Habitar el Encuentro desde el oficio: artivistas, artesanes y productores populares
Una bandera tejida de 150 metros, una humahuaqueña saqueada por la gendarmería, el oficio artesanal como salida de la violencia doméstica… catorce mujeres cuentan cómo es habitar el Encuentro desde el trabajo y el arte. Qué es la autogestión feminista, por qué decimos plurinacionalidad y pluridisidencia, y por qué no queremos varones hetero cis en nuestros espacios.
Por Julieta Pollo para La tinta
Todes queremos llegar al encuentro feminista más masivo, plural y disidente de la región, pero lo cierto es que no nos queda resto. En tiempos de crisis económica, todo va a parar a la mera subsistencia y se hace muy difícil viajar mil kilómetros o bancar tres noches de hospedaje. Para que la moneda no se interponga al deseo y, por qué no, para aprovechar los espacios de feria con lógica feminista, muchxs habitaron el Encuentro desde el laburo, el oficio, el arte y la cocina.
El 34° Encuentro Plurinacional de Mujeres, Travestis, Trans, Lesbianas, Bisexuales y No Binaries en La Plata, territorio querandí, ofreció una amplia propuesta cultural que abarcó obras, recitales, encuentros y fiestas en muchos espacios de la ciudad. A su vez, miles de artesanxs, artivistxs y productrxs de la economía popular integraron una nutrida Feria Feminista que ocupó plazas, parques, universidades y centros culturales.
A pesar de un hostil recibimiento (diluvió hasta la tarde del sábado) que mojó pertenencias, aplastó ánimos e impidió trabajar, el rebusque es el arte de la calle. Mientras que el Municipio observaba con pasmo el desborde de la ciudad, las feministas tejieron redes de contención, ayuda y cuidado mutuo, y buscaron algunos lugares techados para instalar sus puestos de venta. El domingo, con un clima más amable, la enorme feria feminista abrazó la Plaza San Martín, en cuyo centro se realizó la Asamblea de Abya Yala.
Una bandera tejida de 150 metros, una humahuaqueña saqueada por la gendarmería, el oficio artesanal como salida de la violencia doméstica… catorce mujeres nos contaron cómo es habitar el Encuentro desde el trabajo y el arte con propuestas que se alejan de la manía consumista. Hablaron con La tinta acerca de autogestión, plurinacionalidad, pluridisidencia y por qué no queremos varones hetero cis en nuestros espacios.
Autogestión feminista y saber ancestral
Diana agudiza el oído para no perderse lo que la compañera kurda dice desde el escenario de un Centro Cultural Olga Guzmán repleto. Las palabras resuenan por los pasillos y, aunque no puede verlas, escucha atenta. Ella viajó desde La Paz, Bolivia, con sus artesanías y algunos libros para vender: “La autogestión nos devuelve un poco de nuestro tiempo para poder estar aquí y aportar en las mesas que queremos aportar. Vendemos para comer pero también para estar acá. Hemos elegido no tener un trabajo de ocho horas en una oficina -entre comillas, porque en realidad trabajamos 18- para poder tener nuestro propio tiempo”.
Nadia es de Bialet Massé, Córdoba, y ofrece en su paño dulce casero de calabaza y de naranja, y sal de las salinas del norte de Córdoba saborizada con hierbitas recolectadas en las sierras. También, el libro “Siendo, amando, aprendiendo. Un camino hacia adentro” que es un diario de viaje de una mujer a lo largo de diez años. “Ya he participado en otros encuentros pero esta es la primera vez que vengo con el paño. Fue a último momento y por la variable económica que siempre nos atraviesa. Venimos con lo justo, entonces es aprovechar el intercambio para sustentar el viaje y disfrutar de los talleres y demás”.
Erica también es de Córdoba (Casa Grande, Punilla) y se dedica a la cosecha de hierbas medicinales. “Con ellas hago tinturas madre, aceites y cremas medicinales. También hago biocosmética natural. Hace 13 años que me dedico a esto y me pone contenta que hoy la gente tenga más conocimiento acerca de su cuerpo, su salud y el ambiente”. Es el segundo encuentro del que participa y, como disfrutó mucho el Encuentro de Trelew 2018, decidió volver a habitar este espacio desde su trabajo. También es el segundo encuentro del que participa Lorena, de El Bolsón: “Está buenísimo encontrarnos tanta diversidad de mujeres, aunque es una pena no poder participar de los talleres… pero bueno, una viene con lo justo y toca estar de este lado.» Hace tres años que Lorena realiza ungüentos y aceites corporales con plantas medicinales de Neuquén, como lavanda, caléndula y rosa mosqueta. “Todo 100% natural y sin químicos”, aclara.
Otras llegan al encuentro por primera vez, para intentar vender algo extra y sobrevivir a la crisis económica que somete al país. María es de Perú pero hace ya muchos años que vive en Berisso, Buenos Aires. Habla sin perder de vista los picarones que se hinchan en el aceite: “Yo vendo picarones, que ustedes les llaman buñuelos, y torta frita con o sin queso. La verdad es que no sabía que existía este encuentro y una amiga me dijo vení que hay una feria. Estoy muy contenta de estar acá y ver a todas estas mujeres luchando”.
Visibilización y artivismo
La calle 50 -una de las laterales de Plaza San Martín- se convirtió el domingo en el epicentro artivista del Encuentro. Bajo un sol manso que evaporó la humedad del día anterior, hubo intervenciones teatrales, musicales, murales, gráficas, textiles, y de otros palos expresivos.
“Este es un tejido político, no estamos tejiendo mantitas. Este tejido es cuestionar un sistema de poder y una manera de comunicarlo” explican Victoria y Daniela Zapata, impulsoras del proyecto Tejiendo Feminismos. En menos de un año, lograron reunir más de 4.000 cuadrados tejidos que, convertidos en bandera de lucha, dan la vuelta a una de las calles de la Plaza San Martín. La intervención llama la atención de la gente, que se acerca y recorre los 150 metros de bandera leyendo, uno a uno, los nombres de víctimas de femicidios, transfemicidios, travesticidios y frases feministas que han sido bordados por mujeres de toda la Argentina y hasta de Canadá, Colombia, Guatemala, España, y otros países desde los cuales han llegado tejidos.
“Lo más maravilloso de esto, además de visibilizar con nombre y apellido a las compañeras que ya no están y sacarlas de los datos fríos de las estadísticas, es que se generaron redes de mujeres que comenzaron tejiendo y después siguieron juntándose. Había muchas mujeres que no podían encontrar un espacio feminista y lo encontraron a través del tejido, se encontraron militando dentro de sus hogares y pudimos sacar eso de lo privado a lo público. Es reivindicar lo político y también cuestiones como, por ejemplo, que acá hay nombres de mujeres víctimas de femicidios que datan de de 1976, cuando ni siquiera existía la figura jurídica de femicidio… entonces hubo mujeres muy mayores que resignificaron lo que pasó desde otro lugar y en algún punto hubo algún sentido de reparación”, cuentan Victoria y Daniela.
Sol pelea con la brisita que le tuerce la pegatina que intenta instalar sobre los chapones que la Municipalidad ha instalado para separarnos del Centro Cultural Paseo Dardo Rocha. ¿Sabrán que mientras custodian momias la cultura burbujea en la misma calle? El chapón es el lienzo sobre el cual la joven estudiante de la UBA está istalando una imagen del documental que viene produciendo hace tiempo. “Es un documental sobre feminismo popular, que recorre las historias de tres mujeres de distintos barrios -Villa Fátima, Lugano y una que tiene un merendero en Versalles- y de diferentes generaciones, militantes, migrantes y villeras. El proyecto se llama La Profundidad de la Marea, y tiene que ver con estos otros relatos dentro del feminismo. Más allá del feminismo hegemónico, hay una profundidad en la que hay un montón de historias de vida y cotidianidades para visibilizar”.
Alfajores de chocolate o de limón veganos complementan el paño de libros y fanzines de Nicole. Apuesta a difundir escritos feministas porque considera que la circulación de estos materiales es necesaria: “Está muy bueno que podamos compartirnos y difundirnos, sobre todo los textos que escribimos nosotras mismas, para reconocer nuestras ideas y reproducirlas. Tengo tres tipos de materiales: textos que nos ayudan a reconocer nuestro propio movimiento; recopilaciones de periódicos y prensa escrita que son una herramienta muy zarpada para la visibilización de los distintos momentos históricos; y textos que nos acercan a actividades y herramientas, como la autodefensa».
Lisa es de La Matanza y viajó al Encuentro con su proyecto de lencería. Ante la lluvia del sábado, se puso a feriar en el Centro Cultural Olga Vázquez, donde nos dijo que elige participar de ferias y espacios feministas porque su proyecto lo es: “Este proyecto tiene que ver con demostrar que se puede hacer moda en todos los talles, en todos los colores y para todos los cuerpos. Me gusta romper ese límite que tenemos algunas con la lencería, más aún los cuerpos gordos que le pasamos re de largo a estas prendas y al disfrute del propio cuerpo”.
Un objetivo similar tiene Las Violetas, un productivo de bordados y textiles: “Con el trabajo artesanal y la autogestión nos posicionamos contra todas las libertades que nos niegan, desde el feminismo”, dice Macarena y nos cuenta también la historia del Centro Social y Cultural Olga Vázquez, donde estamos. En los 90 funcionaba ahí una escuela privada que cerró, y en 2003 el espacio fue ocupado y nombrado Olga Vázquez en homenaje a una trabajadora de un comedor barrial que murió por hantavirus. Hoy es un estandarte de ocupación, autogestión y cultura comunitaria. “El Olga se mantiene con el trabajo de todes. Habitar el Olga es luchar por la expropiación porque nos lo quieren quitar y es una lucha que viene hace más de 15 años. Acá funcionan talleres, radio, imprenta, cervecería, cocina, una textil y hasta una escuela primara y secundaria”. Fiel a las políticas de asfixia cultural, el año pasado María Eugenia Vidal vetó la expropiación del Centro Cultural, proyecto de ley sancionado por la Legislatura provincial.
Construir el trabajo digno frente al saqueo diario
Mandarinas, Mujeres por el trabajo digno es una cooperativa de trabajo textil de La Plata. Reúne a unas diez mujeres del movimiento social de base Barrios de Pie que encontraron en la autogestión y la economía popular una salida a la crisis que golpea los barrios. “Hay compañeras que se dedican al tejido y otras a la costura. Hacemos almohadones artesanales con diferentes diseños, llaveros, materos y también ropa. Decidimos participar porque somos una cooperativa de mujeres organizadas”, cuenta Teresa.
Gabriela también construye su fuente de trabajo desde los cinco años, cuando ayudaba a su mamá con el paño. Es de Humahuaca, Jujuy, y después de buenas experiencias en los dos encuentros anteriores, en Chaco y Trelew, preparó su mercadería andina para viajar a La Plata. Las 45 mujeres del Centro de Artesanos de Humahuaca contrataron cuatro micros y emprendieron viaje pero, poco antes de la frontera con Salta, varios gendarmes detuvieron el colectivo donde viajaba Gabriela y, sin siquiera revisar el contenido de los bultos que trasladaban, les robaron la mercadería.
“Teníamos estas bolsas grandes y nos las sacaron sin siquiera ver qué había adentro. Ahí traíamos las cosas que nosotras vendemos: llamitas, carteritas, las turmitas que hace mi mamá, las chayas que son instrumentos musicales, agendas, lapiceras, y estas muñequitas que las hago yo con semillas de maíz y quinoa, y que representan a la Pachamama. Mis otras compañeras traían tejido, bordado y todo venía en bolsa cerrada. Abrieron una bolsa con camperas Columbia y dijeron ‘Esto es ilegal’ y nos sacaron todas las bolsas que estaban cerradas y que no tenían camperas. Me perjudicó a mí porque me sacó todas las cosas que yo vendo y hago… hasta especias traía yo. ¿Para qué las quieren?”
Gabriela, que nos pidió que no publiquemos su nombre real por miedo a sufrir represalias por parte de la gendarmería, nos dice que para ella fue una pérdida muy grande porque la compra de mercadería la realiza con mucho sacrificio. Entre su mamá, su hermana y algunas amigas, juntaron todo lo que gendarmería no les robó y vendieron en un paño comunitario para subsistir el fin de semana.
“Trabajamos para nuestros hijos, ni siquiera es para estar mejor. Yo tengo tres niños, uno de 18 años que está en la secundaria y dos más chiquitos que van a la primaria. Yo trabajo desde los 5 años, toda mi vida en la calle con el paño, primero para ayudar a mi mamá y después para pagar mis estudios… por que dirán ‘esta es una ignorante’. Yo tengo estudios pero lamentablemente no hay trabajo. Tengo una Tecnicatura en Artes, tendría que estar dando clases en una escuela y estoy acá vendiendo porque no hay trabajo. Y lo poco que conseguís para ganar, te lo quitan. Lamentablemente… ahora a seguir, no queda otra, seguir adelante”, dice con la voz entrecortada.
Juntxs y organizadxs por nuestros espacios
Los varones hetero cis no son bienvenidos al Encuentro. Su presencia siempre deja una sensación de invasión a un espacio que creamos para no temer, para sentirnos libres y en confianza, un espacio nuestro y para nosotrxs. Incomoda su presencia en las marchas, ya sea como curiosos, fisgones o “aliados feministas” que bien quisiéramos pongan mismo empeño en crear espacios propios para demalezar sus prácticas heteropatriarcales y construir nuevas masculinidades. Incomoda también su presencia como parte de la organización de nuestros eventos: sirviendo bebidas, como técnicos de sonido, llevando banderas o indicando a las compañeras dónde pararse para detener el tránsito y que avance la marcha. Del mismo modo, incomoda su presencia en la feria feminista, un espacio construido por y para nosotres. Dentro del enorme entramado de violencias, también sufrimos violencia económica y hemos sabido trazar estrategias colectivas de trabajo feminista. ¿También tienen que estar ahí?
“Soy de Varela y trabajo metal y macramé. Con estos cartelitos (foto) queremos generar conciencia en las compañeras que vienen acá a movilizarse, para que nos apoyen a nosotras que estamos acá haciendo el aguante todos los años. Los compañeros no entienden que esto es un espacio nuestro y que tienen que respetar y tomar distancia. Creo que es una conciencia de cada una, no creo que desde la organización se pueda regular la participación de hombres cis, porque también sería como ir al choque, más aún en estas situaciones de crisis en el que todo el mundo necesita laburar y rescatar una moneda”, cuenta Mariana.
Al igual que Mariana, Carina es parte del Frente de Artesanos y Artistas en Lucha (FAAL), dentro del cual se creó este año el Espacio de Mujeres. “El feminismo nos atraviesa principalmente porque somos trabajadoras de la calle, entonces es doblemente estigmatizante porque, además de ser mujeres, andamos viajando “solas” con la mochila al hombro y nuestro paño. Somos transmisoras de saberes, hacedoras de oficios, comunicadoras… andamos por toda Latinoamérica y muchas mujeres nos cuentan sus problemáticas cuando estamos trabajando. La idea del Espacio de Mujeres del FAAL es tender redes y unirnos para formarnos y ayudar a las mujeres con sus problemáticas”, cuenta Carina, una de las cuatro artesanas que comenzaron a armar el Espacio. “No pertenecemos a ningún movimiento político, todas las compañeras tenemos diferentes pensares y desde ahí nace el respeto y la verdadera sororidad… ‘sororidad artesanal’, que es poner lomo y corazón. No tenemos la obligación de ser amigas, pero sí de ser compañeras”, agrega.
Carina es de la ciudad costeña Quequén y hace más de 30 años que es artesana, trabaja metal y alpaca. Respecto de la presencia de varones hetero cis, opina: “Este año fue muy marcada la presencia de varones hetero cis. Las compañeras siempre tenemos la misma impronta de que si vemos a un compañero, decirle con amabilidad que es nuestro espacio, nuestro encuentro y que realmente hay que apoyar a las mujeres autogestivas porque es un tema de emancipación económica. Los diferentes oficios artesanales que cada una de nosotras estamos dispuestas a dar nos emancipan económicamente y eso lo que hace es sacarnos de la violencia. Muchas veces el trabajo artesanal y autogestivo es un modo de sacar a las mujeres del hogar donde están en dependencia económica del hombre y donde sufren violencia doméstica. Cuando una puede transmitir el oficio artesanal, esta filosofía de vida que es ser artesana, andar vía tras vía, parchando en los lugares, con nuestros niñes, haciendo mucha fuerza… las mujeres empezamos a ver que se puede”.
Nombrar todos los feminismos
A todas las mujeres que compartieron sus proyectos y opiniones en esta nota, les preguntamos acerca de la temática que tensionó, problematizó e identificó este 34° Encuentro: todas expresaron acordar con el cambio de denominación del Encuentro Nacional de Mujeres hacia Encuentro Plurinacional de Mujeres, Travestis, Trans, Lesbianas, Bisexuales y No Binaries.
Carina comentó que desde Mujeres del FAAL adhieren al cambio de nombre porque ellas mismas se reconocen como mujeres plurinacionales y pluridisidentes: “Para nosotras es muy importante porque tenemos compañeras en toda la patria grande. Creo que desde el Encuentro Nacional se quiere invisibilizar a las diferentes compañeras pero a la vez las utilizan para las marchas, para los logos… quiero recalcar que el logo de este año tiene mujeres negras e indígenas, pero las discriminan poniendo ‘Nacional’, entonces son hasta contradictorias en su manera de manifestarse”.
Por su parte, Nadia aseguró: “Por supuesto que se tiene que abrir a la pluridiversidad. Está caducado ese formato de solo mujeres argentinas, que respondió a un contexto y a una época con necesidades particulares. Creo que hoy la realidad nos demuestra que es todo mucho más diverso y complejo, y creo que como colectivo tenemos que apoyar eso”.
“Creo que hay cosas que es necesario ponerlas en el nombre para que las vean. Ya somos plurinacional, pero es necesario ponerlo en el nombre para que sepan que aquí estamos, desde distintas naciones desde las cuales nos queremos posicionar y autoconvocar”, expresó Diana, y agregó: “Aquí hay compañeras de todos los territorios, y todos los territorios cuentan. Los nacionalismos se convierten en fascismos, queremos que no nos impongan nada y vamos a transgredir también las fronteras”.
*Por Julieta Pollo para La tinta.