recuperadas son sumamente exitosas desde un enfoque no solo productivo sino también estratégico. Andrés Ruggeri, del Programa Facultad Abierta, manifiesta al respecto «se debe considerar a las cooperativas de trabajo como una parte de la economía. Un sector que genera empleo. El paquete que pedimos es reconocer a los cooperativistas como trabajadores con derechos laborales y derecho a la seguridad social, solucionar los problemas legales que tienen las cooperativas de trabajo para funcionar, habilitar a las nuevas fábricas que cierran a que sean recuperadas, tener mecanismos de financiamiento. Debemos ser considerados como actores que aportan y mucho a la economía nacional».
Según un informe elaborado por Ruggeri y su grupo, “en marzo de 2016, existían en la Argentina 367 empresas recuperadas, que ocupaban a 15.948 trabajadores y trabajadoras” todo esto sin recibir apoyo estratégico por parte del Estado, un patrocinio de este tipo implicaría, como es manifestado en el documento del Primer Foro de la Economía Cooperativa, Autogestiva y Popular, redireccionar recursos estatales para fomentar el crecimiento y fortalecimiento de la producción local en un proyecto orientado al crecimiento interno, cuantitativo y cualitativo juntamente con actores locales, lo contrario al extractivismo, basado en la contaminación, exclusión y escasa demanda de trabajo local. Paralelamente a las experiencias en el sector industrial existen también las mencionadas producciones agropecuarias orientadas a la agroecología agrupadas actualmente detrás del Primer Foro por un Programa Agrario Soberano y Popular. Este mismo lanzó también un documento que busca sumar al debate para las próximas contiendas electorales con el objetivo de plantear una alternativa concreta al modelo de los agronegocios-agrotóxicos y a favor de una reforma agraria.
En ambos casos las propuestas esperanzadoras serian también sacar paulatinamente a los intermediarios, es decir, a los formadores de precios fortaleciendo las organizaciones ya existentes que producen valor sustentable y solidariamente para el bienestar popular. Son estos sectores los que, a diferencia de la burguesía, se encuentran en cierta manera estructuralmente condicionados a reproducir los ciclos de acumulación de capital, dado aquí reside su condición de ser. De este modo, este condicionante restringe en cierta manera que estos sectores subalternos se vuelquen hacia actividades especulativas financieras como lo hacen los empresarios orientados únicamente por la lógica de la ganancia.
Todo esto se uniría en una estrategia política con la intención de debilitar el poder de aquellos sectores que se aliaron contra el gobierno kirchnerista, a decir, CGT, sectores empresariales, Mesa de enlace, entre otros,tratando de contrarrestar un escenario político similar futuro. Lo complejo de esta propuesta seria desde donde y como redireccionar los fondos necesarios para implementar dicho proyecto.
El primer peronismo, a través Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI) fue de algún modo una experiencia exitosa para la concreción de objetivos estratégicos para el desarrollo local transfiriendo recursos de un sector a otro por medio del control del comercio exterior. Todo esto debería ser acompañado con la nacionalización de la banca (modificación de ley de entidades financiera de 1977) y de los sectores estratégicos, tanto energéticos como de servicios, orientándolos bajo los principios de la autogestión, en caso de ser posible. Esto debería ser acompañado de una reforma impositiva que alivie a los sectores populares de los impuestos regresivos e inversamente cargue sobre aquellos sectores que más riqueza tienen, a decir, los grupos concentrados que controlan la económica nacional con la intención de obtener los recursos necesarios para llevar un proceso de cambio de estas características.
Sin embargo, el gigantesco endeudamiento llevado adelante por el gobierno conservador de Cambiemos, sumado a la retracción de los precios de las materias primas y el deterioro de la capacidad de movilización de los movimientos progresistas hace pensar que la presión externa será un factor sumamente condicionante para el próximo gobierno si quiere salirse del espacio político conservador. Como manifiesta Claudio Katz sobre el futuro próximo, “la economía argentina afronta dos posibilidades: una gran crisis antes o después de octubre. El único interrogante es el momento de esa convulsión”. Agrega, además que “esta dramática perspectiva induce a distintos analistas a delinear cuatro escenarios posteriores a octubre: continuidad acentuada del ajuste, retorno al desahogo de la década pasada, padecimiento griego o alivio portugués. Todas las alternativas deberían confrontan con el descalabro de la economía, escenarios que se vislumbran para nada esperanzadores». Lo que si puede abrir un espacio optimista seria fortalecer los grupos sociales existentes generadoras de valor. Incluso reorientar aquellos movimientos sociales que aún no encuentran su lugar dentro de la cadena productora de valor local. En un contexto de estrangulamiento económico a causa de la deuda externa, la necesidad de obtener dólares tensiona la orientación económica nacional hacia tres caminos sin salida; un recrudecimiento del extractivismo para obtener dólares (si se mantiene la demanda de materias primas); o un mayor endeudamiento para saldar la deuda contraída, o aún peor, la combinación de ambas.
Lo que plantan tanto las fábricas recuperadas como las organizaciones campesinas es contrariamente a lo exigido por los acreedores, leyes y equipamientos que promocionen su trabajo. Ambas pueden ser satisfechas, en cierto modo, internamente, ya sea dentro del mercado interno, es decir, en pesos e institucionalmente, fomentando legislación favorable. En un contexto donde se avecina una crisis, donde el default vislumbra como algo posible, incluso factible, fortalecer desde el Estado las organizaciones alternativas y autogestionadas productoras de valor basadas en el equilibrio de la vida parecería en última instancia una opción más que realista, hasta diríamos necesaria para salir de los ciclos de crisis característicos de los países dependientes.
*Por Juan Gerez para ANRed.